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domingo, 24 de enero de 2021

Encontrados (Relato corto)


-Un día salve una vaquita de San Antonio- dijo Macarena

-Que grandioso ¿Cómo hiciste?

-Así, se había caído a la pileta, se había mojado, la saqué, la sequé, gogleé que se le da de comer, la alimenté y la cuidé unas horas, hasta que pudo volar de nuevo. Y no vas a creer- dijo incrédula Macarena – desde ese día las vaquitas de San Antonio se me paran en el brazo, en todo momento. Es como si yo no hubiese salvado a la vaquita de San Antonio, sino como si la vaquita de San Antonio me hubiese salvado a mí

-Yo un día le di el postre que me había acabado de comprar y me quería comer a una persona que me lo pidió en la calle- dijo Juliana

-Bueno, está bien, es por ahí- Le respondió Joaquín

-No es difícil- retrucó Juliana- Sí, es cierto, no es difícil. Me gusto más que lo comiera él. Estaba más rico así ¿Y saben qué? Yo no le di un postre a ella, ella me dio a mí un comensal

-Yo recuperé una planta que se estaba secando, una planta salvaje, de la calle, que había crecido entre dos masetas. Todos los días la riego. Y la planta aunque no lo crean, me lo devuelve- Dijo Matías

-¿Cómo?

-No sé, cada vez que la veo me tranquilizo

-Tenés una amiga, la planta- Dijo Damián

-No se amigos, no, hay si, como un vinculo

-Porque ella, simple, ella todo los días te riega a vos

-Claro

-Ella es la te refresca. Por ahí ella es la que recupero una persona de la calle que se estaba quedando

-Yo no he salvado ninguna pequeña parte del mundo

-Bueno, Damián, quizás sí, no lo sabes

-Pero dejado de romper Matías

-Ha bueno, ese es otro concepto.

-Una vez estuve a punto de matar una araña que había en la pieza. Yo me estaba por dormir y me podía atacar. Ameritaba matarla, para que no me picara

-Una especie de asesinato preventivo, lo hacemos mucho

-Y sin embargo no la maté. Si me picaba me picaba, pero no era nadie para matarla

-Y no te picó

-Y no me picó. Y ahora como que nos conocemos. Está siempre ahí. Y yo también. Somos como parte de algo

-Y de un pacto también

-Claro, un pacto de paz. No salvé a nadie, pero deje de destruir- Dijo Damián

-¿Y qué te gusta?

-Me gusta ver como los yuyos crecen en el revoque de la pared, se imponen a la dureza, sacan lo que no hay de donde no hay, y entre las grietas asoman. Y en vez de darle sensación de derrumbe a esa casa. Le dan sentido de otra cosa

-Una especie de imagen de pacto entre la ciudad y la naturaleza. Un orden nuevo donde coexisten los dos, que se impone de manera salvaje

-Claro, y no es que vos ves salir ese yuyo a pesar de todo, sino que ese yuyo te ve seguir a vos. Por eso te identificás

Muy cerca de ahí, de manera media telepática, media mental, media perceptiva, y media de un modo que no podemos conocer, porque no sabemos,  hablaban, a la distancia una vaquita de San Antonio que había en el pasto, una araña que había adentro de un luz en una pieza, una planta que había crecido entre las baldosas en una cuadra, un yuyo que había salido en las grietas del revoque

-Un día salve del agua a mujer- dijo la vaquita de san Antonio

-Se iba a ahogar- preguntó el pensamiento de la araña

-No, pero se la veía triste, días y días sin nada que hacer. Le di una ocupación, me sacó del agua y me dedicó mucho tiempo. Y ahora todos los días, cualquiera de nosotros la ve, y ella se piensa que soy yo, y que me tiene que cuidar. Y no está equivocada

-Estás criando una persona- dijo el pensamiento de la araña

-Algo así- dijo la vaquita de san Antonio- algo así pero diferente

-Yo también tengo una persona- dijo el pensamiento de la araña- en esta pieza vive un hombre que me tenía miedo, igual que el miedo que le tenía yo a él. En el fondo éramos lo mismo, sentíamos lo mismo, y no lo sabíamos. Y un día el me dejo de tener miedo, yo lo sentí, y le deje de tener miedo. Desde ese día somos amigos. Bueno, yo no diría amigos, buenos vecinos. Ninguno de los dos va a hacer daño al otro

-Yo veo salir una persona de las gritas del mundo. Me enorgullezco porque la veo crecer de las grietas de la vida, todos los días- dijo el pensamiento del yuyo que salía de las grietas- Él me va a mí como una imagen de lo que se puede. Y yo lo veo a él como una imagen de lo que se puede. Yo creo que él pone en mí el que se puede y yo pongo el que se puede en él. Pero distinto seria el mundo para los dos, si en el mundo no hubiese ninguna imagen de que se puede, para ver que se puede, y hacer que se puede

Y así siguieron un largo rato, las personas hablando del mundo, el mundo hablando de las personas. Y ambos habitándose



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