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domingo, 5 de mayo de 2024

Diario de un argentino en 2024. Domingo 5 de mayo

 


Hoy pasó algo particular. Facebook eliminó una de las publicaciones de los días del diario. Las excusas eran irrelevantes, la trató de spam, las trató de video robado. No es ningún spam, es una publicación diferente todos los días en mi muro de las publicaciones que hago en mi blog. No había video en las publicaciones. Lo que si había cosas que hablan de una cierta dimensión especial del mundo y críticas al gobierno actual, gran aliado de la gente de Facebook. Si ya tuve la primera prohibición es señal de que estoy haciendo las cosas bien. Creo como viene la cosa que pronto voy a tener que dejar de compartir las publicaciones en Facebook. Me van a eliminar. Seguiré con el blog y con el wasap. No es raro, tiene lógica con lo que está pasando. Nos van achicando, nos van reduciendo, nos van quitando recursos, nos van prohibiendo cosas. El mecanismo de funcionamiento lo comprendo y lo sé bien. Lo que no se es porque lo hacen. Para quedarse con todo es una explicación valida pero me suena demasiado simple. Porque creen que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, y ellos son los de primera, me suena fácil también. Porque son malos, crueles, también me suena muy sencillo. Aunque el placer con que anunciaron algunas medidas que perjudican a la gente lleva a pensar que esa es la razón. Anunciaron con excitación que estaban haciendo el ajuste más grande la historia de la humanidad, sin recabar en que atrás de eso había muertos, entristecidos, desesperados, y tanto dolor. Le dijeron al FMI con placer que iban a ajustar mucho más de lo que el FMI esperaba. Y el FMI trató de atemperarlos. Dijeron con placer que aún faltaban muchos más empleados estatales echados. Les dijeron a los miembros de la TV Publica que se vayan buscando otro trabajo. Presentaron amparos para que los enfermos de cáncer no tuvieran sus remedios. Esto se puede leer simplemente como maldad, crueldad. Falta de empatía pica en punta como una de la razones. Pero hay más, hay algo más detrás de todo esto que no llego a entender o ver

Ayer fui a entrenar taichí a la tarraza, la primera vez después de un año sin deseo de hacerlo. Me costó mucho, la primera vez que lo hago sin el Firu, que murió hace tres meses. La práctica la disfruté, en un momento miré hacia el cielo y vi todas lucecitas en aire como cabecitas de alfileres. En otro momento sentí la presencia de mi perro Firulait atrás mío, miré con el rabillo del ojo y me pareció ver algo negro peludo que estaba atrás de mis pies, fue una milésima. Después la imagen se borró. Era el Firu. Me acuerdo de otra vez en la terraza, la primera vez que vinimos a vivir acá. Entrenando taichí en esta misma terraza, se veían en el aire unas cosas alargadas y circúlales como pequeñas víboras que volaban en el aire, pasaban cerca de mí, no me tocaban. Se veían en la altura. A veces eran negras, a veces semi trasparentes

Ahora Sapirha anda por los techos, recorre el barrio, corre, va y viene, disfruta, Recién salió un poco el sol, ayer estaba nublado pero había una luna tan fuerte que iluminaba todo. Hace un rato la agarré upa y la llevé hasta la ventana de la pieza a mirar para afuera. Cuando la hago mirar por la ventana es cómico, mueve la cabeza hacia todos lados con atención, mirando todo, y mueve la cola de un lado a otro. Disfruta mucho esas vistas de la ventana para la calle. La calle es algo desconocido para ella. Un territorio que le encantaría explorar

Ayer estaba la manada acá abajo, todos, y cuando abrí la puerta entraron uno atrás de otro, cada uno a su manera. La galga entró rápido, moviendo la cola, y rascando la puerta y llorando. Es la más intensa en eso de ir hacia adentro. Le encanta estar adentro de la casa. Olivia entró como lo hace en todo, moviendo la cola, con alegría y energía, tomando la propuesta que se le hacía. Si le hacia otra propuesta diferente, por ejemplo salir a pasear, lo iba a hacer de la misma manera, con alegría y energía. La negrita, vino, entró, salió enseguida, después volvió a entrar, y volvió a salir y se fue. No estaba entrando, estaba viniendo a buscar a sus compañeras, lo hizo varias veces, era la hora en que Cristina les daba de comer. Días anteriores había llegado hasta la puerta, había ladrado, había hecho salir a todas con su ladrido, y las había llevado hasta la esquina donde comían con Cristina. Y lo del triste fue curioso, llegó hasta la puerta con energía, el exacto límite de la puerta, y se quedó todo quieto, como si pasar ese límite fue caer por el final del mundo. Le pedí que pasara, lo invité con mucho cuidado y amor a pasar. Pero no hubo caso, no pasó el límite, retrocedió caminando hacia atrás, y después se fue.

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