Funciones de terceros

sábado, 25 de diciembre de 2021

Baulenos recargado (Novela)

 

pítulo uno

Se tiró por debajo de la puerta, pasó por la ranura, escuchó el golpe del mosquito contra la puerta. Y vio delante  un baúl. Vio el baúl, mediano, de un metro por medio metro. Llegó hasta él, se metió. Se abrió la tapa del baúl, Baulén miró para adentro, se vio una escalera que iba para abajo y que describía un interior mucho más grande de lo que era el baúl. Asomó la cabeza y se vio el mundo inmenso de adentro del baúl, de kilómetros para los costados y para abajo

-Cada vez que viaja, todo lo que tiene que llevar este hombre. Pueblos y pueblos adentro del baúl-Dijo Baulén y se metió en el baúl. El baúl se cerró y se vio el oscuro de la tapa del baúl

En el oscuro solo se veían los ojos de Baulen, y se escuchaban por los ruidos, de los Baulenes bajando los escalones. Apareció un bichito de luz, que alumbró levemente las escaleras que bajaban por el baúl

-Un foco que vuela, lléveme foco que vuela- dijo Baulén

El bichito descendió por las escaleras alumbrándolas adelante y atrás fue bajando Baulén. Apuró el paso el bichito de luz y se fue hacía un montón de luces que iban más adelante. Baulén dijo

-Un panal de focos que vuelan. Son raros los panales de focos pero existen. Uno creía que los focos eran criaturas solitarias, que vivían cerca  de las lámparas o con ellas. O en los fondos de algunos cajones. Pero hay panales de focos. Siempre hubo panales de otras cosas, por ejemplo de monos en los árboles, de patos volando, de peras en los árboles de pera. Y panales de árboles en los bosques. Pero nunca, jamás, panales de focos que volaban. El mundo se está desacomodando. Uno siempre pensó que los focos tenían cada uno su territorio, que se extendían por metros, Un foco por pieza. Quizás dos en una sola pieza. Pero no focos en panales de focos. No no, eso no. Pero ahí veo, ahí abajo, un panal de focos

El bichito se metió cada vez más en la luz, y cuando Baulén bajó dos escalones más siguiéndolo, ya estaba en el mundo subterráneo de los Baulenes. El bichito dobló para un costado y se perdió entre las escaleras. Baulén le dijo

-No era para allá foco, era para el otro lado. No desordene el mundo. Ahora todo el mundo va a girar para el otro lado y va a quedar al revés. Siempre se va usted para aquel lado

El bichito de luz frenó, le hizo un insulto que lo hizo titilar todo y siguió

Bajando por su escalera a los costados empezaron a aparecer todas las otras escaleras que bajaban de todos los otros baúles, valijas, bolsos. Miró hacia arriba, vio la tapa de los baúles, valijas cerradas, la tapa cuadrada, de cuero o madera, cerrada del lado de adentro, con sus cierres y bolsillos. Y de la tapa bajaba una escalera, del medio de ella. Al lado, de la escalera de al lado, le vino una voz. Era de  su amiga Valena

-Qué grande que es este mundo de los Baulenos. Cada vez más grande

- Valena ¿Lista para hacer nada?

-Para hacer nada no se está lista, no se hace nada. Siempre pienso ¿Tanto puede caber en un baúl? Mirá, kilómetros y kilómetros de cosas hacia todos lados

Dijo Valena mirando para arriba, para la tapa de su baúl, y hacía abajo hacia el inmenso mundo que contenía el baúl

-Tanto y más

Dijo Baulén, y después miró para arriba, hasta la tapa de su baúl y al mundo de los Baulenos para abajo. Después se sentó en su escalón y se puso a mirar para los costados. Valena hizo lo mismo. Se agarraron de la mano y se quedaron agarrados de la mano mirando

-Siempre nos agarramos igual, eso está bien, eso se mantiene

 

 

Capítulo dos

 

Baulén sentado en su escalera siguió mirando el mundo de los Baulenos. En silencio, con Valena al lado. Siempre hacían todo eso en silencio

Miró todas las escaleras, todas altas de muchos escalones, una al lado de la otra, con una distancia de entre cinco y diez metros. Todas conducían abajo a ese mundo en el que estaban, otras bajaban más e iban a otros mundos, que eran como distintos pisos, de una especie de sótano de muchos pisos, donde vivían los Baulenes. Y algunas se movían para un lado y para el otro, esquivando por delante y por atrás a las escaleras que estaban al lado. Algunas se movían como de tirones, como si alguien las tironeaba con la mano y llevaban en el movimiento un ritmo como el de caminar.  Eso daba como resultado que la escalera tenían temblores regulares y rítmicos, el ritmo de un caminar, que a veces arrancaban, a veces corrían, a veces andaban más despacio. Otras se movían como si tuvieran ruedas, esas escaleras que suben a los aviones a los pasajeros. Cuando miró toda la extensión hacia el horizonte Baulén, lo que vio fue miles y miles de escaleras que había hacia arriba hasta donde se extendía la vista. El mundo subterráneo de los baúles, o el mundo adentro del baúl. Cuando Valena se pegó al lado de él y miró también, lo que vio fue a los Baulenes, bajando hacia adentro de sus baúles por esas escaleras para empezar su día. Cientos y miles de Baulenes bajando. Era la hora de empezar a no trabajar. Cuando miraron al techo de tapas y se concentraron un poco más el techo se volvió invisible y lo que vieron fue el mundo de arriba, la parte de abajo. Baulén se fue con la suela de dos pies que caminaban y se iban hasta la esquina llevando un bolso del que se veía la parte de abajo y del que descendía una escalera que se alejaba de manera rítmica en su mundo. Una de las suelas llevaba un chicle, y por el costado de esa suela se veían algunos rayos de sol y caían hojas. Baulén se concentró un más y vio las hojas que caían en cámara lenta, rozando el pantalón de esa mujer, que también empezó a caminar en cámara lenta. Cuando sacó los ojos de ella y miró otra parte de ese techo transparente vio pájaros volar en cámara lenta que se estaban por agarrar de una rama y llegaban como llegan los platos voladores a las estaciones espaciales, una pelota que pasó volando en cámara lenta y también le parecía a un ovni en un despegue y una ardilla que escapaba en camara lenta, como si estuviese viendo el sueño de la propia ardilla, esos sueños donde los seres escapan en cámara lenta pero no lo pueden hacer. Enseguida le apareció atrás el perro que la corría en cámara lenta, las patas se empujaban en el piso haciendo como una especie de taichí, y cuando el cuerpo se despegaba del piso en un salto tardaba un rato en caer, lo que daba la impresión que se iba a ir volando hacia la luna por la falta de gravedad. Después bajó sus niveles de concentración, ya no vio el piso transparente ni las cosas en cámara lenta sino que volvió  ver el techo de tapas un cierre dorado de una valija verde esmeralda. Y enseguida un ojo de Valena que lo miraba serio

Al lado de la escalera de Baulén bajaba la escalera Belfor, un antiguo vecino de Baulén de muchos años, que tenía la tapa del baúl y la escalera pegado a él. Belfor tenía una tapa de baúl de cuero marrón clarita vieja, de una valija muy vieja. Era taciturno y silencioso, siempre saludaba a Baulén con movimientos de cabeza

 Baulén viendo bajar a Belfor le dijo a Valena

-Belfor siempre igual. Tipos como Belfor me tranquilizan             

-No empieces Baulén

-Siempre empiezo a esta hora, justo, exactamente en este mismo instante

-Sí, y me decís lo mismo. Belfor es siempre igual, tipos que son siempre igual y hacen siempre lo mismo tranquilizan. Gracias a ellos el mundo tiene un criterio y uno sabe                                                         que hacer al otro día

-Que si fuera por los otros. Son como mojones en la vida, lugares desde donde orientarse. Yo me oriento desde Belfor. Desde Belfor amanece, desde Belfor hay que ir a trabajar

-¿Y desde Bafini, la compañera de Belfor?

-Y desde Bafini la comida, Bafini es un sistema cardinal `para la comida. Desde Bafini la cantidad de comida y cuando

-¿Cómo medís?

-Con Bafini, si Belfor está más gordo, estamos engordando y como menos. Si está muy liviano, comió verduras, hay que empezar a comer verduras. Y además es un sistema de ahorro Belfor

-¿Cómo sistema de ahorro?

-Claro, sistema de ahorro. Ahorra en palabras. Nunca habla, solo saluda con el idioma de cabeza, el idioma de movimiento de cabeza

-¿Y para qué queremos ahorrar?

-Para que todo pueda seguir siendo igual. Cuesta mucha energía que todo sea igual siempre. Pero Belfor, él ahorra

Baulén le gritó a Belfor que bajaba

-¿Cómo anda Don Belfor?

 Belfor hizo un leve cabezazo para abajo y siguió bajando

-Ahorro, el solo habla en idioma de cabeza. Un cabezazo para abajo es buen día. Un cabezazo para arriba es como está todo. La cabeza así rebotando es Esto no se arregla más. El otro día estuve hablando un rato largo con él en idioma de cabeza de escalera a escalera. Me hizo un cabezazo cortito, un buen día, así, medio seco. Yo le hice un cabezazo para abajo más largo. Un buen día, así, más amable. El me hizo un cabezazo corto para arriba, que me dijo: ¿Cómo está la cosa? Y yo le hice una serie de cabezazos moviendo la cabeza de un lado al otro, diciendo: Viste vos.

De golpe Baulén lo miró y le dijo

-Ehhhh. Belfor, así no. Está bajando mal. Los escalones de uno en uno baja siempre, ahora está bajando de dos en dos. No cambie las cosas usted

Belfor lo escuchó, quiso volver a bajar de uno en uno. Se trastabilló, bajó de tres en tres, cuatro, cinco. Rodó unos escalones, y fue cayendo rodando y trastabillándose para abajo             

-Baulén ¿Querés mantener todo como está y lo cambias peor?

