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sábado, 3 de diciembre de 2022

Fragmento de Autobiografía de un yogui. El cuerpo humano como templo

 

 


En la página 123 de su libro “Autobiografía de un yogui” Yogananda cuenta “…Los instructivos mosquitos sirvieron para otra lección inicial en la ermita. Era la hora apacible del crepúsculo: mi gurù estaba interpretando incomparablemente los textos antiguos. Sentado a sus pies me hallaba yo en perfecta paz. Un impertinente mosquito entró en escena y principiò a distraer mi atención. Y como introdujera su venenosa aguja hipodérmica en mi muslo, automáticamente levanté mi mano vengadora ¡Reprime la inminente ejecución! El oportuno recuerdo de uno de los aforismos de Pantajali vino a mi mente, aquel que trata de ahimsa (no dañar) …”

A continuación completa la enseñanza con el dialogo con su maestro:

“…¿Por qué no terminaste la obra?

-Maestro ¿Aprueba usted matar?

-No, pero el golpe mortal ya ha sido ejecutado en tu mente

-No comprendo

-El sentido del aforismo de Patanjali es eliminar el deseo de matar-Sri Yukteswar había leído mi proceso mental como un libro abierto-. Este mundo esta inconvenientemente arreglado para la práctica literal del ahimsa. El hombre puede verse obligado a exterminar las criaturas perjudiciales. Pero no debe caer bajo la ira o la animosidad…”

Y concluye su planteo diciendo “…El santo que descubre los secretos de la creación deberá estar en franca armonía con las múltiples y desconcertantes creaciones de la naturaleza. Todos los seres humanos llegaran a comprender esta verdad, superando su pasión por la destrucción…”

En el párrafo siguiente el bello dialogo entre Yogananda y su maestro arroja un concepto muy importante sobre el cuerpo humano, al que el budismo todo y principalmente el tibetano, consideran un templo: “

-Maestro ¿Debe uno ofrecerse a sí mismo en sacrificio en vez de matar a una bestia salvaje?

-No, el cuerpo del hombre es precioso. Su valor es de primer orden en la escala evolutiva, porque posee un cerebro y centros espinales únicos. Estos le permiten al devoto adelantado comprender y expresar plenamente los más elevados aspectos de la divinidad…”

El astronauta y la luz. Meditación, la niña en su alma. Capítulo 33

 

 

 Ahora mismo hay lucecitas en toda la computadora, son del color celestes brillosas y larguitas. El día anterior volvió a yoga y meditación. Ahí en el salón, apenas se sentó vio luces en el aire, justo abajo del retrato de Yogananda. También le vio luces a su maestro, pequeñas, al costado y a su compañera de yoga, maestra de otra ciudad, al costado de ella. La clase de yoga transcurrió muy bien, vino el momento de la charla previa a la meditación, y después la meditación. En la meditación con otros compañeros que habían llegado, la charla, y después la meditación. En la charla de nuevo había visto luces, pero todo pasó en la meditación. De nuevo el maestro había guiado la meditación con un mantrado. Y cuando empezó el mantrado el sintió el cuerpo como transportado, conectado, sintonizado, un pequeño chucho de frio en el resto del cuerpo, como como uno se sintoniza. Y apenas empezó el maestro el mantrado el escuchó la voz de una mujer que arriba de él o paralelo a él hacia un mantrado muy bello también. Lo escuchó en tres mantrados y después se apagó, No podía ser nada ni nadie, primero solo el maestro estaba mantrando, y después no había ruidos que mantraran así, Esa vos parecía provenir de otro lado. Después ya siguiendo el mantrado del maestro se le empezó a venir la cara de la compañera de yoga de otra ciudad, a los ojos, al tercer ojo. Ya en yoga apenas había empezado había conectado con el tercer ojo suyo, y la imagen de su compañera se le había presentado como superpuesta a él. En ese mantrado estaba la cara de su compañera, estaba él. Como si él fuera un puente de tiempo y espacio y estuviese viajando por la vibración sonora de mantrado del maestro estuvo con ella misma en varios lados a la vez. Primero estuvieron en una sala de parto con una beba morocha con mucho pelo, recién nacida, que parecía ser la hija de él y la compañera de yoga. Después vi la misma nena, un poco salvaje corriendo en la calle descalza, jugando con otros niños, a los cinco o seis años. Después se vio el peleando con una espada en una guerra antigua, con la compañera de yoga a su lado, se vio herido de flecha en el costado derecho, el mismo que le había dolido mucho cuatro o cinco días antes, el mismo lugar donde días antes se le había hecho una pelota. Después se vio herido con una flecha en el ojo izquierdo, una flecha atravesando el ojo. Se vio quedando en una montaña, con su ejército siguiendo y su compañera quedándose con él, esperando a los rivales. No vio más nada de eso pero después canalizo que ella se había quedado y habían ganado, porque habían aparecido a pelear los arcángeles, sobre todo Metatrón, al que enseguida le sintió la vibración poderosa y fantástica. Y después se vio con su compañera de yoga envejeciendo, en una colina, en viñedos en esa misma vida. Y ya después, volvió a ver muchas veces la beba, y después fue volviendo al salón de yoga, y se fue quedando quieto y conectado con el mantrado y la respiración, y la luz en el ojo, en medio de la frente. Su cuerpo desaparecido, solo quedó la respiración, el mantrado y la luz en el ojo, y la meditación terminando. Volvió al salón. Y agradeció, gracias por la meditación, y la visión

