Son las seis de la mañana, principios o mediados de Junín de 2020 me llega un mensaje de una amiga, que me dice una sola frase: No lo tenés tan controlado como crees. Y atrás de eso me manda un video de 45 minutos. Lo dejo, sigo durmiendo, me levanto unas horas después, a las nueve de la mañana, hago todo la rutina matinal, me hago unos mates, y lo primero que hago es mirar el video
Recupero esos vestigios de
memoria, esos pedazos de mí mientras en mi casa me hago baños de vapor y
respiración con elementos que me dejó a mano la tara verde, una deidad budista
maravillosa que me ayuda y con la que estoy vinculado, tengo una taper verde
del color de la tara verde, donde pongo el agua y la sal y un repasador verde,
del color de la tara verde que me lo pongo en la cabeza, respiro con la nariz
agua con sal, que es como hacer nebulizaciones de sal y agua, Atrás tengo una
campera blanca y verde de un verde que es del color de la tara verde. Entre los
pedazos de la memoria me acuerdo que vi el video completo, era de una maestra de
meditación que contaba como en un encuentro con gente elevada se le había
colado un parásito pero era un nuevo tipo de parásito, porque para este momento
en que las dimensiones habían cambiado o se habían juntado, ese era un parasito
interestelar, mucho más fuerte y mucho más difícil de fijar. Me acordé del
mensaje “No lo tenés tan controlado como creés” Concluí que tenía un parasito
interestelar encima mío. Vi los 45 minutos. Y me quedó claro solo una
información, eran algo nuevo, y eran difícil de fijar, tomaban distintas formas
y se escapaban. Enseguida mi memoria que ahora está trabajando con él, pasado
volvió a trabajar con el pasado, y el pasado no tan reciente. Atando pedazos de
un pasado más anterior y un pasado más reciente, uno con cada hilo neuronal, y
trayéndolos a ese presente, que ahora es mi pasado reciente, recordé dos cosas
La primera:
Me levanto, cerca del 20 de
julio, mi casa departamento, donde vivo con mis dos mascotas, Sapirha y
Firulait, en este momento mientras Firulait está en la terraza mirando pasar
gente y comiendo huesos, Saphira mira por la ventana. Parecemos una escena de
ciudad de guerra, los dos vigilan, yo trabajo. Hoy mi mente está partida, un
pedazo de la mente escribe acá, otro piensa en mi antigua compañera de yoga, la
mujer con la que tengo que tener una hija de la luz. Ayer coincidimos en yoga,
me di cuenta porque la había amado siempre. Esa pequeña poderosa tiene poder
sobre mí, su presencia cercana me transforma. Yo no soy bueno para estas cosas pero lo hice lo mejor que pude. Algo bueno salió de ayer, nos podemos
ver, podemos compartir un punto de encuentro, lo tenemos, y quizás nos queremos.. Estaba su novio, no es un mal chico,
tiene un bello rostro, una linda riza, una interesante energía, es de otro
color que nosotros, es azul, ella es amarilla, como yo, toda la vida conocí esa
alma. Yo sé mirar y sé mirarla, sé mirar la profundidad en lo poquito que
muestra, sé mirar la enorme inteligencia en los vestigios de alguna cosa que
demuestra, sé mirar la valentía en sus acciones. Y también sé mirar su bondad
constante en cada mirada. No es una persona que llene el mundo de palabras como
yo, es una persona que habla de otro modo, sus ojos están llenos de palabras,
novelas, sus gestos tiene sagas pero sus acciones hablan muy fuerte, en sus
acciones habita un mundo completo, y yo amo eso, sus acciones, su belleza, su silencio y su inteligencia. De las
4 mujeres elegidas es la que yo elijo, y de las cuatro, es quizás la que me elije. No
hay que dudar jamás de la sabiduría de la virgen, ella sería una madre increíble y perfecta, un ser lleno de luz, sabiduría y amor, un descanso para mi, y un
regalo. A quien sea, gracias por ella
Coordenadas. Vestigios de la
memoria. Ayer estaba escribiendo, sobre los vestigios de la memoria y me fui a
la meditación de yoga. Entré, estaba ella, la saludé de lejos y me retiré
a meditar. Verla fue encontrar el primer
mojón en el mundo en estos tres meses, el primer lugar adonde agarrarme, que no
es aferrarme de ella, ya saben que no me aferro, sino decir: Ok, el mundo la
tiene a ella, bueno, entonces me estaría quedando un poco más. U, ok, el mundo
la tiene entonces le voy a poner a la misión el corazón más allá de la
obediencia a un plan mayor. O no, más simple, ok, el mundo la tiene, entonces
me tiene a mi también
Entramos a la meditación, el
maestro, habló de la amistad, nos cambió el abordaje hacia uno mucho más
amable, y meditamos. Durante la meditación a mi se me estuvo viniendo la
presencia de Yogananda. Mientras el hablaba un par de luces había en el aire,
cerca de él y del retrato de Yogananda, un poco más grandotas de lo normal.