-El cambio es trabajo, y los Baulenes no trabajamos

 

Capítulo tres

 

Baulén miró el mundo de los Baulenes para el costado izquierdo. Había todo tipo de baulenes y todo tipo de bajadas. Algunos  andaban con sus escaleras y sus baúles y se veían pasar y alejarse, algunos por primeras vez para ya no volverse a ver. Enseguida pasó uno todo vestido de amarillo, con la escalera amarilla y la tapa de la valija allá en el techo amarilla,  cómo corriendo la escalera, a tirones de la escalera en el aire que descendía de una valija amarilla, como si alguien corriera por un aeropuerto o llamando a un taxi. El bauleno le sonrió y se agarró de los escalones para no caerse

-El apuro-siempre el apuro- le gritó alejándose, esquivando otras escaleras. Las escaleras abajo se esquivaban como si se vieran, pero quizás era el resultado de las valijas y baúles que se esquivaban arriba. Rara vez se vio dos escaleras chocar entre sí. Baulen se concentró en el techo en el que se movía esa escalera, lo volvió a ver trasparente y vio en el mundo de arriba dos zapatillas que corrían y con la valija al lado agarrado de la mano y la parte de debajo de palomas que iban volándose a su paso porque corrían en la plaza principal que ahora miraba en toda su extensión Baulén, concentrándose en el tilo que subía hasta arriba con una arboleda que le daba sombra a todo y le hacía pensar Baulén que estaba debajo de esa sombra. Vio un cartel de calle que le pareció que era de otro lugar,  y le dio la impresión que siempre agarraba para otro lado

-Para allá nooooo. Usted siempre agarra para el otro ladooo

-Si pero esta vez cambiaron arriba, van para otro lado

-Siempre arriba, todos los cambios los hacen arriba. Usted vaya por donde va siempre. Su valija en el mundo de arriba siempre va atrasada hasta la estación de trenes, y toma en tren hasta la estación de subte, exactamente en 10 minutos. Por el otro lado

-Pero esta vez cambiaronnnn

Cuando el bauleno amarillo respondió esto, se distrajo, no vio bien, agarró para cualquier lado, y se quedó quieto perdido con la escalera y la tapa de la valija

Desde el mundo de arriba se escuchó la voz de un hombre que dijo

-Mi valijaaaaa ¿Alguien vio mi valijaaaaaaaa? La perdí, se me quedó atrás

Baulén se volvió a concentrar en el techo y vio la valija en el piso y el señor volviendo sobre sus pasos  el gentío buscando ahora en cámara lenta su valija

Valena lo agarró a Baulén, lo tironeó y lo hizo bajar unos escalones para salir de la vista del bauleno amarillo, que se había quedado quieto, sin saber que hacer

-Baulén ¿Qué te pasa hoy? Estás confundiendo a todos y estás cambiando todo

-¿Yo cambiando? Pero noo

-Todo, un montón ¿Qué hacés? El mundo de los Baulones no puede tener cambios abajo, sino arriba…

-Es que yo no quise

-Bajemos unos metros más así no nos ve

 

Capitulo cuatro

 

 

Habían bajado un poco más y se habían sentado en un escalón. Valena sentada al lado de Baulén, escuchó como un golpe apagado, un ruido seco, y vio las de  tapas de dos valijas que habían chocado en el techo llover medias, calzoncillos, trapos, pantalones, bolsas, frascos, que siguieron para abajo. En medio de ese choque, y desordenarse y arrugarse el techo, cómo si el techo estuviese hecho pliegues, como una frazada, entraron los rayos de luz, de los espacios que se habían abierto en las tapas, por donde entraba el sol, o las luces de piezas o de plazas, o de donde fuera que estaban las valijas u los baúles. Valena también se podía concentrar, ver el techo invisible y concentrarse más y ver todo en cámara lenta en el mundo de arriba. Lo primero que vio fue esas dos valijas abrirse a un metro del piso, y salir muy despacio de una de ellas medias, calzoncillos, pantalones, como si algo de adentro de la valija las estuviese tirando para afuera de manera rítmica, después pasar por ese techo transparente y llover adentro del mundo de los baulenos a velocidad normal. Las medias caían al revés, con el agujero para abajo, se inflaban e iban cayendo como pequeños paracaídas chatos. Una de ellas pasó cerca de ella, la otra le acaricio el cuerpo. Los buzos y pulóveres caían abiertos de mangas como paracaidistas recién tirados de un avión, un par le pasaron a algunos metros

-De nuevo lluvia en el mundo de los Baulenes, no estaba anunciado hoy. Como está cambiando esto

 -Acaban de chocar dos valijas arriba, vaya a saber en qué aeropuerto o que estación del tren. Cuando chocan las valijas arriba llueve ropa acá. Pero nunca se sabe

 -Las lluvias tiene que estar anunciadas, programadas y cronometradas- Dijo Baulén hasta que una media que venía cayendo derecho a él haciendo curvas en el aire, pequeño calamar de hilo, se le metió en la boca. Valena se rio

-Nunca se sabe cuándo va a llover, cuando están apurados arriba y corren mucho- dijo

De golpe se escuchó como un ruido fuerte, los dos miraron para arriba y se vio dos tapas de valijas chocar entre si también y arrugarse. Atrás de ellas una tapa de baúl chocárselas. En medio de ese chocar y desordenarse y arrugarse el techo, cómo si el techo ahí también  hubiese hecho pliegos como una frazada, entraron los rayos de luz de la apertura de la tapa, por donde se filtraron las distintas luces del mundo de arriba. Valena se concentró aún más y cuando se concentra mucho, en un tercer nivel de concentración, podía ver los colores de los sonidos. El primer choque de las valijas arriba, ese tac, lo vio bajar como un gris suave, casi imperceptible, que se perdió para abajo. El pum del choque posterior y de las valijas cayendo al piso los vio como marrones, oscuros, marrones claros, que bajaron de a golpes y se perdieron para abajo también. Y el fíjate donde vas, del señor que llevaba la primera valija, era de un rojo chinchudo, que a crecía en color en sí mismo, y al final se volvía un poco rozado,  tratando de bajar su propia intensidad

 Con las dos tapas de valijas chocando también en todo ese conjunto de tapas que era el techo, empezaron a llover un montón de cosas, medias, pulóveres, hojas, carpetas, notas, billeteras, bolsas, chocolates, frascos, calzoncillos.  Las carpetas llovían abiertas, como aviones, Las hojas abiertas, toda horizontales y muy lento como pequeños pisos habitados. Las billeteras, pájaros gordos, muy alimentados bajaban revoloteando en v. Los frascos, aguas vivas de vidrio tubulares bien lentos, girando sobre sí mismo. Y así todas las cosas, cada una en el mudo Baulén caían en modo personal y particular

Valena miró para arriba y dijo

-Tormenta fuerte a esta hora. Diluvio

-No estaba anunciada, y nunca sucede a esta hora

-Siempre cuando están apurados ahí…
-Si, conjunción de estación de trenes, de subte y de colectivos allá arriba. Es la zona que más llueve. Eso se podría aceptar un poco

-Van, vienen corriendo, y se chocan

-Pero a esta hora, este día. Generalmente esto sucede media hora más tarde ¿Qué pasa con el tiempo hoy?

-Que tiempo loco

 

 

 Capitulo cinco

 

 

Después de la lluvia Baulén y Valena  siguieron mirando bajar y empezar su no actividad a todo el mundo de los Baulenes

Hacia a derecha había todo un mundo de escaleras que descendían de baúles, valijas, armarios, casilleros, bolsillos. Enseguida estaban más que nada las que descendían de baúles, que se movían por todos lados. Lo que parecía el mundo de adentro era más que nada una especie de terminal de colectivo con las escaleras haciendo de personas, y moviéndose por todos lados. Las que descendían de armarios se notaban porque estaban quietos, eran grandes y no se movían. Ahí bajaban Baulenes que estaban acostumbrados a la quietud y el silencio. Bajaban lento, tomándose un café con leche mientras descendían por lo escalones. No sabían ni Baulén ni Valena que hacían ni adonde iban. Solo de dónde venían, y solo los veían pasar. Se quejaban o se molestaban en silencio del ritmo incesante que le pasaba por el lado de sus escaleras quietas, de las escaleras de valijas más que nada y a veces baúles, que se movían por todos lados. Los que bajaban de casilleros, también estaban quietos. Tenían esas escaleras metálicas que hacían un  ruido seco a chapa o metal cuando se las pisaba, se movían todas mientras bajaban sus Baulenes. Estaban bastante pegadas una al lado de la otra, y los baulenes que bajaban por ella, se conocían mucho. Quizás ese espíritu de cercanía, de sociedad o de departamentos de edificios de los Baulenes, les daba el espíritu bullicioso y bullanguero. Bajaban hablando, saludándose, contándose cosas entre sí, como la salida de una oficina a las siete de la tarde. Eran todos bastantes parecidos y a Baulén les sonaban medio metálicos, sus voces, sus pensamientos. Valena en cambio los veía con más simpatía por su espíritu social y su movimiento de enjambre. Sus escaleras estaban ubicadas todas juntas, en el mismo espacio, como un ramillete de escaleras metálicas. Como si los bomberos hubiesen puesto varias escaleras juntas, una al lado de la otra, para bajar todos juntos

-Allá, los Armares, que descienden de armarios, son con los que mejor relación tengo acá- dijo Baulén

-No te hablás

-No hace falta, nos entendemos con la mirada

-No te miran

-Nos entendemos con nada. Y eso Valena, en nuestro mundo, la nada, es lo más importante

-Yo adoro los Casilleris, siempre organizados, siempre juntos, siempre cuidadosos´

-Muy cerrados

-Parcos, reservados, si

-Son Casilleris. herméticos. Pero algo está cambiando en ellos. Los veo distintos

-Pero no Baulén, son cosas suyas

-Los veo con otro ritmo. Y están haciendo todas cosas distintas a las que hacían ¿Eso que hace es trabajar?

Valena enseguida le mostró a otro grupo de Baulenes y le cambió la dirección

-Y allá están los más millonarios de acá

-Ah, sí Valena, buena gente cuidadosa, guardadora. Los Cajines

-Bajan de las cajas de seguridad de los bancos. Ahí empiezan sus escaleras

-Son silenciosos, pueden estar mucho tiempo sin moverse. Muy celosos de lo suyo. Muy cuidadores. Los conozco mucho

-Nunca hablaste con ellos

-No hablan con nadie.  Son individuales, solitarios, muy solos, de guardar, eso

-Muy de guardar, que se yo, eso hace mal. Dicen los psicólogos que hay que sacar

-Valena, todos  nosotros, todo nuestro mundo es muy de guardar. Es el mundo de adentro, de abajo, de las cosas de guardar, el mundo del otro lado de la tapa

-Qué se yo, pero… siempre para adentro

-Todo nuestro mundo es para adentro. De eso se trata ¿Qué querés cambiar?

-No, nada, nada

-¿Los Cajines que están haciendo? Los veo moverse

-Nooo, te parecerá a vos. Están quietos, vos sos el que se está moviendo y como te movés vos los ves distintos a ellos y te pensás que se están moviendo

- ¿Eso que hacen es trabajar?

-Pero no. Los Baulenes no trabajamos

-¿Y aquello? Que se ve allá, al lado de esa escalera ¿Qué es?

-¿Qué cosa?

-Aquello, que tiene como una palanca y un lugar para meter como un papel. Parece un reloj para marcar la entrada a algo

-Baulén, esta mañana estás raro. Vamos a seguir, que siempre bajamos un poco más ¿Te acordás?

-Sí, es cierto. A esta hora siempre bajamos un poco más. Tenemos que bajar más. Vamos

 

Capitulo seis

 

Baulén y Valena bajaron unos escalones más y se pusieron a mirar la bajada de los Bolsillines

Casi al final de la vista estaban los que bajaban de los bolsillos, los Bolsillines.  Eran muy pocos, y ya no se llamaban Baulenes sino Bolsillenes, tenían un espíritu escurridizo, como si todo el tiempo estuviese escapando de algo o buscando algo. Y bajaban de trapos agarrados con trapos, de los que descendían, trepando, como si se estuvieran escapando de algo. De la misma manera subían. Los bolsillines, se empezaban a ver bastante más allá, donde la vista del mundo adentro desde donde veían Baulén y Valena ya empezaba a meterse en el horizonte. Bauleno se concentró en un Bolsillín, siguió la soga por a que bajaba hasta arriba. Vio la tela de bolsillo que hacía de techo y cuando se concentró un poco más la volvió transparente y vio el bolsillo del mundo exterior, donde vivía el bolsillín, un bolsillo de tela azul oscuro, que tenían plata, un ganchito, un caramelo, y una paquete de pañuelos de papel. Estaba todo amontonado y pegado y Baulén pensó que el Bolsillín no tendría espacio ahí. Le dio ternura, siempre le daba ternura ver los espacios de adentro de los bolsillos. Eran para él un espacio privado, personal, tierno, para Baulén de alguna manera adentro del bolsillo estaba un pedacito del alma de la persona, desordenado, infantil, el pedazo sobrante o el pedazo de lo desacomodado