Mi nombre es Santiago y Mi abuela ¿Viuda? (Breve ensayo presentación y relato de Santiago Delgavio, escritor de 9 de julio)

 

 


“Aún no pude entender cuándo pasó, ni cómo fue que empecé a escribir; muchas

veces culpé a los personajes de mis historias. Tal vez, estoy escribiendo todo lo que

Zoilo no pudo decir aquella tarde, o estoy relatando las anécdotas que mis abuelos

alguna vez me contaron. Pero en el fondo sé, que todos los personajes que forman

mis textos, aquellos que conviven en mi casa, vienen del fondo de una copa de

malbec. Mi nombre es Santiago Delgavio y gracias a este taller literario, hoy

curso el profesorado de lengua y literatura”

 

MI ABUELA, ¿VIUDA?

 


Como cada fin de año, esperaba el último día de clases para irme a disfrutar de las

vacaciones a lo de mis abuelos. Desde que recuerdo, no hubo ni un año que me haya

perdido ir, aparte de las visitas de los fines de semana largos y en vacaciones de

invierno. Pero las vacaciones de verano, eran muchísimo mejor. Recuerdo que ese año,

emprendimos viaje ni bien salí de la escuela, porque mis padres debían regresar

temprano a la ciudad y el viaje, era bastante largo. Teníamos varios kilómetros de ruta

hasta adentrarnos en un pueblito, el pueblito de donde viene toda mi familia, y de allí otros tantos kilómetros por caminos de tierra.

En el viaje me encantaba crear historias que luego se las contaría a mis abuelos, pero

Ninguna se comparaba con las historias que ellos me contaban a mí. Y ni hablar, de las

anécdotas con las que volvía yo a la ciudad, con todo lo que pasábamos y vivíamos,

siempre divirtiéndonos. De tanto imaginarme aquellas historias, cuando quería acordar ya estábamos pasando por debajo de aquel preciado guarda ganado que tenía un arco blanco, rodeado de plantas y flores que adornaban un cartel que decía ‘Establecimiento Los Abuelos’. Qué  lindo era llegar y ver que al final de aquel camino largo entre los maizales, estaba la abuela con el delantal floreado revoleando el repasador en símbolo de saludo. ¡Qué

persona tan linda mi abuela! Con esos casi setenta años, su cabello rubio y sus

resaltantes ojos color cielo, tan simpática, buena y con ese carácter que cuando lo

aprovecha, se hace respetar. Sin dudas, visitarla, era lo mejor del mundo, porque

automáticamente al bajar del auto, me recibían todos los perros y luego venía su

abrazo con aquella frase que siempre atesoraba escuchar “Hijo, viniste, te extrañé”.