Durante la meditación interfirió una frecuencia de teléfono en el aire con un
ring tog, estuvo unos segundos y después se apagó. Cuando terminó la meditación
el preguntó por eso, concluimos que había venido de ningún lado. No se si fue Yogananda, si
canalizo ahora concluyo a que no fue el, me dice: Se metió un espectro de luz,
es lo que me dice. No hace nada malo y no va a estar más. Le llamó la atención,
la vibración. El maestro cuando dijo alguien la apagó, me miró a mi,. Yogananda
dice que la apagué yo. Yo no creo haberla apagado, aunque si me acuerdo que
deseé que se apagara. Una voz que canalizo me dice que ella me quiere mucho, es
la mujer para mi y quiere estar conmigo en este
momento.
Gracias a Dios y al mundo por
ella. Y a ella por ella. Hoy lo único que hacen mis dedos es agradecer por ella
y querer más al mundo porque está ella. Pero tengo que escribir, recuerdos,
vestigios de la memoria. Y pleyarianos también, vamos al texto de ayer
Recupero las ultimas 4 líneas
Enseguida mi memoria que ahora
está trabajando con el pasado volvió a trabajar con el pasado, y el pasado no
tan reciente. Atando pedazos de un pasado más anterior y un pasado más
reciente, uno con cada hilo neuronal, y trayéndolos a ese presente, que ahora
es mi pasado reciente, recordé dos cosas. Una información irrelevante se me
queda en taichí, la idea de tener cuidado con los calefactores, tenerlos en
piloto, apagarlos. De todo lo que se había hablado de los calefactores en la
clase de taichí, concluí como información que los calefactores eran peligrosos
para algo. Y antes de eso otra imagen, que fue un día que me desperté a las 6
de la mañana, miré el calefactor apagado que estaba en la pieza y vi una tela de
araña que estaba sobre él, y una araña que estaba en la tela, la miré, me miró
y se escondió. Ahí hubo algo sobrenatural, me puedo dar cuenta de eso. Con
todos esos vestigios de información que son imágenes, me levanté esa mañana y
até cabos o fui llevado por la canalización, o ambas
El cuerpo y la memoria
Recibo el mensaje de mi amiga
“Lo tenés menos controlado de lo que creés” miro el calefactor y una araña me
mira y se esconde en él. Me imagino que me habla de eso, pero me duele el cansancio
y duermo tres horas más. Ese mensaje acaba de llegar a mí cansancio. Merlo
Ponty dice que el cuerpo tiene su propia voluntad. Me despierto a las 9, me
duele el hombro, con el resto de mi voluntad miro el video donde hablan de un
ekeko, un parasito energético. Mi maravillosa mente selectiva o la maravillosa
canalización que tengo, o la mente sintética y práctica del virginiano que me
habita, selecciona de 40 minutos de palabras solo los dos datos que le van a
servir más tarde, los quita de entre la niebla. Primero tengo un parasito
intergaláctico e interdimencional en mi casa, que se llama ekeko o ameba.
Segundo se llama ameba porque se esconde, adquiere distintas formas y es muy
difícil de agarrar. Guardados en mi mente más fresca que mi cuerpo tengo los
datos que me sirven, lo que tengo que hacer materializar para matarlo, lo tengo
que meter en algo solido para eliminar su existencia. No sé que tengo ese dato,
pero lo tengo, lo voy a saber cuando lo use. Había comprado de todo sin saber
que había comprado los días anteriores, cosas que ahora me iban a servir para
reducir al ekeko. Lo había hecho con una técnica nueva de compra que había
empezado a aplicar, de comprar en los lugares lo primero que veía, o lo primero
que me decían que comprara. También recabo otra información, tenia que hacer
antes de la una, todo trabajo tenía que hacerse antes de la una. Son casi las
diez, y empiezo. Mi cuerpo ya no es mío, mi mente ya no es mía, otras energías
la manejan, tiene la flexibilidad, dirección y rapidez de otro cuerpo. Tiene un
disfrute en el hacer pasos, en acumular acciones tras acciones. Dos energías
vienen a mi ayuda, el paso a paso del virginiano, una energía que me conforma,
y el pusher, el empujador, una energía que también tengo, que desarrolle en
teatro. Mi pusher y mi virginiano están felices. Sin más empiezo a trabajar. Las
palabras y las imágenes le van dando lógica a las direcciones y confirman la acción.
