Funciones de terceros

jueves, 20 de julio de 2023

NOSOTROS TAMPOCO CAMBIAMOS (Obra de teatro de Cacha Arruiz)

 

 

(PRIMERA ESCENA)

 

(Antonio) Cuatro meses ya, pobrecito Carlos. Qué despelote che, qué despelote.

(Julia) ¿Despelote para vos sólo? Yo no sé qué voy a hacer, me sacó a mi compañero.

(Antonio) Tranquila, tranquila. El tiempo cierra algunas heridas.

(Julia) Sí, bárbaro, pero hay que vivir con ese silencio extraño, con un vacío al lado, que mirás para el costado y no ves lo que antes veías.

(Antonio) A mí viejo no le agarró el covid, pero no se murió de casualidad. La angustia por el encierro, por lógica el encierro estuvo acompañado por la soledad. En muchos casos este flagelo fue determinante.

(Julia) Y… muchos casos hubo.

(Antonio) Mi viejo me decía que había escuchado de boca del ministro de salud, que la posibilidad de que el virus llegar acá era remota”. Entonces va a llegar, me dijo la primera vez que charlamos del bicho éste.

(Julia) Por suerte tu padre vive, Gracias a Dios, pero… Carlos.

(Antonio) Pobre Carlos, el me ayudó a pintar las cintas en el piso, cada dos metros, y también pintó en la puerta, en realidad en el vidrio, un barbijo, se reía, “hasta las pinturerías hacen negocios con este cuento”, decía.

(Julia) Que locura ¿no? Yo en principio le creí al ministro, el ministro es médico y el presidente no. Estábamos tan lejos. Carlos me decía: “no le tengas miedo, acá no llega”. Un año o más estuvo diciéndome lo mismo. Y cuando llegó la primera dosis se negaba a vacunarse, porque argumentaba que las vacunas no estaban probadas. Tengo dolor y bronca, ¿por qué fue tan cabeza dura?, por qué cuando yo le decía que se cuidara, que tenga en cuenta a la vacuna, se enojaba. “¿Vos te crees que si hubiera alguna remota posibilidad no estarían vacunando con algo conocido?”, me gritaba, como desafiando al televisor.

(José) Buenas. ¿Se enteraron?, murió Hortensia. Dicen; que por resabios del covid. Por ahí era una gripe mal curada, pero ahora y en este mundo que vivimos todo es covid, todo covid. Menos mal que el presidente nos cuidó, él se puso el caso al hombro. Ya está la tercera dosis, dicen.

(Antonio) Cómo estás José. Si, parece, esperemos que le hayan encontrado la vuelta, porque cuando empezó no sabían adónde estábamos parados, no tenían ni idea.

(José) ¿Cómo que no sabía dónde estaba parado?, el presi bien seguro estaba de lo que tenía que hacer.

(Julia) Quince días, quince días y abrimos las puertas, dijo. Yo tenía miedo, Carlos no, Carlos no creía, bah, nadie sabía de pandemias, y él era muy confiado y de llevar la contra. Me acuerdo que se reía cuando escuchaba decir que la gente con la pandemia iba a cambiar, que todos íbamos a ser más humanos. Mascarita, le llegó a gritar a la vecina de enfrente, a la que mucho no quería, sólo porque fue una de las primeras en usar barbijo.

(José) Claro, ahí vino el despelote, hubo mucha gente que no hizo caso, no se ponía el barbijo, y después le echó la culpa a la falta de vacunas, ¿de dónde la iban a sacar? Se hacía lo que se podía. La verdad que Carlos era muy terco, él tenía sus cositas, se metía en cualquier lado.

(Julia) ¡¿Estás loco vos?!¡¿Te estás escuchando?! Carlos se murió por culpa del covid.

(José) Bueno, ponele, pero el presidente no tuvo la culpa.

(Julia) Te estoy hablado del covid. De la pandemia que hizo desastre. A Carlos lo llevó el covid.

(José) El covid, el covid, todos le cargaron el fardo al covid.

(Julia) Antonio, me voy, es inútil discutir con un necio.

(José) Pará Julia, no te enojés, pero los canales que están en contra del gobierno no se podían escuchar. No hay pandemia que los cambie a esos buitres.

(Antonio) Esperá Julia, esperá. José, ¿no sé si necesitás algo?, te atiendo.

(José) No, pasé a charlar, pero parece que hoy no se puede, todas las muertes son por culpa del gobierno por qué no trajo las vacunas, ahí las tienen, sobran vacunas, ya llegó la tercera dosis, ¿qué dicen ahora? Me voy otro día vuelvo y hablamos de futbol, espero que no esté la señora, que es cuerva, y siempre tiene algo que decir en contra de boquita.

(Antonio) Chau, chau José, anda bosteroooo.

(Julia) Es increíble que todavía haya gente como este tipo, ¿no veía los informativos?

(Antonio) José es así, vos lo conocès. Y los informativos… las estadísticas internacionales asustaban. Vos te acordás de las roscas que se armaban en los canales.

(Julia) Carlos terminó devorándose los informativos, él era así, contradictorio, primero, no creía que llegara acá, no le daba bolilla a nada y de un día para el otro, se fumaba a todos los noticieros, escuchaba a todos los médicos que andaban en la televisión, como que alguien le hubiera cambiado la cabeza, pobre Carlos.

(Antonio) Eso también enfermaba, mucha información, uno no está capacitado para recibir tanta info así de una y menos de algo desconocido.

(Tanita) Buenas, ¿están charlando o la estás atendiendo?

(Antonio) Ambas… ahora hicimos un alto, charlábamos.

(Julia) El tema de todos los días, el maldito covid. Dale, sumate.

(Tanita) Tiraron una moneda al aire y les cayó en cualquier lado… y nosotros en el medio. Pero segura que le van a sacar el jugo al bicho ese, siii, a mí no me joden. Sabrán ellos la guita que hay detrás de ese negocio, porque es un negocio, no es otra cosa, siii.

(Antonio) Y… andá a saber, Tanita. Algunos nos asustamos, otros negaban la realidad, como Carlos, y era todo válido, si nadie sabía nada.

(Julia) Algunos decían una cosa, otros la negaban, un desconcierto total. La vez que lo noté cambiado a Carlos fue una noche cenando, ya no decía que a nosotros no nos iba a tocar. Lo noté preocupado, me contó que había escuchado, no se acordaba quién le había dicho, que no sé qué cifra de muertes podría llegar a haber en la Argentina.

(Antonio) ¿Le notaste algún síntoma?

(Tanita) A cierta gente la cagaron de miedo. Fue todo un invento para hacer su negocio, insisto, fue todo un negocio. Con la primera dosis quisieron convertirnos en chanchitos de la india, ratones de laboratorio.

(Antonio) Y… no sé qué hubiera pasado si nos vacunábamos a tiempo, con Carlos tenemos una muestra. Perdón Julia, te había preguntado si le notaste algo raro.

(Julia) No, nada, solo que cambió de parecer. Una noche estábamos de sobremesa, hablando de no sé qué cosas y así de una me preguntó: “che, ¿Cuál vacuna está entrando, la rusa? Porque es capaz que me vacune, total, malo será que me mate a mí. Los que defienden a la vacuna yankee dicen que las rusas son truchas”.

(Antonio) Siii, mucha gente pensó como Carlos, primero que no pasaba nada, que era un cuento chino, después que las vacunas sin aprobaciones de la Organización Mundial de la Salud y después...

(Tanita) Ese fue el cuento y otros más, todo para embarullarnos, lograron un desconcierto casi total, muchos se tragaron el sapo, todo lo hicieron para vender las vacunas. Lo que es conmigo no se van a llenar de plata, no, a mí no me agarran.

(Rosalía) Hola buen día. Hacía mucho que no te veía, Julia, vaya mi consuelo en este abrazo, lamento lo ocurrido.

(Julia) Gracias Rosalía.

(Rosalía) Parece mentira, ¿Carlos sufría de algo más, a parate de…?

(Julia) Era epoc.

(Tanita) ¿Qué te dije?, ahora todos murieron de covid, nadie se engripa, ¿y las otras pestes?

