De chiquito tenía una relación de curiosidad distante con los
gatos. Criado en un barrio lleno de gatos callejeros, Firulait no los
molestaba, no los corría ni les ladraba, los respetaba. El desafío para
Firulait se presentó cuando llegó a nuestra casa Sapirha, nuestra gata. Sapirha
era una colorada diminuta escurridiza y con mucho carácter. Era muy chiquitita
y se sentía en peligro todo el tiempo, así que todo el tiempo escapaba y se escondía.
Primero entró en confianza conmigo, Yo para que entrara en confianza conmigo me
sentaba en una punta de la pieza que ella ocupaba, donde se escondía de
nosotros y le iba tirando arrastrando por el piso los granos de alimento que
ella comía. Ella los trataba de atrapar o los perseguía. Después de un rato la
pieza estaba llena de alimentos y ella comía de ahí. Ese juego hizo que entrara
en confianza conmigo. Ahora faltaba que entrara en confianza con Firulait. La
primera vez que los presenté fue gracioso, y un desastre también. La llevé
hasta Firulait en las dos manos y le dije: Firulait, esta es tu hermana
Saphira. El echó la cabeza para atrás, abrió los ojos grandes y levantó las orejas
como diciendo “¿Qué cosa es esa?” Sus gestos de sorpresa siempre fueron
graciosos. Ella, una pequeña gata colorada con mucho carácter lo tomó por su
parte como el depredador más peligroso del mundo. Le hizo un bufido, como hacen
los gatos cuando pelean, después puso las manos en garra en señal de protección
y le mostró todas las uñas. Después se revolvió tratando de rasguñarme. Yo la solté
y se fue corriendo a su escondite. Firulait seguía en su posición en la cama,
ojos grandes, orejas hacia arriba mirando adonde había ido la gata, como
diciendo “¿Qué acaba de pasar?”
Después de varios encuentros precavidos logramos que ella se
amigara con Firulait. A los días compartían coma y algunos juegos. Pero nunca
se prestaron mucha atención, salvo compartir la cama. Cuando yo venía de la
calle siempre estaban los dos en la cama. Salvo ese día que Firualit lamiéndole
le curó la patita renga. Y ese otro día en que hubo una devolución de gentilezas
de Sapirha, y ella lo cuidó a él. Hubo una época en que yo publicaba fotos de
Firulait en el faceb, una de vez en cuando, y cuando lo hacia Firulait amanecía
descompuesto, hacia caca con sangre. O era casualidad o alguien le tiraba mala energía.
En una de las descomposturas Firulait no se recuperaba, habíamos ido ya al
veterinario y hacia caca con sangre y vomitaba. De día estaba bien pero a la
noche se descompensaba. Entonces yo le dije a Saphira, cuidá a tu hermano,
ayudá a tu hermano. Esa noche Saphira durmió toda la noche debajo de la cama,
justo debajo de donde estaba Firulait arriba de la cama, como protegiéndolo de
la calle o de algo que venía de abajo. Firulait amaneció curado
La relación con Saphira, ya ganada den carácter, era de
cierto temor. Sapirha a veces se ponía bardera y Firulait, que nunca le
gustaron los problemas, se iba. Cuando estábamos en la pieza y Saphira se
trepaba en un lugar demasiado alto, Firulait se levantaba y se iba. Cuando
Saphira abría una de las puertas del mueble, que chirriaban, Firulait se
agachaba, echaba las orejas para atrás y se iba. Le tenía miedo a los ruidos de
las puertas y a las puertas que se abrían y cerraban.
Pero a su manare la quería y la cuidaba a Saphira. Un día
como conté antes, salíamos a la calle con Firualit, y Saphira que estaba
espiando desde los techos cayó de los techos hacia la calle. Me rozó la cabeza
y cayó al piso, de aproximadamente tres pisos. Tuvo suerte que cuando cayó
nosotros estuviéramos en la calle, sino jamás la hubiésemos visto, Enseguida salió
corriendo y se escondió abajo del auto del vecino. Yo la fui a buscar, y la
llevé adentro. Paseamos con Firu y cuando volvimos Saphira no apoyaba una
patita. Yo temí que se hubiera quebrado y le hice un poco de reiki a esa pata. Después
le dije a Firulait curá a tu hermana, nada más que eso. Firulait vino y le
empezó a lamer la pata que no apoyaba. Firualit no tenía manera de saber que
sapirha tenía esa pata lastimada, sin embargo, sin dudarlo, vino y le empezó a
lamer esa pata. Al otro día saphira amaneció con la pata curada
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