Por Julia Cámeron aprendí que las imágenes son como un montón de palabras del
pasado. Veo el detergente Ala, están los ángeles ahí, lo agarro, había comprado
limones agarro un Minerva, agarro sal, agarro vinagre. Una vela, fuego. Mi
explorador está feliz con su kit de acción. Las palabras en la cabeza me
llevan. Voy, le tiro sal al calefactor apagado de la pieza, le tiro vinagre, le
tiro detergente Ala rosa, le tiro agua.
Mi brazo va haciendo solo, es otro brazo, lo maneja otro cuerpo, es más suave y
más armónico, se mueve como flotando, como bailando en el aire, como haciendo
un ritual. Ayuda a eso que soy un entrenado de taichi y chikun hace ya dos años
y puedo manejar un poco la suavidad y la fluidez. Tiro todo eso, como si no
fuera yo. Voy hasta la cocina, mis ojos se depositan en un vino que tiene el
nombre Dulce cosecha. Un vino blanco. Tomo un cuchillo, y con el canto, la parte
de atrás del cuchillo, empiezo a golpearlo de manera rítmica caminando por la
casa hasta el calefactor, esos golpes hacen que salga un agudo que emite una
vibración muy alta, y rítmica, a mí me elevan, y al ekeko lo confunden y lo
detienen. Cada golpe lo materializa más me van diciendo. Ante mi tengo que
materializar un inmenso parasito intergaláctico que me está matando, para
matarlo. Mi brazo al hacer ritmo hace una floritura, algo bello y pausado, no
soy yo. Termino de hacer eso y todas esas vibraciones agudas que mandé al aire
quedan flotando, la casa se ha llenado de pequeñas vibraciones agudas. Ahora
puedo asegurar que las vibraciones agudas de sonido, ya sea por esa técnica o
por otra, son fundamentales para atontar y fijar esos tipos de parásitos. Sigo
haciendo, no freno, el que me guía se maneja con la frialdad de un asesino y la
determinación de un científico, no hay un solo movimiento o una sola acción que
haga que no sea atinada. Le tiro unas plantas, unas hojas y flores secas que
había comprado. Me pongo ante el calefactor y hago una forma de win chu, la
primera, que genera una vibración más intensa y más violenta. Es una invitación
a la guerra, lo provoco, sé que con eso, ya fijado por la vibración del vino,
va a salir. Uso con él lo que ellos usan conmigo, lo hago desbordar con la emoción, y los confundo. Después voy a hacer muchas veces eso y siempre los voy a vencer. Prendo un sahumerio de palo santo, y con el palo santo al medio de
mi pecho, como un saludo de taichí, o las manos juntas al medio del pecho en
postura rezo, mantro el seiheki, segundo símbolo del yoga, teniendo en mi
pecho también a mi alma gemela. Lo hago bien agudo, bien fino, bien largo, me
conecto con la vibración de ella y con la vibración del mantrado y del reiki
elevo el tono, lo hago un par de veces, dos más, alguna más. Estoy en transe,
después me callo, le doy lugar al silencio, había estado haciendo y haciendo
lleno con el pusher y ahora le doy lugar al vacío, del vacío y lleno del
taoísmo. Información que me baja que todo esto necesita vacío y lleno, y
habitado el lleno después que se deje estar el vacío, se va a haber el
movimiento. Me quedo en silencio mirando el calefactor, y todo el ablande,
todo el trabajo, todas las avanzadas, dan resultado, tambaleando, aterrada,
como escapando, pero herida, tocada, por todo lo que había tirado, pero por el
sonido también, como si ya no pudiese resistir más, o como si creyera que ya no
puede resistir más, visiblemente sentido, sale al final el enorme Ekeko
galáctico que me estaba devorando de su guarida intergacltica, el calefactor.
