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sábado, 20 de abril de 2024

Firulait y Saphira

 


 

De chiquito tenía una relación de curiosidad distante con los gatos. Criado en un barrio lleno de gatos callejeros, Firulait no los molestaba, no los corría ni les ladraba, los respetaba. El desafío para Firulait se presentó cuando llegó a nuestra casa Sapirha, nuestra gata. Sapirha era una colorada diminuta escurridiza y con mucho carácter. Era muy chiquitita y se sentía en peligro todo el tiempo, así que todo el tiempo escapaba y se escondía. Primero entró en confianza conmigo, Yo para que entrara en confianza conmigo me sentaba en una punta de la pieza que ella ocupaba, donde se escondía de nosotros y le iba tirando arrastrando por el piso los granos de alimento que ella comía. Ella los trataba de atrapar o los perseguía. Después de un rato la pieza estaba llena de alimentos y ella comía de ahí. Ese juego hizo que entrara en confianza conmigo. Ahora faltaba que entrara en confianza con Firulait. La primera vez que los presenté fue gracioso, y un desastre también. La llevé hasta Firulait en las dos manos y le dije: Firulait, esta es tu hermana Saphira. El echó la cabeza para atrás, abrió los ojos grandes y levantó las orejas como diciendo “¿Qué cosa es esa?” Sus gestos de sorpresa siempre fueron graciosos. Ella, una pequeña gata colorada con mucho carácter lo tomó por su parte como el depredador más peligroso del mundo. Le hizo un bufido, como hacen los gatos cuando pelean, después puso las manos en garra en señal de protección y le mostró todas las uñas. Después se revolvió tratando de rasguñarme. Yo la solté y se fue corriendo a su escondite. Firulait seguía en su posición en la cama, ojos grandes, orejas hacia arriba mirando adonde había ido la gata, como diciendo “¿Qué acaba de pasar?”

Después de varios encuentros precavidos logramos que ella se amigara con Firulait. A los días compartían coma y algunos juegos. Pero nunca se prestaron mucha atención, salvo compartir la cama. Cuando yo venía de la calle siempre estaban los dos en la cama. Salvo ese día que Firualit lamiéndole le curó la patita renga. Y ese otro día en que hubo una devolución de gentilezas de Sapirha, y ella lo cuidó a él. Hubo una época en que yo publicaba fotos de Firulait en el faceb, una de vez en cuando, y cuando lo hacia Firulait amanecía descompuesto, hacia caca con sangre. O era casualidad o alguien le tiraba mala energía. En una de las descomposturas Firulait no se recuperaba, habíamos ido ya al veterinario y hacia caca con sangre y vomitaba. De día estaba bien pero a la noche se descompensaba. Entonces yo le dije a Saphira, cuidá a tu hermano, ayudá a tu hermano. Esa noche Saphira durmió toda la noche debajo de la cama, justo debajo de donde estaba Firulait arriba de la cama, como protegiéndolo de la calle o de algo que venía de abajo. Firulait amaneció curado

La relación con Saphira, ya ganada den carácter, era de cierto temor. Sapirha a veces se ponía bardera y Firulait, que nunca le gustaron los problemas, se iba. Cuando estábamos en la pieza y Saphira se trepaba en un lugar demasiado alto, Firulait se levantaba y se iba. Cuando Saphira abría una de las puertas del mueble, que chirriaban, Firulait se agachaba, echaba las orejas para atrás y se iba. Le tenía miedo a los ruidos de las puertas y a las puertas que se abrían y cerraban.

Pero a su manare la quería y la cuidaba a Saphira. Un día como conté antes, salíamos a la calle con Firualit, y Saphira que estaba espiando desde los techos cayó de los techos hacia la calle. Me rozó la cabeza y cayó al piso, de aproximadamente tres pisos. Tuvo suerte que cuando cayó nosotros estuviéramos en la calle, sino jamás la hubiésemos visto, Enseguida salió corriendo y se escondió abajo del auto del vecino. Yo la fui a buscar, y la llevé adentro. Paseamos con Firu y cuando volvimos Saphira no apoyaba una patita. Yo temí que se hubiera quebrado y le hice un poco de reiki a esa pata. Después le dije a Firulait curá a tu hermana, nada más que eso. Firulait vino y le empezó a lamer la pata que no apoyaba. Firualit no tenía manera de saber que sapirha tenía esa pata lastimada, sin embargo, sin dudarlo, vino y le empezó a lamer esa pata. Al otro día saphira amaneció con la pata curada


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