Cápítulo uno
Se tiró por debajo de la puerta, pasó por la ranura, escuchó el golpe del mosquito contra la puerta. Y vio delante un baúl. Vio el baúl, mediano, de un metro por medio metro. Llegó hasta él, se metió. Se abrió la tapa del baúl, Baulén miró para adentro, se vio una escalera que iba para abajo y que describía un interior mucho más grande de lo que era el baúl. Asomó la cabeza y se vio el mundo inmenso de adentro del baúl, de kilómetros para los costados y para abajo
-Cada vez que viaja, todo lo que
tiene que llevar este hombre. Pueblos y pueblos adentro del baúl-Dijo Baulén y
se metió en el baúl. El baúl se cerró y se vio el oscuro de la tapa del baúl
En el oscuro solo se veían los
ojos de Baulen, y se escuchaban por los ruidos, de los Baulenes bajando los
escalones. Apareció un bichito de luz, que alumbró levemente las escaleras que
bajaban por el baúl
-Un foco que vuela, lléveme foco
que vuela- dijo Baulén
El bichito descendió por las
escaleras alumbrándolas adelante y atrás fue bajando Baulén. Apuró el paso el
bichito de luz y se fue hacía un montón de luces que iban más adelante. Baulén
dijo
-Un panal de focos que vuelan.
Son raros los panales de focos pero existen. Uno creía que los focos eran
criaturas solitarias, que vivían cerca de las lámparas o con ellas. O en los fondos
de algunos cajones. Pero hay panales de focos. Siempre hubo panales de otras
cosas, por ejemplo de monos en los árboles, de patos volando, de peras en los árboles
de pera. Y panales de árboles en los bosques. Pero nunca, jamás, panales de focos
que volaban. El mundo se está desacomodando. Uno siempre pensó que los focos
tenían cada uno su territorio, que se extendían por metros, Un foco por pieza.
Quizás dos en una sola pieza. Pero no focos en panales de focos. No no, eso no.
Pero ahí veo, ahí abajo, un panal de focos
El bichito se metió cada vez más
en la luz, y cuando Baulén bajó dos escalones más siguiéndolo, ya estaba en el
mundo subterráneo de los Baulenes. El bichito dobló para un costado y se perdió
entre las escaleras. Baulén le dijo
-No era para allá foco, era para
el otro lado. No desordene el mundo. Ahora todo el mundo va a girar para el
otro lado y va a quedar al revés. Siempre se va usted para aquel lado
El bichito de luz frenó, le hizo
un insulto que lo hizo titilar todo y siguió
Bajando por su escalera a los
costados empezaron a aparecer todas las otras escaleras que bajaban de todos
los otros baúles, valijas, bolsos. Miró hacia arriba, vio la tapa de los baúles,
valijas cerradas, la tapa cuadrada, de cuero o madera, cerrada del lado de
adentro, con sus cierres y bolsillos. Y de la tapa bajaba una escalera, del
medio de ella. Al lado, de la escalera de al lado, le vino una voz. Era de su amiga Valena
-Qué grande que es este mundo de
los Baulenos. Cada vez más grande
- Valena ¿Lista para hacer nada?
-Para hacer nada no se está
lista, no se hace nada. Siempre pienso ¿Tanto puede caber en un baúl? Mirá,
kilómetros y kilómetros de cosas hacia todos lados
Dijo Valena mirando para arriba,
para la tapa de su baúl, y hacía abajo hacia el inmenso mundo que contenía el
baúl
-Tanto y más
Dijo Baulén, y después miró para
arriba, hasta la tapa de su baúl y al mundo de los Baulenos para abajo. Después
se sentó en su escalón y se puso a mirar para los costados. Valena hizo lo
mismo. Se agarraron de la mano y se quedaron agarrados de la mano mirando
-Siempre nos agarramos igual, eso
está bien, eso se mantiene
Capítulo dos
Baulén sentado en su escalera
siguió mirando el mundo de los Baulenos. En silencio, con Valena al lado. Siempre
hacían todo eso en silencio
Miró todas las escaleras, todas
altas de muchos escalones, una al lado de la otra, con una distancia de entre
cinco y diez metros. Todas conducían abajo a ese mundo en el que estaban, otras
bajaban más e iban a otros mundos, que eran como distintos pisos, de una
especie de sótano de muchos pisos, donde vivían los Baulenes. Y algunas se
movían para un lado y para el otro, esquivando por delante y por atrás a las
escaleras que estaban al lado. Algunas se movían como de tirones, como si
alguien las tironeaba con la mano y llevaban en el movimiento un ritmo como el
de caminar. Eso daba como resultado que
la escalera tenían temblores regulares y rítmicos, el ritmo de un caminar, que
a veces arrancaban, a veces corrían, a veces andaban más despacio. Otras se
movían como si tuvieran ruedas, esas escaleras que suben a los aviones a los
pasajeros. Cuando miró toda la extensión hacia el horizonte Baulén, lo que vio
fue miles y miles de escaleras que había hacia arriba hasta donde se extendía
la vista. El mundo subterráneo de los baúles, o el mundo adentro del baúl.
Cuando Valena se pegó al lado de él y miró también, lo que vio fue a los Baulenes,
bajando hacia adentro de sus baúles por esas escaleras para empezar su día.
Cientos y miles de Baulenes bajando. Era la hora de empezar a no trabajar. Cuando
miraron al techo de tapas y se concentraron un poco más el techo se volvió
invisible y lo que vieron fue el mundo de arriba, la parte de abajo. Baulén se
fue con la suela de dos pies que caminaban y se iban hasta la esquina llevando
un bolso del que se veía la parte de abajo y del que descendía una escalera que
se alejaba de manera rítmica en su mundo. Una de las suelas llevaba un chicle,
y por el costado de esa suela se veían algunos rayos de sol y caían hojas.
Baulén se concentró un más y vio las hojas que caían en cámara lenta, rozando
el pantalón de esa mujer, que también empezó a caminar en cámara lenta. Cuando
sacó los ojos de ella y miró otra parte de ese techo transparente vio pájaros
volar en cámara lenta que se estaban por agarrar de una rama y llegaban como
llegan los platos voladores a las estaciones espaciales, una pelota que pasó
volando en cámara lenta y también le parecía a un ovni en un despegue y una
ardilla que escapaba en camara lenta, como si estuviese viendo el sueño de la
propia ardilla, esos sueños donde los seres escapan en cámara lenta pero no lo
pueden hacer. Enseguida le apareció atrás el perro que la corría en cámara
lenta, las patas se empujaban en el piso haciendo como una especie de taichí, y
cuando el cuerpo se despegaba del piso en un salto tardaba un rato en caer, lo
que daba la impresión que se iba a ir volando hacia la luna por la falta de
gravedad. Después bajó sus niveles de concentración, ya no vio el piso
transparente ni las cosas en cámara lenta sino que volvió ver el techo de tapas un cierre dorado de una
valija verde esmeralda. Y enseguida un ojo de Valena que lo miraba serio
Al lado de la escalera de Baulén
bajaba la escalera Belfor, un antiguo vecino de Baulén de muchos años, que tenía
la tapa del baúl y la escalera pegado a él. Belfor tenía una tapa de baúl de
cuero marrón clarita vieja, de una valija muy vieja. Era taciturno y silencioso,
siempre saludaba a Baulén con movimientos de cabeza
Baulén viendo bajar a Belfor le dijo a Valena
-Belfor siempre igual. Tipos como
Belfor me tranquilizan
-No empieces Baulén
-Siempre empiezo a esta hora,
justo, exactamente en este mismo instante
-Sí, y me decís lo mismo. Belfor
es siempre igual, tipos que son siempre igual y hacen siempre lo mismo
tranquilizan. Gracias a ellos el mundo tiene un criterio y uno sabe
que hacer al otro día
-Que si fuera por los otros. Son
como mojones en la vida, lugares desde donde orientarse. Yo me oriento desde
Belfor. Desde Belfor amanece, desde Belfor hay que ir a trabajar
-¿Y desde Bafini, la compañera de
Belfor?
-Y desde Bafini la comida, Bafini
es un sistema cardinal `para la comida. Desde Bafini la cantidad de comida y
cuando
-¿Cómo medís?
-Con Bafini, si Belfor está más
gordo, estamos engordando y como menos. Si está muy liviano, comió verduras,
hay que empezar a comer verduras. Y además es un sistema de ahorro Belfor
-¿Cómo sistema de ahorro?
-Claro, sistema de ahorro. Ahorra
en palabras. Nunca habla, solo saluda con el idioma de cabeza, el idioma de
movimiento de cabeza
-¿Y para qué queremos ahorrar?
-Para que todo pueda seguir
siendo igual. Cuesta mucha energía que todo sea igual siempre. Pero Belfor, él
ahorra
Baulén le gritó a Belfor que
bajaba
-¿Cómo anda Don Belfor?
Belfor hizo un leve cabezazo para abajo y
siguió bajando
-Ahorro, el solo habla en idioma
de cabeza. Un cabezazo para abajo es buen día. Un cabezazo para arriba es como
está todo. La cabeza así rebotando es Esto no se arregla más. El otro día estuve
hablando un rato largo con él en idioma de cabeza de escalera a escalera. Me
hizo un cabezazo cortito, un buen día, así, medio seco. Yo le hice un cabezazo
para abajo más largo. Un buen día, así, más amable. El me hizo un cabezazo
corto para arriba, que me dijo: ¿Cómo está la cosa? Y yo le hice una serie de
cabezazos moviendo la cabeza de un lado al otro, diciendo: Viste vos.
De golpe Baulén lo miró y le dijo
-Ehhhh. Belfor, así no. Está
bajando mal. Los escalones de uno en uno baja siempre, ahora está bajando de
dos en dos. No cambie las cosas usted
Belfor lo escuchó, quiso volver a
bajar de uno en uno. Se trastabilló, bajó de tres en tres, cuatro, cinco. Rodó
unos escalones, y fue cayendo rodando y trastabillándose para abajo
-Baulén ¿Querés mantener todo
como está y lo cambias peor?
-El cambio es trabajo, y los
Baulenes no trabajamos
Capítulo tres
Baulén miró el mundo de los Baulenes
para el costado izquierdo. Había todo tipo de baulenes y todo tipo de bajadas.
