Preparo unos ejercicios del libro de los ángeles para
hacerlos. El libro es una guía para conectar con los ángeles, sobre todo con el
ángel personal. Me pego un baño antes. Cuando me estoy bañando, disfrutando del
agua caliente, relajándome, una voz me dice en la cabeza. Yo soy tu ángel
Alejandro, Armonio. Estoy en la cocina esperando sentado para que trabajemos.
Es de alas azul celeste. Y después me dice “Vamos a trabajar”
Lo percibo en la cocina. Me baño. Voy a la cocina, me
dispongo a trabajar. Con el ojo de la mente o el tercer ojo percibo un montón
de ángeles que rodean la mesa. Algunos están, otros van subiendo. Hago un
ejercicio en el que hay que llevarse la mano al corazón y desligarse de alguna trabazón
que se arrastre. Llevo la mano al corazón y obedezco a lo que dice el
ejercicio. En un momento saco la mano del corazón y la voz de un ángel me dice
en la cabeza que la vuelva ahí. En otro momento del ejercicio me paro, y siento
que un ángel muy cariñoso y con mucha suavidad me apoya las manos en los
hombros y me sienta. El ejercicio había que hacerlo todo sentado. Finalmente
conecto al final de la mesa con los ojos de la mente con un ángel mucho más
grande que los otros, frente a mí. Termino el ejercicio y el espacio queda vacío.
Así conozco a mi ángel personal, se llama Armonio. En esta parte de los
ejercicios del libro habia que pedir ayuda a tu ángel personal para que
pudieras empezar a conectar con los angeles
Hoy hace un frio especial, el sol apenas se anima a asomar tímido
entre las nubes, pero más que nada esta nublado. Mi gata duerme en la camilla
para hacer reiki. Los pájaros se ven poco en el cielo. Los perros de la manada
cuando bajé a la calle estaban en la esquina. Olivia estaba sentada mirando la
puerta de Cristina, esperando que saliera. El triste estaba sentado mirando
para acá, y cuando me vio levantó las orejas. Soy de los pocos que lo acarician
y estaba empezando a establecer una conexión conmigo, se está empezando a
acostumbrar a que lo acaricie. Cuando me ve en la calle se acuesta boca arriba
o de costado como diciendo ok, acá me van a acariciar un poco. A veces me sigue
por las calles, lento, el triste camina lento y algunos metros. Ayer lo vi en
un nuevo cantero, de la casa de enfrente de Cristina, era noche, hacia frio, y tenía
la cola enrollada para adentro, como si tuviera miedo de algo, quizás sufría el
frio. Tenía una pata completamente llena de mosquitos. Me lo llevaría a mi
casa, si lograra hacerlo entrar, pero tengo la gata Saphira, que si llega
entrar el triste desaparece. Ayer quiso entrar a casa la galga. No la pude
dejar entrar, esta Sapirha, y ella la corre
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