Sale de debajo de él, trepa por la tela de araña, ahora afectada por todo el
trabajo, y empieza a trepar por la pared para escapar. El primer paso
importante ya está realizado, no se puede escapar por lo invisible, no se puede
mezclar con ningún aparato, no se puede volver hacía la galaxia, no se puede
meter en mí. Está en esa araña que lo materializa y representa y a la que usa
para venir a este mundo. El ekejo está fijado y visibilizado. El segundo paso
también está logrado, no tiene velocidad, no tiene guarida, está herido,
aturdido, escapando a lugar travieso. Todo lo otro no es más que una suma de
casualidades del destino, o la luz trabajando. Me paro delante de él, me da lástima
y pido si puedo no matarlo. Me dice una voz: Tenés que matarlo Alejandro, la
identifico, es una madre elevada, una energía muy elevada que me cuida. Recurro
al amor por los sistemas de virgo y la obediencia que sumé de las artes
marciales toda la vida. Quemalo, con el palo santo, me dicen. Levanto el palo
santo, y le doy bien al medio, como araña se revuelve, se parte al medio, junta
las patas. Como ekeko grita en el multiverso, y empieza a echar humo, ve en si
mismo un agujero. Como araña cae al piso aun viva, le dejo ese segundo de
libertad, pero no puede escapar, se enreda y se atora en el detergente, el
agua, el vinagre que hizo un charco en el piso. Un tema musical de una música
que estaba usando yo cuando trabajaba dice. “Es un paso grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente” Entiendo que me están diciendo que lo
tengo que pisar. Lo piso con la punta de la zapatilla, como araña queda
reducida a muy poco, como ekeko se parte y desaparece en el aire en una luz
oscura, clara, azul, blanca, con circulitos transparentes que se van
desintegrando, hasta que muere. Una última vibración pequeña se escucha hasta que
se apaga. El ekeko no esta más, solo queda el cuerpo de la araña muerto en mi
pieza. Yo analizo todo lo usado, fuego, agua, aire, con la caída al piso y
tierra con el pisotón (me habían hecho pisar cascotes de tierra en la calle) El
ekeko murió, ya no me puede comer, me liberé de los brazos de la muerte con él.
Pero me hacen seguir trabajando, hago un trabajo parecido en el calefactor del
comedor para terminar con otro ekeko pequeño que hay ahí, pero a ese no logro
matarlo sino hasta tres semanas después. Prendo una vela, la pongo en el
calefactor del ekeko asesinado. Desocupo la pieza, me muevo a la de al lado. Un
error creo o no sé. Compro un rastrillo verde, y lo pongo como cárcel delante
del cuerpo de la araña. Y termina mi trabajo, Me avisan que ya terminé, pero
ese final se termina de materializar hoy cuando escribiendo eso leo una frase
que tengo materializa en la pared, que dice “Trabajito conseguido” En ese
momento, de a poco, voy volviendo a Alejandro, me van soltando y voy
recuperando la dirección de mis acciones. Cuando trabajo así me pongo en un
observador que observa, deja hacer, fluye, pero puede frenar el movimiento en
cualquier momento. Es como una doble conciencia trabajando a la vez. Dejo el recuerdo. Aun estoy descompuesto, con
el antebrazo derecho lastimado, el hombro derecho lastimado, la rodilla
izquierda lastimada, agotado, comiendo poco, y bostezando mucho. Mi cuerpo
agradece todo, a mi mente, a la información de mi amiga y la dirección de la
acción de quien haya sido. Terminé con el ekeko. La vibración fue fundamental
me dicen, la vibración fija al ekeko en un lugar, y estoy es algo que hay que
rescatar, me dicen. Lo escribo en este universo, lo materializo en la maquina y
en el mundo astral, se que alguien lo esta leyendo. La información que tenía
que haber pasado antes, cuando maté a ese ekeko ya punto de llevarmela conmigo
al destino, la fijo ahora, la suelto, y la largo, la comparto, y la elevo. Mi
trabajo en ese sentido está terminado
Miro el faceb, ella está
conectada pero no nos hablamos, amo a esa mujer, siempre me gustó que esté y
siempre me habló muy poco, pero si ella está por ahí, el universo se fija en un
sitio.
Corrijo esas últimos dos líneas de este que escribí hace tres meses. Lo concluyo lo publico