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martes, 27 de julio de 2010

El extraño caso del doctor Hyde y Mister Jekyll

En la semana leí a un periodista que dijo que Riquelme era Doctor Jekyll y Mister Hyde. Doctor Jekyll cuando está adentro de una cancha, Mister Hyde cuando está afuera. Todos conocen la figura, el doctor Jekyll representando a su parte buena, Mister Hyde su parte mala. Hoy, como están dados los acontecimientos, forzando esa figura, se podría decir ya que Riquelme es Mister Hyde comiéndose al Doctor Jekyll, Mister Hyde dándose una panzada con el doctor Jekyll, en pleno atracón digamos. Comiéndose al Doctor Jekyll de manera compulsiva, como una novia abandonada, en plena crisis de ansiedad. Comiéndoselo de madrugada, abriendo la heladera y picoteándolo a escondidas. Agarrando inclusive pedazos de Doctor Jeykill con la mano, y guardando otros para comer en el camino.
Algunos piensan que hoy a Riquelme se le fue de la mano el si mismo, y a los dirigentes de Boca el Riquelme. Uno lo escucha hablar, lo ve actuar y no es un caballo desbocado, es una tropilla. Más que eso, es una inmigración de lemings de esas que terminan cayendo al mar, incontrolables, imparables. Así son a veces sus palabras

Esperar una Jabulani

Hoy si te sentás a negociar con Riquelme tenés que hacer de cuenta que antes se comió a Messi, Garrincha y el loco Houseman. Puede salir para cualquier lado, te hace un nudo en la cabeza. Las palabras que la salen de la boca tienen la misma previsibilidad que el Quini 6. Esperar un pensamiento de Riquelme es lo mismo que esperar una Jabulani. Es como apretar la capsula del Ludo Matic. Abre la boca y puede salir una sorpresita de Jack o Lupín. Puede ser cualquier cosa. Tener a Riquelme es como tener un huevo kinder adelante y esperar que se rompa a ver que sale.
Claro que del otro lado están los merodeadores de las sombras esperando atraparlo en alguna de sus formas para echarlo. Merodeadores porque merodean, de las sombras porque merodean alrededor de su jefe, Mauricio Macri, tratando de revivirlo y traerlo de regreso a través del milagro Boca, como los seguidores de Voldemort en Harry Potter

Dividiendo las aguas del vaso medio vacío

En este momento, Riquelme, como Grondona, se ha vuelto cambiante e impredecible, y algunos piensas que eso es porque es gobernado por sus emociones. Y las emociones están saltando todo el tiempo. Se pasa por diferentes emociones muchas veces en el mismo día. Ellos están atrapados en una tormenta de emociones, que para ellos es un acertijo y para nosotros un laberinto
Por eso, por momentos a Riquelme parece que se le hubiese metido un demonio de Tasmania en los pensamientos, su cabeza funciona como un khoinoor, tiene al Pájaro Loco saltando enloquecido al final del dibujo ahí arriba. A Benny Hill con todos corriéndoles detrás. Y él es Benny Hill. Es cierto que tiene menos estabilidad que la Torre de Pisa, que si es un hombre de códigos, como dice, sus códigos son indescifrables, están en arameo cuando menos. Que si divide las aguas, son las aguas del vaso que tiene medio vacío
Pero como siempre, el problema no está en él, sino en nosotros, todos hemos tenido en algún momento el demonio de tasmania en nuestros pensamientos, y un Mister Hyde dándose un atracón con nuestro doctor Jeykill. Pero él está sobreexpuesto y presente, y por ahí su situación es una excusa para no tratar los demonios que tenemos dentro, los de de Tasmania al menos.

miércoles, 21 de julio de 2010

Plantar un hijo, escribir un árbol, tener un libro

Hay una frase que dice que antes de morir tenés que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Como está hoy la cultura y la forestación la frase se podría traducir a plantar un monte, escribir doscientos libros, tener un hijo, en Suiza.
Si escribimos un libro hoy puede ser de la farándula o de autoayuda. Y si somos menos ambiciosos y no escribimos sino que leemos un libro, que puede ser por ejemplo, la biografía no autorizada de Ricardo Fort, aunque la haya autorizado, un libro de poemas de Belén Francese, o una conferencia sobre el éxito desgravada de Carlos Bianchi; si venimos medio mal, terminamos al horno con fritas, y servidos ya listos a la mesa. Si nos faltan unas vueltas de horno, nos incendiamos.
Plantar un árbol también es difícil, si plantamos un árbol lo pueden desmontar los sojeros, destruir la sequía o hacer Clarín del domingo la industria del papel. Por eso, como terapia (algunos lo consideran una terapia) si nos faltan tres para el peso y plantamos un árbol, nos puede agarrar la devaluación de Duhalde, y lo podemos escuchar que dice en nuestra cabeza “Los que le falten tres para el peso en la cabeza y hayan depositado dólares, les vamos a devolver dólares” Y nos podemos quedar esperando los dólares.

Un golpe de estado

En una técnica oriental se cuidan plantas para aprender a considerar otro ser, y hacer una terapia personal.
Si los árboles que cuidamos representan el estado de las personas, y los bosques el de las sociedades, mirás un bosque argentino y pensás que el estado que representa golpe de estado.
En estas condiciones no podríamos plantar un árbol, menos escribir un libro, y menos aún menos tener. Si lo que podríamos hacer con nuestro estado actual es plantar un hijo, escribir un árbol, tener un libro, sobre todo un libro de Ricardo Fort, Belén Francese, o del mismo Fukuyama.