Valena miró para arriba y vio el techo del mundo de los Baulenes, estaban formados por  tapas de valijas y baúles, una al lado de la otra, como si el cielo estuviese remendado de tapas de valijas y baúles. Le gustaba ver ese techo. Un cielo cuadriculado de tapas de valijas, baúles, frascos, roperos, armarios. Se concentró para verlo invisible de nuevo y lo que vio le gusto más todavía. Una especie de mosaico desordenado del mundo de afuera, porque cada tapa pertenecía a alguna valija que estaba en un lugar distinto. Cuando pasó esa trasparencia vio el mundo como si fuera un rompecabezas mal ordenado. Un pedazo de pieza de un hotel, al lado de un pedazo de saco, al lado de una pequeña porción de plaza, que terminaba en el principio de una pileta, que se alargaba hasta una pequeña parte del piso de pasto del parque, que tenía límite con el piso de madera de un lujoso edificio, y así. Eso pasaba si se concentraban en mirar con más atención todo el techo junto. Si miraban con más atención solo una de las tapas entonces podían ver todo el espacio completa donde esa tapa salía en el mundo de afuera. Pero a veces a Valena le gustaba mirar de esa otra manera

-Me gustan los Bolsillines. Bajan agarrados de trapos, parecen una operación comando- Dijo Baulén- Siempre a esta hora bajan los Bolsillines, siempre empezado por aquel, y siguiendo por aquel otro. ¿Y? Bueno, el tercero no es el tercero sino el cuarto. Y aquel no lo vi nunca. Y aquel no va allá  Eso es algo cambiando ¿Y aquel lleva algo como para trabajar, que debe ser un error de visión mía? Porque eso no puede ser acá. Valena vos siempre en este momento que te cuento esto tenés que bostezar, bostezá

-No es una película que la repitieron varias veces y tienen que hacer todos lo mismo

-Allá bajan los Cacilleris que esos confirman el mundo donde está porque repiten lo que se hacía. El mundo necesita conformaciones, si vamos va a andar cambiando todo, el mundo no sabe cómo venir al otro día ¿Sabés que tuve un sueño?

-¿Con relojes? Siempre el mismo sueño y siempre me lo contás a la misma hora y en el mismo lugar. Mirás el cronometro para contármelo. Y mirás el cronometro hasta donde me lo contás. No podes controlar todo Valeno. Y no podes controlar sobre todo, un mundo donde se vive para descansar

-Esta vez fue distinto, soñé que los relojes daban cualquier hora y distintos relojes en el mismo lugar daban distintas horas y el mundo estaba en distintos momentos según la hora que daba el reloj. Si el reloj daba las tres, el mundo estaba en las tres. Si daba las diez, estaba de noche, aunque pegado fuese de día. Y si daba tardecita el reloj del señor que iba más allá, lo seguía una tardecita. Y si el reloj daba la mañana, al que le daba lo seguía una mañana. No sé qué quiere decir. Y había como que caminaban y seguían a todos, de esos relojes gigantes, gordos, rectangulares, que son para controlar los que entran y salen del trabajo. Con esas manijas que se bajan. Y esas manijas eran como brazos que daban indicaciones

Baulén siguió bajando por la escalera. Pisó un papelito. Era una notita para él. Lo levantó, lo leyó

“Baulén, venga a la sala de reunión con los Conferecines: Se lo convoca para un trabajo”

Baulén miró a Valena

-¿Un trabajo? Los Baulenes no trabajamos

 

Capítulo siete

 

En ese momento Baulén despegó la vista de la nota y vio al comienzo de una de las escaleras. Una máquina de marcar el tiempo de llegada al trabajo. Era la máquina que ya había visto. Finamente cayó en cuenta

-¿Una máquina para marcar el tiempo de llegada al trabajo?
-Es lo que te quería decir pero no lo veías. Las cosas han estado cambiando acá. Los baulenos trabajan

Baulén enseguida vio bien todas las escaleras con marcadores de hora de entrada al trabajo por primera vez.

-¿Cómo trabajar? Los baulenos no trabajamos. Vivimos adentro de baules y valijas de viajes de descanso. Los baulenos descansamos

Volvió a leer su nota

“Baulén lo solicitamos para un trabajo Tiene que hacer que todos los baulenos dejen de trabajar. Lo tiene que hacer sin trabajar. Sino va a trabajar usted también en vez de dejar de trabajar ellos”

Después la leyó de nuevo, esta vez en voz alta

 “Baulen se lo convoca por un trabajo. Recuerde siempre que lo tiene que hacer sin trabajar. Nosotros militamos la tranquilidad y el ocio. Este es un trabajo de urgencia que lo tiene que hacer sin urgencia. Lo esperamos. No se apure. No llegue tarde, no sea ansioso. Y no se tome esto como un trabajo. Toméselo como un trabajo. Esta nota se desmentirá a sí misma en 10 segundos. Mentira”

-Te mandaron otra de las notas de las que se autodestruían

-Desmentiran

-Es lo mismo

Volvió leer la nota que esta vez decía

 “La nota no se hace cargo de nada de lo que dice la nota”

-Bueno. Ahí está ya se desmintió, vamos

-No, espera, sigue cambiando

Ahora cuando leyeron la nota, decía

“¿Quien dijo que esto es una nota?

-Bueno, vamos. Conozco a estas  notas. Va a seguir así toda la tarde

La volvieron  a leer y decía

 “A mí ya no me pregunten nada. Yo no di ninguna información. Quiero ser un dibujo”

-Hacele un dibujo Valena. Así terminamos con ella y podemos ir a la reunión

Valena le hizo un dibujo rápido, y dejó el dibujo, antes nota en el piso

 

 

Capitulo ocho

 

En ese momento se empezaron a escuchar todo tipo de ruidos de máquinas de trabajo, relojes de comienzo de hora, alarmas de final de hora. Baulén, a diferencia de Valena, podía ver los sonidos en el aire, no los colores, sino la vibración. Al primer clan lo vio como ondas de aire que se hacía en el aire y como las ondas del agua, que se desplazaban, se hacían cada vez más grandes y se perdían en la pared. El ring que vino después era como pequeños rayitos de aire que se hacía y sonaban más lejos y más lejos, como apareciendo y despareciendo del aire mismo, como los patos cuando se metían en el agua. El ruido adquirió un ritmo y una musicalidad. Los relojes para marcar hora de trabajo, hablaban

-A trabajar, a salir. Ya terminó la hora de trabajo- dijo un reloj

-A entrar al laburoo- dijo otro

Valena tomó a Baulén de la mano y le dijo

-Vamos, este es la hora pico de cambio de horario de trabajo, de entrada y salida de los trabajos. En un momento esto va a ser un hervidero de Baulenes que van y vienen del trabajo- Mientras bajaban le fue diciendo- El reloj que está al lado de la escalera al lado de la tuya saca un ruido de clank clank clank clank que es de color plateado, como de chapa y van vibrando mientras va bajando y aunque no se note hace vibrar todo lo que le pasa por al lado. Ahí se pierden para abajo. El reloj que está justo en esa escalera de acá enfrente saca un ruido de Grinnnnnn Grinnnnnnn Grinnnnn, que es amarillento, y pasa derecho para abajo

- ¿En qué mundo estamos? ¿Qué pasó que no me di cuenta? ¿Yo tengo que hacer que todos dejen de trabajar?
-Sí, pero sin trabajar. Hacerlo, sin  hacerlo

Los dos empezaron a bajar la escalera hasta la sala de los conferenciantes

 

Capitulo nueve

 

Cuando entraron a la sala de los conferenciantes lo primero que hicieron fue verla. Le gustaba ver esa sala Inmensa, abovedada. Primero había en esa sala un sentido del espacio libre que le generaba una sensación de espacio y tranquilidad a la cabeza de los Baulenes. En el mundo de los Baulenes todo estaba organizado para el ocio, la tranquilidad y la cura. Pero ahora, cuando miraron la sala estaba atiborrada de cosas, cosas arriba de cosas. Cosas al costado de cosas, cosas adentro de las cosas, cosas entre las cosas

-¿Qué esto? Hay cosas adentro de cosas, con cosas al costado, que están arriba de cosas

-Si los Baulenes, que organizamos los Baúles y las valijas  no sabemos organizar el espacio, estamos mal

La sala además de tener un montón de cosas, tenía en el medio una mesa de juego, que era una mesa en la que se jugaba un juego que era la fusión de todos los juegos. Ruleta, ajedrez, damas, ludo, Famil, TEG, etc. La mesa era inmensa y jugar ese juego podía llevar semanas. Y podían jugar todos los Baulenes que quisiran. E irse turnando. Era una de las cosas más bellas del mundo de los Baulenes. La mesa estaba igual, pero ahora alrededor de la mesa se había empezado a hablar de trabajo

-Salgan del paso, salgan del paso, que hay mucho trabajo- dijo un conferenciante pasando

-¿Cómo trabajo?- preguntó Valena

-¿A que ahora empieza la hora de mi reemplazo? Estoy haciendo horas extras- Preguntó otro conferenciante

-¿Qué es esto? ¿Qué pasa con la mesa de juegos?- Preguntó Baulén

-Que esto no es juego niño, esto es un trabajo. Acá se apuesta y fuerte- Lo corrió el conferenciante dos

El conferenciante tres hablaba por teléfono, frente al gran tablero multijuegos

-Tomo apuesta, tomo apuestaaasss. Va girar la Ruleta, y después se pasa al TEG. Quien apuesta al rojo por partida doble, rojo por partida doble. Bien bien, doble apuesta del rojo. Rojo en la Ruleta y ejército rojo del TEG. Tengo una apuesta acá doble rojo. Lo atiendo, lo atiendo. Si si, tenemos apuesta triple, la trifleta del bingo, si si ¿Qué apuesta? Equipo blanco al ajedrez, equipo blanco al TEG, blanco a las damas ¿Y le suma? Un blanco exacto con los dardos. Cuaterna, apuesta cuaterna. Tomo apuesta cuaterna

La mesa empezó a hacer lo que hacía antes, a veces tomaba vida, se concentraba mucho en sí misma, y traía apuestas del pasado de esos mismo juegos. Una voz que vino de algún lado de la mesa dijo- Jaque

-¿Cómo jaque?- dijo el operario uno- Hoy no estamos en esa parte

-Pasalaaaaaa, tiraaaa largaaaa que tiro el centro- dijo una voz de futbolista desde otro lugar de la mesa

-Esto no es futbol

-No no, que no tiren la pelota, que si la tira va a caer arriba de la mesa

-Ahora en nado sincronizado las hermanas Papolopulos. Tengan un poco más de paciencia que vamos a tirar agua y llenar más la pileta

-Noooo. Que no tiren agua

Por más que los operarios se quejaban, las voces de otros deportes y otros tiempos salían de distintos lados de la mesa

-Drop, fue drop juez. Pico del fleje para acá querido- Le dijo una voz que salió del aire a el operario uno

El operario uno no alcanzo ni a responder. Balbuceo, lo miro muy serio, cuando le vino otra información que lo confundió más

-Match point y este es mi victoria en el Wimbledon d 1920

-No no, no estamos en 1920, ni en Wimbledon, ni en tenis- balbuceo el operario dos

Y otra voz que estaba al lado de ella empezó a hacer un haka de los all blaks

 

Baulén puso el grito en el cielo

-¿Qué es esto? ¿Trabajando en la sala de juego?