(Antonio) ¿Necesitás algo Rosalía?

(Tanita) Yo estaba primera.

(Antonio) Pensé que venías a charlar.

(Rosalía) Llevo huevos y galletitas. ¿Hasta qué hora tenés abierto?

(Antonio) Hasta que me cansé, demasiado terremoto interno tuve cuando me obligaron a cerrar a las cuatro de la tarde. No entraba un mango, quería tirar todo al diablo, decí que Carlos un día me levantó el ánimo, tenía un vencimiento y él me ayudó.

(Tanita) Antonio, ¿me das un atado de puchos? Hay que cuidar la salud dándose los gustos, viejos, ustedes se enroscan en cada cosa. Perdón Julia, creo que nunca te saludé por lo de Carlos, pero él tenía otra enfermedad, no sé cuidaba, ¿no?

(Julia) Pero el covid lo venció.

(Tanita) Mirá, trato de entenderte por respeto, pero te creía de cabeza más abierta. El chino que se comió el murciélago ya debe estar lleno de guita.

(Antonio) Tomá los cigarrillos, andá, y cuidá lo que decís, hay mucho dolor acá.

(Tanita) Yo no le falté el respeto a nadie, pero que se arriesgue otro con la vacuna. Lástima lo de Carlos, ¿fumaba mucho?

(Antonio) Menos mal que tus padres no piensan como vos, los encontré en el vacunatorio, van por la tercera me dijeron.

(Tanita) No le tengan miedo, no será el apocalipsis, cuando los tipos se llenen de guita esto será un cuento de hadas. ¡Cómo se cierra la gente, cómo se cierra! Con algunos mejor ni hablar, me voy. ¡Ah!, ¿se enteraron? El flaco Tramoya lo cagó al usurero de acá a la vuelta, le llevó la plata, una que tenía en negro, y a la mujer, y decían que la gente se iba a poner más honesta con la pandemia. Chau.

Rosalía) No me quise meter, pero, ¿es estúpida esta mina?, un año y pico bajo llave los tuvo a los padres.

(Julia) Siii, estúpida y chusma, mal bicho. Encerrados, los viejos que no podían asomar la nariz a la vereda, pobre gente.

(Antonio) Ahora se hace la superada, pero les llevaba la comida y se las dejaba el en el porche.

(Rosalía) ¿Y qué iban a hacer los pobres?, más que mirar las noticias y alguna novela, a la gente la enfermaban con el televisor, todas muertes, todas pálidas.

(Julia) Le decía a Antonio, cuándo a Carlos le hizo clic la cabeza, el primer síntoma jodido que le descubrí fue el de la preocupación. La televisión deprimente fue lo primero que lo doblegó.

(Antonio) Mi viejo llevaba la estadística, un día me puse firme y le dije qué se deje de joder. Llegaba para tomar unos mates con él, todos los días igual, y se ponía a contarme qué: en Buenos Aires; provincia, me aclaraba, tantos muertos, capital otros, pero el récord lo tiene…

(Rosalía) Sí, claro, a la señora que yo cuidaba le pasaba lo mismo, me hacía callar cuando aparecía el doctor en la pantalla. ¿Cuánto hace que murió Carlos? No me acuerdo cuando fue.

(Julia) Hoy hace cuatro meses, no alcanzó a ponerse la tercera dosis.

(Armando) Y mientras tanto el perro tomaba champán en el cumple de la patrona. ¿Vos sabías que murió Hortensia? Dicen que de covid, pero ahora, con la tercera dosis de vacunas… no creo que sea el virus.

(Rosalía) Si, sabía. Ella tuvo covid, más o menos en los mismos días que Carlos. Un poco antes estuvo internada, sí, se quedaba sin aire, le afectó a los pulmones, quedó muy deteriorada, a parte estaba muy triste últimamente.

(Julia) Cuantas vidas se llevó este virus de mierda, y las vacunas que no llegaban, y la gente que no sabía qué hacer, me incluyo, y el descontrol en ciertos casos. Hace un rato hablábamos del descontrol con Carlos, ¡ay!, por Dios que digo, con Antonio. Carlos era muy joven… y tantos como él.

(Antonio) Hablamos el martes anterior al desenlace. ¿Quién iba a imaginar?

(Julia) Me contó. “Cuando me den el alta, el viernes, me voy a tomar unos mates con Antonio”.

(Antonio) Carlos… pobrecito, pensar que lo jodí tanto, “vos trae tú mate, mirá que tenés el bicho”, le dije. Él se reía. Estaba todo bien.

(Rosalía) A tú padre lo veo seguido, no le cayó nada bien lo de Carlos, lo noté con un bajón importante.

(Antonio) Nooo, para papá fue un garrotazo, Carlos y yo nos criamos juntos.

(Julia) Hace unos días fui a la casa de tú papá a llevarle unos zapallitos rellenos, para hacerle un mimo y que comiera algo caliente, y terminamos llorando y con los zapallitos fríos.

(Rosalía) Todos la pasamos mal y hay mucha gente que todavía sufre los coletazos, pensar que hay estúpidos como la Tanita que lo niegan. Coletazos, ¿está bien dicho?

(Antonio) Siii, Rosalía, está bien dicho y eso es lo de menos, gracias que lo podemos contar.

(Julia) Pero no es justo que nos conformemos con que lo podemos contar. Acá hay una historia que debería conocerse, pero creo que quieren dejarla debajo de la alfombra, nadie se hará cargo de lo que le costó al mundo y le costará este bicho como le llaman.

(Rosalía) Tristeza, miedo, ¿el fin del mundo?, hubo gente que se lo preguntó.

(Julia) Y sí… fíjate Carlos, para él fue el fin del mundo. Renegaba mucho con él, pero ahora se extraña.

(Antonio) Carlos… que injusticia, un tipo sano, que lo único que le preocupaba, a parte de la sodería, era ir a pescar. Teníamos pensado ir a pescar, yo no fui en la perra vida, jamás agarré una caña.

(Julia) ¿Cómo qué no, y la de colgar los chorizos?

(Rosalía) Sí, salgamos de esto, esto es y será siempre una porquería.

(Julia) Imposible salir así, porque sí, hace cuatro meses que el silencio ganó terreno en mi casa. Antonio, vos decías recién; “Carlos, un tipo sano”, Carlos no hablaba, siempre se negó a pedir ayuda, Carlos con su epoc sufría mucho a la noche cuando nos acostábamos. A duras penas lo pude llevar un par de meses antes al médico, ahí nos enteramos de su enfermedad en los pulmones. ¿Cómo hago, Rosalía, para salir de esta?, cuando se me cruzan en cada cajón las cajas de remedios, porque no era que tomaba dos pastillas.

(Antonio) Otra de las cosas, les habían hecho creer a los viejos que iban a faltar medicamentos.

(Rosalía) Los de la televisión tampoco sabían nada, algunas cosas fueron ciertas, pero mandaron fruta a lo loco, eh.

(Antonio) ¿Fruta?, un mercado completo nos vendieron, y bien caro que lo pagamos. A mí me gusta ir a jugar a la paleta con los amigos, nos hacían ir a jugar con barbijo y con un frasco de alcohol en la mochila, una locura.

(Rosalía) Y mientras tanto las vacunas a cuenta gotas. Que los chinos, que los rusos, que los yanquees.

(Antonio) ¿Y las cadenas nacionales para mostrar como partía el avión para traer la salvación? 500 mil dosis gritaban a viva voz, y somos 45 millones, un poco mucho para relatar el acontecimiento como quién relata el gol de su vida.

(Julia) ¿Lo harían por ignorancia?

(Rosalía) ¿Ignorancia?, no, no creo.

(Julia) Quizás los tapó la batea, no se la esperaban.

(Antonio) Una cosa es que nos tape la batea nosotros que somos puros cuatro de copas y otra que los responsables de la salud digan: “nos sobrepasó”. No retumba de la misma manera.

(Julia) Bueno, al mundo pasó por arriba este bicho.

(Antonio) Los países desarrollados se vacunaron con todas las vacunas lo antes posible, no anduvieron eligiendo colores.