Acomodaba todas mis cosas en la habitación del fondo, la que siempre usaba yo y

enseguida salía a disfrutar de ese magnífico paisaje que rodeaba el casco del campo;

cítricos, frutales, flores y árboles de todas las especies, un jardín con césped cortito, la

pileta y la parra colmada de uvas en la que pasábamos tardes enteras bajo su sombra,

jugando a las cartas, tomando mates y comiendo todo lo rico que la abuela cocinaba. El abuelo en cambio, vivía trabajando, así que mayormente lo veíamos a la tardecita en el galpón, cuando llegaba  y se ponía a reparar las máquinas para el día siguiente. Esa temporada, recuerdo que estaba bastante complicado

porque tenía uno de los tractores roto y faltaba muy poco para empezar con la

siembra de soja, y ellos no podían atrasarse en eso, porque cada año organizaban allí

mismo un concurso, por ser los primeros en traer ese cultivo a la zona. Así que durante

algunos días ambos estuvieron trabajando con la reparación mientras yo cebaba mates

y les charlaba hasta los codos entre risas e historias.

¡Cuántas historias! Me acuerdo de una noche cálida, que dormíamos todos con las

ventanas abiertas y a pocas horas de habernos acostado una explosión nos despertó;

asustados todos saltamos de la cama y el abuelo se apuró para salir a ver qué pasaba

 

mientras nosotros espiábamos nerviosos por el ventanal de la cocina. No entendíamos

nada. Que estaría pasando allí, que el abuelo no volvía ni avisaba nada. Íbamos de una punta a la otra, la abuela rezongaba. Hasta que en un momento se escucha gritar al abuelo “ayuda, ayuda”. ¡Dios mío, nunca la vi correr tan rápido a la abuela! Fue a la pieza, subió a una silla, y de arriba del ropero tomó la carabina wínchester calibre 22, la cargó y salió en dirección al galpón gritando “Qué pasa, quién anda ahí”. Yo sólo espiaba, estaba

asustado, pero me daba mucha gracia, ver a mi abuela de camisón, pantuflas y con los

pelos alborotados cargando una escopeta en posición de ataque. Llegó hasta el

tinglado, y como nadie le contestaba y el abuelo no había gritado más, comenzó a tirar

tiros al aire pensándose que habían entrado a robar y lo tenían agarrado, amordazado

pidiéndole plata. Poco a poco, sigilosamente Neli se acercó a la entrada y justo cuando

estaba a punto de disparar otra vez, sale el abuelo desesperado en busca de agua

porque se estaba incendiando el tractor que habían estado arreglando a la tarde. Y

asustado a la vez, por ver a su mujer apuntándole con una 22. Esa noche, pudieron

apagar el fuego y no pasó a mayores, por lo que tal incendio solo quedó como un dato

más de la historia que luego les contábamos a todos… de cuando la abuela, casi mata

al abuelo por equivocación.

Y hablando de historias, anécdotas, tengo muchas que se me vienen a la mente pero

no recuerdo con exactitud si han pasado ese verano del 2000 o las fui almacenando

por sólo haberlas vivido.

Otra vez, en la que el abuelo se vio amenazado con los caños de una escopeta, fue una

noche, también de verano que habíamos quedado los dos solos con la abuela,

mientras él se había ido a tomar algo con sus amigos al boliche de Tito. Serían

alrededor de las 4 de la madrugada, estábamos tomando un té y jugando al chinchón, cuando el silencio nocturno del campo, fue interrumpido por el cacareo de no una gallina, sino el gallinero completo.

La abuela corrió del living a la habitación haciendo sonar las pantuflas, subió a una silla

y de arriba del placard, nuevamente agarró la escopeta, la cargó y salimos hacia el

gallinero. Entre la oscuridad, sólo veíamos el aleteo de algunas gallinas y en el trasluz

de la linterna sólo se observaba la tierra que ellas mismas levantaban; ninguno de los

dos entendíamos que pasaba, la abuela gritaba con la escopeta en la mano y yo sólo le

alumbraba. No había zorros, comadrejas ni perros, solo un bulto que se movía sobre el suelo como buscando algo. ¿Qué era? Le preguntábamos quien era, pero no contestaba, la abuela liquidó un tiro al palo donde las gallinas descansaban y ahí mismo, en ese momento una voz grita “¡para, que me vas a matar!”. Era el abuelo que estaba agachado en el rincón del gallinero, desenterrando la latita donde guardaba los ahorros. Sí, desenterrando la latita de los ahorros a las cuatro de la mañana para hacer, vaya uno a saber qué cosa, porque jamás nos explicó. Fue tal el reto que le dio Nélida, que se fue a dormir al instante de haberlo encontrado. Lo que nos reímos esa noche con ella, es impresionantemente increíble, con la abuela siempre tenemos algo de que reír y más, con las ocurrencias que tenía el abuelo en aquel momento.