Algunos andaban con sus escaleras y sus
baúles y se veían pasar y alejarse, algunos por primeras vez para ya no volverse
a ver. Enseguida pasó uno todo vestido de amarillo, con la escalera amarilla y
la tapa de la valija allá en el techo amarilla,
cómo corriendo la escalera, a tirones de la escalera en el aire que
descendía de una valija amarilla, como si alguien corriera por un aeropuerto o
llamando a un taxi. El bauleno le sonrió y se agarró de los escalones para no
caerse
-El apuro-siempre el apuro- le
gritó alejándose, esquivando otras escaleras. Las escaleras abajo se esquivaban
como si se vieran, pero quizás era el resultado de las valijas y baúles que se
esquivaban arriba. Rara vez se vio dos escaleras chocar entre sí. Baulen se
concentró en el techo en el que se movía esa escalera, lo volvió a ver
trasparente y vio en el mundo de arriba dos zapatillas que corrían y con la
valija al lado agarrado de la mano y la parte de debajo de palomas que iban
volándose a su paso porque corrían en la plaza principal que ahora miraba en
toda su extensión Baulén, concentrándose en el tilo que subía hasta arriba con
una arboleda que le daba sombra a todo y le hacía pensar Baulén que estaba
debajo de esa sombra. Vio un cartel de calle que le pareció que era de otro
lugar, y le dio la impresión que siempre
agarraba para otro lado
-Para allá nooooo. Usted siempre
agarra para el otro ladooo
-Si pero esta vez cambiaron
arriba, van para otro lado
-Siempre arriba, todos los
cambios los hacen arriba. Usted vaya por donde va siempre. Su valija en el
mundo de arriba siempre va atrasada hasta la estación de trenes, y toma en tren
hasta la estación de subte, exactamente en 10 minutos. Por el otro lado
-Pero esta vez cambiaronnnn
Cuando el bauleno amarillo
respondió esto, se distrajo, no vio bien, agarró para cualquier lado, y se
quedó quieto perdido con la escalera y la tapa de la valija
Desde el mundo de arriba se
escuchó la voz de un hombre que dijo
-Mi valijaaaaa ¿Alguien vio mi
valijaaaaaaaa? La perdí, se me quedó atrás
Baulén se volvió a concentrar en
el techo y vio la valija en el piso y el señor volviendo sobre sus pasos el gentío buscando ahora en cámara lenta su
valija
Valena lo agarró a Baulén, lo
tironeó y lo hizo bajar unos escalones para salir de la vista del bauleno
amarillo, que se había quedado quieto, sin saber que hacer
-Baulén ¿Qué te pasa hoy? Estás
confundiendo a todos y estás cambiando todo
-¿Yo cambiando? Pero noo
-Todo, un montón ¿Qué hacés? El
mundo de los Baulones no puede tener cambios abajo, sino arriba…
-Es que yo no quise
-Bajemos unos metros más así no
nos ve
Capitulo cuatro
Habían bajado un poco más y se
habían sentado en un escalón. Valena sentada al lado de Baulén, escuchó como un
golpe apagado, un ruido seco, y vio las de tapas de dos valijas que habían chocado en el
techo llover medias, calzoncillos, trapos, pantalones, bolsas, frascos, que
siguieron para abajo. En medio de ese choque, y desordenarse y arrugarse el
techo, cómo si el techo estuviese hecho pliegues, como una frazada, entraron
los rayos de luz, de los espacios que se habían abierto en las tapas, por donde
entraba el sol, o las luces de piezas o de plazas, o de donde fuera que estaban
las valijas u los baúles. Valena también se podía concentrar, ver el techo
invisible y concentrarse más y ver todo en cámara lenta en el mundo de arriba.
Lo primero que vio fue esas dos valijas abrirse a un metro del piso, y salir muy
despacio de una de ellas medias, calzoncillos, pantalones, como si algo de
adentro de la valija las estuviese tirando para afuera de manera rítmica,
después pasar por ese techo transparente y llover adentro del mundo de los
baulenos a velocidad normal. Las medias caían al revés, con el agujero para
abajo, se inflaban e iban cayendo como pequeños paracaídas chatos. Una de ellas
pasó cerca de ella, la otra le acaricio el cuerpo. Los buzos y pulóveres caían
abiertos de mangas como paracaidistas recién tirados de un avión, un par le
pasaron a algunos metros
-De nuevo lluvia en el mundo de
los Baulenes, no estaba anunciado hoy. Como está cambiando esto
-Acaban de chocar dos valijas arriba, vaya a
saber en qué aeropuerto o que estación del tren. Cuando chocan las valijas
arriba llueve ropa acá. Pero nunca se sabe
-Las lluvias tiene que estar anunciadas,
programadas y cronometradas- Dijo Baulén hasta que una media que venía cayendo
derecho a él haciendo curvas en el aire, pequeño calamar de hilo, se le metió
en la boca. Valena se rio
-Nunca se sabe cuándo va a llover,
cuando están apurados arriba y corren mucho- dijo
De golpe se escuchó como un ruido
fuerte, los dos miraron para arriba y se vio dos tapas de valijas chocar entre
si también y arrugarse. Atrás de ellas una tapa de baúl chocárselas. En medio
de ese chocar y desordenarse y arrugarse el techo, cómo si el techo ahí
también hubiese hecho pliegos como una
frazada, entraron los rayos de luz de la apertura de la tapa, por donde se
filtraron las distintas luces del mundo de arriba. Valena se concentró aún más
y cuando se concentra mucho, en un tercer nivel de concentración, podía ver los
colores de los sonidos. El primer choque de las valijas arriba, ese tac, lo vio
bajar como un gris suave, casi imperceptible, que se perdió para abajo. El pum
del choque posterior y de las valijas cayendo al piso los vio como marrones,
oscuros, marrones claros, que bajaron de a golpes y se perdieron para abajo también.
Y el fíjate donde vas, del señor que llevaba la primera valija, era de un rojo
chinchudo, que a crecía en color en sí mismo, y al final se volvía un poco
rozado, tratando de bajar su propia
intensidad
Con las dos tapas de valijas chocando también
en todo ese conjunto de tapas que era el techo, empezaron a llover un montón de
cosas, medias, pulóveres, hojas, carpetas, notas, billeteras, bolsas,
chocolates, frascos, calzoncillos. Las
carpetas llovían abiertas, como aviones, Las hojas abiertas, toda horizontales
y muy lento como pequeños pisos habitados. Las billeteras, pájaros gordos, muy
alimentados bajaban revoloteando en v. Los frascos, aguas vivas de vidrio
tubulares bien lentos, girando sobre sí mismo. Y así todas las cosas, cada una
en el mudo Baulén caían en modo personal y particular
Valena miró para arriba y dijo
-Tormenta fuerte a esta hora.
Diluvio
-No estaba anunciada, y nunca
sucede a esta hora
-Siempre cuando están apurados
ahí…
-Si, conjunción de estación de trenes, de subte y de colectivos allá arriba. Es
la zona que más llueve. Eso se podría aceptar un poco
-Van, vienen corriendo, y se
chocan
-Pero a esta hora, este día.
Generalmente esto sucede media hora más tarde ¿Qué pasa con el tiempo hoy?
-Que tiempo loco
Capitulo cinco
Después de la lluvia Baulén y
Valena siguieron mirando bajar y empezar
su no actividad a todo el mundo de los Baulenes
Hacia a derecha había todo un mundo
de escaleras que descendían de baúles, valijas, armarios, casilleros,
bolsillos. Enseguida estaban más que nada las que descendían de baúles, que se
movían por todos lados. Lo que parecía el mundo de adentro era más que nada una
especie de terminal de colectivo con las escaleras haciendo de personas, y
moviéndose por todos lados. Las que descendían de armarios se notaban porque
estaban quietos, eran grandes y no se movían. Ahí bajaban Baulenes que estaban
acostumbrados a la quietud y el silencio. Bajaban lento, tomándose un café con
leche mientras descendían por lo escalones. No sabían ni Baulén ni Valena que
hacían ni adonde iban. Solo de dónde venían, y solo los veían pasar. Se
quejaban o se molestaban en silencio del ritmo incesante que le pasaba por el
lado de sus escaleras quietas, de las escaleras de valijas más que nada y a
veces baúles, que se movían por todos lados. Los que bajaban de casilleros,
también estaban quietos. Tenían esas escaleras metálicas que hacían un ruido seco a chapa o metal cuando se las
pisaba, se movían todas mientras bajaban sus Baulenes. Estaban bastante pegadas
una al lado de la otra, y los baulenes que bajaban por ella, se conocían mucho.
Quizás ese espíritu de cercanía, de sociedad o de departamentos de edificios de
los Baulenes, les daba el espíritu bullicioso y bullanguero. Bajaban hablando,
saludándose, contándose cosas entre sí, como la salida de una oficina a las
siete de la tarde. Eran todos bastantes parecidos y a Baulén les sonaban medio
metálicos, sus voces, sus pensamientos. Valena en cambio los veía con más
simpatía por su espíritu social y su movimiento de enjambre. Sus escaleras
estaban ubicadas todas juntas, en el mismo espacio, como un ramillete de
escaleras metálicas. Como si los bomberos hubiesen puesto varias escaleras
juntas, una al lado de la otra, para bajar todos juntos
-Allá, los Armares, que
descienden de armarios, son con los que mejor relación tengo acá- dijo Baulén
-No te hablás
-No hace falta, nos entendemos
con la mirada
-No te miran
-Nos entendemos con nada. Y eso
Valena, en nuestro mundo, la nada, es lo más importante
-Yo adoro los Casilleris, siempre
organizados, siempre juntos, siempre cuidadosos´
-Muy cerrados
-Parcos, reservados, si
-Son Casilleris. herméticos. Pero
algo está cambiando en ellos. Los veo distintos
-Pero no Baulén, son cosas suyas
-Los veo con otro ritmo. Y están
haciendo todas cosas distintas a las que hacían ¿Eso que hace es trabajar?
Valena enseguida le mostró a otro
grupo de Baulenes y le cambió la dirección
-Y allá están los más millonarios
de acá
-Ah, sí Valena, buena gente
cuidadosa, guardadora. Los Cajines
-Bajan de las cajas de seguridad
de los bancos. Ahí empiezan sus escaleras
-Son silenciosos, pueden estar
mucho tiempo sin moverse. Muy celosos de lo suyo. Muy cuidadores. Los conozco
mucho
-Nunca hablaste con ellos
-No hablan con nadie. Son individuales, solitarios, muy solos, de
guardar, eso
-Muy de guardar, que se yo, eso
hace mal. Dicen los psicólogos que hay que sacar
-Valena, todos nosotros, todo nuestro mundo es muy de
guardar. Es el mundo de adentro, de abajo, de las cosas de guardar, el mundo
del otro lado de la tapa
-Qué se yo, pero… siempre para
adentro
-Todo nuestro mundo es para
adentro. De eso se trata ¿Qué querés cambiar?