(Rosalía) No sabés Antonio, nosotros no sabemos de esos negocios, que en todos lados los habrán hecho, nosotros nos manejamos por información que andá a saber que tiene de realidad, ni siquiera digo de verdad o mentira.

(Julia) ¿Vieron cuando nos vamos por las ramas, que empezamos hablando de una cosa y mezclamos con otra?, bueno, a los que tendrían que decidir en esos momentos les habrá pasado algo parecido.

(Rosalía) Y sí, estarían pensando que hacer con el dólar, que valía $70, se les había ido a $84, y les apareció el cotongo este.

(Julia) Claro que en el mientras tanto hubo muchos Carlos y tantísimos como tú papá que apoyando la ñata contra el vidrio habrá llorado lágrimas de soledad, una soledad que él no eligió.

(Antonio) Sí, muchísimos. Nos fuimos, yo me enrosco y digo cosas de las que tampoco sé, es que la impotencia ante algunas injusticias a uno lo saca, a mí por lo menos me corre de lugar, ¿a ustedes les pasa? ¿Qué necesitabas Rosalía?

(Rosalía) A las mujeres nos pasa menos, con eso de enroscarnos, somos de pensar más lo que vamos a decir.

(Julia) Coincido, Rosalía, coincido.

(Antonio) Eso se llama cuidar la manada, muchachas. ¿Ustedes… pensar las cosas antes de hablar?, ustedes cuando se calientan son una cloaca, déjense de joder.

 

 

(SEGUNDA ESCENA)

 

 

(Tanita) Hola, ¿no hay nadie acá? Antonio, dejaste el boliche solo, Mmmmm, qué rico olorcito a chorizos. Antonio… ¿te fuiste a vacunar de nuevo? Che, ¿adónde te metiste? Una viene a tomar unos mates, después de tanto tiempo.

(Rosalía) Buendía, ¡eh, Tanita!, ¿volviste al barrio?, ¿no está Antonio?

(Tanita) Yo recién entré. Sí, volví, pasé a saludar a Antonio, tengo ganas de verlo, lo llamé, pero no contesta, habrá salido, viste que por ahí va a llevar algo, acá nomás, por el barrio, bah, ¿sigue con la misma costumbre? ¿Vos cambiaste de color? Estás más rubia ahora, te cambió la pandemia, Jajajaja.

(José) Che, ¿Antonio…?

(Tanita) Buen día primero, ¿no existimos nosotras acaso? Este no cambió.

(Rosalía) Este toda la vida fue un atropellado. Decí buen día, carajo.

(José) Buen día carajo. ¿Vieron que no hay tantos casos de covid? La última que se murió fue Hortensia, y nada más. Qué hacés Tanita, ¿cuándo volviste?

(Tanita) Vos, siempre el mismo, no cambas más, ¿sos o te haces? Cómo qué nada más.

(José) ¿No está Antonio? El presidente terminó con el covid.

(Tanita) ¿Qué te pasa tongocho? Pasa el tiempo y todavía seguís rompiendo las bolas con el verso.

(Rosalía) No, no está Antonio, debe haber salido, cuando llegué ya no estaba. Y vos fijate como lo tratás, no voy a creer que hayas cambiado en este tiempo de pandemia, pero el respeto que uno pretende debe ejercerlo.

(Tanita) Primera entré yo, yo fui la que te dije que no estaba. Vos me preguntaste ¿Tanita, no está Antonio? Ni gracias me dijiste, irrespetuosa.

(Rosalía) Bueno, está bien, llegaste primera, gracias.

(José) Pero, ¿saben dónde está Antonio? ¿Lo buscaron?, ¿y si le pasó algo? ¿Y si está en la cama contagiado? Porque todavía hay un poco de covid. Es raro que deje el negocio sólo.

(Tanita) ¿Y Julia? ¿Siempre merodeando por acá? ¿Siguen con la vieja costumbre de que faltó uno y faltó el otro?, vieron que aun en vida de Carlos se decía, Antonio y Carlos fueron amigos toda la vida, pero se decía que entre Julia y Antonio cuando ella venía a hacerle compañía mientras que Carlos repartía la soda, pasaban cosas.

(Rosalía) Esas cosas que vos decís son de chusma. Antonio y Carlos se criaron juntos y Julia es una buena mujer, a esa sí que no le hacía falta que la mejorara la pandemia.

(Tanita) ¡Ah!, lo único que le faltaba al pobre Carlos era que aparte le pegara. Yo no dije que era mala. Y tenés razón, esos hábitos no se cambian ni en pandemia.

(José) ¿Se fijaron en el fondo? ¿Dónde está mi amigo? ¿Escucharon toser?

(Rosalía) ¿Qué hora es?

(Tanita) Las 8,30, a esta hora Antonio siempre barre la vereda, por lo menos antes era así, y hoy no da señales.

(Rosalía)Ahora también barre temprano. Ayer cuando vine a esta hora ya tenía las hojas amontonadas, estaban charlando con Julia.

(Tanita) ¿Y qué te dije? Por esas casualidades del destino faltan al mismo tiempo los protagonistas de esta historia, protagonistas que cuando se destape la olla darán motivos para otra historia. Ahora estarán de vacunada, ellos se dan la dosis cuando pueden, como antes de la pandemia, Jajaja.

(José) Él tiene una piecita en el fondo, adónde cuelga los chorizos, ¿no estará ahí?

(Tanita) Capaz nomás. Che, ¿esterilizaran la jeringa?, jajaja.

(Rosalía) ¡Qué lengua larga que tenés! Un poco más de respeto por los amigos y por la memoria de Carlos.

(Tanita) Julia es amiga tuya, a mí no me metas, nunca lo fuimos, ¿por qué voy a caretear ahora? Antonio sí, él es otra cosa.

(José) Carlos era un porfiado, que no usaba barbijo y cuando se enfermó le echó la culpa al presidente porque decía que no habían llegado las vacunas a tiempo, y él fumaba como un condenado, un escuerzo parecía.

(Rosalía) No te vayas por las ramas José. Pobre Carlos, eso que decís no tiene nada que ver.

(Tanita) Pobre Carlos, pobre Carlos. Vos lamentándote y el amigo del difunto y la dama de negro, que no le tuvieron miedo al contagio, estarán haciendo el duelo en la piecita de los chorizos. ¿Usaran barbijos? jajaja

(Rosalía) No te soporto más Tanita, sos infumable.

(José) ¿Qué dijo de malo? No entendí.

(Rosalía) Vos nunca entendés nada José.

(José) Ahí vienen Julia y Antonio. Vienen de la calle.

(Tanita) ¡Ah!, del vacunatorio, jajaja, cambiaron el recinto, será más cómoda la cama de ella que la piecita de los chorizos.

(Rosalía) Estúpida, sos una estúpida, Tanita, es imposible mantener una conversación seria con personas como vos. ¡Qué van a cambiar! Las personas así no cambian, amenazan con cambiar cuando tienen miedo, pero no…y a veces empeoran.

(Antonio) Buen día, ¿hace mucho que esperaban? Salí tan apurado. ¡Hola Tanita!, volviste, ¿después de cuánto tiempo? Me avisó Julia que cuando pasó a ver a mi viejo lo encontró caído y fui a levantarlo.

(Julia)¿Qué haces Tanita? Me llamó la atención que la ventana estuviera cerrada, él ventila temprano todos los días.

(Tanita) Bien, Julia, y vos, ¿cómo estás? ¿Tenés llave de la casa del viejo?, perdón, del papá de Antonio, digo.

(José) Antonio, ¿cuándo vamos a ir a pescar?, ¿te acordás que con el finado me iban a llevar a pescar?

(Antonio) No sé, me da cosa preparar las cañas, eran de Carlos, sí, con él íbamos a ir de pesca, pero no pudo ser, José. Además, el arroyo ahora está seco, casi seco.

(José) Seguro que le vas a echar la culpa al presidente, porque vos sos así, cuando faltaban las vacunas, la culpa era del presidente, ahora que falta el agua la culpa es del presidente, aumenta el dólar por culpa del presidente. Decí que te quiero tanto, pero ustedes los oligarcas son todos iguales, igualitos, más bien porque no me decís que no querés ir a pescar conmigo y listo.

