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miércoles, 5 de julio de 2023

La piedra (De Cristina Cingolani)

Tengo en mis manos una piedra.

Por su aspecto liso, supongo que es del sur, ese lugar que tanto me gusta. Por qué? Será por los recuerdos que vienen a mi mente de viajes compartidos en pareja ó grupales.
Con la nieve como regalo, cayendo en copos sobre mi cara. Hermosa blancura donde yo no sé hacer nada, pero me gusta! Y juego con ella haciéndola bollitos y arrojándola al aire, para que, como un boomerang vuelva a caer sobre mi cara.
O tal vez por los valles, rodeados de montañas, con alguna cascada convirtiéndose en río. Lugar tranquilo, en medio de la nada, con un verde eterno, que habrá sido mi morada en vidas pasadas...? Bueno, al menos así lo sueño.
Y esta piedra lo reúne todo, porque tiene historia de agua pasando sobre ella, hasta limar sus asperezas, y convertirla en lisa y suave al tacto.
Historia de noches estrelladas, con luz de luna, haciéndola brillar con cierta tonalidad plateada.
Historia de caracolas que no conoce porque le han contado que viven en otras aguas, con olas de mares que las arrastran a la orilla. Caracolas de ciudades populosas, con turistas habitando sus playas.
Sigue la piedra en mis manos y pienso... hé visto tantas pintadas, con aplicaciones de flores y malaquitas, adornando macetas. Pero no, es bella así, al natural, por más que sea gris, aunque ese color represente esos días de mi vida que más bien prefiero olvidar. 
Sí gris, así la quiero guardar.
Para cargarla las noches de luna llena, así como lo hago con cada piedra que conservo, que me energiza como si fuera una fruta de jugo dulzón.
Esta piedra no tiene olor, lo fue dejando en el cauce del río, pero lo guarda por dentro. Y me sabe a encuentro de jóvenes declarándose su amor.
Toda esta historia la convirtió en lo que es, simple, gris, lisa.
Así llegó a mis manos, a mi casa, a mi vida.
- Hola piedra! Bienvenida!

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