Solo habló de trabajo, no dijo nada de las voces que se filtraban de otros deportes y otros tiempos, a él le encantaba cuando pasaba eso. Decía que eran retazos de la historia que le iban llegando

Le respondió Cómodo, una especie de coordinar de ese lugar. Cómodo siempre bajaba del interior de una cómoda, y como su nombre lo indicaba era cómodo, así que para responder no abandonó su comodidad. Estaba echado entre varios sillones, almohadones y sillas. Como había caído, se había quedado. Comodo digamos, estaba cómodo

-¿Estas cómodo, Comodo?- pregunto Valena

-Bastante cómodo

-Hay algo positivo Baulen, Comodo no está trabajando

-Ehhh, yo  no aseguraría eso

En ese momento entraron desde un costado dos baulenes llevando un sillón

-¿Señor Comodo ha encontrado el sillón, cómodo?

-Si

-Bueno, podemos decirle al fabricante que es un sillón Cómodo

 -Yo después le hago un informe sobre el sillón, y  sus comodidades

-¿Y puede agregar instrucciones para usarlo?

-Eso no estaba en el contrato de trabajo, soy Comodo y hablo si los sillones son cómodos o no

-Dice el fabricante que si no conseguimos otro acomodado en sillones

-Caramba eso sería bastante incómodo. Está bien, le hago los informes y las instrucciones

Los baulenes de carga de sillones, con mucho trabajo retiraron unos de los sillones de debajo de Comodo, y pusieron el que estaban trayendo

-Pruebe este señor Comodo. Díganos después si es cómodo

-Vayan vayan- después le dijo- Ah, Baulén. Estás ahí ¿Estás cómodo?

-Si cómodo, y no ¿Qué es esto?

-Yo soy catador de sillones. Yo les digo si son cómodos. La empresa le puso mi nombre. Sillones Comodos

-¿Y con el multijuego que pasa? Quería jugar un poco hoy

-Si tenés dinero podes jugar todo lo que quieras. Aún más, si tenés dinero la idea es que juegues más que un poco, y para eso tenés todos los juegos del mundo coordinados. Bueno, salvo algunos que se incordinan

-Sí, pero eso solía ser para divertirnos

-¿No es divertido que ya no lo sea?

-Es incómodo

-Entiendo. Por eso te llamábamos. Queremos que hagas que los Baulenes dejen de trabajar y volvamos al mundo de antes

-Nada haría con más placer

-Pero para eso no tenés que trabajar, sin trabajar, sino es un trabajo. Y sos el anteúltimo bauleno que queda sin trabajar. Vos y Valena. Si trabajan ustedes dos los Baulenes ya no van a dejar de trabajar, con las repercusiones que eso va a traer en el mundo de arriba. Nosotros bajamos de los baúles, las valijas, de vacaciones. Si trabajamos, y estas valijas se llenan de cosas de trabajo, pero sobre todo de espíritu de trabajo, las personas de arriba ya no van a dejar de trabajar ni un solo segundo, ni un solo minuto. Y eso sería…

-Incómodo

-Exactamente

-Queremos que hagas que los Baulenes dejen de trabajar sin trabajar.

-¿Cómo voy a trabajar sin trabajar?

-Eso lo vas a saber vos.  Anda rápido Baulén, que todo el mundo está dando trabajo a todo el mundo. Te van a dar trabajo y no te vas a poder negar. Y vamos a perder la última esperanza

-Vamos Valena

-No no, ella se queda acá. Tenemos otra misión para ella. Es algo que tenés que hacer solo

Baulén los miró a todos, se sintió del otro lado de todos, y en silencio se fue

 

Capítulo nueve

 

Baulén se alejó de la sala de los conferenciantes y empezó a caminar por el mundo de los Baulenes, miró para arriba, vio las tapas de las valijas, los baules, los roperos, los casilleros, las cómodas, una al lado de la otra, haciendo un techo o un cielo. Hasta donde se perdía la vista parecía un cielo remendado de tapas. Después se concentró más y miró los distintos puntos adonde salían del mundo esas tapas, pedazos de hoteles, al lado de pedazos de piletas, al lado de partes de días de campo, al lado de momentos de suspiros, pegados a abrazos, al lado de una música sonando muy bonita. Se dio cuenta que se había concentrado más y ahora estaba viendo otra cosa a través de esos techos, estaba viendo los recuerdos de los dueños de las valijas  Estaba orgulloso de eso, era el único lugar que tenía millones de salidas, una al lado de la otra, a distintos lugares del mundo. Y estaba orgulloso de poder ver tantas cosas a través de ellos. Esa era la característica, el súper poder de Baulén, era observador

-¿Y si salgo por cualquier tapa y empiezo a conocer el mundo? Me habían dicho que no tenía que trabajar ¿Qué mejor manera de no trabajar? Aunque está prohibido salir por una tapa que no es de uno. Pero todas esas tapas que conducen a cualquier lado, y a cualquier tiempo,  una máquina de tiempo impresionante

Siguió mirando para arriba y hablando en voz alta

-Podría tomar aquella tapa de casillero y salir a una escuela de chicago ¿Qué decir? En 1940. O podría tomar aquella pequeña tapa de armario muy pequeño, que seguro es de un armario de barco y salir a un barco en el mar de Nigeria en 1987. Se concentró un poco más, volvió invisible la tapa, y vio una escotilla de barco, una cielo azul atravesado de gotas que iban para arriba y caían, y un pez pasando de lado a lado en el cielo. Se concentró aún más, le pudo bajar la velocidad a ese mundo, y el próximo pez que paso lo vio pasar en cámara lenta, como lo fue viendo bajar la marcha, fue como si el pez hubiese tirado la caja de cambios de quinta a primera, tardó un montón en caer en cámara súper lenta. Después pasó a la otra tapa y se dijo: O podría salir por esa enorme puesta de ropero de todo lujo y salir a un ropero de una casa de Berlín, de 2890. De acá muchos años, cuando todo esto esté arreglado. Entonces se concentró un poco más, miró dos tapas, y lo que vio fue la relación entre esas tapas tan distintas en tan distintos lugares del mundo. La tapa de una alacena de escuela, de la que vio el espacio de estar de la escuela, la parte de abajo, y pies que iban y venían de acá para allá. Y la tapa de un casillero de colectivo que estaba en otro país, de la que le vino, todo el pasaje completo porque estaba al principio y arriba, visto de adelante para atrás, casi toda gente durmiendo y viendo por el ventanal del fondo los coches que iban atrás del micro, más que nada los colores, eran todos de distintos colores hermosos. Baulén acá sumo dos características más, podía ver las cosas que otro no veían en lo mismo que veían. Y podía ver las relaciones entre las cosas, notó esa energía que de alguna manera vinculaba esa alacena con ese casillero, era una energía, un historia, un vínculo que los unía, en una misma cosa, y aunque eran diferentes cosas formaban una misma cosa también, que era otra cosa. Así que eran la cosa que eran pero también eran otra cosa formada por el vínculo entre las dos cosas. Eran un fractal o un espejo roto de manera pareja. Esa relación entre cosas que formaban una nueva cosa, esa nueva cosa, que no estaba tranquila, era una cosa tensa, una cosa atenta, una cosa en trabajo. Y él pensaba que lo que tenían que hacer las cosas que formaban entre si una nueva cosa era lograr calmar esa cosa nueva que era. Y eso solo se lograba con tiempo y con paciencia, pero no era lo que estaba haciendo. Una de las dos cosas tenía que tener claros los conceptos del tiempo y la paciencia

Baulén seguía caminando y mirando su hermoso cielo hecho de tapas y posibilidades, mientras hablaba en voz alta

-Nunca entendí esto. Tenemos todos los juegos juntos en la sala de conferencias y todos los Baulenes podemos jugar todos los juegos juntos y cualquier juego. En todos los momentos y cualquier momento. Pero no podemos salir por todas las tapas o cualquier tapa a cualquier lugar o momento del mundo, porque se puede usar una sola ¿Para qué tenemos arriba ese cielo de posibilidades?

Mirando el cielo y pensando en las posibilidades, se encontró de frente con un grupo de Casilleris. Eran como él, pero metálicos y con voces metálicas, andaban juntos, como si fueran una especie de ser formado por todos ellos, que se enganchaban de sus partes metálicas. Uno de ellos, que Baulén conocía de hacía mucho le habló directamente

-Baulén. Lo buscábamos

-Casiller ¿Cómo anda?

-Tenemos algo para decirle

-Que linda coincidencia. Yo también a ustedes

-Tenemos un trabajo para usted

-¿Cómo? No No, Los Baulenes no trabajamos. Lo que tenía para decirle yo es todo lo contrario. Tengo un no trabajo para ustedes

-¿Cómo un no trabajo?

-Claro, tengo que pedirles, a ustedes y todos que dejen de trabajar y volvamos al mundo de antes. Es un trabajo que no me encargaron los conferenciantes

-No entiendo ¿Se lo encargaron o no?

-Me lo encargaron y no. Es difícil, Tengo que pedirles que dejen de trabajar. Ese es mi trabajo, pero no es un trabajo, porque si no ya estaría trabajando. Y yo no tengo trabajo

-Muy bien, nos entendemos

-¿Nos entendemos?

-Usted dijo que no tenía trabajo y nosotros venimos a encargarle un trabajo. Le estamos dando trabajo. Es lo que hemos dichos ambos

-Yo no dije eso

-Ambos hablamos del trabajo y de usted´

-Pero no del mismo modo

-El mismo modo o el modo mismo es lo mismo

-Usted como siempre está jugando con las palabras  para que pase lo que quiere

-Baulén. Tenemos un trabajo para usted. Y usted no se va a negar porque nunca se niega a nada. Tiene que ordenar su casillero

-Yo no tengo casillero

Casiller le dio una llavecita con un número y una dirección

-Ahora lo tiene, número 25, del casillero dos, de la escuela secundaria 34 de Pitbull, del año 2002. Hermoso año, hermosa escuela. Prolijo humano  con el que comparte el casillero. Y se lo tiene que ordenar ¿No estaba usted mirando el techo y quería poder salir por distintas tapas además de la suya? Se le acaba de cumplir su sueño. Tiene una tapa más

-Pero yo… pero usted ¿Cómo sabe lo que pensaba? Yo no debo trabajar

-Hasta luego Baulén. Usted está contratado. Bienvenido

-¿Cómo bienvenido si siempre estuve acá?

