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jueves, 2 de mayo de 2024

Diario de un argentino en 2024

 

 

Jueves 2 de mayo

 

Escribo escuchando Sabina, el deseo va volviendo de a poco, ahora el deseo de escuchar. Estuve un año entero sin deseo de escuchar música, sin escuchar nada. Y el mismo año entero sin el deseo de escribir, no escribí nada. Y el mismo año sin deseo de hacer ni mandar reiki. Ahora esos deseos vuelven. Pero cuando no  está el deseo, es como un pozo seco, no tiene sentido ir a buscar agua, simplemente uno no hace nada. Esta es una ciudad cruel, destroza al que se queda quieto y a su vez inmoviliza. Pero los deseos obedecen a fuerzas internas y mecanismos superiores. Escucho Sabina, recién pasó: Y nos dieron las diez. Ese tema lo escuchaba mi madre, le encantaba, se había comprado el cd que tenía ese tema y le encantaba escucharlo. Ella me enseñó a escuchar. Los padres cuando somos chicos, adolescentes, hacen muchas cosas por nosotros que nosotros no vemos, no entendemos apreciar, somos ignorantes en cómo tratarlos, como tratarnos

Mientras escribo de nuevo pequeñas lucecitas, como cabezas de alfileres titilan en la computadora. También me pasa lo mismo a veces en los libros. Recuerdo aun cuando vi aquella imagen. Estaba haciendo taichí en la terraza de la otra casa, Firu estaba acostado cerca mío, disfrutando de un hueso. Veo en el edifio que estaba a la izquierda, cerca del edificio que estaba tres cuadras más allá, en la avenida San Martin, cerca de la avenida Primera Junta, una especie de aeroplano que volaba en círculos, pasaba cerca del edificio y daba una vuelta muy pequeña en círculo y pasaba de nuevo cerca del edificio. Era imposible esa visión, un aeroplano blanco tan bajo y haciendo una maniobra tan cerrada, no era posible. Cuando lo miro bien las alas del aeroplano eran retractiles, se doblaban. Cuando lo miro mejo no era un aeroplano, era otra cosa. Una voz me dijo en la cabeza que era un arcángel, tiempo después la mismo voz me iba a decir que era el arcángel Gabriel. Seguí haciendo taichí con la figura volando en círculos acompañándome. Después salude y bajé. Con mi perro Firulait nos fuimos de la terraza ¿Qué vi? ¿Una construcción de mi mente? ¿Vi algo real? Queda en los otros pensar que vi. Pero hoy me acuerdo de esa imagen porque es el día en que decidí volver a subir a hacer taichí a la terraza, otra terraza, otro barrio, otras calles. Ya sin mi perro Firulait. No va a ser lo mismo

Ayer saqué la ropa seca de la soga y la puse en la cama, me hizo acordar cuando Firulait estaba vivo y yo ponía ropa en la cama, él, que siempre usaba la cama, no se subía. Respetaba la ropa, no se quería acostar encima de ella, esperaba que yo la sacara. Firulait tenía un respeto sutil y profundo hacia los demás y las cosas de los demás. Era como un soldado de lo que se debía hacer, tenía una disciplina sorprendente. Una sola vez le enseñé que no tenía que agarrar nada de lo que había en la mesa. Jamás en toda su vida, a pesar de ser alto y llegar a la mesa con la cabeza, jamás toco la mesa, ni se subió, ni agarró nada. Era un perro maravilloso.

Ayer volvía de la calle y como siempre me esperaba mi gata Saphira, como siempre me maulló cuando iba subiendo la escalera. Es una especie de pequeño milagro siempre encontrarla. Es una gata casi callejera que anda por los techos y los patios de los vecinos todo el día completo. Se perdió cuatro veces, las cuatro veces la pude encontrar. Quedó encerrada dos veces, las dos veces la pude escuchar y sacar. Se cayó cinco veces. Sin contar la cantidad de veces que se cayó en mí casa. La situación de mi gata exploradora y yo es de fragilidad. Y este término, esta sensación, es la sensación que nos define este año, con este gobierno, fragilidad

Hoy me enteré que en salta cerró un jardín de infantes bilingüe castellano quechua, 150 niños iban al jardín. 150 niños se quedaron sin jardín

Yo creo que con estas políticas y este gobierno que está en el país ahora la sensación que sienten las personas es de fragilidad. Se sienten frágiles, se saben frágiles, nada es seguro, nada es estable. Se puede perder el trabajo en cualquier momento, en cualquier momento se puede perder el ingreso. En cualquier momento se puede perder la posibilidad de pagar lo que podía pagar antes. La fragilidad nos atraviesa, es un frio que se nos mete en las entrañas, es un frio que se nos mete por la espina dorsal, nos recorre la espalda. La fragilidad nos define, la fragilidad nos domina. La fragilidad nos determina, y a algunos los paraliza. Para los que creen que se va a salir de este atolladero porque creen en este gobierno, la fragilidad tiene otro gusto, otra forma y otro color. Tienen esperanza. Para los que sabemos que no se va a salir de esta atolladero y que esto lleva a más impedimentos y más pobreza, porque es para ahí donde va esta política económica. Porque ya se hizo esta política económica otras veces en este país y fue para ese sitio, la fragilidad es más profunda, nos determina definitivamente, porque es una fragilidad a futuro, de un futuro incierto y oscuro. De todos modos, sea cual sea nuestra fragilidad, la sensación que nos atraviesa el cuerpo en este momento es la de fragilidad. Y no tiene sentido creerse más fuerte que los demás o que los demás se sientan más fuerte que uno. Esto es estructural, no individual. De todos modos nada es para siempre. Y las cosas toman los causes lógicos. Nada que no está bien termina bien. Todo lo que está bien, desemboca bien

 

 

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