-No, nada, nada
-¿Los Cajines que están haciendo?
Los veo moverse
-Nooo, te parecerá a vos. Están
quietos, vos sos el que se está moviendo y como te movés vos los ves distintos
a ellos y te pensás que se están moviendo
- ¿Eso que hacen es trabajar?
-Pero no. Los Baulenes no
trabajamos
-¿Y aquello? Que se ve allá, al
lado de esa escalera ¿Qué es?
-¿Qué cosa?
-Aquello, que tiene como una
palanca y un lugar para meter como un papel. Parece un reloj para marcar la
entrada a algo
-Baulén, esta mañana estás raro.
Vamos a seguir, que siempre bajamos un poco más ¿Te acordás?
-Sí, es cierto. A esta hora
siempre bajamos un poco más. Tenemos que bajar más. Vamos
Capitulo seis
Baulén y Valena bajaron unos
escalones más y se pusieron a mirar la bajada de los Bolsillines
Casi al final de la vista estaban
los que bajaban de los bolsillos, los Bolsillines. Eran muy pocos, y ya no se llamaban Baulenes
sino Bolsillenes, tenían un espíritu escurridizo, como si todo el tiempo
estuviese escapando de algo o buscando algo. Y bajaban de trapos agarrados con
trapos, de los que descendían, trepando, como si se estuvieran escapando de
algo. De la misma manera subían. Los bolsillines, se empezaban a ver bastante
más allá, donde la vista del mundo adentro desde donde veían Baulén y Valena ya
empezaba a meterse en el horizonte. Bauleno se concentró en un Bolsillín,
siguió la soga por a que bajaba hasta arriba. Vio la tela de bolsillo que hacía
de techo y cuando se concentró un poco más la volvió transparente y vio el
bolsillo del mundo exterior, donde vivía el bolsillín, un bolsillo de tela azul
oscuro, que tenían plata, un ganchito, un caramelo, y una paquete de pañuelos
de papel. Estaba todo amontonado y pegado y Baulén pensó que el Bolsillín no
tendría espacio ahí. Le dio ternura, siempre le daba ternura ver los espacios
de adentro de los bolsillos. Eran para él un espacio privado, personal, tierno,
para Baulén de alguna manera adentro del bolsillo estaba un pedacito del alma
de la persona, desordenado, infantil, el pedazo sobrante o el pedazo de lo
desacomodado
Valena miró para arriba y vio el
techo del mundo de los Baulenes, estaban formados por tapas de valijas y baúles, una al lado de la
otra, como si el cielo estuviese remendado de tapas de valijas y baúles. Le
gustaba ver ese techo. Un cielo cuadriculado de tapas de valijas, baúles,
frascos, roperos, armarios. Se concentró para verlo invisible de nuevo y lo que
vio le gusto más todavía. Una especie de mosaico desordenado del mundo de
afuera, porque cada tapa pertenecía a alguna valija que estaba en un lugar
distinto. Cuando pasó esa trasparencia vio el mundo como si fuera un
rompecabezas mal ordenado. Un pedazo de pieza de un hotel, al lado de un pedazo
de saco, al lado de una pequeña porción de plaza, que terminaba en el principio
de una pileta, que se alargaba hasta una pequeña parte del piso de pasto del
parque, que tenía límite con el piso de madera de un lujoso edificio, y así.
Eso pasaba si se concentraban en mirar con más atención todo el techo junto. Si
miraban con más atención solo una de las tapas entonces podían ver todo el
espacio completa donde esa tapa salía en el mundo de afuera. Pero a veces a
Valena le gustaba mirar de esa otra manera
-Me gustan los Bolsillines. Bajan
agarrados de trapos, parecen una operación comando- Dijo Baulén- Siempre a esta
hora bajan los Bolsillines, siempre empezado por aquel, y siguiendo por aquel
otro. ¿Y? Bueno, el tercero no es el tercero sino el cuarto. Y aquel no lo vi
nunca. Y aquel no va allá Eso es algo
cambiando ¿Y aquel lleva algo como para trabajar, que debe ser un error de
visión mía? Porque eso no puede ser acá. Valena vos siempre en este momento que
te cuento esto tenés que bostezar, bostezá
-No es una película que la
repitieron varias veces y tienen que hacer todos lo mismo
-Allá bajan los Cacilleris que esos
confirman el mundo donde está porque repiten lo que se hacía. El mundo necesita
conformaciones, si vamos va a andar cambiando todo, el mundo no sabe cómo venir
al otro día ¿Sabés que tuve un sueño?
-¿Con relojes? Siempre el mismo
sueño y siempre me lo contás a la misma hora y en el mismo lugar. Mirás el cronometro
para contármelo. Y mirás el cronometro hasta donde me lo contás. No podes
controlar todo Valeno. Y no podes controlar sobre todo, un mundo donde se vive
para descansar
-Esta vez fue distinto, soñé que
los relojes daban cualquier hora y distintos relojes en el mismo lugar daban
distintas horas y el mundo estaba en distintos momentos según la hora que daba
el reloj. Si el reloj daba las tres, el mundo estaba en las tres. Si daba las
diez, estaba de noche, aunque pegado fuese de día. Y si daba tardecita el reloj
del señor que iba más allá, lo seguía una tardecita. Y si el reloj daba la
mañana, al que le daba lo seguía una mañana. No sé qué quiere decir. Y había
como que caminaban y seguían a todos, de esos relojes gigantes, gordos,
rectangulares, que son para controlar los que entran y salen del trabajo. Con
esas manijas que se bajan. Y esas manijas eran como brazos que daban
indicaciones
Baulén siguió bajando por la escalera.
Pisó un papelito. Era una notita para él. Lo levantó, lo leyó
“Baulén, venga a la sala de
reunión con los Conferecines: Se lo convoca para un trabajo”
Baulén miró a Valena
-¿Un trabajo? Los Baulenes no
trabajamos
Capítulo siete
En ese momento Baulén despegó la
vista de la nota y vio al comienzo de una de las escaleras. Una máquina de
marcar el tiempo de llegada al trabajo. Era la máquina que ya había visto.
Finamente cayó en cuenta
-¿Una máquina para marcar el
tiempo de llegada al trabajo?
-Es lo que te quería decir pero no lo veías. Las cosas han estado cambiando acá.
Los baulenos trabajan
Baulén enseguida vio bien todas
las escaleras con marcadores de hora de entrada al trabajo por primera vez.
-¿Cómo trabajar? Los baulenos no
trabajamos. Vivimos adentro de baules y valijas de viajes de descanso. Los
baulenos descansamos
Volvió a leer su nota
“Baulén lo solicitamos para un
trabajo Tiene que hacer que todos los baulenos dejen de trabajar. Lo tiene que
hacer sin trabajar. Sino va a trabajar usted también en vez de dejar de
trabajar ellos”
Después la leyó de nuevo, esta
vez en voz alta
“Baulen se lo convoca por un trabajo. Recuerde
siempre que lo tiene que hacer sin trabajar. Nosotros militamos la tranquilidad
y el ocio. Este es un trabajo de urgencia que lo tiene que hacer sin urgencia.
Lo esperamos. No se apure. No llegue tarde, no sea ansioso. Y no se tome esto
como un trabajo. Toméselo como un trabajo. Esta nota se desmentirá a sí misma
en 10 segundos. Mentira”
-Te mandaron otra de las notas de
las que se autodestruían
-Desmentiran
-Es lo mismo
Volvió leer la nota que esta vez
decía
“La nota no se hace cargo de nada de lo que
dice la nota”
-Bueno. Ahí está ya se desmintió,
vamos
-No, espera, sigue cambiando
Ahora cuando leyeron la nota,
decía
“¿Quien dijo que esto es una
nota?
-Bueno, vamos. Conozco a
estas notas. Va a seguir así toda la
tarde
La volvieron a leer y decía
“A mí ya no me pregunten nada. Yo no di
ninguna información. Quiero ser un dibujo”
-Hacele un dibujo Valena. Así
terminamos con ella y podemos ir a la reunión
Valena le hizo un dibujo rápido,
y dejó el dibujo, antes nota en el piso
Capitulo ocho
En ese momento se empezaron a escuchar
todo tipo de ruidos de máquinas de trabajo, relojes de comienzo de hora,
alarmas de final de hora. Baulén, a diferencia de Valena, podía ver los sonidos
en el aire, no los colores, sino la vibración. Al primer clan lo vio como ondas
de aire que se hacía en el aire y como las ondas del agua, que se desplazaban,
se hacían cada vez más grandes y se perdían en la pared. El ring que vino
después era como pequeños rayitos de aire que se hacía y sonaban más lejos y más
lejos, como apareciendo y despareciendo del aire mismo, como los patos cuando
se metían en el agua. El ruido adquirió un ritmo y una musicalidad. Los relojes
para marcar hora de trabajo, hablaban
-A trabajar, a salir. Ya terminó
la hora de trabajo- dijo un reloj
-A entrar al laburoo- dijo otro
Valena tomó a Baulén de la mano y
le dijo
-Vamos, este es la hora pico de
cambio de horario de trabajo, de entrada y salida de los trabajos. En un
momento esto va a ser un hervidero de Baulenes que van y vienen del trabajo-
Mientras bajaban le fue diciendo- El reloj que está al lado de la escalera al
lado de la tuya saca un ruido de clank clank clank clank que es de color
plateado, como de chapa y van vibrando mientras va bajando y aunque no se note
hace vibrar todo lo que le pasa por al lado. Ahí se pierden para abajo. El
reloj que está justo en esa escalera de acá enfrente saca un ruido de Grinnnnnn
Grinnnnnnn Grinnnnn, que es amarillento, y pasa derecho para abajo
- ¿En qué mundo estamos? ¿Qué
pasó que no me di cuenta? ¿Yo tengo que hacer que todos dejen de trabajar?
-Sí, pero sin trabajar. Hacerlo, sin
hacerlo
Los dos empezaron a bajar la
escalera hasta la sala de los conferenciantes
Capitulo nueve
Cuando entraron a la sala de los
conferenciantes lo primero que hicieron fue verla. Le gustaba ver esa sala
Inmensa, abovedada. Primero había en esa sala un sentido del espacio libre que
le generaba una sensación de espacio y tranquilidad a la cabeza de los
Baulenes. En el mundo de los Baulenes todo estaba organizado para el ocio, la
tranquilidad y la cura. Pero ahora, cuando miraron la sala estaba atiborrada de
cosas, cosas arriba de cosas. Cosas al costado de cosas, cosas adentro de las
cosas, cosas entre las cosas
-¿Qué esto? Hay cosas adentro de
cosas, con cosas al costado, que están arriba de cosas
-Si los Baulenes, que organizamos
los Baúles y las valijas no sabemos
organizar el espacio, estamos mal
La sala además de tener un montón
de cosas, tenía en el medio una mesa de juego, que era una mesa en la que se
jugaba un juego que era la fusión de todos los juegos. Ruleta, ajedrez, damas,
ludo, Famil, TEG, etc. La mesa era inmensa y jugar ese juego podía llevar semanas.
