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martes, 31 de mayo de 2011

Debate Sarlo-678. Mirada. Mal de muchos consuelo de ellos

Esta semana Clarín estuvo promocionando el debate 678- Sarlo, Barone- Sarlo. Uno sin saber demasiado de nada, y poniéndose a debatir mano a mano con grandes intelectuales contemporáneos del país se ve obligado a hacer una mirada. Primero porque cuando se habla de catadura moral no existe trayectoria intelectual, sino trayectoria moral, y ahí estamos todos más o menos iguales.  La trayectoria intelectual en la postura moral no cuenta, es un ser más como nosotros, tratando de responderse las preguntas y los interrogantes, como nosotros,  ante la posibilidad de hacer daño a los demás o no hacerlo como nosotros. El debate nos iguala, somos todos seres iguales, ante los mismos caminos, lo que nos diferencia son las decisiones. Debo decir que no soy un consumidor de 678 sino de Grupo Clarín.
Hay algo extraño en los intelectuales que terminan cediendo a una multinacional de la comunicación como Clarín o La Nación, y trabajando para ella. Están en falta, primero de una catadura moral en general, un deber ser. Grupo Clarín, La nación son lugares feos, hacen daño a la gente y  Grupo Clarín además viola cuantas leyes puede, y eso lo sabemos todos. No está en debate, ni siquiera en duda, lo saben ellos también, no tienen dudas de donde están y quiénes son. Lo que los lleva a defenderlo no es que crean en él y su libertad de expresión. Es otra cosa. Quizás defendiendo a Grupo Clarín se están defendiendo a sí mismos y sus decisiones y negociaciones personales, pero no de nosotros, sino de sí mismos, del que hubieran querido ser, que no lo son. Porque atado al hecho  de ser intelectual está el hecho de ser inteligente, profundo, sutil, y ser todo eso es no trabajar para Clarín ni La Nación, entre otras cosas. Creo que algunos, como Sarlo, tienen dos  problemas. Primero, trabajan para Clarín, y alimentan su proyecto, que es terrible para los otros, para la otredad sartriana, que ellos tan bien conocen. El segundo, no se lo bancan. No se aguantan haber negociado, y trabajar para Clarín o La nación y se justifican defendiéndose a ellos y los grupos. Como no pueden aceptar lo que son ahora nos igualan, como no pueden aceptar el momento que están atravesando nos ponen a todos en ese  momento. Todos estamos sucios. Entonces ellos no son inmorales, todos lo somos, ellos no tienen un muerto en el ropero, todos lo tenemos. Ellos no negociaron, lo hicimos todos. Cada uno que debate con ellos entonces, es igual o peor. Igualan para abajo, embarran la cancha. Y si todos somos eso, ninguno lo es, tampoco ellos. Mal de muchos consuelo de ellos.
No sé lo que son los otros a ciencia cierta pero hay algo seguro, no todos son así, no todos trabajan o trabajarían para Grupo Clarín o algo parecido.  Ante el primer paso, al primer caso particular de  comunicación comunitaria que encontrás, al primer periódico de barrio o radio comunitaria, se derrumba la universalidad de esa hipótesis que necesita de universalidades, cae el entramado y hay que hacerse cargo cada uno de lo que hace, para quien trabaja, como, que alimenta,  y porqué. Sobre todo de porqué

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