 

La abuela se había vuelto fanática de agarrar la escopeta para defenderse al escuchar

el más mínimo ruido. Ella ante cualquier duda, estaba lista hasta para ir a la guerra,

porque si hay algo que tenía era puntería. Y siempre nos cuenta que es gracias a unos

tíos viejos del campo que le habían enseñado a tirar apuntándole a una lata de

duraznos. Pobres tíos esos, los tres

viven solos en el campo y están medio chapitas, porque si los visitas tenes que gritar

desde la tranquera tu nombre y apellido, para que no salgan tirando tiros al aire; no

quieren recibir visitas, porque son tremendamente desconfiados, ellos sólo creen en

los extraterrestres y todo lo que estos seres les dicen cuando se comunican con todos

los artefactos que tienen adheridos a aquella Ford vieja despintada y con un sombrero

de paja atornillado en el techo. Vaya uno a saber qué cosas le dicen ellos a los

extraterrestres.

Pobres tíos, son viejos y malos, nunca quisieron a la familia, sólo a los que tenían su

apellido, según ellos el resto eran agregados que querían quedarse con la herencia

nada más. Por eso no querían a nadie, ni nadie los quiere a ellos. La abuela Neli se

hacía cargo, algo la apreciaban, pero no es nada que ver a los viejos, ella es un sol. Con puntería, eso sí. Y lo puedo asegurar, porque más de una vez la vi tirar. No me olvido jamás el día que me dijo que tiraba con los ojos cerrados y le daba al vaso de vino que tenía el tío Quito en la mano, y así fue. El tío quedó duro del susto y todo salpicado de vino. La abuela tenía y tiene sus locuras, y yo siempre me divierto. Como cuando salíamos los días de lluvia a manejar por el barro. O cuando le tiraba a los focos que no andaban más para bajarlos, en vez de subirse a la escalera. Siempre tuvo buena puntería e ideas locas. Ahora no sé, porque desde que el abuelo murió, no quiso agarrar más la escopeta. Será porque lo extraña y ya no le debe encontrar sentido a las cosas, o porque no tendrá a quien apuntarle. Y hablando de apuntar, las malas lenguas del pueblo dicen que mi abuela

fue la que mató a mi abuelo hace dos años, seguro son todas mujeres envidiosas que

estarían enamoradas del abuelo en su juventud. Porque nosotros sabemos que no fue así, ellos se amaban, y ese sí que fue un amor hasta que la muerte los separó esa noche que entraron a robar y la abuela no tenía ni un cartucho para la escopeta. Menos mal que el amigo de la familia, que es policía llegó rápido al lugar y pudieron ponerla a salvo. Porque en lo que es el caso de averiguación de muerte, no hicieron nada, ni siquiera sabemos que bala es la que usaron para matar al abuelo ese día. Tampoco nos permitieron hacer un

velorio ni autorizaron la autopsia. Ahora dicen que perdieron los papeles porque

cambió el fiscal que estaba a cargo del caso. El tío Quito dijo desde el primer momento

que no iban a hacer nada por la muerte de su hermano menor, y que a él no le cerraba

nada de todo lo que había pasado. Pero bueno, ya sabemos que el tío Quito,

simplemente es el tío Quito y está medio loco, será porque ya va llegando a los noventa, y encima vive sólo con su perro.

Yo ahora que me vine a vivir con la abuela al campo para hacerle compañía, voy a

tratar de averiguar qué fue lo que pasó, de todos modos ya pedí que abran el caso de

nuevo, hicieran una exhumación y la autopsia que en su momento negaron. Quedaron

en llamarme hoy de fiscalía. Mientras tanto tengo que aprovechar que ese policía

amigo viene de visita todos los días, para comentarle esto, pero ese tipo se ve que ha quedado muy mal con la muerte de mi abuelo y no sé si se va a querer involucrar, porque las veces que intente hablar, se puso tan nervioso que comenzaba a balbucear. No quiere que yo investigue, y lo único que logré entenderle una vez es que “lo hecho, hecho está”. En realidad, involucrado está porque él fue el comisario que vino esa noche y ahora viene bastante seguido al campo, será porque con el abuelo eran íntimos amigos, y no querrá que la abuela esté sola, no sé, pero ambos sonríen contentos al verse.