-No así

Casiller dijo esto y los Casilleris parloteando, se fueron todos juntos

Baulén los olió, y no se dio cuenta porque hacia eso, pero cuando logró poner el olfato sobre ellos apareció una capacidad nueva que no sabía que tenía. Primero les olió las intenciones, el casiller que le acaba de hablar tenía buenas intenciones, parecía que lo quería ayudar, esas intenciones le llegaron como un profundo olor a jazmín, un olor blanco y mojado, gotitas de olor a jazmín, que le hacía acordar al olor a jazmín de la infancia. Después el olor tomó un color blanco, que le paso como un oleada casi de un blanco trasparente y cual luz de subte lo paso para atrás y siguió, en algún momento se volvió gris, que él pensó que era de la pesadumbre que llevaba también ese casillere, Después sintió el tacto de ese olor, un tacto fresco de cierta briza florida. Y un ruido de gotitas plic plic plic, que le llevó el sonido de ese olor. Después se cerró a la percepción. Y se dio cuenta que a medida que profundizaba sus capacidades sumaba nuevas capacidades. Enseguida se concentró en su presente más pequeño. Baulén se quedó pensando en vos alta

-¿Contratado? ¿Trabajo? Si yo tengo que hacer que todos dejen de trabajar

 

Capítulo diez

 

Baulén pasando entre escaleras, se puso a avanzar buscando el casillero que le habían ordenado ordenar. Llegó hasta el lugar de los Casilleris, y miró para arriba un techo hecho de tapas de casilleros. Todos numerados, Se puso a buscar el suyo. Cuando lo encontró, miró la tapa, miró la llave. Y tomó la escalera que iba a la tapa para empezar a subir

-Bueno, voy a salir a un casillero de 1940, de Pitbull. Lindo conocer Pitbull en ese momento

Después miró todo el cielo lleno de tapas del lado de adentro. Volvió a decir

-Un inmenso cielo de tapas que conducen a distintas salidas de distintos lugares del espacio y el tiempo ¿No es esta la máquina del tiempo más maravillosa que existe? Agudizo los oídos, otra cosa que había entrenado para hacer Baulén, para escuchar lo que venía de cada casillero, concentro, como si fuera una mirada la oreja en uno por uno de los casilleros, y fue escuchando el ruido que venia del lado de afuera de ese mundo de casilleros, con si su oreja fuese una radio fue pasando de casillero a casillero como de radio en radio. De la primera tapa le vino voces de un partido de futbol. Ese casillero estaba en un vestuario del club River Plate, de algún momento de 1940. De al lado le vino sonido de una escuela y un idioma que le parecía ruso, del de arriba de ese le vino de nuevo agua, ruido de olas, estaba en algún lugar del ocena pacifico pero por los ruidos muy metálicos que venían pero muy suaves, le pareció que estaba en el futuro. Se concentró en el del costado de ese e hizo una sonrisa, alguien llamaba presidente a alguien. Eso sería, pensó un vestuario de alguna casa presidencial, de algo en algún lugar y momento. Y eso fue todo porque se dispuso a subir. Cuando empezaron a bajar trapos agarrados de trapos, papeles doblados, trapos enganchados con ganchitos. Trapos pegados con curitas. Y de ellos, como un escuadrón comando, los Bolsillines. Bajaron todos cronometrados de sus trapos y lo rodearon en cinco. A Baulén le encantaba ver a los Bolsillines. Tenían figura de pequeños hombrecitos pero estaban todos formados de pelusas que se juntaba en los bolsillos, que eran un montón de restos de un montón de cositas que iban quedando.

 Baulén los saludó y puso en juego otra característica que tenía, podía escuchar la sensación que traían, o la emoción, traducida en una música conocida que salía del bolsillín y que el solo podía escuchar. Como si cada uno de ellos tuviera su banda sonora de película. A bolsillín que se le adelanto le sonaba una canción muy dulce que se llamaba “El cóndor pasa” Vio al Bolsillín y El cóndor pasa sonando alrededor de el

-¿El cóndor pasa? –Le preguntó Baulén

-Perdón

-Nada, es dulce, y es lógico, denota movimiento

Al segundo Bolsillin le escucho la banda sonora de la película de Rocky, lo miró y se sonrió. Era un Bauleno que no podía dejar de moverse, y miraba todo el tiempo para todos lados. Lo pensó dispuesto a entrar al combate

-Rocky-le dijo

El bolsillín no entendió

Al tercero le venía la banda sonora de El lago de los cisnes y lo miro con curiosidad. Después se sonrió de nuevo, estaba medio parado en una posición de ballet. Y después dejó de escuchar la música internas porque ya le habló al que se le adelantó

-Los Bolsillines, la pelusa del ombligo del mundo de los Baulenes. La comida del otro día. El coral de nuestro mundo. Seres hechos con partecitas de cosas, como nidos. Los Bolsillines, los nidos del mundo de los Baulenes. Custodios de los bolsillos. Entendidos digamos en las pequeñas cosas

-Baulén, gracias por la presentación ¿Te habrás dado cuenta que dado nuestra llegada, nuestra aparición, digamos nuestra presentación, no necesitamos presentación?- le dijo Sillín, el que tenían sonando El cóndor pasa

-No no, esa presentación a lo Swat de los Bolsillines, decididamente no necesita presentación. Ustedes son una presentación. Diría solo una presentación ¿No pensaron hacer un espectáculosde sogas?- Baulén pensaba que la banda sonoro propia de cada uno le servía también como banda sonora para el espectáculo

 Uno de los Bolsillines le dio una soga a Baulén, y en silencio Baulén empezó a subir con ellos, y a manejarse con la soga, que era un hilo de hacer chorizo, cómo si fuera una liana por todo el mundo de los Baulenes. Yendo y viniendo, bajando y subiendo, siguiéndolos por todos lados. Mientras hablaban. Ahora Baulén estaba volando con ellos y para sorpresa de él mismo se le activó su propia banda sonora, que el no pudo escuchar, porque era lo que uno desprendía hacia los otros, pero que los Bolsillines si escucharon porque lo miraron y se rieron. Nadie le dijo nada, y el no preguntó

-Cuidado esas escaleras, subimoossss ahora. Hop hop hop

Empezaron a subir hasta el techo de tapas. Baulén se sintió contento, nunca había llegado hasta ahí arriba. Salvo cuando bajaban de su tapa. Ahora estaban a centímetros del techo. Baulén tocó la tapa que tenía arriba, era de una valija roja, y pegado una tapa de un cofre marrón clarito. Y al lado le pasó la mano por la tapa de una baúl amarillo. Se concentró para volver invisibles las tapas, y vio la parte de arriba de la valija roja, un cielo con hojas, sombras que se colaban y la tapa que andaba, veía partes de techos, algunas partes de personas que pasaban. De golpe vio una pelota que se fue agrandado y amagó a meterse en el mundo baulen, rebotó en la valija y salió para otro lado. Tocó el principio de la escalera que bajaba la otra tapa que acababa de ser utilizada. Las escaleras a veces estaban a la vista y a veces no, se las veía cuando se las usaba o se las acababa de usar o se las iba a volver a usar pronto, como si las escaleras se vieran cuando las tapas se abrían pero dejaban de verse cuando se cerraban.

-Tengo algo que pedirles- les dijo

-No hay tiempo. Nos quedamos acá en el techo observando y a la espera. Acuérdense. Bajamos de golpe a mi indicación con los dedos- El Bolsillín que hablo tenía la banda sonora de Kill Bill sonándole. A Baulén con esa banda sonora y esa indicación le dio un poco de desconfianza seguirlos

-Necesito pedirles algo

-No tenemos tiempo. Baulén, usted ha sido incorporado al 345 grupo comando. Tenemos un trabajo para usted

-Imposible, ya tengo uno

-Ahora tiene dos. Como le gusta trabajar a usted Baulén. Qué raro es

-Todo lo contrario, no me gusta para nada. Yo quisiera que todos dejaran de…

-Felicitaciones. Bienvenido

Toda la conversación con ese bolsillin se vio acompañada por la banda sonora de Benny Hill, que era la que le sonaba a él, así que a Baulén se le apareció como de lo más curiosa esa charla con música de comedia de fondo en sus oídos  y algunas rizas cada tanto

-Pero si yo ya estaba

-Al trabajo

-No puedo. Renuncio

-No puede renunciar. Está en periodo de prueba, Cuando lo aceptemos si quiere renuncia. Pero ahora su trabajo. Se le ha asignado el bolsillo derecho del pintor de un dibujante de Estambul en 1010. Esta es la soga que lo conduce hasta él. Está por allá- Le señaló la soga por la que estaba colgado Baulén, que se alejaba se ellos y terminaba en una en una pequeña tapa de tela, que del mundo de afuera era un pequeño bolsillo marrón, con el que agudiza la vista un poquito y vio un enchastre de tempera blanca con una tempera negra cerrada y algunos pinceles pintados por ahí

Baulén pensó en rechazarlo pero también pensó que era otra cosa más que tenía. Otra tapa de salida de ese mundo. Y la posibilidad de salir en otro tiempo y otro lugar, y aprender más.  Ya era dueño de tres cosas de ese cielo. Y eso le gustó

Como vinieron los Bolsillones se fueron
-¿Qué tengo que hacer?- Les gritó mientras se iban

-Limpiarlo, es un desastre. Pegajoso de caramelos, tierra, pintura, tinta. Lombrices. Se lo dimos a usted porque usted es quien hace todas las cosas difíciles. Y le digo más, es hasta quien hace que las cosas sean difíciles

-¿Cómo que hago que las cosas sean difíciles?

Le dijo esto y se fueron todos, usando las sogas como lianas uy gritando a lo Tarzán, desparecieron de la vista en el horizonte del cielo de tapas, del que estaba agarrado de una soga que conducía a un bolsillo. Agarrado ahí donde estaba hizo una breve reflexión. El los vio irse pero más que nada los escucho irse, con todas sus bandas sonoras mezcladas sonando juntas en un sonido que era un bochinche mezclado. Tardo mucho más en dejar de escucharlos en el horizonte que en dejar de verlos

-Ahora entiendo porque trabajan. Si yo más trabajo tengo acceso a más lugares, y más cosas, más tapas para salir, más cosas para conocer, más posibilidades. Trabajar te da cosas, Y el que tiene cosas quiere cada vez más cosas. Pero hay que saber cómo estar en las cosas. Pero, vamos a ese bolsillo, después al casillero. Y después vuelvo a la tapa de mi baúl y a mi baúl a descansar

 

 

Capitulo once

 

Cuando estaba por ir hacia el bolsillo, la tapa bajo la que estaba, una tapa de madera, gruesa y grande, se abrió de golpe y le pegó en la cabeza. Bajó unos centímetros y se volvió a agarrar de la soga

Se asomó Tropero, que era uno de los troperos, de los que bajaban desde las tapas de los roperos. El único Tropero que conocía. Todo de madera, del tamaño más o menos de un metro. Con cuerpo de madera flexible, y cara como de corteza de árbol. Manos de ramas. Parecía un ser de los árboles. Algunos decían que los Troperos venían de los árboles. Tropero conocía a Baulén

-Baulén

-Tropero, como siempre usted trae ropa colgando de ahí del ropero. Esa remera que le cuelga en la cabeza, la media que se le enganchó en la oreja Y el calzoncillo  el pantalón que tiene atado a la pierna

-Hoy me colgué a la moda

-Ya veo, después lo buscan en el mundo de arriba  y no lo encuentran

-No sabe la cantidad de ropa que compran, han llenado el tropero

-Ropero

-¿Perdón?

-Ropero, es un ropero lo que es eso en el mundo de arriba, pero ustedes le dicen tropero. Por eso le decimos los Troperos

-No me cuente lo que ya sé

-No era mi intención

-Es raro usted Baulén

-No era mi intención

-Claro que no ¿Quién va a tener de intención ser raro? Es raro usted Baulén. Pero no se quede ahí colgado. Vive colgado usted

- No se quede ahí amigo, entre entre

-¿Usted está bien tropero? Primera vez que me invita a pasar a través de su tapa

-Pase usted

En ese momento se sintió un temblor en la tapa de tropero, en tropero y en la soga de Baulén. Casi se caen los dos. Ambos quedaron garrados. Pasó el temblor. En Baulén se activó otra característica que tenía, por la confusión, hizo llegar el temblor que había sentido a todo el mundo Baulén, empezando desde donde estaba él. Baulén tenía la capacidad de trasladar lo que le pasaba a todo el espacio que ocupaba. Temblaron algunas tapas  de la lado, y de a poco fueron temblando otras, y Baulén se imaginó que había temblado algunas partes de esos mundos de afuera de las tapas. Temblaron un poco las escaleras. Y allá abajo vio tambalearse a los frasquinis que iban caminando, agarrase entre sí, tratar de evitar caerse. Se concentró, respiro bien, se relajó, cambió se sintonía y evitó que se cayeran. Los frasquinis hicieron equilibrio y no cayeron

-¿Qué es eso? ¿Un temblor?

-Traqueteo

-Eso ha sido un temblor, se está rompiendo nuestro mundo 

-Traqueteo. Están mudando el ropero a otra casa y en el camión en el que vamos en el mundo de afuera traquetea mucho

-¿Vamos en un camión en el mundo de afuera?

