En el capítulo 15, llamado “La
ley de la calle” Di marco le saca la seriedad soberana que tiene la escritura y propone: “Jueguen con
las palabras, las propias y las ajenas. Dórenlas, adórenlas, pésenlas, sáquenles
brillo, elimínenlas también…”
Y amplia un poco más adelante
su propuesta: “…Para escribir primero hay que soltarse, y remar en contra de lo
que se enseña… Lo comprobamos en la calle todos los días, el idioma no admite
norma ni ley alguna…Uno nace con un sistema nervioso no porque Dios haya
consultado algún tratado de anatomía humana para adecuarse a él…”
Y después amplia en el tratado
16 en la página 33: “En el uso del hipérbaton Góngora fue Maradona, el non plus
ultra de las transposiciones”
Y enseguida para a dar un
ejemplo de hipérbaton muy bonito “…Me gustaría comentar un momento de Polifemo
para mostrar en la próxima nota, como valernos del hipérbaton. Veamos la descripción
de la Caverna del Ciclope: -De este, pues, formidable de la tierra
bostezo…” El orden lógico sería
formidable bostezo de la tierra…”
La propuesta como ejercicio de
esta mirada seria que escriban un pequeño relato normal y vuélvanlo hipérbaton por
todos lados, inviertan todas las frases escritas y hagan el análisis de la
sonoridad ¿Cómo suena? ¿Suena bien? ¿Queda bien? Y eliminen lo que haya que
eliminar claro, que muchas veces la cosa crece sacando más que poniendo. O al revés,
para poder poner más, o algo distinto, o algo nuevo, siempre hay que sacar
algo. Juguemos, limpiemos nuestro relato de malezas repetitivas que lo traban
todo
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