Y sí, es que la abuela ya se resignó, sigue con su vida, dice que por un lado está mejor y

más tranquila, porque el abuelo estaba bastante insoportable y malhumorado el

último tiempo, que no la dejaba hacer nada y ahora, es libre de hacer lo que ella

quiera. Pobre abuela, será su forma de hacer el duelo, aunque le doy la derecha en

decir, que el abuelo últimamente estaba bastante gruñón, y lo que más se lo

escuchaba decir es que estaba cansado del campo y de estar casado.

Y ahora que pienso, sólo se calmaba y lo veíamos sonreír cuando venía su amigo

Francisco, el policía. ¿Por qué sería? ¿Tramarían algo? Ese tipo a mí no me cierra.

-¡Hola! ¡Hola, sí, el nieto habla! Yo pedí la autopsia, sí. ¿Cómo dice? ¿Qué el cajón está

vacío?

¡NO PUEDE SER!

Dios sos vos en un árbol. Astrología poética. Capítulo 32

 


 

Dios

Es un maestro

O sea

Es un fractal

Que te habla del fractal

Es todas las partes del átomo en el  átomo

Y cada parte de la raíz del árbol

Dios es

La semilla del árbol

Que ya tiene adentro

A todo el árbol

Hablándole

A la semilla del árbol

Diciéndole

Que tiene adentro

Todo el árbol

Ya, como si fuera

Una palma de gitano

La historia escrita

Completa

En esas líneas de

La mano

Que son las raíces

De los arboles

Porque si bien

Nosotros hacemos

Con las manos

Los arboles

Piensan con los pies

Y caminan

Con los pensamientos

 

¿Que es Dios?

Ese árbol

En la semilla

Completa del árbol

Diciéndole

Que más adelante

Va a ser un árbol

Ahora mismo

Es un árbol

Y aun antes

 En épocas

De los persas

Fue un árbol

Y no importa

Que tanto

Se sienta poco árbol

Porque es

Todo ese árbol

Que esta dibujado

En la semilla

Que ya es un árbol

Por la mano

Del artista

Mas fantástico

Dios

Dibujantes de arboles

En la naturaleza

 

Y que

El árbol de sienta

Poco árbol

eso no cambia

Ni cambió

Ni cambiará

Jamás

Su condición de árbol

Porque

Un árbol

Que se siente poco árbol

Es

De

Todos

Modos

Un árbol

Fue y será

También un árbol

todo a la misma vez. No

 se si no entendemos. Porque Dios,

si se me permite. Dios. El mismo Dios

Es ese árbol, ahora, en el futuro. En el pasado, arriba

abajo, al costado, al medio, adentro y al centro. Porque ese árbol,

es ese árbol. En todos  los tiempos., los momentos, los acontecimientos

 

Porque dios

Y ese árbol

Son el presente

Concreto

De ese

Árbol

En esa semilla

En dios

Y en todas las veces
que no crees

que sos algo

no te hace dejar

de serlo

Dios

Son los acontecimientos

completos

que sos vos

en Dios

en el árbol

en vos





80.2 ¿Qué es Dios? Dios es un maestro

 



Los tipitos cantan “…un hombre parado frente a una ventana…”me avisan con eso que tengo que cerrar la ventana. Voy la cierro, acabo de distraerme un poco y la música me levanta. En todos lados de me van mostrando nombres de las personas que están en energía acompañándome acá en este trabajo,

La música me dice “…el rencor para después…” Sabe que el rencor me ancla, me distrae y me saca de mi misión. Pero mi maestro ya me puso en el cuerpo, porque él sabe que las cosas a mi hay que ponerlas en el cuerpo, no en la mente. Mi mente no entiende nada, aprende mi cuerpo, y se lo dije a le, y ayer le recordé a mi alma gemela, que yo aprendo con el cuerpo. Las enseñanzas se pueden meter en distintos lugares de las personas porque las personas están en todos lados y en todos lados es la misma persona, y tenemos cerebros en cada átomo, y cada átomo es un cerebro, no importa en esta nueva dimensión donde se metan las enseñanzas, porque cualquier cosa es el todo. Y las enseñanzas son flexibles en este nuevo mundo por la posibilidad de corrección, que es Dios, entre otras cosas, Dios es una hipótesis Ad hoc