Tropero se asomó para el lado de adentro de la tapa. Vino un olor a humo y se vieron árboles de plaza y algunos edificios. Desde ahí le gritó

-Hermoso

-¿Puedo ver?

Venga usted a ver

Baulén dejó la soga y se agarró de la tapa con una mano. Con la otra mano lo agarró Tropero y así agarrado lo subió hasta adentro de la tapa. Cuando enfocó su vista estaba sentado en el ropero, del lado de afuera, en una de sus tapas, en un camión viajando por la ciudad. Estaba lleno de edificios, calles, personas. Estaba en algún lugar de alguna ciudad

Los dos estuvieron un rato largo viajando en silencio, mirando el mundo de afuera. Después bajaron de nuevo al mundo de los Baulenes. Cerraron la tapa y el mundo de los Baulenes se quedó quieto

Se sentaron en la escalera por la que bajaba tropero al mundo de los Baulenes, ya del lado de adentro. Y ahí él le dijo

-De estas necesito, chiquitas, aureola y tornillo. Para ajustar la tapa el traqueteo del camión me la ha aflojado. Va me la compra, va de parte mía, y viene. Cuando vuelva le doy unos pesos, después va y se los gasta en el multijuego, que sé que le gusta pasarse horas ahí ¿Quién sabe? Quizás está de suerte y lo multiplica. Baulén, no se confunda, es una changa lo que le estoy dando, no un trabajo fijo. No tengo para trabajo fijo. Esta es la llave de la puerta del ropero. Una que tengo de reserva. Si cuando vuelve no estoy abre, se mete y lo deja. Me va hasta el almacén del Roul

-¿Roul? El de la tapa de baúl

-Si si, le va a entender enseguida, es uno de los suyos

-¿El que hace música soul y habla en soul?

-El mismo Roul

Se ponen a cantar juntos

-Roul el del Soul, el mismo Roul

-No puedo trabajar. Ya tengo dos trabajos- Le dijo Baulén

-No le estoy dando un trabajo. Es una changa ¿Dos trabajos tiene? Usted tiene un problema con el trabajo. Trabaja mucho. Controle eso ¿Usted se acuerda lo que era antes este mundo? Acá se descansaba

-No soy yo

-Si me acaba de decir que tiene dos trabajos

-Bueno, tres, también me encargaron que hiciera que dejen de trabajar. Con este sería el cuarto

-Usted va a hacer que dejemos de trabajar sacándonos todos los trabajos a nosotros

-No soy yo

-Me va a buscar eso, viene y me lo deja del otro lado de la tapa. Después el pago. No puedo seguir hablando, estoy muy ocupado trabajando con esta mudanza. Para ser alguien que tiene muchos trabajos, habla demasiado

Le dijo Tropero y se metió del otro lado de la tapa, al mundo fuera del ropero. Cuando abrió la tapa se escucharon unos ladridos, cuando la cerró cesaron. Baulén aún se quedó escuchando los ladridos un rato más. Podía escuchar lo que fuera de la tapa que fuera, de la parte del mundo que estuvieran. El perro en el oído de Baulén ladro unos minutos más y después se fue callando de a poco. Tropero se interesó

-¿Usted escucha lo que sea del mundo de afuera de la tapa que sea?

-Si

-Me pone el oído en la tapa que va al estadio de River y me dice. Quiero saber cómo va el partido

-¿El que se juega hoy?

-No, el que se juega hoy es una incertidumbre. Vamos a salir a un mundo viejo. Uno que hayamos ganado. No quiero angustiarme. La final del mundo de 1986, que la ganamos

-Bueno- dijo Baulén mirando el techo de tapas –habría que buscar, observar que tipo de tapa sale a un estadio y ver si salimos en el año justo, en el estadio justo, en el partido justo

-Hágame ese favor

Baulén miro una tapa al azar, escuchó un relato donde Alzamendi llevaba la pelota, y estaban Frenchescoli y Alonso según el relato y supo que era esa. Otra característica que tenía Baulen era que veía la solución al problema que se le presentaba en la cabeza apenas mirada lo primero que se le aparecía

-Aquella- señaló una tapa de casillero que estaba unos cuantos metros más allá entre cientos de tapas de casilleros. Da al casillero del estadio del partido que juego River. Al momento del partido

-Bárbaro- Le agradeció Tropero- Hagamos una cosa. No me diga nada. Yo voy a salir por esa tapa entonces, en cuento arregle esto. Hágame ese trabajo, esa chanqguita que le encargue por favor

Baulén se quedó pensando

-He aquí otra cosa que estoy aprendiendo, hay muchos trabajos que no se saben cómo trabajos porque si bien son trabajos no se dicen trabajo, a prueba, changas. El mundo de los trabajos es más complejo de lo que pensamos. Porque hay cosas que no se dicen como trabajo y son trabajo, cosas que se dicen que no son trabajo y son trabajo, Y cosas que no son trabajo y la volvemos trabajo. Pero que estoy haciendo acá pensando, tengo trabajo

Dijo Baulén y empezó a caminar de nuevo entre el mundo de las escaleras

 

 

Capitulo doce

 

Baulén bajó unos cuantos escalones por la escalera de Tropero Y ahí abajo vio a Lijo. Lijo era un Valijín. Era del mundo de los Baulenes, de la parte que salían de tapas de valijas. Eran los que andaban rápido por todos lados. Iba con su escalera echa toda de cuero. El mismo estaba hecho todo de cuero marrón clarito, parecía un pequeño hombrecito hecho de cuero y lleno de cierres y compartimentos, internos y externos. Sin verlo se puso a leer un papel que sacó de uno de los muchos compartimentos internos de su cuerpo. Lo leyó. Mientras lo leía Bauleno lo tocó. Le gustaba tocar el áspero de valija de su piel, estaba un poco con unos pequeños pelos saliéndole. Sintió la sensación de comodidad que le dio eso

-Busco al

Buscó en otro compartimento interno, sacó otro papel y lo leyó. Baulén le tocó el compartimento, ahí era más suave

-Señor

Buscó en otro de los compartimentos internos adentro de sí mismo y sacó otro pedazo de papel. Baulén ya no lo tocó pero lo miro desde arriba, como si buscara algo adentro de él, los compartimentos apenas cerrados los cierres, los bolsillos

-Baulén

Baulén que ya estaba atorado y apesadumbrado pero contento de poder hablar con un Valijo. Eran rápidos, ausentes, viajadores y escurridizos. Y quería hablar antes de que se fuera con su escalera corriendo

-Hola Lijo

-Señor Baulén acá está. A usted lo buscaba, tengo un trabajo para darle

Buscó de nuevo en sus compartimentos internos pero no sacó nada, se dedicó a hablar normalmente sin nada escrito. Baulén hizo un par de pasos para atrás para mirarlo de lejos

-Qué bueno debe ser tener todos esos bolsillos internos. Usted es como una valija dada vuelta.

-Ya me voy a otra estación. Tengo un trabajo para usted

Dijo Lijo que se agarró de la escalera que se empezó a mover como si alguien la tironera corriendo desde arriba

-¿Que trabajo?

-No lo sé. No le sé. Déjemelo pensar. Algo le vamos a encontrar

-Si yo no le pedí nada                    

-Algún trabajo le vamos a dar, está contratado. Le aviso hoy mismo

Y así se fue a la carrera y los tirones Lijo

-Baulennnnnnn

El grito fue de Valena, que estaba en su escalera, justo al lado de él

-Baulennnn

Valena estaba pegada a él porque en ese momento Baulén había llegado hasta su escalera y las escaleras de ellos estaban pegadas. Así había logrado encontrarlo Valena, que lo había buscado por todos lados y después se dio cuenta que lo iba a encontrar cuando el volviera a su escalera.

-Si Valena

-Baulennnnnnnn

-Si Valena, no necesitás gritarme. Nuestras escaleras están pegadas porque nuestros baúles viajan juntos

-Dos palabras tengo para vos

-Adicto al trabajo

Esa acusación le cayó como una bomba

-Adicto al trabajo, Baulén. Te estuve viendo todas estas horas. Te volviste un adicto al trabajo

-Pero claro que no, yo tengo que hacer que todos dejen de trabajar

-Ya estás hablando de trabajo. Adicto al trabajo
-Pero como yo, si vos, si yo, si vos

-¿Qué hiciste todas estas horas acá abajo?

-Tratar de que dejen de trabajar

-¿Y lo conseguiste?

-Algo

-¿Qué?

- No conseguí que dejen de trabajar pero conseguí sacarles algo de trabajo de encima. Me dieron como seis trabajos

-¿Tenés seis empleos?

-Podría decirse, claro que diciendo así

-Dicho así y dicho de cualquier manera. Seis empleos

-Bueno, eso sonando así

-Seis empleos tenés. Te mandaron para que dejaran todos de trabajar

-Bueno dicho así, suena como

- Suena como suena. Adicto al trabajo. Hay que tratarlo
 
-¿El qué?

-Un psicólogo Baulén. Te está esperando en una hora. No lo hagas esperar, lo tuyo es muy urgente

Y dicho esto, Valena se subió por su escalera

Baulén se quedó con su nota en la mano, diciéndose a sí mismo

-¿Adicto al trabajo? Pero, Claro. El trabajo es algo muy complejo, muy raro, muy profundo. Con el trabajo no se juega. O sí. Y tengo que saber más cosas sobre este trabajo. Voy a ir con el psicólogo

Así Baulén se encontró siendo un adicto al trabajo y yendo al psicólogo

 

 

Capitulo trece

 

 

Baulén estaba en el consultorio del psicólogo. Era el interior de un maletín. El psicólogo era el mismo psicólogo que tenía el maletín pero en su versión diminuta. Era un pequeño psicólogo de tres centímetros. Baulén dentro del consultorio también tenía tres centímetros, sin darse cuenta se había ido achicando mientras había ido entrando. El atuendo del psicólogo era un atuendo que estaba formado por partes de distintas vestimentas de trabajo. Tenía un saco de psicólogo cuadriculado clarito, pantalones de plomero gris manchado, casco de operario amarillo patito, serrucho de carpintero mediano, lápiz en la oreja de verdulero, con punta de goma. Una llave general en el llavero de cerrajero arriba de la mesa con más de 100 llaves. Colgando un silbato de referee negro. Una pistola para medir la velocidad de los autos en la mesa muy moderna, muy linda, como un pequeño radar de mano. Una pistola marcadora de precios del otro lado de la mesa, azul, con los precios asomando en la punta. Y estaba lleno de sellos de distintas profesiones. Baulén se encontraba sentado frente a él

-¿Así que adicto al trabajo?

-Eso dicen mis jefes

-Jefes ¿Cuántos?

-Seis

-¿Seis? Yo también fui adicto al trabajo. En otro momento

-Algo noté, no mucho, un aire

 -Es muy perceptivo usted ¿Entonces usted es muy adicto al trabajo?

-Yo no lo diría así

En ese momento en psicólogo le hizo sonar el silbato en el oído

Prrrrriiiiiiiiii

-Infracción, usted está en infracción. Amarilla. La próxima roja -Se paró como un referee para sacarle la tarjeta. Después, lo miró y en una libretita chiquita anotó el nombre. Después la guardó en el bolsillo de atrás del pantalón y se sentó- Primer paso para superar un problema es reconocerlo

- ¿Usted es psicólogo o referee?

-¿La terapia es sobre mí o sobre usted?