Y podían jugar todos los Baulenes que quisiran. E irse turnando. Era una de las
cosas más bellas del mundo de los Baulenes. La mesa estaba igual, pero ahora
alrededor de la mesa se había empezado a hablar de trabajo
-Salgan del paso, salgan del
paso, que hay mucho trabajo- dijo un conferenciante pasando
-¿Cómo trabajo?- preguntó Valena
-¿A que ahora empieza la hora de
mi reemplazo? Estoy haciendo horas extras- Preguntó otro conferenciante
-¿Qué es esto? ¿Qué pasa con la
mesa de juegos?- Preguntó Baulén
-Que esto no es juego niño, esto
es un trabajo. Acá se apuesta y fuerte- Lo corrió el conferenciante dos
El conferenciante tres hablaba
por teléfono, frente al gran tablero multijuegos
-Tomo apuesta, tomo apuestaaasss.
Va girar la Ruleta, y después se pasa al TEG. Quien apuesta al rojo por partida
doble, rojo por partida doble. Bien bien, doble apuesta del rojo. Rojo en la Ruleta
y ejército rojo del TEG. Tengo una apuesta acá doble rojo. Lo atiendo, lo
atiendo. Si si, tenemos apuesta triple, la trifleta del bingo, si si ¿Qué apuesta?
Equipo blanco al ajedrez, equipo blanco al TEG, blanco a las damas ¿Y le suma?
Un blanco exacto con los dardos. Cuaterna, apuesta cuaterna. Tomo apuesta
cuaterna
La mesa empezó a hacer lo que hacía
antes, a veces tomaba vida, se concentraba mucho en sí misma, y traía apuestas
del pasado de esos mismo juegos. Una voz que vino de algún lado de la mesa
dijo- Jaque
-¿Cómo jaque?- dijo el operario
uno- Hoy no estamos en esa parte
-Pasalaaaaaa, tiraaaa largaaaa
que tiro el centro- dijo una voz de futbolista desde otro lugar de la mesa
-Esto no es futbol
-No no, que no tiren la pelota,
que si la tira va a caer arriba de la mesa
-Ahora en nado sincronizado las
hermanas Papolopulos. Tengan un poco más de paciencia que vamos a tirar agua y
llenar más la pileta
-Noooo. Que no tiren agua
Por más que los operarios se
quejaban, las voces de otros deportes y otros tiempos salían de distintos lados
de la mesa
-Drop, fue drop juez. Pico del
fleje para acá querido- Le dijo una voz que salió del aire a el operario uno
El operario uno no alcanzo ni a
responder. Balbuceo, lo miro muy serio, cuando le vino otra información que lo confundió
más
-Match point y este es mi
victoria en el Wimbledon d 1920
-No no, no estamos en 1920, ni en
Wimbledon, ni en tenis- balbuceo el operario dos
Y otra voz que estaba al lado de
ella empezó a hacer un haka de los all blaks
Baulén puso el grito en el cielo
-¿Qué es esto? ¿Trabajando en la
sala de juego?
Solo habló de trabajo, no dijo
nada de las voces que se filtraban de otros deportes y otros tiempos, a él le encantaba
cuando pasaba eso. Decía que eran retazos de la historia que le iban llegando
Le respondió Cómodo, una especie
de coordinar de ese lugar. Cómodo siempre bajaba del interior de una cómoda, y
como su nombre lo indicaba era cómodo, así que para responder no abandonó su
comodidad. Estaba echado entre varios sillones, almohadones y sillas. Como
había caído, se había quedado. Comodo digamos, estaba cómodo
-¿Estas cómodo, Comodo?- pregunto
Valena
-Bastante cómodo
-Hay algo positivo Baulen, Comodo
no está trabajando
-Ehhh, yo no aseguraría eso
En ese momento entraron desde un
costado dos baulenes llevando un sillón
-¿Señor Comodo ha encontrado el
sillón, cómodo?
-Si
-Bueno, podemos decirle al
fabricante que es un sillón Cómodo
-Yo después le hago un informe sobre el
sillón, y sus comodidades
-¿Y puede agregar instrucciones
para usarlo?
-Eso no estaba en el contrato de
trabajo, soy Comodo y hablo si los sillones son cómodos o no
-Dice el fabricante que si no
conseguimos otro acomodado en sillones
-Caramba eso sería bastante incómodo.
Está bien, le hago los informes y las instrucciones
Los baulenes de carga de
sillones, con mucho trabajo retiraron unos de los sillones de debajo de Comodo,
y pusieron el que estaban trayendo
-Pruebe este señor Comodo.
Díganos después si es cómodo
-Vayan vayan- después le dijo-
Ah, Baulén. Estás ahí ¿Estás cómodo?
-Si cómodo, y no ¿Qué es esto?
-Yo soy catador de sillones. Yo
les digo si son cómodos. La empresa le puso mi nombre. Sillones Comodos
-¿Y con el multijuego que pasa?
Quería jugar un poco hoy
-Si tenés dinero podes jugar todo
lo que quieras. Aún más, si tenés dinero la idea es que juegues más que un
poco, y para eso tenés todos los juegos del mundo coordinados. Bueno, salvo
algunos que se incordinan
-Sí, pero eso solía ser para
divertirnos
-¿No es divertido que ya no lo
sea?
-Es incómodo
-Entiendo. Por eso te llamábamos.
Queremos que hagas que los Baulenes dejen de trabajar y volvamos al mundo de
antes
-Nada haría con más placer
-Pero para eso no tenés que
trabajar, sin trabajar, sino es un trabajo. Y sos el anteúltimo bauleno que
queda sin trabajar. Vos y Valena. Si trabajan ustedes dos los Baulenes ya no
van a dejar de trabajar, con las repercusiones que eso va a traer en el mundo
de arriba. Nosotros bajamos de los baúles, las valijas, de vacaciones. Si
trabajamos, y estas valijas se llenan de cosas de trabajo, pero sobre todo de espíritu
de trabajo, las personas de arriba ya no van a dejar de trabajar ni un solo segundo,
ni un solo minuto. Y eso sería…
-Incómodo
-Exactamente
-Queremos que hagas que los Baulenes
dejen de trabajar sin trabajar.
-¿Cómo voy a trabajar sin
trabajar?
-Eso lo vas a saber vos. Anda rápido Baulén, que todo el mundo está
dando trabajo a todo el mundo. Te van a dar trabajo y no te vas a poder negar.
Y vamos a perder la última esperanza
-Vamos Valena
-No no, ella se queda acá.
Tenemos otra misión para ella. Es algo que tenés que hacer solo
Baulén los miró a todos, se
sintió del otro lado de todos, y en silencio se fue
Capítulo nueve
Baulén se alejó de la sala de los
conferenciantes y empezó a caminar por el mundo de los Baulenes, miró para
arriba, vio las tapas de las valijas, los baules, los roperos, los casilleros,
las cómodas, una al lado de la otra, haciendo un techo o un cielo. Hasta donde
se perdía la vista parecía un cielo remendado de tapas. Después se concentró más
y miró los distintos puntos adonde salían del mundo esas tapas, pedazos de
hoteles, al lado de pedazos de piletas, al lado de partes de días de campo, al
lado de momentos de suspiros, pegados a abrazos, al lado de una música sonando
muy bonita. Se dio cuenta que se había concentrado más y ahora estaba viendo
otra cosa a través de esos techos, estaba viendo los recuerdos de los dueños de
las valijas Estaba orgulloso de eso, era
el único lugar que tenía millones de salidas, una al lado de la otra, a
distintos lugares del mundo. Y estaba orgulloso de poder ver tantas cosas a través
de ellos. Esa era la característica, el súper poder de Baulén, era observador
-¿Y si salgo por cualquier tapa y
empiezo a conocer el mundo? Me habían dicho que no tenía que trabajar ¿Qué
mejor manera de no trabajar? Aunque está prohibido salir por una tapa que no es
de uno. Pero todas esas tapas que conducen a cualquier lado, y a cualquier
tiempo, una máquina de tiempo
impresionante
Siguió mirando para arriba y
hablando en voz alta
-Podría tomar aquella tapa de
casillero y salir a una escuela de chicago ¿Qué decir? En 1940. O podría tomar
aquella pequeña tapa de armario muy pequeño, que seguro es de un armario de
barco y salir a un barco en el mar de Nigeria en 1987. Se concentró un poco
más, volvió invisible la tapa, y vio una escotilla de barco, una cielo azul atravesado
de gotas que iban para arriba y caían, y un pez pasando de lado a lado en el
cielo. Se concentró aún más, le pudo bajar la velocidad a ese mundo, y el
próximo pez que paso lo vio pasar en cámara lenta, como lo fue viendo bajar la marcha,
fue como si el pez hubiese tirado la caja de cambios de quinta a primera, tardó
un montón en caer en cámara súper lenta. Después pasó a la otra tapa y se dijo:
O podría salir por esa enorme puesta de ropero de todo lujo y salir a un ropero
de una casa de Berlín, de 2890. De acá muchos años, cuando todo esto esté arreglado.
