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domingo, 12 de mayo de 2024

Diario de un argentino. Domingo 12 de mayo

 

 

Preparo unos ejercicios del libro de los ángeles para hacerlos. El libro es una guía para conectar con los ángeles, sobre todo con el ángel personal. Me pego un baño antes. Cuando me estoy bañando, disfrutando del agua caliente, relajándome, una voz me dice en la cabeza. Yo soy tu ángel Alejandro, Armonio. Estoy en la cocina esperando sentado para que trabajemos. Es de alas azul celeste. Y después me dice “Vamos a trabajar”

Lo percibo en la cocina. Me baño. Voy a la cocina, me dispongo a trabajar. Con el ojo de la mente o el tercer ojo percibo un montón de ángeles que rodean la mesa. Algunos están, otros van subiendo. Hago un ejercicio en el que hay que llevarse la mano al corazón y desligarse de alguna trabazón que se arrastre. Llevo la mano al corazón y obedezco a lo que dice el ejercicio. En un momento saco la mano del corazón y la voz de un ángel me dice en la cabeza que la vuelva ahí. En otro momento del ejercicio me paro, y siento que un ángel muy cariñoso y con mucha suavidad me apoya las manos en los hombros y me sienta. El ejercicio había que hacerlo todo sentado. Finalmente conecto al final de la mesa con los ojos de la mente con un ángel mucho más grande que los otros, frente a mí. Termino el ejercicio y el espacio queda vacío. Así conozco a mi ángel personal, se llama Armonio. En esta parte de los ejercicios del libro habia que pedir ayuda a tu ángel personal para que pudieras empezar a conectar con los angeles

Hoy hace un frio especial, el sol apenas se anima a asomar tímido entre las nubes, pero más que nada esta nublado. Mi gata duerme en la camilla para hacer reiki. Los pájaros se ven poco en el cielo. Los perros de la manada cuando bajé a la calle estaban en la esquina. Olivia estaba sentada mirando la puerta de Cristina, esperando que saliera. El triste estaba sentado mirando para acá, y cuando me vio levantó las orejas. Soy de los pocos que lo acarician y estaba empezando a establecer una conexión conmigo, se está empezando a acostumbrar a que lo acaricie. Cuando me ve en la calle se acuesta boca arriba o de costado como diciendo ok, acá me van a acariciar un poco. A veces me sigue por las calles, lento, el triste camina lento y algunos metros. Ayer lo vi en un nuevo cantero, de la casa de enfrente de Cristina, era noche, hacia frio, y tenía la cola enrollada para adentro, como si tuviera miedo de algo, quizás sufría el frio. Tenía una pata completamente llena de mosquitos. Me lo llevaría a mi casa, si lograra hacerlo entrar, pero tengo la gata Saphira, que si llega entrar el triste desaparece. Ayer quiso entrar a casa la galga. No la pude dejar entrar, esta Sapirha, y ella la corre

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