-Dígame usted

-Usted va muy rápido Baulén, muy rápido. Tiene que bajar un cambio

Mientras hacía eso le tomaba la velocidad en la frente con la pistola de medir la velocidad, y se le aceraba de costado a hablar con él como si fuera un policía de tránsito

-Esto anda mal, 0 km por hora-Lo miraba de arriba como si Baulén estuviese en un coche

-Estoy quieto

Ahora se le había agachado, le había pasado un brazo por el hombro y lo aconsejaba señalando para adelante con la otra mano

-Si sigue a esta velocidad va a derrapar. Usted la curva la tiene que tomar bajando la marcha, punta taco, frena. Mira el camino para atrás, mira para adelante y sabe adónde va

-¿Es entrenador de corredores? ¿Usted no tendrá varios trabajos a la vez?

-Como está el mercado- Le dijo sentándose

-¿Y cómo empezó eso de varios trabajos a la vez? Cuénteme

-¿Me está psicoanalizando?
-No no, preguntaba, A ver si puedo ayudar.  Usted hable. Yo anoto- Baulén sacó una pequeña libreta también y se dispuso a anotar

-Ya se tomó el trabajo de ser mi psicólogo, y yo soy su psicólogo. Usted es un adicto al trabajo

-Usted es adicto al trabajo

-Usted es adicto al trabajo

-No, usted es adicto al trabajo

-No, usted es adicto al trabajo

-Que descubrimiento, ya lo sabía. Por eso vengo acá. Usted también es un adicto al trabajo

  El psicólogo Baulén le volvió a tomar la velocidad, volvió a ver cero. Y le dijo

-Usted va muy rápido. Muy rápido. Está sobrevalorado

Y enseguida cambió de pistola, le puso la de estampar precios y le estampó un precio en la cabeza. Después la bajó, y le estampó otro precio menor. Después se paró y estampó varios precios a las cosas que estaban al lado de Baulén, y gritó como para afuera

-Termino con estos precios y voyyy- Se sentó y le dijo a Baulén-Usted está sobrevalorado, ahí le puse un precio y ahora se lo bajé

-¿Usted pone precios?

-Soy marcador de supermercado

En un momento el psicólogo con dos balizas de aviones le empezó a hacer señal de que estacionara, cómo si fuera un avión

-Descienda, la pista está despejada

-¿Usted también estaciona aviones?
Después de esa pregunta el psicólogo se paró como un referee y  le sacó la roja

-Roja, usted está expulsado. Vaya a las duchas. Está hablando de mí y tenemos que hablar de usted. No se habla del refereee. Usted juegue en silencio-y se sentó

-¿Tiene duchas? No entiendo ¿Tengo que ir a las duchas?

-Salga

-Bueno

Baulén se levantó para irse para la puerta, y cuando estaba por cruzarla el psicólogo le dijo

-Espere, se olvida la bolsa

 Cuando se dio vuelta el psicólogo estaba con una bolsa de papas y batatas arriba. Un anotador y un lápiz, contando los productos y anotando precios

-¿Usted es verdulero también?

-¿Y qué clase de verdulero?

Cuando Baulén se fue para la puerta el psicólogo dijo

-Se vaaaaa, se vaaaaa, se vaaaaaaaa. Se fueeeeeeee del estadio. Jon ron

Baulén volvió a entrar para preguntar, lo encontró con un micrófono de mano a mano y unos auriculares

-¿Es relator de béisbol? Porque me encanta el béisbol

-Siii, estamos acá por la entrevista laboral ¿Usted vino por la entrevista laboral?
-No, esteee, bueno, ehhh ¿Entrevista laboral? Bueno, ya tengo varios. Pero uno más…

-Lo caché, usted es adicto al trabajo. Venga, siéntese, charlemos. Le hable de entrevista laboral y le brillaron los ojos, se entusiasmó, cambió la posturas

Baulen se sentó

-Pero usted también, mientras hablábamos hizo un montón de trabajos más

-¿Y cómo se sintió?

-Enloquecido

-Eso es lo que les pasa a todos con usted. Así no se puede ¿Y cómo empezó esto?

-Me encargaron el trabajo de que hiciera que todos dejaran de trabajar
-Lo lleva bastante bien

-Bueno, me ha salido un poco mal ¿Qué tengo que hacer doctor?

-Nada

-¿En serio?

-En serio, usted no tiene que hacer nada. Usted tiene que dejar de hacer y de hablar. Se tiene que quedar quieto

Y así Baulén se quedó quieto y callado. El psicólogo también. Y estuvieron así, quietos y callados dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, quince, veinte horas. Finalmente Baulén se levantó y se fue

 

Capitulo catorce

 

Cuando Baulén salió del psicólogo empezó a caminar en silencio entre el mundo de escaleras, tapas, subsuelos, techos, de los Baulenes. Ese silencio lo fue envolviendo y como hizo silencio y se concentró en el silencio y no en otra cosa, pudo empezar a escuchar cosas, a verlas, a darse cuenta. Baulén caminando en silencio empezó a amar el silencio y la cantidad de cosas que podía ver en silencio y como tampoco iba a estar tanto tiempo en silencio empezó a comentar en voz alta las cosas que veía con el silencio

-Claro claro claro. Ahora que estoy en silencio entran un montón de cosas. Entran un montón de cosas en el silencio. Porque entre palabras, digamos, no entra nada, pero en el silencio entran un montón de cosas. Hay cosas que se ven en el silencio, olores. El mundo es inmenso en el silencio. El mundo entero cabe en un poco de silencio

-No aclare tanto que oscurece

Cuando Baulén miró de donde venía la voz vio un hombre que no estaba en ninguna escalera sino que flotaba en posición de loto. El Baulén taoísta

-Baulén taoísta

Lo saludó
-Baulén

-Le preguntó ¿Qué tengo que hacer?

-Nada, no haga nada, usted solo observe

-¿Qué?

-Ya está haciendo algo. Está preguntando. Usted no haga nada

-Bueno

-Hizo algo también, aceptó

-Es que

-Chst algo

-Ah

-Chst

-Bueno

-Algo, chst

-Es que..

-Chst

-Es que Chst

-Chst

-Nada entonces

-Pero che

-No, entendí entendí. Nada. Mire como no hago nada

-Algo. Chst

-Usted está haciendo algo. Para que  yo no haga nada, usted no tiene que hacer nada

El baulén taoísta se dio cuenta que más o menos había entendido y agachó la cabeza en señal de deferencia. Se quedaron así un rato largo. Hasta que Baulén se levantó y se fue

 

Capítulo quince

 

Cuando Baulén se fue de conversar con el maestro taoísta y empezó a caminar por las escaleras y los entrepisos y mirar las tapas y los techos se dio cuenta que había un vértigo que él no tenía. Los Baulenes subían y bajaban. Las tapas se abrían y cerraban, Bajaban de baúles, de roperos, de frascos, de casilleros, mientras el mundo de arriba se movía con el mismo vértigo que el mundo de abajo, como si respondiera a eso. Veía los pedazos de mundo de arriba concentrándose en las tapas. Un pedazo de catedral arriba de aquella tapa de valija amarilla. Tres personas jugando al futbol arriba de aquella tapa verde de bolso deportivo. Un cielo celeste al lado de un cielo nublado, al lado de un principio de plieta que limitaban con la parte del costado de una montaña, que tenía más allá una mano inmensa metiéndose, como estaban al lado de una cara de persona buscando, que estaba pegada a la cabeza de un chivo que se había metido al bolso y así al mundo Baulén. Todo eso si veía las tapas todas juntas.  Pero Baulén en cambio se movía más despacio y con más silencio. Caminaba callado, lento y los Baulenes lo pasaban por todos lados. La Cinchada, la cinchada, decían. Hoy está el campeonato de cinchada
En su caminada enganchó una leve conversación de dos Baulenes que iban caminando y comentando

--Hoy es la gran final de la cinchada- Pensó Baulén

-Que trabajo difícil- comentó Fresco, pasándolo a Baulen de costado

-Para mí antes, ir a ver la cinchada era un placer, pero ahora es un trabajo. Yo le aposté al equipo azul- Confesó Valijín palmeando a Baulén a la pasada

-Yo, también, yo también le he apostado ¡Allá vaaaa! ¡Allaaaa vaaaaa!- gritó Fresco

Baulén vio que señalan a alguien y lo reconoció enseguida. Ropo, el gran competidor de cinchada. Ropo venía de los Baulenes que bajaban de roperos. Era grandote, fuerte y tenía directamente la forma de un ropero, pero pequeño, de un metro

-Señor Ropo, señor Ropo. Nos firma un autógrafo- le dijo Valijín

Ropo respondió de manera casi automática y salió corriendo

-No puedo niños, estoy en el precalentamiento. Tengo mucho trabajo, mucho trabajo

Y después salió corriendo. Ahí se dieron cuenta de la presencia de Baulén atrás de ellos

-Baulén ¿Vas a ver el campeonato de cinchada?

-¿A quién apostaste Baulén?- preguntó Fresco

Baulén ya estaba en el silencio, se limitó a mirarlos sonreír, no decir nada, y dejar que se alejaran

-Qué raro está Baulén- dijo Valijín

-¿Qué está ahora? Siempre fue raro Baulén

Baulén caminó un poco más lento y poco a poco lo fueron pasando todos y se quedó caminando lento para el campeonato de cinchada

 

Capítulo dieciséis

 

Cuando Baulén fue llegando fue escuchando el bullicio en la sala de juego. La sala estaba arriba, pegada al techo de tapas, Y cada Baulén estaba bajo su tapa. Era un espectáculo hermoso ver los Baulenes, las tapas, las escaleras, y en el medio de todo eso la cancha de cinchada. El partido ya se estaba jugando. Cinco Baulenes por lado, unos tiraban para un lado, otros tiraban para el otro. Y todo se mantenía emparejado en el medio. Entre los jugadores había varios conocidos suyos. Por empezar en el quipo rojo estaba Valena. En el azul estaba el pequeño Casilleri. Además de Valena en el rojo estaba su jefe, el que le había encargado que hiciera que los Baulenes dejaran de trabajar. Estaba Comodo, estaba el pequeño Sillín. Y en las camisetas de ambos equipos se leía “Equipo profesional de cinchada” Significaba que ambos equipos se habían profesionalizado, todos los jugadores estaban trabajando. Y en el estadio todos tenían boletos de apuestas en las manos, así que todos habían apostados. Todos estaban trabajando, Ahí Baulén se dio cuenta que no había quedado un solo centímetro para el juego, en su mundo subterráneo. Miró las valijas de las que estaban los baulenos, como estaban semiabiertas y ellos estaban sentados ahí podía ver el mundo de afuera a través de la apertura de la valija, pero más que nada escucharlo. Lo que escuchaba eran gritos de muchos estadios del mundo, porque en ese juego se ponían en primer lugar y se abrían más todas las valijas, bolsos, casilleros que estaban en estadios del mundo. Jugaban con el ruido de fondo de la hinchadas de todos los tiempos, de todos los estadios del mundo. Y por momento los Baulenos, más que jugar se concentraban en el ruido que bajaba de las valijas, bolsos, de los estadios y hacían comentarios. Si eso era del circo Romano. Si era Wembley, si era la boca, si era el mundial del rugbi. La carrera de cien metros de las olimpiadas del 62

Baulén se puso a mirar en silencio, después de 20 horas los jugadores agotados seguían cinchando y ya todos habían empezado a querer que se terminara, y prestarle muchas más atención a los gritos de los estadios. Así que empezaron a pedir un jugador que se sumara para algunos de los equipos a tirar y dar vuelta el partido. El primero. Cuando empezaron a preguntar alguien que no estuviese comprometido con ninguno de los dos lados, se encontraron que todos habían apostado y todos estaban comprometidos, Hasta que uno lo vio a él

-Baulén, Baulén no apostó, él no está comprometido. Vení Baulén a terminar el partido cinchando de nuestro lado

Baulén lo miró. El jefe insistió con más rigor

-Es una orden Baulén

-Baulén, vení con nosotros. Vos trabajas con nosotros- Se agregó Sillín

-Vamos Baulén, vení de esta lado, así terminamos agotados- primerió Valena

-Hace horas que no podemos para de hacer esto, vamos Baulén- comentó Ropo

Baulén los miró y no les respondió, y después se dedicó a ya no mirarlos. Se puso a pensar que eran una metáfora de lo que se había vuelto su mundo, y decidió darles la espalda, irse

Baulén, dio media vuelta y dejó sin decir una sola palabra el partido de cinchada. Atrás, muy tímidamente, muy de lejos, lo empezó a seguir, su primer seguidor. Cuando ya hizo unos pasos se empezó a apagar el bullicio hasta volverse silencio

 

Capítulo diecisiete

 

Baulén siguió caminando entre el mundo de las escaleras, atrás se le iban sumando más y más personas, caminando como él, en silencio. Uno le salió de frente. Era Casiller

-Baulén ¿Puedo organizar como le dijimos ese armario?