Entonces se concentró un poco más, miró dos tapas, y lo que vio fue la relación
entre esas tapas tan distintas en tan distintos lugares del mundo. La tapa de
una alacena de escuela, de la que vio el espacio de estar de la escuela, la parte
de abajo, y pies que iban y venían de acá para allá. Y la tapa de un casillero
de colectivo que estaba en otro país, de la que le vino, todo el pasaje
completo porque estaba al principio y arriba, visto de adelante para atrás,
casi toda gente durmiendo y viendo por el ventanal del fondo los coches que
iban atrás del micro, más que nada los colores, eran todos de distintos colores
hermosos. Baulén acá sumo dos características más, podía ver las cosas que otro
no veían en lo mismo que veían. Y podía ver las relaciones entre las cosas,
notó esa energía que de alguna manera vinculaba esa alacena con ese casillero,
era una energía, un historia, un vínculo que los unía, en una misma cosa, y
aunque eran diferentes cosas formaban una misma cosa también, que era otra
cosa. Así que eran la cosa que eran pero también eran otra cosa formada por el vínculo
entre las dos cosas. Eran un fractal o un espejo roto de manera pareja. Esa relación
entre cosas que formaban una nueva cosa, esa nueva cosa, que no estaba tranquila,
era una cosa tensa, una cosa atenta, una cosa en trabajo. Y él pensaba que lo
que tenían que hacer las cosas que formaban entre si una nueva cosa era lograr
calmar esa cosa nueva que era. Y eso solo se lograba con tiempo y con
paciencia, pero no era lo que estaba haciendo. Una de las dos cosas tenía que
tener claros los conceptos del tiempo y la paciencia
Baulén seguía caminando y mirando
su hermoso cielo hecho de tapas y posibilidades, mientras hablaba en voz alta
-Nunca entendí esto. Tenemos
todos los juegos juntos en la sala de conferencias y todos los Baulenes podemos
jugar todos los juegos juntos y cualquier juego. En todos los momentos y
cualquier momento. Pero no podemos salir por todas las tapas o cualquier tapa a
cualquier lugar o momento del mundo, porque se puede usar una sola ¿Para qué
tenemos arriba ese cielo de posibilidades?
Mirando el cielo y pensando en
las posibilidades, se encontró de frente con un grupo de Casilleris. Eran como
él, pero metálicos y con voces metálicas, andaban juntos, como si fueran una
especie de ser formado por todos ellos, que se enganchaban de sus partes metálicas.
Uno de ellos, que Baulén conocía de hacía mucho le habló directamente
-Baulén. Lo buscábamos
-Casiller ¿Cómo anda?
-Tenemos algo para decirle
-Que linda coincidencia. Yo
también a ustedes
-Tenemos un trabajo para usted
-¿Cómo? No No, Los Baulenes no
trabajamos. Lo que tenía para decirle yo es todo lo contrario. Tengo un no
trabajo para ustedes
-¿Cómo un no trabajo?
-Claro, tengo que pedirles, a
ustedes y todos que dejen de trabajar y volvamos al mundo de antes. Es un
trabajo que no me encargaron los conferenciantes
-No entiendo ¿Se lo encargaron o
no?
-Me lo encargaron y no. Es
difícil, Tengo que pedirles que dejen de trabajar. Ese es mi trabajo, pero no es
un trabajo, porque si no ya estaría trabajando. Y yo no tengo trabajo
-Muy bien, nos entendemos
-¿Nos entendemos?
-Usted dijo que no tenía trabajo
y nosotros venimos a encargarle un trabajo. Le estamos dando trabajo. Es lo que
hemos dichos ambos
-Yo no dije eso
-Ambos hablamos del trabajo y de
usted´
-Pero no del mismo modo
-El mismo modo o el modo mismo es
lo mismo
-Usted como siempre está jugando
con las palabras para que pase lo que
quiere
-Baulén. Tenemos un trabajo para
usted. Y usted no se va a negar porque nunca se niega a nada. Tiene que ordenar
su casillero
-Yo no tengo casillero
Casiller le dio una llavecita con
un número y una dirección
-Ahora lo tiene, número 25, del casillero
dos, de la escuela secundaria 34 de Pitbull, del año 2002. Hermoso año, hermosa
escuela. Prolijo humano con el que
comparte el casillero. Y se lo tiene que ordenar ¿No estaba usted mirando el
techo y quería poder salir por distintas tapas además de la suya? Se le acaba
de cumplir su sueño. Tiene una tapa más
-Pero yo… pero usted ¿Cómo sabe
lo que pensaba? Yo no debo trabajar
-Hasta luego Baulén. Usted está
contratado. Bienvenido
-¿Cómo bienvenido si siempre
estuve acá?
-No así
Casiller dijo esto y los Casilleris
parloteando, se fueron todos juntos
Baulén los olió, y no se dio
cuenta porque hacia eso, pero cuando logró poner el olfato sobre ellos apareció
una capacidad nueva que no sabía que tenía. Primero les olió las intenciones,
el casiller que le acaba de hablar tenía buenas intenciones, parecía que lo
quería ayudar, esas intenciones le llegaron como un profundo olor a jazmín, un
olor blanco y mojado, gotitas de olor a jazmín, que le hacía acordar al olor a jazmín
de la infancia. Después el olor tomó un color blanco, que le paso como un
oleada casi de un blanco trasparente y cual luz de subte lo paso para atrás y
siguió, en algún momento se volvió gris, que él pensó que era de la pesadumbre
que llevaba también ese casillere, Después sintió el tacto de ese olor, un
tacto fresco de cierta briza florida. Y un ruido de gotitas plic plic plic, que
le llevó el sonido de ese olor. Después se cerró a la percepción. Y se dio
cuenta que a medida que profundizaba sus capacidades sumaba nuevas capacidades.
Enseguida se concentró en su presente más pequeño. Baulén se quedó pensando en
vos alta
-¿Contratado? ¿Trabajo? Si yo
tengo que hacer que todos dejen de trabajar
Capítulo diez
Baulén pasando entre escaleras,
se puso a avanzar buscando el casillero que le habían ordenado ordenar. Llegó
hasta el lugar de los Casilleris, y miró para arriba un techo hecho de tapas de
casilleros. Todos numerados, Se puso a buscar el suyo. Cuando lo encontró, miró
la tapa, miró la llave. Y tomó la escalera que iba a la tapa para empezar a
subir
-Bueno, voy a salir a un
casillero de 1940, de Pitbull. Lindo conocer Pitbull en ese momento
Después miró todo el cielo lleno
de tapas del lado de adentro. Volvió a decir
-Un inmenso cielo de tapas que
conducen a distintas salidas de distintos lugares del espacio y el tiempo ¿No
es esta la máquina del tiempo más maravillosa que existe? Agudizo los oídos,
otra cosa que había entrenado para hacer Baulén, para escuchar lo que venía de
cada casillero, concentro, como si fuera una mirada la oreja en uno por uno de
los casilleros, y fue escuchando el ruido que venia del lado de afuera de ese
mundo de casilleros, con si su oreja fuese una radio fue pasando de casillero a
casillero como de radio en radio. De la primera tapa le vino voces de un
partido de futbol. Ese casillero estaba en un vestuario del club River Plate,
de algún momento de 1940. De al lado le vino sonido de una escuela y un idioma
que le parecía ruso, del de arriba de ese le vino de nuevo agua, ruido de olas,
estaba en algún lugar del ocena pacifico pero por los ruidos muy metálicos que
venían pero muy suaves, le pareció que estaba en el futuro. Se concentró en el
del costado de ese e hizo una sonrisa, alguien llamaba presidente a alguien.
Eso sería, pensó un vestuario de alguna casa presidencial, de algo en algún
lugar y momento. Y eso fue todo porque se dispuso a subir. Cuando empezaron a
bajar trapos agarrados de trapos, papeles doblados, trapos enganchados con
ganchitos. Trapos pegados con curitas. Y de ellos, como un escuadrón comando,
los Bolsillines. Bajaron todos cronometrados de sus trapos y lo rodearon en
cinco. A Baulén le encantaba ver a los Bolsillines. Tenían figura de pequeños
hombrecitos pero estaban todos formados de pelusas que se juntaba en los
bolsillos, que eran un montón de restos de un montón de cositas que iban quedando.
Baulén los saludó y puso en juego otra
característica que tenía, podía escuchar la sensación que traían, o la emoción,
traducida en una música conocida que salía del bolsillín y que el solo podía
escuchar. Como si cada uno de ellos tuviera su banda sonora de película. A bolsillín
que se le adelanto le sonaba una canción muy dulce que se llamaba “El cóndor
pasa” Vio al Bolsillín y El cóndor pasa sonando alrededor de el
-¿El cóndor pasa? –Le preguntó
Baulén
-Perdón
-Nada, es dulce, y es lógico,
denota movimiento
Al segundo Bolsillin le escucho
la banda sonora de la película de Rocky, lo miró y se sonrió. Era un Bauleno
que no podía dejar de moverse, y miraba todo el tiempo para todos lados. Lo
pensó dispuesto a entrar al combate
-Rocky-le dijo
El bolsillín no entendió
Al tercero le venía la banda
sonora de El lago de los cisnes y lo miro con curiosidad. Después se sonrió de
nuevo, estaba medio parado en una posición de ballet. Y después dejó de
escuchar la música internas porque ya le habló al que se le adelantó
-Los Bolsillines, la pelusa del
ombligo del mundo de los Baulenes. La comida del otro día. El coral de nuestro
mundo. Seres hechos con partecitas de cosas, como nidos. Los Bolsillines, los
nidos del mundo de los Baulenes. Custodios de los bolsillos. Entendidos digamos
en las pequeñas cosas
-Baulén, gracias por la
presentación ¿Te habrás dado cuenta que dado nuestra llegada, nuestra
aparición, digamos nuestra presentación, no necesitamos presentación?- le dijo
Sillín, el que tenían sonando El cóndor pasa
-No no, esa presentación a lo
Swat de los Bolsillines, decididamente no necesita presentación. Ustedes son una
presentación. Diría solo una presentación ¿No pensaron hacer un espectáculosde
sogas?- Baulén pensaba que la banda sonoro propia de cada uno le servía también
como banda sonora para el espectáculo
Uno de los Bolsillines le dio una soga a
Baulén, y en silencio Baulén empezó a subir con ellos, y a manejarse con la
soga, que era un hilo de hacer chorizo, cómo si fuera una liana por todo el
mundo de los Baulenes. Yendo y viniendo, bajando y subiendo, siguiéndolos por
todos lados. Mientras hablaban. Ahora Baulén estaba volando con ellos y para sorpresa
de él mismo se le activó su propia banda sonora, que el no pudo escuchar,
porque era lo que uno desprendía hacia los otros, pero que los Bolsillines si
escucharon porque lo miraron y se rieron. Nadie le dijo nada, y el no preguntó
-Cuidado esas escaleras,
subimoossss ahora. Hop hop hop
Empezaron a subir hasta el techo
de tapas. Baulén se sintió contento, nunca había llegado hasta ahí arriba.
Salvo cuando bajaban de su tapa. Ahora estaban a centímetros del techo. Baulén
tocó la tapa que tenía arriba, era de una valija roja, y pegado una tapa de un
cofre marrón clarito. Y al lado le pasó la mano por la tapa de una baúl amarillo.