(Julia) Pará José, no seas así con Antonio, escúchalo, no te pongas mal.

(Tanita) Escuchala José, no te arrebates, ¿no te puso más sensible la pandemia, José? aprendé a entender a Antonio, José.

(Rosalía) No te desubiques Tanita.

(Julia) ¿Qué quisiste decir Tanita?

(Tanita) Que la capa de ozono está agujereada por una especie de callos cornamentosos. En esta parece que el covid no tiene nada ver, se salvó de pedo.

(José) Vos también te vas al carajo criticando al presidente Tanita. ¿Quién se salvó de pedo? Me voy, no se puede así.

(Antonio) Chau José, claro que no se puede, andá nomás, saludos al presidente.

(Julia) Tenés que ser más clara, Tanita. ¿Qué tiene que ver el agujero de la capa de ozono?

(Antonio) No entiendo de qué hablan, me parece algo sin sentido, bueno, sumemos a otras tantas sin sentido. Siempre lo mismo, una vez pensé que la pandemia iba a cambiar estas cosas, no, no qué vamos a cambiar, estamos peor.

(Rosalía) Yo te decía, Antonio, somos como somos. Se nos fue el cagaso y todo volvió ser como antes… y a todo esto, ¿cómo está tu padre?

(Julia) Bien, bien, ahora más tranquilo, dice que no estuvo mucho tiempo caído. Pobre viejo.

(Tanita) Le preguntó a él cómo está el papá, ¿por qué contestas vos?                               

(Julia) Que sé yo… con éste somos como hermanos.

(Rosalía) Tanita, no te desubiqués, ya te dije. Siempre la misma ponzoñosa, con covid, con pandemia.

(Tanita) ¡Callate vos, hipócrita! ¿Qué te hacès la recatada?, decime que no sos hipócrita… qué no sabes nada de la historia que se dice de estos dos, sólo porque son amigas con ella. Decime qué no te enteraste que el finadito sodero se movía a Hortensia, sí Hortensia, la que le cagó la vida contagiándolo de covid, la que encontraron muerta al poco tiempo de Carlos y en el bolsillo del batón tenía una cabeza de sifón. ¿Les parece casualidad?

(Rosalía) ¿Qué decís?, sos una chirusa ordinaria.

(Julia) Callate, desubicada, qué tenés que meternos a mí y a mi pobre marido en tus historias. Sínica.

(Tanita) ¿Desubicada?, ¿sínica?, jajaja, en todo caso sospecho que no querés revolver la cosa, ¿tenés miedo a otro virus? Jajaja

(Julia) Antonio, ¿no pensás decirle nada? Yo le rompo la cabeza con el hacha de abrir los zapallos.

(Antonio) Es que me agarró de sorpresa, calmate Julia, por favor. Pará la mano Tanita, no te vayas al pasto.

(José) Che, desde la otra esquina se escuchan los gritos, ¿qué están festejando? ¿Quién se fue al pasto? ¿Volcó?

(Rosalía) Callate José, no te metas. Otro más diciendo estupideces.

(José) Ah, mirá, seguro que apareció otro con covid y le echaron la culpa al presi, y otro discurso más en contra del presidente, seguro, y la muy democrática no quiere que lo defienda.

(Julia) A ver vos, Tanita, ¿qué tenés que decir de mi finado marido?, dale te escucho.

(Tanita) Se lo hubieras preguntado a Hortensia. Es una lástima, ahora no creo que te conteste, se fue al cielo de los amantes clásicos, siempre están el lechero, el sodero. Bah, por ahí te conseguís una bruja, con esas bolas y al oscuro, y te la hace hablar.

(Antonio) ¡Qué manera de inventar incoherencias!, todas incoherencias lo que decís.

(José) Perdón que me meta, pero que Carlos y Hortensia tenían lo suyo ya no era una novedad. Dicen que él se contagió en los encuentros que tenían. Y cuando empezaron a salir los sifones plásticos a la primera que le llevó de los nuevos fue a ella. Perdón Julia, creí que lo sabías.

(Julia) ¡Qué decís, pelotudo!

(Antonio) Está bien, está bien José, no digas más nada.

(José) Bueno, ahora de ustedes dos nunca escuché nada.

(Rosalía) José, te dije que te calles.

(Tanita) No, dejalo que hable, por ahí se acuerda de algo, jajaja.

(Antonio) Tanita, te atiendo, ¿viniste a llevar algo?

(Tanita) Sí, pero llegó antes la señora de Carlos.

(Julia) ¡Qué decís, estúpida! Te voy a arrancar esos cuatro pelos mal teñidos que tenés.

(José) El presidente es mi hermano.

(Tanita) ¿Qué decís?

 (José) Mi hermano cuando terminó la primaria o la secundaria, no sé, se fue, se fue de mi casa, la dejó a mami, se fue con el padre.

(Tanita) José, aflojale con el chupi. Éste, a las vacunas se las mandó por boca.

(Rosalía) Pobre José, no le digas nada, andá a saber, por ahí no se siente bien, habrá comido algo que le cayó mal.

(Antonio) José siempre fue un chico así.

(Tanita) ¿Así cómo?, ¿medio pavo? Jajaja

(Julia) Pará, vos, ¿qué te crees, que sos la viva de la manzana? Pobre chico.

(Tanita) Julia, sos la reina de las coincidencias, Antonio dice pobre, vos decís pobre, él dice chico, repetís, “chico”. ¡Cómo te atrae el vocabulario de Antonio!

(Antonio) ¿Se dejan de joder?

(Julia) ¿Qué me decís a mí?

(Rosalía) ¿Lo dejan hablar a José?

(Tanita) Sí, que hable, imaginate las cosas importantes que tiene para decir. Capaz que nos va a contar que le paseaba la mascota al presidente en plena pandemia.

(Julia) Callate mugrienta, ¿vos te vas a burlar de José?

(Tanita) Ay… escúchenla, a la que se baña con agua bendita.

(Julia) Basura.

(Tanita) Callate, boba, te pensaste que lo sobrabas a Carlos y no te alcanzó ni para empatarlo.

(Julia) Turra, hija de…

(Antonio) Pará Julia, contrólate. Que hable José. ¿Cómo es eso de la hermandad con el presidente, amigo?

(Julia) Qué pará ni qué pará, decile a la loca esta que se vaya porque la asesino.

(Antonio) Calmate, calmate. Hablá José.

(José) Mi mami me contó, que hace muchos años, antes de que yo naciera, y antes de unas elecciones, vinieron al pueblo, Pozo del Medio, unos señores haciendo campaña política y que uno, el más prometedor, la convenció para que lo votara y de otras cosas más la convenció, de ahí que mi hermano salió con esa manera de convencer a la gente con cosas que le cuesta resolver, es prometedor, él dice que algún día las hará. Yo le tengo fe a mi hermano.

(Antonio) A ver… contá, te escuchamos. ¿Por qué pensas que sos hermano del presidente?, si ni siquiera son del mismo apellido.

(Tanita) ¿No te dijo que pasó un candidato por Pozo del Medio y la convenció a la madre? Un toco y me voy y listo.

(Rosalía) ¿Pueden callarse para que hable José?

(José) Sos buena, Rosalía, cómo te gusta enterarte, ¡qué linda chusma!, mamita. Mi mami tenía una foto de mi hermano levantando las dos manos, así, como Perón.

(Tanita) Noo, las levantaba para que la policía le hiciera un cacheo, jajaja.

(Julia) ¿Te podés callar? Siempre la misma gansa. No sé de dónde sacaste que sos graciosa.

(Tanita) Silencio señores, a pedido de la dueña de casa, la que nunca va a tener covid porque está recontra vacunada.

(Julia) Antonio, ¿le podés decir que se retire? Me ofende. Prefiero escucharte a vos José, decí algo José.

José) Yo nunca escuché nada de ustedes dos.

(Julia) ¡Ah!, menos mal.

(Tanita) A éste lo tienen entongado con unos chorizos para que no hable, jajaja.

(Rosalía) José, nosotros te interrumpimos, bah, ellos te interrumpieron. Estabas contando de tu hermano, el presidente, ¿qué más recordas?