 

Yo no aprendo a la primera, yo aprendo a la segunda, o sea, y ya lo saben mis maestros, aprendo recordando, el recuero es lo mejor que tengo, porque el recuerdo mío de toda la caótica información que procesa nuestro cerebro limitado, mi recuerdo selectivo solo recuerda lo que le sirve, porque aprendió eso de chico, con experiencias muy fuerte que me tocó vivir

 

De todo lo que me dicen solo recuerdo lo que me sirve cuando me sirve. Porque me dieron lo que no me servía cuando no me servía, para compensar esa sombra tengo esa luz. Eso lo sé porque me investigue y me estudie y porque elegí bien mis maestros, Lo mejor que tuve siempre fueron mis maestros, que me investigaron y me estudiaron juntos conmigo y me conocieron, y hoy están presentes ayudándome, o me intuyeron y hoy están presente ayudándome, como están presentes ayudando a cada uno de sus alumnos

¿Y vos como sos? ¿Cómo aprendés? ¿Ya te viste en situación? ¿Ya te conocés? ¿Ya te miraste en este nuevo mundo? ¿Ya te analizaste en este nuevo mundo? ¿Sabés acaso que Dios se relaciona con vos cuando aprendés? ¿Y que decís si te digo que Dios es un maestro? ¿En cuál de todos tus maestros viste a Dios? ¿En todos? ¿Y en cuál de todos tus aprendizajes?

 

viernes, 2 de diciembre de 2022

Soy Martina. Y La terapia de Joy (Ensayo presentación y relato de Martina Guañini. Escritora de 9 de julio)


 

SOY MARTINA


Desde hace mucho escribo, pero fue por mi mamá quien me propuso las clases de escritura y

ahora pienso que soy mejor escribiendo que antes; desde que era chiquita me decían que

tenía mucha imaginación y eso hace que dibujar, pintar y escribir sea más fácil y divertido; me

gustaría estudiar letras o bibliotecología y ser una escritora; mostrarle al mundo algunas de las

creaciones que tengo dentro de la cabeza, soy Martina, Martina Guañini y me voy a abrir la

cabeza para dibujar y escribir.




La terapia de Joy


Desde hace años que Joy lidiaba con las locuras de su hermano Jeste, desde que eran niños éste hacia cosas como caminar en los cables telefónicos, perseguir ratas, o lanzar cuchillos a las paredes para ver si se quedaban clavados en las mismas, desde hace mucho que Joy se esfuerza para que su hermano no se mate o mate alguien más o que algo malo le pase, o que no tome malas decisiones que arruinen su vida; aunque el payaso se sentía triste, no quería levantarse, ya no quería cuidar a su hermano, le tenía miedo, a veces pensaba que tendría que haberlo dejado cometer errores pero cada vez que lo hacía estaba a pelos de arruinarlos, meterlos en la cárcel, que los maten o secuestren para rendir cuentas; lo quería mucho, pero cada día se volvía mucho más pesado, al menos le hacía sentir bien ser escuchado al ir a terapia.



Luces apuntándolos en el escenario, Joy se tapa los ojos, su hermano tiene un pequeño cuchillo en mano, una persona está parada enfrente del tiro al blanco, ya tiene una imagen mental y no esa bonita; casi podía sentir a su propio hermano apuntándole a él.

Cuando escuchó al público aplaudir supo que todo había acabado.

- Así que, ¿temés que tu hermano mate a alguien? - preguntó el terapeuta.

- Si- respondió el payaso.

- ¿temes que te mate a vos? –

- Tal vez –

- ¿aún tienes esos pensamientos? –

- ¿cuáles, los de matarme o los otros? -

- Los de matarte-

- A veces –

- ¿intentaste los consejos que te di? –

- ¿reír, pensar positivamente y saber que hay gente peor que yo y que aún tengo

muchas razones por las que vivir?, sí lo hice –

- ¿y funcionaron? –

- El 65% de las veces –

- Ya veo –

- … ¿y? –

- Tendremos que pasar a los medicamentos –

Con una bolsa en mano, Joy volvió al circo, seguro, pronto se irían, pero por lo menos

estaría algo mejor ahora; aun no creía que estuviera bien el irse, pero, ¿a dónde iría?; ahí tenía a su hermano, no tenían familia, ningún lugar a donde ir, estaban solos. Habían sido artistas callejeros por un tiempo para poder sobrevivir, hasta que el mundo les sonrió y un hombre los invitó a su circo; tenían comida, un techo, pero su hermano se volvió algo… diferente.