Se concentró para volver invisibles las tapas, y vio la parte de arriba de la
valija roja, un cielo con hojas, sombras que se colaban y la tapa que andaba, veía
partes de techos, algunas partes de personas que pasaban. De golpe vio una
pelota que se fue agrandado y amagó a meterse en el mundo baulen, rebotó en la
valija y salió para otro lado. Tocó el principio de la escalera que bajaba la
otra tapa que acababa de ser utilizada. Las escaleras a veces estaban a la
vista y a veces no, se las veía cuando se las usaba o se las acababa de usar o
se las iba a volver a usar pronto, como si las escaleras se vieran cuando las
tapas se abrían pero dejaban de verse cuando se cerraban.
-Tengo algo que pedirles- les
dijo
-No hay tiempo. Nos quedamos acá
en el techo observando y a la espera. Acuérdense. Bajamos de golpe a mi
indicación con los dedos- El Bolsillín que hablo tenía la banda sonora de Kill
Bill sonándole. A Baulén con esa banda sonora y esa indicación le dio un poco
de desconfianza seguirlos
-Necesito pedirles algo
-No tenemos tiempo. Baulén, usted
ha sido incorporado al 345 grupo comando. Tenemos un trabajo para usted
-Imposible, ya tengo uno
-Ahora tiene dos. Como le gusta
trabajar a usted Baulén. Qué raro es
-Todo lo contrario, no me gusta
para nada. Yo quisiera que todos dejaran de…
-Felicitaciones. Bienvenido
Toda la conversación con ese
bolsillin se vio acompañada por la banda sonora de Benny Hill, que era la que
le sonaba a él, así que a Baulén se le apareció como de lo más curiosa esa
charla con música de comedia de fondo en sus oídos y algunas rizas cada tanto
-Pero si yo ya estaba
-Al trabajo
-No puedo. Renuncio
-No puede renunciar. Está en
periodo de prueba, Cuando lo aceptemos si quiere renuncia. Pero ahora su
trabajo. Se le ha asignado el bolsillo derecho del pintor de un dibujante de
Estambul en 1010. Esta es la soga que lo conduce hasta él. Está por allá- Le
señaló la soga por la que estaba colgado Baulén, que se alejaba se ellos y
terminaba en una en una pequeña tapa de tela, que del mundo de afuera era un
pequeño bolsillo marrón, con el que agudiza la vista un poquito y vio un
enchastre de tempera blanca con una tempera negra cerrada y algunos pinceles
pintados por ahí
Baulén pensó en rechazarlo pero
también pensó que era otra cosa más que tenía. Otra tapa de salida de ese
mundo. Y la posibilidad de salir en otro tiempo y otro lugar, y aprender más. Ya era dueño de tres cosas de ese cielo. Y eso
le gustó
Como vinieron los Bolsillones se
fueron
-¿Qué tengo que hacer?- Les gritó mientras se iban
-Limpiarlo, es un desastre. Pegajoso
de caramelos, tierra, pintura, tinta. Lombrices. Se lo dimos a usted porque
usted es quien hace todas las cosas difíciles. Y le digo más, es hasta quien
hace que las cosas sean difíciles
-¿Cómo que hago que las cosas sean
difíciles?
Le dijo esto y se fueron todos,
usando las sogas como lianas uy gritando a lo Tarzán, desparecieron de la vista
en el horizonte del cielo de tapas, del que estaba agarrado de una soga que
conducía a un bolsillo. Agarrado ahí donde estaba hizo una breve reflexión. El
los vio irse pero más que nada los escucho irse, con todas sus bandas sonoras
mezcladas sonando juntas en un sonido que era un bochinche mezclado. Tardo
mucho más en dejar de escucharlos en el horizonte que en dejar de verlos
-Ahora entiendo porque trabajan.
Si yo más trabajo tengo acceso a más lugares, y más cosas, más tapas para
salir, más cosas para conocer, más posibilidades. Trabajar te da cosas, Y el
que tiene cosas quiere cada vez más cosas. Pero hay que saber cómo estar en las
cosas. Pero, vamos a ese bolsillo, después al casillero. Y después vuelvo a la
tapa de mi baúl y a mi baúl a descansar
Capitulo once
Cuando estaba por ir hacia el
bolsillo, la tapa bajo la que estaba, una tapa de madera, gruesa y grande, se
abrió de golpe y le pegó en la cabeza. Bajó unos centímetros y se volvió a
agarrar de la soga
Se asomó Tropero, que era uno de
los troperos, de los que bajaban desde las tapas de los roperos. El único Tropero
que conocía. Todo de madera, del tamaño más o menos de un metro. Con cuerpo de
madera flexible, y cara como de corteza de árbol. Manos de ramas. Parecía un
ser de los árboles. Algunos decían que los Troperos venían de los árboles.
Tropero conocía a Baulén
-Baulén
-Tropero, como siempre usted trae
ropa colgando de ahí del ropero. Esa remera que le cuelga en la cabeza, la
media que se le enganchó en la oreja Y el calzoncillo el pantalón que tiene atado a la pierna
-Hoy me colgué a la moda
-Ya veo, después lo buscan en el
mundo de arriba y no lo encuentran
-No sabe la cantidad de ropa que
compran, han llenado el tropero
-Ropero
-¿Perdón?
-Ropero, es un ropero lo que es
eso en el mundo de arriba, pero ustedes le dicen tropero. Por eso le decimos
los Troperos
-No me cuente lo que ya sé
-No era mi intención
-Es raro usted Baulén
-No era mi intención
-Claro que no ¿Quién va a tener
de intención ser raro? Es raro usted Baulén. Pero no se quede ahí colgado. Vive
colgado usted
- No se quede ahí amigo, entre
entre
-¿Usted está bien tropero?
Primera vez que me invita a pasar a través de su tapa
-Pase usted
En ese momento se sintió un
temblor en la tapa de tropero, en tropero y en la soga de Baulén. Casi se caen
los dos. Ambos quedaron garrados. Pasó el temblor. En Baulén se activó otra
característica que tenía, por la confusión, hizo llegar el temblor que había
sentido a todo el mundo Baulén, empezando desde donde estaba él. Baulén tenía
la capacidad de trasladar lo que le pasaba a todo el espacio que ocupaba.
Temblaron algunas tapas de la lado, y de
a poco fueron temblando otras, y Baulén se imaginó que había temblado algunas
partes de esos mundos de afuera de las tapas. Temblaron un poco las escaleras.
Y allá abajo vio tambalearse a los frasquinis que iban caminando, agarrase
entre sí, tratar de evitar caerse. Se concentró, respiro bien, se relajó,
cambió se sintonía y evitó que se cayeran. Los frasquinis hicieron equilibrio y
no cayeron
-¿Qué es eso? ¿Un temblor?
-Traqueteo
-Eso ha sido un temblor, se está
rompiendo nuestro mundo
-Traqueteo. Están mudando el
ropero a otra casa y en el camión en el que vamos en el mundo de afuera
traquetea mucho
-¿Vamos en un camión en el mundo
de afuera?
Tropero se asomó para el lado de
adentro de la tapa. Vino un olor a humo y se vieron árboles de plaza y algunos
edificios. Desde ahí le gritó
-Hermoso
-¿Puedo ver?
Venga usted a ver
Baulén dejó la soga y se agarró
de la tapa con una mano. Con la otra mano lo agarró Tropero y así agarrado lo
subió hasta adentro de la tapa. Cuando enfocó su vista estaba sentado en el
ropero, del lado de afuera, en una de sus tapas, en un camión viajando por la
ciudad. Estaba lleno de edificios, calles, personas. Estaba en algún lugar de
alguna ciudad
Los dos estuvieron un rato largo
viajando en silencio, mirando el mundo de afuera. Después bajaron de nuevo al
mundo de los Baulenes. Cerraron la tapa y el mundo de los Baulenes se quedó
quieto
Se sentaron en la escalera por la
que bajaba tropero al mundo de los Baulenes, ya del lado de adentro. Y ahí él
le dijo
-De estas necesito, chiquitas,
aureola y tornillo. Para ajustar la tapa el traqueteo del camión me la ha
aflojado. Va me la compra, va de parte mía, y viene. Cuando vuelva le doy unos
pesos, después va y se los gasta en el multijuego, que sé que le gusta pasarse
horas ahí ¿Quién sabe? Quizás está de suerte y lo multiplica. Baulén, no se
confunda, es una changa lo que le estoy dando, no un trabajo fijo. No tengo
para trabajo fijo. Esta es la llave de la puerta del ropero. Una que tengo de
reserva. Si cuando vuelve no estoy abre, se mete y lo deja. Me va hasta el almacén
del Roul
-¿Roul? El de la tapa de baúl
-Si si, le va a entender
enseguida, es uno de los suyos
-¿El que hace música soul y habla
en soul?
-El mismo Roul
Se ponen a cantar juntos
-Roul el del Soul, el mismo Roul
-No puedo trabajar. Ya tengo dos
trabajos- Le dijo Baulén
-No le estoy dando un trabajo. Es
una changa ¿Dos trabajos tiene? Usted tiene un problema con el trabajo. Trabaja
mucho. Controle eso ¿Usted se acuerda lo que era antes este mundo? Acá se
descansaba
-No soy yo
-Si me acaba de decir que tiene
dos trabajos
-Bueno, tres, también me
encargaron que hiciera que dejen de trabajar. Con este sería el cuarto
-Usted va a hacer que dejemos de
trabajar sacándonos todos los trabajos a nosotros
-No soy yo
-Me va a buscar eso, viene y me
lo deja del otro lado de la tapa. Después el pago. No puedo seguir hablando,
estoy muy ocupado trabajando con esta mudanza. Para ser alguien que tiene
muchos trabajos, habla demasiado
Le dijo Tropero y se metió del
otro lado de la tapa, al mundo fuera del ropero. Cuando abrió la tapa se
escucharon unos ladridos, cuando la cerró cesaron. Baulén aún se quedó escuchando
los ladridos un rato más. Podía escuchar lo que fuera de la tapa que fuera, de
la parte del mundo que estuvieran. El perro en el oído de Baulén ladro unos
minutos más y después se fue callando de a poco. Tropero se interesó
-¿Usted escucha lo que sea del
mundo de afuera de la tapa que sea?
-Si
-Me pone el oído en la tapa que
va al estadio de River y me dice. Quiero saber cómo va el partido
-¿El que se juega hoy?
