Te voy a decir tero, desde que te tengo encerrado en la
jaula empollando, siempre me pregunté cómo ibas a hacer para despistar,
cantar en otro lado distinto que los huevos. El espacio determina, tiene su
propio lenguaje, genera formas de ser. Al principio pensé que iba a gritar ahí
pero que ibas a desviar con la mirada, como mirando para otro lado, para adonde
querías que fuéramos, o con la mirada perdida, como estando en ningún lado, que
ibas a usar la expresión para el despiste. Después pensé que iba a ser una
postura corporal, de bueno, no estar en ese sitio. Pero superaste todas mis
expectativas y mi capacidad de asombro, cuando veo que estás ahí, los huevos
están ahí, pero lo que no está ahí es el grito. El grito viene de la cocina
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