(José) Cuando mi hermano se fue yo no había nacido, me parece. Mami me contaba que mi hermano soñaba siempre con ser el dueño de la casa, de la manzana y del pueblo. Decía mami que un día, habrá sido una noche, mi hermano soñó que había nacido en un barco.

(Tanita) Estás borracho José, deja de decir pavadas, si Pozo del Medio está en el medio de un desierto, un barco de dónde.

(José) Mucho no sé de mi hermano. Mami me juró que el presidente de la sociedad de fomento de Green Grass es hijo suyo, así que es mi hermano.

(Tanita) ¡Ah!, pero… vos estabas… yo… pensé que tu hermano era el presidente, presidente.

(José) Problema tuyo Tanita, y de los que imaginan un final que no tiene que ver con la historia verdadera. Así nacen las aventuras que inventan ustedes, las chusmas, como la estupidez que dicen de Julia y Antonio.

(Rosalía) A ver, acomodemos los melones. Vos José, siempre defendiendo al presidente, presidente, como dice ella, nos confundiste.

(José) Sí, a veces nos confundimos Rosalía, yo creí que vos eras distinta a la Tanita y sin embargo pensaron igual.

(Antonio) Pará, José, ¿vos estás bien? Inventaste una historia ¿o es verdad? Nunca hablaste de tu hermano y hoy te salió así, ¿fue un golpe de realidad?

(Julia) Yo te entiendo José, debe ser difícil no haber podido cerrar una historia con un hermano, por ahí no tan alejado en kilómetros, pero sí en el afecto.

(José) ¡Qué lindo que hablan, che!, pero nadie entiende nada. Soy fanático del presidente, presidente, como dicen ustedes, sí señores, pero no…qué fácil es llevarlos para cualquier lado.

(Tanita) ¿Qué decís?

(Rosalía) ¡Ah!, miren, se hace el mágico, se cree que es la liebre y corre al perro.

(Julia) Esperen…

(Antonio) Ahora, ¿adónde vamos?, ya que decías que somos fáciles de llevar.

(José) No tengo hermano presidente de nada, pero a estas dos les entusiasmó la idea, me extraña de vos Rosalía, son chusmas, desviaron la atención, ya no les interesaba la vida en común de Julia y Antonio. A mí no me gusta que hablen mal de Julia y de Antonio. Dicen que soy corto, pero todos ustedes son fáciles para hacerlos volar…se aceleran… no cierren las historias y dejen que la vida siga.

(Julia) Me has hecho reír José, desde ahora sos, José, el creativo.

(Tanita) Desde ahora, José, el protegido por desviar una conversación que involucra a la viuda negra.

(Julia) Hija de… si no fuera que tu madre era una santa te diría todo lo que tengo ganas.

(Rosalía) Julia, la mamá de esta tarambana vive, la tiene encerrada, pero vive.

(Tanita) Qué te metés vos, solterona amargada, ¿qué te metés? Aprendé a escuchar, el turuleco dijo: “ya no les interesaba la vida en común de Julia y Antonio”. Chupate esa mandarina, boba.

(Julia) Dejame Antonio, dejame que le rompo la cara a la yegua esta.

(Tanita) No, no dejes que se vaya de tus brazos, Antonio, le gusta cuando la apretás.

(José) Che, se dejan de joder, Antonio es hipertenso y estas cosas le hacen mal.

(Tanita) Sí, me voy, quedate con Antonio, ayudale con los chorizaos. ¡Ah!, de vez en cuando llevale unas flores a Carlos, total con Hortensia no te vas a encontrar. ¡Ah! Recién la asocio, la flor de hortensia, la preferida del sodero.

(Julia) Rajá de acá, yegua reventada.

(José) Chau gente, me voy, acá hay mucho puterío. Antonio, ¿tenés cigarrillos?, vendeme un atado de los de siempre.

(Rosalía) Chau José, nos vemos.

(Julia) Qué tipa desubicada la Tanita esa, me hizo calentar, me faltó el respeto, ¿a quién salió? ¿Por qué no le dijiste nada Antonio?

(Antonio) No tenés que darle pelota, es una loquita nomás.

(José) Antonio, Antonio, veni corriendo, tú papá está caído en la vereda.

 

 

(TERCERA ESCENA)

 

 

 

(Rosalía) Buen día Julia, ¿cómo está?, ¿pasó la noche bien? ¿Reaccionó o sigue en coma?

(José) ¿Le dijo el doctor a Antonio por qué se cayó el padre? ¿Tiene covid?

(Julia) No sabemos nada, no es hora de visitas, pero Antonio está adentro. El padre está en terapia, no sé si Antonio ha estado con él. Al parte médico lo dan al medio día.

(José) ¿Antonio?, ¿se fue a dormir o se quedó toda la noche acá?, no, acá no porque no se puede entrar, no va a dormí en la vereda, pobre Antonio.

(Rosalía)… y no. Mirá, ya viene Antonio. ¡Uy Dios!

(José) Está llorando.

(Julia) ¡Ay, por Dios! ¿Qué pasó?

(José) ¿Por qué tenés esa cara amigo?

(Antonio) No pudo más, no pudo más, pobre viejo. Y ahora el que no puede más soy yo. ¡Qué impotencia, Dios mío! Tengo un dolor en el pecho… pobre papá.

(José) ¿Le dijiste al médico que te duele el pecho?

(Rosalía) Te entiendo, a mí me pasó algo parecido cuando le tocó a mi madre. Son cosas irreparables que el tiempo, sólo el tiempo, te ayuda a entender.

(Julia) Son las cosas de la vida, muy dolorosas, no estamos preparados para esto, pero amiguito… hoy te toca poner el pecho a vos. A todos los que estamos acá nos ha pasado en algún momento. Dios dispone, apoyate en nosotras, acá vamos a estar, siempre.

(José) Jejejeje, apoyate… yo nunca escuché nada de ustedes dos, pero el apoyate, suena… jejejeje.

(Rosalía) No seas burro José, ¿qué decís?

(José) Un chistecito.

(Rosalía) No son momentos, quedate callado.

(Julia) Basta, terminala José con esas pavadas.

(Rosalía) Cuándo nos avisaron del accidente de mi hermano, a mí se me terminó el mundo, hoy todavía lo lloro, pero el mundo sigue andando. ¿Qué te dijo el médico?, ¿qué le pudo haber pasado a tú padre?

(Antonio) El corazón, le falló el corazón, le dio un infarto. Me dijeron los doctores que lo atendieron, que no fue el primero, que un episodio anterior ya lo había marcado.

(Julia) ¿Tuvo un infarto y no dijo nada? Nunca se quejó de ningún dolor.

(Rosalía) Vieron… típico de la mayoría de las personas grandes, por miedo a una internación no cuentan nada mientras lo puedan ocultar.

(Antonio) Yo tendría que haberlo llevado a un hogar de ancianos, ¿por qué no lo llevé a un geriátrico? No podía vivir sólo.

(Julia) No Antonio, no, no te culpes, el médico lo veía, él tomaba medicación, ¿esas caídas tendrán que ver con algún infarto? ¿Qué te dijo el médico?

(Antonio) Parece que la anterior caída tuvo que ver con una falla del corazón.

(José) ¿Vos estás bien, amigo?

(Rosalía) Dejá de preguntar pavadas José, cómo va a estar bien, pobre Antonio

(Antonio) Dejalo, no le digan nada. Estoy destruido amiguito, ¿cómo no lo llevé al lugar adónde lo iban a cuidar, a proteger?

(Julia) No, no es así. Antonio, no te culpes, por que vos lo cuidaste, y además en este contexto de pandemia no te reciben en ningún lugar de esos.

(Tanita) Hola, estamos todos eh, ¿cómo anda el viejo, Antonio?

(José) Pará boba, el padre de mi amigo se murió.

(Tanita) Perdón Antonio. Disculpame, no pensé que…

(Antonio) No es nada Tanita, yo tampoco pensé…

(Julia) ¿Qué vas a hacer ahora?

(Antonio) Esperar, están haciendo el certificado. Lo llevan al crematorio, había una opción de unas horas de velatorio, pero no quise, ya nada cambia. Volverá a su casa en una urna.

