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sábado, 20 de abril de 2024

Firulait y los paseos conmigo

 

 


 

Los paseos con Firualit empezaban con una extraña precisión horaria. Hacíamos dos por día. Uno a la una de la tarde, otro a las cinco de la tarde. Con él que pasaba algo extraño era con el paseo de las cinco de la tarde. Sin saber yo jamás como conocía el horario cinco menos diez venía para el comedor donde estaba yo trabajando para que le pusiera la correa. Todos los días, sin faltar, cinco menos diez venia al comedor, se ponía al lado y se me sentaba mirándome, como diciéndome “Bueno es hora que salgamos a pasear” Yo ahí le decía la palabra mágica “Paseo” Y él empezaba a ladrar y apurarse. Le ponía la correa, la llevaba el en la boca hasta abajo, y abajo la dejaba para que yo la agarrara. Después salíamos a la calle y empezaba el paseo. En el paseo íbamos yendo por el camino que el elegía, a  veces yo trataba de definir el camino pero me terminaba entregando a su hoja de ruta. La otra cosa que tenía era que era terriblemente rutinario, si un día había cruzado enfrente por la mitad de la calle, el resto de los días iba a cruzar enfrente por la misma mitad de la calle. No iba a haber manera de disuadirlo de hacerlo. En los paseos iba olfateando todo en el camino, y  chupando. A veces se frenaba en árboles y se ponía a olfatear, seguramente orina de otro perro, o una perra en celo, y después se ponía a chuparlo. Sacarlo de ahí era un delito, no quería salir y hacia pequeño gruñidos para que se lo dejara en el lugar. Como tenia forma de labrador pero genes de border coli, cuando veía un perro que venía de lejos, se acostaba en el piso mirándolo y esperándolo, como hacen los bordes colis. Con los perros que nos cruzábamos en la calle la situación era difícil. Dos veces tratando de jugar dos perros machos lo habían atacado y lo habían mordido, así que le había quedado esa imagen, y le gruñía a todos los perros machos que se le acercaban. Con las hembras era diferente, con ellas socializaba y tenía muchas amigas en el barrio. Firulait tenía sentimientos profundos y puros, y los manifestaba en el cuerpo. Uno de los machos que lo atacó lo estaba paseando yo. Era de noche, estábamos en la plaza del club Junín, dos veces había venido a jugar y había jugado con él. Pero la tercera lo agarró a Firulait distraído esperando que jugaran, y lo que hizo fue atacarlo. Firulait intentó defenderse pero la sorpresa del ataque lo sobrepasó, lo volteó, y lo empezó a morder en el piso. Yo le pegué una patada fuerte al perro atacante y logré sacarlo de ahí y que se fuera. Cuando se levantó Firulait temblaba de la bronca. Era un sentimiento genuino y puro, tenía tanta indignación, se sentía tan ultrajado que no dejaba de temblar de la bronca. De a poco se fue calmando y se le fue pasando

No siempre fueron paseos fáciles los que hacíamos con Firu, sus primeras salidas quería andar suelto, pero no lo sabía hacer, cruzaba la calle, yo no había sabido enseñarle a no hacerlo, aunque lo había intentado. Quizás me había frenado justo cuando estaba por empezar a aprender. Cuando salía, conmigo o con alguien más, tiraba de la correa, la quería arrancar de las manos para pasear en libertad. Lo hizo eso por muchos meses, quizás por un año, hasta que se a poco se acostumbró a la correa, pero de todos modos era el quien dirigía el paseo y hacia donde se iba, tenía genes de borde coli, su padre era un border coli. Cuando se cansaba del paseo o no quería ir hacia algún sitio, sencillamente se sentaba en el piso y no se movía más. Él amaba sus paseos, esas dos salidas por día, de un rato cada una, eran para el los mejores momentos del día. Sé que debí darle mucho más que eso, pero es lo que le pude dar Después volvíamos y se acostaba en la cama a descansar, con el deber cumplido. Los últimos paseos, en verano, Firu falleció en verano, volvía e iba hacia la canilla que estaba en el patio externo de mi casa, se ponía justo debajo de ella, pegaba el lomo a la canilla, y esperaba que yo la abriera para mojarlo. Ahí yo lo mojaba todo, el paseaba de lado a lado abajo del agua, y después subía a ponerse frente al ventilador arriba de la cama

Una de las cosas que más le gustaban era pasear bajo la lluvia, los días de lluvia salíamos los dos y se paseaba mojándose y pisando los charcos y las alcantarillas inundadas, a veces se recostaba en la alcantarilla completo

Otra cosa que le gustaba era pasar por la casa de artículos para mascotas que estaba justo a la vuelta del paseo. Mediodía y media tarde cuando volvíamos, no la dejaba pasar. Iba a la casa se metía y la recorría toda oliendo todos los rincones, saludaba a sus dueñas. A veces recibía algún regalo. Después salía e íbamos para casa

Firulait amaba los paseos, espero que este paseando donde esta

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