Baulén se limitó a mirarlo sonreír y no decir nada. Se sentían tan bien esas dos cosas. Mirar y sonreír

Un voz en off, no se sabe de dónde, porque el mundo de los Baulenes era mágico, empezó a poner en alta voz los pensamientos de Baulén. Lo que Baulén pensaban ahora lo escuchaban todos en el mundo Bauleno, y también lo escuchaban en el mundo de arriba, que por mucho tiempo se habían preguntado qué era eso

-Se siente tan bien callar y sonreír, y no hacer nada más que eso. Es tan lindo el silencio, entran tantas cosas. Y tan bonito sonreír, deja tantas sensaciones. Porque si yo hubiese respondido, no hubiese podido entrar el silencio. Pero ahora es como mágico, las palabras de él me entran a mí, pero el silencio y la sonrisa le entran a él

El Casilleri le preguntó

-¿Qué es eso Baulén que estamos escuchando? Es su voz pero saliendo en todos lados ¿Qué está haciendo Baulén? Lo necesitamos para hacer el trabajo que le dimos, hay que ordenar el casillero. Por el desorden de ese casillero todos los casilleros de esa escuela se desordenaron y los casilleros se todas las escuelas de la ciudad y se están desordenando los casilleros del país

Baulén se limitó a sonreír amablemente en silencio y seguir su camino. En todos lados se escuchó el pensamiento de Baulén decir

-¿Y esto otro que es? Sonreír, observar y caminar. Qué lindo se siente caminar, caminar y respirar, sonreír y observar. Y no intervenir, pero entender, Comprender sin intervenir. Qué lindo que se siente. Caminar, respirar, mirar, sonreír

Todos los que escucharon el pensamiento de Baulén se sintieron quizás un poco más crecidos. Al final el Casilleri optó por callarse y mirarlo alejarse.

Adelante se le cruzó el Bolsillín que le había dado el trabajo con el bolsillo

-Ese bolsillo Baulén, ese bolsillo Baulén. El bolsillo del pintor. Aprovechó usted Baulén a salir a mirar el mundo por el bolsillo del pintor. Conoció los paisajes hermosos que el pinta. Y de paso, se lo limpió

Baulén le sonrió y siguió caminando en silencio, sonriendo, cantando para sus adentros y pensando

-Tari turun, turararin. Que lindos pensamientos en silencio. Tarin turun, tararin tururun. Sonreír, entender, aceptar, soltar y continuar. Qué lindo mundo que tenemos los Baulenes que podemos salir a cualquier lugar del mundo y cualquier momento desde cualquier tapa. Hay que disfrutar nuestro mundo. Y agradecer, agradecer y disfrutar. Que belleza esas tapas, esos bolsillos, esos baúles, esos roperos para salir en cualquier momento y cualquier lugar. Un regalo para aceptar

 Todos escucharon el pensamiento de Baulén, inclusive el Bolsillín

-Pero pero

Baulén siguió caminando y el bolsillín quedó atrás, siguió caminando y pensando

-Y si disfrutamos un pequeño momento, quizás si lo tomamos con conciencia de disfrutar. Si agarramos un pequeño momento y en vez de lucharle lo acariciamos como un pequeño animal que se deja acariciar que nos acompaña y que está con nosotros. Quizás si disfrutamos no es trabajo

Buelén siguió caminando, sonriendo, y observando. De repente el Bolsillín se sintió observado por Baulén sin que Baulén lo mirara, notó que la observación de Baulén estaba en todos lados

-¿Qué es esto? Baulén me observa pero ya se fue… La observación de Baulén está en todos lados… Pero es una observación amable… Está bien

En otros lados del mismo lugar también entendieron que la observación de Baulén estaba en todos lados. En varios lugares del mundo de los Baulenes sintieron la suave y calma observación de Baulén, que los observó y los calmó

Baulén siguió caminando entre el mundo de los Baulenes, entre las escaleras, sonriendo, en silencio. Cuando miró para atrás eran varios los que había dejado su trabajo y lo seguían, caminando, sonriendo, en silencio

 

Capítulo dieciocho

 

A mitad de su camino se cruzó Baulén, reunidos, sentados, a su jefe, el psicólogo y el monje bauleno

Baulén lo miró en silencio y  en silencio y sonriendo, siguió caminando

A la voz de Baulen se le sumó que ahora se sentían las sensaciones de él. Todos sintieron una sensación de tranquilidad, de bienestar y de paz. El monje le sonrió y Baulén también sintió la sensación del monje. La voz de Baulén, como una voz que iba relatando todo en el mundo. Baulén relató lo que le iba pasando

-Esto es nuevo y es interesante, puedo sentir la sensación de calma de él, y él puede sentir la mía. Y  también puede sentirla mi antiguo jefe

El antiguo jefe también sintió la sensación de calma de Baulén, y sonrió, en silencio. Y también sintió todo lo que había aprendido Baulén sobre el trabajo y también lo sintieron todos. Baulén siguió caminando, relatándolo con su voz en off

-Siento que mi jefe puede sentir lo que he aprendido del trabajo. Hay que estar en calma y disfrutar del trabajo. Si se disfruta no es trabajo. Y concentrarse en lo que se está haciendo Y  disfrutarlo más. Hay que jugar mientras se trabaja. Y hacer lo contrario de lo que hemos hecho. No llevar el trabajo al juego, sino traer el juego al trabajo. Y observar, y callar y entender, y disfrutar. Todos lo que se entienda no es trabajo

Los saludó a los tres con la cabeza. Baulén, en silencio, y siguió caminando en silencio

Cuando miró para atrás todo un mundo de gente lo estaba siguiendo

 

Capitulo diecinueve

 

Cuando Baulén llegó a su escalera original, en este proceso de irse yendo en silencio, los Baulenes ya no trabajaban, lo seguían en silencio, algunos ya jugaban. Se acercó muy despacio a uno de los relojes de trabajo. Tiró la manija para abajo, y en el visor aparecieron tres ananás. Se había transformado en un juego. Y ese juego estaba abierto, era gratuito y se jugaba por jugar

En ese momento pasó un bolsillín seguido por un pedacito de noche,  y se le acercó. El pedacito de noche del bolsillín y de día de Baulen, formaron cuando se mezclaron, en el espacio común, una especie de atardecer. Se le acercó y le dijo

-¿Puede decirme en mi reloj que hora es?

-Las diez de la noche

-¿Y en el suyo?

-Las dos de la tarde

-¿Cuál está mal?

-Ninguno

El bolsillín se fue y desde tres escaleras más adelante le gritó un valijin, justo en su escalera de cuero, subiendo a la tapa de la valija. Estaba en un amanecer lluvioso, pegado a otro valijin que estaba en un soleado mediodía

-¿Dígame usted qué momento del día es?

-Para usted es un amanecer con lluvia, para su compañero parece ser un mediodía con el sol en lo alto. Y para mí es un mediodía nublado. Y para los espacios en común distintos momentos del día en uno, con distintos climas, claro

Más allá vio alejarse un Frasquín en una medianoche ventosa de hacía unos años y un Casiller con atardecer neblinoso. Cuando pasaron cerca, el viento de la medianoche ventosa, disipó un poco la bruma del atardecer neblinoso

Con un arco iris encima llegó Valena, a su escalera, al lado de Baulén

-Ya subo un rato, cuatro de la tarde, con un hermoso arco iris afuera lo quiero ver

Baulén la saludó con la cabeza y se puso a pensar y sus pensamientos se escucharon en todos lados

-Y ahora estamos en distintos momentos del día distintos de nosotros. Y aunque parezca raro está más cerca de la realidad que estar todos en el mismo momento del día. Porque en el mundo de las personas, ahora, arriba, en el mismo momento hay un montón de personas con distintos momentos del día y distintos climas. Y si bien puede haber una persona en Estambul que esté en una calurosa tres de la tarde en el desierto. A la vez hay un señor londinense en un atardecer lluvioso. Y a la vez hay un señor brasilero nadando en una mediamañana templada. Y eso en el mismo momento. Así es el mundo.

Y cuando estaba por subir Valena el techo de los Baulenes se empezó a mover todo, y las tapas se cambiaron de lugar, la tapa de Valena se volvió una vieja tapa de valija. La de Baulen se volvió una tapa de ropero. Y así en ese momento los techos de los Baulenes se empezaron correr como piezas de un sistema antiguo y cambiar las tapas de la escalera. Y los Baulenes empezaron a tener distintas tapas para subir a distintos lugares del mundo en distintos momentos, y conocer las experiencias de todos

 

Capítulo veinte

 

En el mundo de arriba, en una habitación con tres chicos, abrieron su valija encontraron arena del desierto, un cascarudo del desierto y una pisada de camello. Y se sorprendieron

Cuando Raúl abrió su valija en su oficina de Argentina en su oficina encontró globos de carnaval, un balero portugués y un pequeño titi brasilero que le agarró el dedo. Y se alivió

Cuando abrió su bolso Martina en Colombia, en el calor de Cartagena, se volcó un poco de agua y cuando miró bien, tenía agua del Océano Pacifico con tres peces. Y si bien, se puso a pensar cómo podría haber llegado eso hasta ahí. Se alegró

Cuando abrió su portafolio Alan, en una oficina de Chicago, para explicarle al directorio un proyecto, salió un ruido de carnaval de Brasil, con murgas, y papel picado para arriba. La cerró, la abrió de nuevo y encontró en el medio, dos maracas. Miró al directorio, miró las maracas. Las agarró y se fue siguiendo el ritmo de una música que venía de algún lado

El cofre del señor Benuti que lo abrió en Italia, tenía todos pastelitos de una pastelería de Bombay, en vez de sus herramientas  de trabajo. Y en vez de enojarse le parecieron deliciosos

Así empezó lo que para los hombres era la semana anual de las valijas. Una semana que en sus valijas, portafolios, roperos, baúles, frascos aparecía cualquier cosa de cualquier lugar del mundo, todo vinculado con el juego y la alegría. Ellos sabían así que debajo de las cosas había cosas mágicas y ordenadas y lógicas e increíbles y también disciplinadas que ayudaban a las cosas, o respondían a las cosas, o eran también las cosas

Baulén se quedó en silencio mirando en su escalera para adelante. Habían recuperado la magia del mundo de los Baulenes, y del mundo de los exteriores

 

Alejandro Miguel

No hay comentarios.:

Publicar un comentario