(Julia) Te acompaño.

(Tanita) Vamos todos, total al turno en el banco lo tengo para dentro de un rato. Qué quilombo che, ahora hay sacar un turno por internet para hacer un trámite de porquería. Una chequera, por una chequera.

(Antonio) No, ustedes quédense, no nos van a dejar entrar a todos. José, ponete el barbijo, en este lugar todavía hay que usarlo. Vení Julia.

(José) Claro, mi amigo tiene razón, hay que usar barbijo, vos también Tanita. No vamos a entrar todos.

(Tanita) Ni en pedo me pongo el barbijo, termínenla con esas pavadas.

(Rosalía) No lo comprometamos a Antonio, por él nos dejan estar acá.

(Tanita) Che, ni en el velorio del padre lo deja, se le murió el marido, hasta calentito debe estar, pero ella no desperdicia oportunidad. Con la pandemia vamos a ser mejores personas, no le vamos a cagar la vida a nadie más. De esta pandemia salimos mejorados. Todas esas pelotudes te las escuché decir a vos Rosalía, y no hace mucho tiempo, ¿qué decís de tu amiga?

(Rosalía) No digas boludeces Tanita, no te metas más con Julia, tiene una conducta intachable. Y jamás creí en ese cambio, sí repetía, casi riéndome, lo que se escuchaba de mucha gente.

(José) ¿Y por qué la gente decía que la gente iba a cambiar?

(Rosalía) No lo sé, en realidad era sólo una expresión de deseo y nada más.

(José) Mirá vos, ¿pero en serio que la gente quiere cambiar?, ¿y por qué no cambia entonces?

(Rosalía) Viste José que la pandemia nos asustó mucho, mucho a punto de pensar que nos íbamos a morir, y entonces hubo algunas personas, muchos periodistas, que interpretaron que se nos iba a ablandar el corazón, que una sensación de nobleza nos invadiría y que el egoísmo, la indiferencia, la apatía, la hipocresía y otras plagas más desaparecerían de este mundo.

(Tanita) Escuchaste José, las personas que creyeron en eso son estúpidas, reverendamente pelotudas.

(José) Por ejemplo; ustedes, ¿por qué no aprovecharon para cambiar?, ni ninguno de nosotros cambiamos.

(Tanita) Por supuesto, el ratón sigue siendo ratón, el inocente emparda con la inocencia de ayer y los buenos están por venir, porque buenos, buenos, nunca hubo. Querés un ejemplo bien cercano; ahí lo tenés a Antonio, recontra amigo de Carlos y le hace mimos a la Julia desde que los sifones tenían cabeza de plomo.

(Rosalía) Vos tampoco cambiaste Tanita, seguís yéndote a la mierda como en tus mejores épocas. Sangrás por la herida de una llaga que vos misma abriste. Antonio nunca te dio pelota, pero como la gente no cambia, con o sin pandemia, te caes al mismo pozo desde hace tiempo.

(Tanita) A esta no te la dejo pasar, ¿qué lo cuidás tanto a Antonio? Si me gusta o no Antonio es cosa mía, ¿qué te importa a vos si me caigo o si tropiezo?

(José) El qué tampoco cambió es el presidente, él dijo que se iba a poner al frente de la lucha contra el covid y cumplió, eh, no le erró en nada che.

(Tanita) De cuál hablás, ¿de tu medio hermano o del presidente, presidente?

(José) Cómo se la creyeron lo de mi hermano, eh. Vieron que no cambiaron, a ustedes siempre les gustó el puterío, y ahora siguen igual o superadas.

(Tanita) Callate bobolón, andá a ver si Antonio ya terminó con el trámite.

(Rosalía) No, no vayas. No lo mandés, ya van a venir.

(José) Me voy a comprar alcohol en gel, anoche se me terminó, y barbijos tengo unos pocos, si no están muy caros compro. Que caros estuvieron los barbijos, valían más que un litro de leche, casi, ahora no tanto. ¿Tardará mucho Antonio?

(Rosalía) Qué dolor, pobre Antonio, eso de no haberlo llevado a un geriátrico va a ser una carga para toda la vida, ¿Quién lo va a convencer de que hizo bien las cosas?

(Tanita) A eso dejalo por cuenta de Julia, ella se va a encargar, va a poner todo el arsenal para proteger al amigovio.

(Rosalía) Vos te pasás de la raya, me hacés calentar, con todas esas estupideces inventadas que decís te pones re pesada. Julia y Antonio te van a echar al carajo y precisamente nadie te va a echar de menos.

(Tanita) Si, tenés razón, estupideces inventadas… acá, la palabra más escondida y que necesariamente debería usarse más seguido es; hipocresía, hipocresía viejita. Qué tiene de malo, que blanqueen y listo. ¿Qué le costaría a tu amiga decir que se enamoró del hombre más lindo del barrio?

(Rosalía) Callate, no hagas más daño. Ahí vienen.

(Julia) Ya te dije, no te culpes, estuviste presente siempre, nunca necesitó llamarte, es más, a él le gustaba vivir solo.

(Antonio) Si, en su casa hacía y deshacía, pero lo lógico es que personas muy mayores no vivan solos, ahora no le puedo cargar a mi papá la falta de decisión para compartir una pieza con un desconocido, desayunar, almorzar, cenar y siempre con desconocidos, de eso debí hacerme cargo.

(Rosalía)Ya te dijimos, hubiera sido muy difícil que te otorgaran una plaza para internarlo. Los viejos que están adentro ya están, pero no creo que dejen ingresar nuevos, las medidas de seguridad en esos lugares son estrictas, imaginate un contagio ahí, sería un desastre.

(José) Desastre… ¿por qué?, el presidente ya dijo que no hay más covid. Como se morfaron lo de mi hermano presidente, Jajajaja, no cambian más ustedes, no cambian más.

 

 

(CUARTA ESCENA)

 

(José) Lindo bolichito este, tengo que salir más seguido, al final me pasa como a ese viejo, el relojero, que no sale del taller de composturas. Yo no puedo ser así, cómo me estoy perdiendo de venir a jugar a las cartas, este de debe ser el mejor bar de Pozo de medio, lo tiene lindo el Anselmo. ¡Anselmo!, trae algo, un refresco, una cosa así, si me tomo un vinito ahora para cuando llegue el resto se me va a trabar la lengua.

(Anselmo) Ya va José, dejame que estoy preparando. Antonio me dijo que vienen 6 o 7, pero por las dudas corto un poco más de fiambre, como para no andar apurado, los quiero atender bien. Hace como 3 años que no entra gente en grupo, salvo alguno a comprar alguna cosita, pero si había uno adentro el segundo no entraba, la pandemia nos mató, ¡nos mató la pandemia! Dios quiera que nos sirva de algo, que hayamos aprendido que la plata es necesaria pero no es el fin de las cosas, que el de al lado es igual que uno.

(José) Estás empedo Anselmo, ¡qué iluso que sos! La gente no cambia, a lo sumo destiñe, y ahí se le ve el rostro verdadero. ¿Este diario es de hoy?, estas letras tan chiquitas y no traje los lentes, me los olvido, la falta de costumbre. ¿Vos vendés alcohol en gel?, tengo que llevar después.

(Anselmo) Sí, me quedaron, hace como un año vino un viajante y me dijo que iba a escasear. No sé que voy a hacer con tantos frasquitos, mama mía. Y con los barbijos… tengo barbijos para dos pandemias. Acá tenés tu refresco. ¿Qué le pasa a Antonio qué los hace venir?, ¿para qué los reúne?

(José) Antonio me desconcertó, no me quiso decir y eso que somos amigos, pero nada, no sé, debe ser algo lindo, se le ponían los cachetes colorados cuando me invitó. Che Anselmo, vos tendría que colgar una foto del presidente ahí al lado de la de Maradona.

(Anselmo) Si vos te pones una boina blanca pongo la foto.

(José) Ni borracho me disfrazo de peludo.

(Julia) Buenas… ¿cómo estás Anselmo? ¿Qué hacés José?, ya te ubicaste, falta un rato, me dijo a las 7, son las 6.