-No, el que se juega hoy es una
incertidumbre. Vamos a salir a un mundo viejo. Uno que hayamos ganado. No
quiero angustiarme. La final del mundo de 1986, que la ganamos
-Bueno- dijo Baulén mirando el
techo de tapas –habría que buscar, observar que tipo de tapa sale a un estadio y
ver si salimos en el año justo, en el estadio justo, en el partido justo
-Hágame ese favor
Baulén miro una tapa al azar,
escuchó un relato donde Alzamendi llevaba la pelota, y estaban Frenchescoli y
Alonso según el relato y supo que era esa. Otra característica que tenía Baulen
era que veía la solución al problema que se le presentaba en la cabeza apenas
mirada lo primero que se le aparecía
-Aquella- señaló una tapa de
casillero que estaba unos cuantos metros más allá entre cientos de tapas de
casilleros. Da al casillero del estadio del partido que juego River. Al momento
del partido
-Bárbaro- Le agradeció Tropero-
Hagamos una cosa. No me diga nada. Yo voy a salir por esa tapa entonces, en
cuento arregle esto. Hágame ese trabajo, esa chanqguita que le encargue por
favor
Baulén se quedó pensando
-He aquí otra cosa que estoy
aprendiendo, hay muchos trabajos que no se saben cómo trabajos porque si bien
son trabajos no se dicen trabajo, a prueba, changas. El mundo de los trabajos
es más complejo de lo que pensamos. Porque hay cosas que no se dicen como
trabajo y son trabajo, cosas que se dicen que no son trabajo y son trabajo, Y
cosas que no son trabajo y la volvemos trabajo. Pero que estoy haciendo acá
pensando, tengo trabajo
Dijo Baulén y empezó a caminar de
nuevo entre el mundo de las escaleras
Capitulo doce
Baulén bajó unos cuantos
escalones por la escalera de Tropero Y ahí abajo vio a Lijo. Lijo era un Valijín.
Era del mundo de los Baulenes, de la parte que salían de tapas de valijas. Eran
los que andaban rápido por todos lados. Iba con su escalera echa toda de cuero.
El mismo estaba hecho todo de cuero marrón clarito, parecía un pequeño
hombrecito hecho de cuero y lleno de cierres y compartimentos, internos y
externos. Sin verlo se puso a leer un papel que sacó de uno de los muchos compartimentos
internos de su cuerpo. Lo leyó. Mientras lo leía Bauleno lo tocó. Le gustaba
tocar el áspero de valija de su piel, estaba un poco con unos pequeños pelos
saliéndole. Sintió la sensación de comodidad que le dio eso
-Busco al
Buscó en otro compartimento interno,
sacó otro papel y lo leyó. Baulén le tocó el compartimento, ahí era más suave
-Señor
Buscó en otro de los compartimentos
internos adentro de sí mismo y sacó otro pedazo de papel. Baulén ya no lo tocó
pero lo miro desde arriba, como si buscara algo adentro de él, los
compartimentos apenas cerrados los cierres, los bolsillos
-Baulén
Baulén que ya estaba atorado y
apesadumbrado pero contento de poder hablar con un Valijo. Eran rápidos,
ausentes, viajadores y escurridizos. Y quería hablar antes de que se fuera con
su escalera corriendo
-Hola Lijo
-Señor Baulén acá está. A usted
lo buscaba, tengo un trabajo para darle
Buscó de nuevo en sus compartimentos
internos pero no sacó nada, se dedicó a hablar normalmente sin nada escrito.
Baulén hizo un par de pasos para atrás para mirarlo de lejos
-Qué bueno debe ser tener todos
esos bolsillos internos. Usted es como una valija dada vuelta.
-Ya me voy a otra estación. Tengo
un trabajo para usted
Dijo Lijo que se agarró de la
escalera que se empezó a mover como si alguien la tironera corriendo desde
arriba
-¿Que trabajo?
-No lo sé. No le sé. Déjemelo
pensar. Algo le vamos a encontrar
-Si yo no le pedí nada
-Algún trabajo le vamos a dar,
está contratado. Le aviso hoy mismo
Y así se fue a la carrera y los
tirones Lijo
-Baulennnnnnn
El grito fue de Valena, que
estaba en su escalera, justo al lado de él
-Baulennnn
Valena estaba pegada a él porque
en ese momento Baulén había llegado hasta su escalera y las escaleras de ellos
estaban pegadas. Así había logrado encontrarlo Valena, que lo había buscado por
todos lados y después se dio cuenta que lo iba a encontrar cuando el volviera a
su escalera.
-Si Valena
-Baulennnnnnnn
-Si Valena, no necesitás gritarme.
Nuestras escaleras están pegadas porque nuestros baúles viajan juntos
-Dos palabras tengo para vos
-Adicto al trabajo
Esa acusación le cayó como una
bomba
-Adicto al trabajo, Baulén. Te
estuve viendo todas estas horas. Te volviste un adicto al trabajo
-Pero claro que no, yo tengo que
hacer que todos dejen de trabajar
-Ya estás hablando de trabajo.
Adicto al trabajo
-Pero como yo, si vos, si yo, si vos
-¿Qué hiciste todas estas horas
acá abajo?
-Tratar de que dejen de trabajar
-¿Y lo conseguiste?
-Algo
-¿Qué?
- No conseguí que dejen de
trabajar pero conseguí sacarles algo de trabajo de encima. Me dieron como seis
trabajos
-¿Tenés seis empleos?
-Podría decirse, claro que
diciendo así
-Dicho así y dicho de cualquier
manera. Seis empleos
-Bueno, eso sonando así
-Seis empleos tenés. Te mandaron
para que dejaran todos de trabajar
-Bueno dicho así, suena como
- Suena como suena. Adicto al
trabajo. Hay que tratarlo
-¿El qué?
-Un psicólogo Baulén. Te está
esperando en una hora. No lo hagas esperar, lo tuyo es muy urgente
Y dicho esto, Valena se subió por
su escalera
Baulén se quedó con su nota en la
mano, diciéndose a sí mismo
-¿Adicto al trabajo? Pero, Claro.
El trabajo es algo muy complejo, muy raro, muy profundo. Con el trabajo no se
juega. O sí. Y tengo que saber más cosas sobre este trabajo. Voy a ir con el
psicólogo
Así Baulén se encontró siendo un
adicto al trabajo y yendo al psicólogo
Capitulo trece
Baulén estaba en el consultorio
del psicólogo. Era el interior de un maletín. El psicólogo era el mismo psicólogo
que tenía el maletín pero en su versión diminuta. Era un pequeño psicólogo de
tres centímetros. Baulén dentro del consultorio también tenía tres centímetros,
sin darse cuenta se había ido achicando mientras había ido entrando. El atuendo
del psicólogo era un atuendo que estaba formado por partes de distintas vestimentas
de trabajo. Tenía un saco de psicólogo cuadriculado clarito, pantalones de
plomero gris manchado, casco de operario amarillo patito, serrucho de carpintero
mediano, lápiz en la oreja de verdulero, con punta de goma. Una llave general
en el llavero de cerrajero arriba de la mesa con más de 100 llaves. Colgando un
silbato de referee negro. Una pistola para medir la velocidad de los autos en
la mesa muy moderna, muy linda, como un pequeño radar de mano. Una pistola
marcadora de precios del otro lado de la mesa, azul, con los precios asomando
en la punta. Y estaba lleno de sellos de distintas profesiones. Baulén se
encontraba sentado frente a él
-¿Así que adicto al trabajo?
-Eso dicen mis jefes
-Jefes ¿Cuántos?
-Seis
-¿Seis? Yo también fui adicto al
trabajo. En otro momento
-Algo noté, no mucho, un aire
-Es muy perceptivo usted ¿Entonces usted es
muy adicto al trabajo?
-Yo no lo diría así
En ese momento en psicólogo le
hizo sonar el silbato en el oído
Prrrrriiiiiiiiii
-Infracción, usted está en
infracción. Amarilla. La próxima roja -Se paró como un referee para sacarle la
tarjeta. Después, lo miró y en una libretita chiquita anotó el nombre. Después
la guardó en el bolsillo de atrás del pantalón y se sentó- Primer paso para
superar un problema es reconocerlo
- ¿Usted es psicólogo o referee?
-¿La terapia es sobre mí o sobre
usted?
-Dígame usted
-Usted va muy rápido Baulén, muy
rápido. Tiene que bajar un cambio
Mientras hacía eso le tomaba la
velocidad en la frente con la pistola de medir la velocidad, y se le aceraba de
costado a hablar con él como si fuera un policía de tránsito
-Esto anda mal, 0 km por hora-Lo miraba
de arriba como si Baulén estuviese en un coche
-Estoy quieto
Ahora se le había agachado, le
había pasado un brazo por el hombro y lo aconsejaba señalando para adelante con
la otra mano
-Si sigue a esta velocidad va a
derrapar. Usted la curva la tiene que tomar bajando la marcha, punta taco, frena.
Mira el camino para atrás, mira para adelante y sabe adónde va
-¿Es entrenador de corredores?
¿Usted no tendrá varios trabajos a la vez?
-Como está el mercado- Le dijo sentándose
-¿Y cómo empezó eso de varios
trabajos a la vez? Cuénteme
-¿Me está psicoanalizando?
-No no, preguntaba, A ver si puedo ayudar. Usted hable. Yo anoto- Baulén sacó una pequeña
libreta también y se dispuso a anotar
-Ya se tomó el trabajo de ser mi
psicólogo, y yo soy su psicólogo. Usted es un adicto al trabajo
-Usted es adicto al trabajo
-Usted es adicto al trabajo
-No, usted es adicto al trabajo
-No, usted es adicto al trabajo
-Que descubrimiento, ya lo sabía.
Por eso vengo acá. Usted también es un adicto al trabajo
El psicólogo Baulén le volvió a tomar la velocidad, volvió a ver cero. Y
le dijo
-Usted va muy rápido. Muy rápido.
Está sobrevalorado
Y enseguida cambió de pistola, le
puso la de estampar precios y le estampó un precio en la cabeza. Después la bajó,
y le estampó otro precio menor. Después se paró y estampó varios precios a las
cosas que estaban al lado de Baulén, y gritó como para afuera
-Termino con estos precios y voyyy-
Se sentó y le dijo a Baulén-Usted está sobrevalorado, ahí le puse un precio y
ahora se lo bajé
-¿Usted pone precios?
-Soy marcador de supermercado
En un momento el psicólogo con
dos balizas de aviones le empezó a hacer señal de que estacionara, cómo si
fuera un avión
-Descienda, la pista está
despejada
-¿Usted también estaciona
aviones?
Después de esa pregunta el psicólogo se paró como un referee y le sacó la roja
-Roja, usted está expulsado. Vaya
a las duchas. Está hablando de mí y tenemos que hablar de usted. No se habla
del refereee. Usted juegue en silencio-y se sentó
-¿Tiene duchas? No entiendo
¿Tengo que ir a las duchas?