Se enojaba con  facilidad, le molestaba que el público no se riera de sus chistes, y se

convirtió en alguien algo más arrogante desde su perspectiva.

- Oye Joy, volviste ¿sabés dónde está Blaze? -

- ¿Eh? - el mago del circo le hablo- ¿ya había llegado al circo?

- ¡El hombre escupe fuego, el alumno del hombre fuerte! - dijo el mago seguramente

creyendo que el payaso no entendió a quien se refería.

- Ah, no, no lo he visto – ¿cómo esperaba que supiera si acababa de llegar?

- Oh está bien, gracias Joy –

Llego a su cuarto, a su carpa, donde estaba su hermano.

- ¿Cómo te fue con el psicólogo? -

- … tengo que tomar pastillas antidepresivas –

- Eso es malo ¿no? –

- No Jester, estas cosas me van a ayudar y espero que vos también-

- Hablas como si tuviera la culpa de tu depresión – Jester comenzaba a enojarse.

- No digo eso, pero no pareces comprender la situación por la que paso- dijo Joy con

algo de tristeza.

- ¡¿Yo no entiendo?!, Joy yo también estuve en tu misma situación, yo también estuve

en la calle, yo también sufrí; pareces no comprender lo que yo paso- gritó el

joven con disfraz de bufón.

- Si lo entiendo pero solo trata de ser más comprensivo con toda la situación, Jester ya sos un adulto y solo te pido comprensión; sacrifiqué parte de mi vida para que podamos sobrevivir y vos no te preocuparas tanto, solo te pido eso, un poco de empatía por mi situación, entiendo que vos también sufras, pero eso no es excusa para tratarme como lo has estado desde que llegamos al circo, estas irritable y te volviste un egocéntrico envidioso; hermano si tenés un problema podes confiar en mí, siempre estaré aquí para vos, ahora vamos a prepararnos para el próximo show.

Aun se sentía la tensión entre ambos, los dos payasos se querían, pasaron toda su vida juntos y aunque ninguno lo decía deseaban volver a los viejos tiempos; los dos esperaban que esta situación pase y ser los mejores payasos de este circo.

 


Un etiquetador de emociones. Astrología poética. El astronauta y la luz. Capítulo 15

 

 

Si pudiéramos claro

hablando de la mente

y las intensiones

tener un repositor

un matemático ahí en la cabeza

un etiquetador

con una pistolita de etiqueta

 

a etiquetar 

cada emoción que pase

y al etiquetarla claro

que se frene

como si el etiquetador

 

le diera un beso

o le contara un secreto

muy importante

y le dijera

este guárdamelo

 como si fuera tu historia propia

y yo te juro

que ese mono que salta

esa avispa enojada

ese aguijón perdido

ese pájaro loco

picoteando

pero más que eso

ese pico picoteando

todo

que es una emoción

que se mete a pensamiento

que se recibe de ordenar

Completo de la vida de alguien

 


 

Yo le juro que ese zamba mental

Ese baile de madrugada

enloquecido

Que no pudo parar

Esa fiesta terrible

Del derroche de las energías

Que es una emoción


 

Yo le juro

Que a ese pez

Que están por sacar del agua

Ese tiburón frente a un cardumen

Organizado

Que es la emoción

Que si le dan un secreto

A ella misma

Un beso

 un abrazo y una promesa de tiempos mejores

Y la vista  de un pájaro que pasa

así de simple

 

Y la visión de un horizonte lejano

Y un vientito fresco pegándole

En las patas de ese pensamiento

O de emocione que tiene

Yo le juro

Lo creo

Lo fantaseo

O al menos lo deseo

Que se va a callar un poco


Y cuando se calle

Va entrar

Todo el mundo

Que tenía trabado

Ese desenlace eterno

 Enamorado de sí mismo

Como un rio que vuelve a correr

Va a pasar

Completa

Eterna

Inmensa

La vida misma

Fíjese nomás

Que simple


Entonces todo

Va llenarse de tantas cosas

Que no nos van

Caber en las manos

Las ausencias

Y también

Las posibilidades