(José)Son las 6 y 15, vine temprano, charlo un rato con Anselmo, y no le quiero fallar al amigo.

(Julia) Ya que es tú amigo, ¿vos sabés qué le agarró? A mí me llamó por teléfono, -“te voy a invitar para un anuncio-“, me dijo y con un chau me cortó.

(José) A mí me encontró en la calle, es raro qué no sépanos vos y yo…

(Julia) En un rato vuelvo, me acomodo y vengo, ¿con qué locura se descolgará? Che Anselmo, despegá todas las patitas azules del piso, se va trabar alguien y se puede lastimar, total nadie respetaba la distancia en plena pandemia, ¿para qué las querés ahora?

(José) Anselmo… Chavela y Cándido, ¿están invitados?, capaz que sí, son los vecinos.

(Anselmo) Capaz que los invitó, pero no sé si vendrán, al Cándido se le murió un hermanastro, que vivía en Green Grass.

(José) ¿De covid? Otro más, ¿no decían que no hay más covid?

(Anselmo) No, no fue de covid, pero más o menos. El tipo era soltero o separado, no sé, vivía sólo, y con el encierro de la pandemia le agarró la depre y se le dio por la bebida, bebida blanca dicen que tomaba y mucha. Parece que se le paralizó el hígado.

(Tanita) Buenas, Anselmo, tenés que arrancar todas esas patitas que pegaste para que mantengan la distancia, hay una a medio despegar, ahí se me atrancó el taco de la sandalia y me torcí el pie, ¿un poco de hielo para ponerme tendrás?

(Anselmo) No, tengo lo justo para la bebida. ¿Querés una hoja de aloe vera?, es muy buena para las torceduras.

(Tanita) ¿Para qué volví a este pueblo de mierda?, si yo estaba bien allá. ¿José, para qué nos citó tu amigo?

(José) No sé che. ¿Y si estás tan mal en este pueblo, que hacés acá? En serio que no sé para qué nos dijo que viniéramos.

(Cándido) Hola… Antonio no llegó, ¿no? Chavela viene ahora, fue a comprar una corbata, por si es el cumpleaños, nos invitó y no sabemos para qué.

(Anselmo) Hola Cándido. Lamento la muerte de tu hermano.

(Cándido) Qué le vamos a hacer, se lo llevó la caña con ruda, él decía que hablaba con la tierra cada vez que se empinaba la botella, y así se le fue. Había hecho un pocito en el patio para tirar las sobras de comida a La Pachamama, algo así decía, pero nunca le sobraba nada, a veces no tenía ni para él.

(Chavela) Buenas tardes, ¿dónde estás Antonio?

(Cándido) No llegó todavía, ¿a ver que le compraste?

(Chavela) ¿En qué quedamos Cándido?, ¿no dijimos que le comprábamos una corbata?, y bueno… le compré una corbata, roja. Él es de Independiente, ¿no? ¿Cuántos años cumplirá? Por ahí viene don Santos, el que levanta quiniela, y le jugamos, yo juego a la de la noche nada más. Debe andar por los cincuenta el Antoñito.

(Cándido) Callate, ya está, ya hablaste bastante, vos sos de meter la pata. A ésta, si la dejas habla ella sola. A cierta gente no le gusta que le preguntes la edad, pero siii, por los cincuenta o más también, nooo, si no se cocina en un solo hervor el Antonio. Che vos, José, que sos amigo, ¿cuántos años cumplirá?

(José) Qué sé yo, cuando éramos chicos los cumplía cerquita de reyes, y ahora hace frio, así que no creo que sea el cumpleaños.

(Julia) Anselmo, saca esa porquería de patitas, ya te dije, hay algunas despegadas, casi me caigo. ¿Vino Antonio?

(Anselmo) Tengan cuidado, no puedo sacarlas ahora, estoy cortando el queso. No sé cuando viene Antonio. ¿Falta más gente? Vayan acomodándose.

(Tanita) Falta Rosalía, calculo que le habrá avisado.

(José) Ahí viene Rosalía, paaa, sé echó todo el ropero encima, ¡la pintuza que se cargó!

(Talita) Debe tener olor a naftalina. A esa pilcha la tiene desde antes de la pandemia. Por lo menos se hubiera puesto un pañuelito en el cuello, digo, para estrenar algo.

(Chavela) Se quedó ahí, no entra. Sí, a esa pollera floreada hace mucho que la tiene.

(Cándido) Callate Chavela, vos empezás a chusmear de a poquito y no paras más. Anselmo, ¿pasa el quinielero por acá?

(Rosalía) Hola gente linda, ¿cómo están? Anselmo, fijate, se ha levantado una patita de esas que marcaban la distancia y una se engancha los tacos, son un peligro. Decí que vengo mirando por dónde camino. Además ya está, hemos superado aquellos tiempos gracias Dios, ¿cuánto hacía que no tenías una reunión de este tipo?

(Julia) ¿Y Antonio?, nos invitó y él no viene.

(Rosalía) Dijo para la 7, y son 7 menos 5, es tan puntual Antonio.

(Chavela) Allá viene, y de pinta.

(Cándido) ¡Qué tragedia!

(José) ¿Otra tragedia? ¿Tiene covid?  ¿Va a entrar? Nos contagia, yo tengo la tercera dosis nomás. Díganle que se suspende.

(Julia) Pará, exagerado, dijo así por el traje, la vestimenta. Que turuleco que sos. ¿Vos sabés por qué se puso traje?

(José) Yo no sabía ni que tenía traje.

(Rosalía) Ya se van a enterar, esperen.

(Cándido) Anselmo, ¿ese de la bicicleta no es el quinielero? ¿Y por qué no entra?

(Anselmo) Sí, es la misma persona, pero a esta hora vende ramitos de flores. Siéntense que ahí entra. Dejen la cabecera libre.

(Antonio) Buenas noches amigos, gracias por venir. Anselmo serví, metele nomás.

(Rosalía) Te dejamos este lugar en la punta de la mesa.

(Antonio) Están todos los que yo quiero que estén para este anuncio, salvo mi gran amigo Carlos, que hace 2 años nos dejó y por supuesto mi viejo. Podríamos haberlo dicho a cada uno y en cualquier lado, pero nos pareció mejor, más prudente, que lo digamos de una sola vez y en presencia de todos. Con Rosalía mantenemos una relación, primero amistosa, desde hace tiempo. La soledad nos había invadido a los dos y un día charlando, como todas las mañanas en el negocio, volaron los barbijos y nos expusimos a un contagio, que para la época sonaba peligroso, pero existen ciertos peligros que el corazón ignora.

(Rosalía) Esta noticia queríamos compartir con ustedes, queridos amigos.

(José) ¡Paaa, amigo! Quién te ha visto y quién te ve. Plata, auto y mujer, pa’ qué querés más.

(Julia) Antonio, yo soy tu amiga, tendrías que habérmelo comentado, pensé que entre nosotros no había secretos, me hubiera jugado el cuero que era así, pero no, siempre hay cosas para descubrir en esta vida caprichosa que juega con la inocencia de una.

(Tanita) Jajajaja, tu amiga te pateó la estantería. Viste Julia… los hombres no se merecen que nosotras demos un paso de más por ellos.

(Julia) Con vos no hablo.

(Chavela) Viva los novios, viva los novios. ¿Y para cuando los confites?

(Cándido) ¡Qué grande mi vecino! No le habrás llenado el bombo, ¿no?

(Anselmo) A esta botella de sidra la paga la casa para hacer el brindis.

(Rosalía) Esperen, esperen, les explicaremos.

(Julia) Vos no tenés nada que explicarme, el que me debe una explicación es él.

(Tanita) Mirá vos, pensé que era al revés. Hizo un enroque el Antonio.

(Antonio) Disculpen, disculpen, nosotros tuvimos la buena voluntad de contarles a todos juntos para que nadie se crea el último en enterarse.

(Julia) Me cago en la diferencia, horas de charlas tenemos y no fuiste capaz de contarme. ¡Que poco respeto a la amistad!

(Antonio) No supe cómo decírtelo, Julia.

