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sábado, 10 de diciembre de 2022

El viaje de una perspectiva. Capítulo 1. El pato

 

Viajar en los agujeros de guano como un pato en al agua

 

Termino de hacer un ejercicio de cimentación de los chakras, de un libro que le había prestado una vieja maga que era la mama de un amigo. En el ejercicio había que conectar con los chakras y el color. Terminó de hacer el ejercicio y vio en el tapial y el paredón de enfrente, todo blanco y crema un naranja que había tomado toda la terraza y no se quería ir. No podía dejar de ver el naranja, el color le hablaba, naranja color del chakra sexual. El chakra sexual de él estaba alargado, desplazado, extendido. Ese lugar tenia memoria, ahí había estado charlando, tomando mates, con una mujer que compañera de yoga, chica de la miel después en su vida iba a ser importante en su vida. Se miró el pie, se había clavado ahí una astilla de madera, le había quedado un pedazo adentro y se le estaba hinchando hasta la rodilla casi. Se había tenido que ir de una cena porque el pie se le hinchaba más y más, le picaba y le dolía. Habían pasado cosas, sonreía, habían pasado cosas. Había llegado de la casa de sus amigos y se había hecho reiki, eso había calmado el dolor del pie y lo había deshinchado. Su problema del pie no se había solucionado pero había sonreído, nunca había sentido en cuerpo propio la sensación del reiki que él hacía tan fuerte, con tanta necesidad de solucionar un problema físico. Se había puesto dos choku reis y el dolor había calmando, una suave calma y sensación de bienestar había descendido por el pie, parecido a lo que le había dicho que le pasaba a las personas que les hacia reiki. Habían pasado cosas. Sonreía, pero acaso no le habían pasado cosas a Galileo, que había tenido que decir que no había visto nada por su telescopio, o acaso no le pasaban cosas a todos los que veían ¿O no le había panado cosas a Sócrates?  Y acaso no le habían dado a elegir entre desmentirse o morir y había elegido morir envenenado con un té de cicuta. O acaso no tenía Descartes esa duda profunda y esa sola y única certeza en su sistema, existo, soy, es lo único que puedo decir. Habían pasado cosas, si, había entrado la tristeza pensaba amargamente, pero acaso no le había pasado cosas a Dostoievski, que se había jugado lo poco que ganaba e la ruleta. O acaso no le habína pasado cosas a Miguel Ángel. Y si hablaban de pasar cosas, no le habían pasado muchas cosas a Arteau, que había terminado loco, dando vueltas en un loquero. O acaso no le habían pasado cosas también a Van Gogh que se había terminado cortado la oreja. A Lao Tse, que se había tenido que ir a comulgare solo a las montañas, pero antes había dejado ante el clamor general, el Tao The King ¿O acaso no le había pasado cosas al diego? ¿O acaso no le habían pasado muchas cosas al final de su vida con ese cuerpo sagrado profanado por el tiempo y lo errores? Claro que pasaban cosas las lágrimas lloraba Messi acaso no las lloraba Maradona? Y Cáceres con el cuerpo partido y Superman después de  morir, y Batman después de revivirlo ¿Pasan cosas? Si, pasaban cosas, pero pasaban cosas en el cuerpo, las cosas pasaban en el cuerpo, el cuerpo era el terreno de las cosas que pasaban. La primera vez que había aprendido que las cosas pasaban en el cuerpo y que el cuerpo era el territorio de las batallas, se lo había escuchado decir a Una periodistas Liliana Daunes, que en uno de los especiales que hacía para las radios comunitarias del mundo no dejaba de hablar de los cuerpos y decir que los cuerpos eran el territorio de las batallas, de alguna manera. Sonería recordando la noche anterior, pasaban cosas, sí que pasaban cosas. A muchos les habían pasado cosas, pero seguro a nadie le había pasado las cosas que le habían pasado a él esa noche. En medio de la noche su perro había pegado un grito destemplado, un aullido, y se había tirado encima de él, algo que no se podia ver le había hecho algo. Lo había calmado, el perro se había ido a esconderse y él se había despertado. Era muy rápido muy veloz de mente, y algo temperamental, sobre todo en los momentos más difíciles. Había concluido que le habían hecho a su perro algo un ser de otra dimensión que con un agujero de tiempo ye espacio de había metido en la pieza, pero cuando miró no había nada. Conecto con el tercer ojo, y se metió en la dimensión del ser nefasto. Era un demonio, abrió un agujero de tiempo y espacio con un Hon Sha Ze Sho Nen, pasó la mano y destrozó la cara de una piña. Cuando lo estaban por atacar cerró el agujero de tiempo y espacio. Después lo abrió de nuevo, volvió a pasar la mano, lo agarró del cuerpo y lo arrastró por todo0s lados. Después le volvió a pegar una piña en la cabeza y lo cerró de nuevo. Ahora lo volvió a abrir, pero esta vez metió su mente, su imaginación, lo metió atrás de un vidrio que fabrico con la mente, lo enterró, y con los dos manos lo empujo para abajo y para atrás con violencia para alejar ese ser y esa dimensión de ello. Y después decretó que nunca más iban a poder hacer eso y tocar a su perro, después se durmió. Al otro día se levantó y su perro seguía con miedo, pero el peligro ya había pasado. El pie seguía hinchado y doliendo, pero sabía que lo iba a curar con reiki, que era una prueba para mostrarse a sí mismo que tenía un buen reiki en las manos. Se puso a pensar como viajaba en tiempo y espacio, como entraba y salía de las dimensiones, y se lo dijo a  si mismo, como un pato en el agua, entrar, bucear y salir, entras bucear y salir, y nunca estar donde lo buscaba los depredadores. Ahí le vino la palabra, la que necesitaba, peleaba contra depredadores, depredadores de la energía ¿Habría hecho lo mismo Sócrates? ¿Seria Sócrates un viajero de tiempo? ¿Y la caverna de Platón, sería un agujero de gusano? ¿Einstein acaso en algún momento nos visita desde sus agujeros de tiempo y espacio y no mira dormir? ¿El tiempo destruye todo? ¿Pasaron cosas? Pasan cosas

 

 

 

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