(Julia) Como lo dijiste recién. Que el corazón no sé qué cosa. Decile a tu corazón que él se le anima a no sé cuántos covid, pero que el resto del cuerpo es un cagón que no es capaz de enfrentar a la amistad, pero claro, los machos son muy machos a veces y nunca cuando tienen que plantarse delante de a una mujer para mostrar su verdad.

(Tanita) ¡Ah, bueno!… eso suena a despechada, esto confirma mi teoría.

(Julia) Te dije que no te quiero escuchar. Haceme el gran favor de irte, Antonio, decile que se vaya.

(Rosalía) Pará Julia, en todo caso el que decide quién se va o quién se queda es Antonio, y en todo caso yo, nosotros no queremos que se vaya nadie.

(Cándido) Miralo vos al vecino, con esa carita, ¿quién iba a decir que tendría un fato alguna vez?

(Chavela) Rosalía. ¡Qué lindo vestido tu pusiste!, ¿es nuevo?, ¿adónde lo compraste? El bruto de mi marido se lo dijo mal a Antonio, ¿cómo le va a preguntar así?, pero… ¿de cuántos estás?

(Cándido) ¡Che, Chavela!, ¿qué hacemos con la corbata?, porque hoy no es el cumpleaños, ¿ya se la habías dado?

(Chavela) No, que se la voy a dar, mañana voy a lo del turco y le pido que me la cambie, que me dé dos can-canes.

(Cándido) Anselmo… ¿no sabes qué número salió en la quiniela?, yo le jugué al 72, la sorpresa, no sabía con que nos iba a salir el Antonio, y sorpresa hubo.

(Antonio) Anselmo, cortá más fiambre y también traé para tomar.

(Tanita) Por mí no traigas nada, me voy, me gusta brindar con champán, a la sidra no la paso y a la mayoría de los que están acá tampoco, hasta la vista baby.

(Chavela) Nosotros tampoco brindamos, Cándido ya tomó demasiado alcohol, y ya es la hora de tomar la pastilla, toma una para orinar, si no, no puede, tiene la próstata que no le anda bien.

(Anselmo) Che Cándido, llamé a Santos y me dijo que sacaste, salió la sorpresa, el 72.

(Cándido) Vamos a cobrar Chavela, vamos y le jugamos al doble cero, porque me parece que Antonio va a tener que poner los huevos sobre la mesa. Chau gente, gracias por todo.

(Julia) Ya que nos juntaste para contarnos los últimos acontecimientos yo aprovecho y te pregunto; ¿qué pensas hacer con los dos mil dólares que te prestó Carlos en el 2021?, porque te los prestó, no te los regaló. Te los dio cuando el negocio no vendía nada, no sé sí te acordás.

(Rosalía) Bueno, yo desconozco todo esto, pero si nos das un tiempo veríamos que podemos vender algo y recuperarías el dinero.

(Antonio) Si, si, lo tengo presente, dos mil dólares que mi amigo me prestó.

(José) Claro, a él lo querías más porque manejaba dólares y yo no, yo me manejo en pesos como quiere el presidente. Dos mil dólares, ¿cuántos pesos son?

(Rosalía) Callate José.

(Julia) A ver Rosalía, primero, vos no tenés nada que ver, y segundo, hablás en potencial, “veríamos, recuperarías”, ¿qué es eso?, quiero una respuesta de Antonio y concreta.

(José) Me hiciste acordar a mami, mamá las hacía con las papas hervidas que habían sobrado del puchero, las pisaba para el puré, después hacía unas bolitas, las pasaba por pan y las freía, eran riquísimas

(Rosalía) Callate José, lo que cocinaba tu madre eran croquetas, y lo que ella pidió es una respuesta concreta. No te metas José.

(Julia) Pensalo Antonio, y mañana me das la solución. Los dejo con el brindis, yo no tengo motivos para un chin-chin, hoy.

(Antonio) Esperá Julia, charlemos que nos vamos a entender.

(Julia) Yo a vos no te entiendo y nunca más trataré de hacerlo. Y vos Anselmo, sacá esas patitas del suelo, ya te dije.

(Rosalía) Nos quedamos solos para el brindis.

(Antonio) No sé si tengo ganas de brindar después del enojo de Julia, es muy buena amiga y tiene razón.

(Rosalía) ¡Amiga!, ¿o quiere estar en mí lugar? Aclarame esto Antonio.

(Antonio) No, yo que sé, mañana vendo el auto y le devuelvo la plata y listo.

(Rosalía) Ni loco, si no se enteraba de lo nuestro no te pedía la guita, yo no te dejo vender el auto.

(Antonio) pero el auto es mío, tengo una deuda que pagar y a las deudas hay que honrarlas. Y a parte no quiero perder la amistad con Julia, ¿qué te hace pensar esa pavada que dijiste?

(Rosalía) Intuición femenina, Antonio, pura intuición. ¿Y vos?, nooo, no quiero perder la amistad con Julia, ¿te crees que soy estúpida?, ¿Qué no me doy cuenta que querés jugar a dos puntas? Así no Antonio. Quedate con tú ramo de rosas, ponelas en un florero y préndele una vela a San Valentín, quien te dice que te escuche y la Julita no te pide más los dólares.

(José) Yo me voy con vos Rosalía, éste no me dio mi cinco de pelota en toda la noche, y eso que somos amigos, eh.

(Antonio) Anselmo, guardá la sidra, no hay brindis. Igual que antes de la pandemia, la gente se mira el ombligo, y el de al lado que se joda, ¿porqué no escucha?, hablando nos podríamos entender, tiene razón Julia, hablamos en potencial. ¿Me escuchás Anselmo? Se durmió. ¿Qué habrá pasado en estos dos años?, presionados, encerrados, manejados, y no aprendimos nada. Ahora ya no hay más pandemia, soy libre, pero estoy sólo, más sólo que antes del 2020.Tengo que cambiar, debo ser más concreto, no le puedo fallar a Julia de esta manera, ella tiene que tener la mejor imagen mía, con Julia tenemos cosas en común que no me pasa con otras personas. Anselmo, Despertate, llevá la sidra te dije, no tengo con quien chocar las copas, tráeme un whisky, con bastante hielo, si te sobró.

(Anselmo) Ya voy, ya voy, lo que pasa es que después de estos años pasivos tengo que volver al ritmo, ¿un whisky?, ¿cuál?

(Julia) Pará Anselmo, suspendé el whisky, traé la sidra bien fría.

(Antonio) Julia…

(Julia) Antonio…

(Anselmo) Acá está la sidra.

(Antonio) ¿Por qué volviste? ¿Sólo por el brindis?, ¿o te olvidaste algo?

(Julia) Sabía que te iba a encontrar sólo.

(Antonio) ¿Sabías?, ¿cómo sabías?

(Julia) Intuición femenina, pura intuición. Bridemos. 2000 dólares no es tanta plata como para no estar juntos. Nosotros tampoco cambiamos.

(Antonio) Brindemos.

(Anselmo) Viva los novios.

 

                                                                                           FIN

 

CACHA ARRUIZ-- JULIO 2023

domingo, 16 de julio de 2023

¿El micro se va? (de MACHÉ)

 ¿El micro se va?

Buenas noches, perdón...
Sobre la hora (rien)
Corré decile que te espere (corren)
¿Me cuida la bici? Voy y la saludo otra vez.
Antes de irse me saluda a través del vidrio .
¡El último examen! (festeja)
se vienen las vacaciones...
¿Trajiste el DNI?
Hoy si, el otro día casi no me llevan...
Voy ver a mi mamá...
Qué bueno...
Qué noche fría... No tengo dónde dormir...
Quiero un pasaje...
No me alcanza la plata (Nos miramos)
Espere chofer!!
Cierro el pasaje
Gracias, vuelvo con un regalo,
No es necesario...andá
Buen finde...
La noche es tenebrosa muchas veces
Y si le sumás el frío sin manta, carece de sentimientos.
A veces pienso que no sirvo para ciertas resistencias.
El micro se va... Y ahí van ellos mezclados en el mismo viaje.
Y yo me quedo pensando
Que mañana me espera otra noche y a ellos también.
Que la vida nos enseñe a ser mejores cada día y que nosotros aprendamos.