-Salga
-Bueno
Baulén se levantó para irse para
la puerta, y cuando estaba por cruzarla el psicólogo le dijo
-Espere, se olvida la bolsa
Cuando se dio vuelta el psicólogo estaba con
una bolsa de papas y batatas arriba. Un anotador y un lápiz, contando los
productos y anotando precios
-¿Usted es verdulero también?
-¿Y qué clase de verdulero?
Cuando Baulén se fue para la
puerta el psicólogo dijo
-Se vaaaaa, se vaaaaa, se
vaaaaaaaa. Se fueeeeeeee del estadio. Jon ron
Baulén volvió a entrar para
preguntar, lo encontró con un micrófono de mano a mano y unos auriculares
-¿Es relator de béisbol? Porque
me encanta el béisbol
-Siii, estamos acá por la
entrevista laboral ¿Usted vino por la entrevista laboral?
-No, esteee, bueno, ehhh ¿Entrevista laboral? Bueno, ya tengo varios. Pero uno
más…
-Lo caché, usted es adicto al
trabajo. Venga, siéntese, charlemos. Le hable de entrevista laboral y le
brillaron los ojos, se entusiasmó, cambió la posturas
Baulen se sentó
-Pero usted también, mientras
hablábamos hizo un montón de trabajos más
-¿Y cómo se sintió?
-Enloquecido
-Eso es lo que les pasa a todos
con usted. Así no se puede ¿Y cómo empezó esto?
-Me encargaron el trabajo de que
hiciera que todos dejaran de trabajar
-Lo lleva bastante bien
-Bueno, me ha salido un poco mal
¿Qué tengo que hacer doctor?
-Nada
-¿En serio?
-En serio, usted no tiene que
hacer nada. Usted tiene que dejar de hacer y de hablar. Se tiene que quedar
quieto
Y así Baulén se quedó quieto y
callado. El psicólogo también. Y estuvieron así, quietos y callados dos, tres,
cuatro, cinco, seis, siete, quince, veinte horas. Finalmente Baulén se levantó
y se fue
Capitulo catorce
Cuando Baulén salió del psicólogo
empezó a caminar en silencio entre el mundo de escaleras, tapas, subsuelos,
techos, de los Baulenes. Ese silencio lo fue envolviendo y como hizo silencio y
se concentró en el silencio y no en otra cosa, pudo empezar a escuchar cosas, a
verlas, a darse cuenta. Baulén caminando en silencio empezó a amar el silencio
y la cantidad de cosas que podía ver en silencio y como tampoco iba a estar
tanto tiempo en silencio empezó a comentar en voz alta las cosas que veía con
el silencio
-Claro claro claro. Ahora que
estoy en silencio entran un montón de cosas. Entran un montón de cosas en el
silencio. Porque entre palabras, digamos, no entra nada, pero en el silencio
entran un montón de cosas. Hay cosas que se ven en el silencio, olores. El
mundo es inmenso en el silencio. El mundo entero cabe en un poco de silencio
-No aclare tanto que oscurece
Cuando Baulén miró de donde venía
la voz vio un hombre que no estaba en ninguna escalera sino que flotaba en posición
de loto. El Baulén taoísta
-Baulén taoísta
Lo saludó
-Baulén
-Le preguntó ¿Qué tengo que
hacer?
-Nada, no haga nada, usted solo
observe
-¿Qué?
-Ya está haciendo algo. Está
preguntando. Usted no haga nada
-Bueno
-Hizo algo también, aceptó
-Es que
-Chst algo
-Ah
-Chst
-Bueno
-Algo, chst
-Es que..
-Chst
-Es que Chst
-Chst
-Nada entonces
-Pero che
-No, entendí entendí. Nada. Mire
como no hago nada
-Algo. Chst
-Usted está haciendo algo. Para
que yo no haga nada, usted no tiene que
hacer nada
El baulén taoísta se dio cuenta
que más o menos había entendido y agachó la cabeza en señal de deferencia. Se
quedaron así un rato largo. Hasta que Baulén se levantó y se fue
Capítulo quince
Cuando Baulén se fue de conversar
con el maestro taoísta y empezó a caminar por las escaleras y los entrepisos y
mirar las tapas y los techos se dio cuenta que había un vértigo que él no
tenía. Los Baulenes subían y bajaban. Las tapas se abrían y cerraban, Bajaban
de baúles, de roperos, de frascos, de casilleros, mientras el mundo de arriba
se movía con el mismo vértigo que el mundo de abajo, como si respondiera a eso.
Veía los pedazos de mundo de arriba concentrándose en las tapas. Un pedazo de
catedral arriba de aquella tapa de valija amarilla. Tres personas jugando al
futbol arriba de aquella tapa verde de bolso deportivo. Un cielo celeste al
lado de un cielo nublado, al lado de un principio de plieta que limitaban con
la parte del costado de una montaña, que tenía más allá una mano inmensa
metiéndose, como estaban al lado de una cara de persona buscando, que estaba
pegada a la cabeza de un chivo que se había metido al bolso y así al mundo
Baulén. Todo eso si veía las tapas todas juntas. Pero Baulén en cambio se movía más despacio y
con más silencio. Caminaba callado, lento y los Baulenes lo pasaban por todos
lados. La Cinchada, la cinchada, decían. Hoy está el campeonato de cinchada
En su caminada enganchó una leve conversación de dos Baulenes que iban caminando
y comentando
--Hoy es la gran final de la
cinchada- Pensó Baulén
-Que trabajo difícil- comentó
Fresco, pasándolo a Baulen de costado
-Para mí antes, ir a ver la cinchada
era un placer, pero ahora es un trabajo. Yo le aposté al equipo azul- Confesó
Valijín palmeando a Baulén a la pasada
-Yo, también, yo también le he
apostado ¡Allá vaaaa! ¡Allaaaa vaaaaa!- gritó Fresco
Baulén vio que señalan a alguien
y lo reconoció enseguida. Ropo, el gran competidor de cinchada. Ropo venía de
los Baulenes que bajaban de roperos. Era grandote, fuerte y tenía directamente
la forma de un ropero, pero pequeño, de un metro
-Señor Ropo, señor Ropo. Nos
firma un autógrafo- le dijo Valijín
Ropo respondió de manera casi
automática y salió corriendo
-No puedo niños, estoy en el precalentamiento.
Tengo mucho trabajo, mucho trabajo
Y después salió corriendo. Ahí se
dieron cuenta de la presencia de Baulén atrás de ellos
-Baulén ¿Vas a ver el campeonato
de cinchada?
-¿A quién apostaste Baulén?-
preguntó Fresco
Baulén ya estaba en el silencio,
se limitó a mirarlos sonreír, no decir nada, y dejar que se alejaran
-Qué raro está Baulén- dijo
Valijín
-¿Qué está ahora? Siempre fue raro
Baulén
Baulén caminó un poco más lento y
poco a poco lo fueron pasando todos y se quedó caminando lento para el
campeonato de cinchada
Capítulo dieciséis
Cuando Baulén fue llegando fue
escuchando el bullicio en la sala de juego. La sala estaba arriba, pegada al
techo de tapas, Y cada Baulén estaba bajo su tapa. Era un espectáculo hermoso
ver los Baulenes, las tapas, las escaleras, y en el medio de todo eso la cancha
de cinchada. El partido ya se estaba jugando. Cinco Baulenes por lado, unos
tiraban para un lado, otros tiraban para el otro. Y todo se mantenía emparejado
en el medio. Entre los jugadores había varios conocidos suyos. Por empezar en
el quipo rojo estaba Valena. En el azul estaba el pequeño Casilleri. Además de
Valena en el rojo estaba su jefe, el que le había encargado que hiciera que los
Baulenes dejaran de trabajar. Estaba Comodo, estaba el pequeño Sillín. Y en las
camisetas de ambos equipos se leía “Equipo profesional de cinchada” Significaba
que ambos equipos se habían profesionalizado, todos los jugadores estaban
trabajando. Y en el estadio todos tenían boletos de apuestas en las manos, así
que todos habían apostados. Todos estaban trabajando, Ahí Baulén se dio cuenta
que no había quedado un solo centímetro para el juego, en su mundo subterráneo.
Miró las valijas de las que estaban los baulenos, como estaban semiabiertas y
ellos estaban sentados ahí podía ver el mundo de afuera a través de la apertura
de la valija, pero más que nada escucharlo. Lo que escuchaba eran gritos de
muchos estadios del mundo, porque en ese juego se ponían en primer lugar y se
abrían más todas las valijas, bolsos, casilleros que estaban en estadios del
mundo. Jugaban con el ruido de fondo de la hinchadas de todos los tiempos, de
todos los estadios del mundo. Y por momento los Baulenos, más que jugar se
concentraban en el ruido que bajaba de las valijas, bolsos, de los estadios y
hacían comentarios. Si eso era del circo Romano. Si era Wembley, si era la
boca, si era el mundial del rugbi. La carrera de cien metros de las olimpiadas
del 62
Baulén se puso a mirar en
silencio, después de 20 horas los jugadores agotados seguían cinchando y ya
todos habían empezado a querer que se terminara, y prestarle muchas más
atención a los gritos de los estadios. Así que empezaron a pedir un jugador que
se sumara para algunos de los equipos a tirar y dar vuelta el partido. El
primero. Cuando empezaron a preguntar alguien que no estuviese comprometido con
ninguno de los dos lados, se encontraron que todos habían apostado y todos
estaban comprometidos, Hasta que uno lo vio a él
-Baulén, Baulén no apostó, él no
está comprometido. Vení Baulén a terminar el partido cinchando de nuestro lado
Baulén lo miró. El jefe insistió
con más rigor
-Es una orden Baulén
-Baulén, vení con nosotros. Vos
trabajas con nosotros- Se agregó Sillín
-Vamos Baulén, vení de esta lado,
así terminamos agotados- primerió Valena
-Hace horas que no podemos para
de hacer esto, vamos Baulén- comentó Ropo
Baulén los miró y no les
respondió, y después se dedicó a ya no mirarlos. Se puso a pensar que eran una
metáfora de lo que se había vuelto su mundo, y decidió darles la espalda, irse
Baulén, dio media vuelta y dejó
sin decir una sola palabra el partido de cinchada. Atrás, muy tímidamente, muy
de lejos, lo empezó a seguir, su primer seguidor. Cuando ya hizo unos pasos se
empezó a apagar el bullicio hasta volverse silencio
Capítulo diecisiete
Baulén siguió caminando entre el
mundo de las escaleras, atrás se le iban sumando más y más personas, caminando
como él, en silencio. Uno le salió de frente. Era Casiller
-Baulén ¿Puedo organizar como le
dijimos ese armario?
Baulén se limitó a mirarlo sonreír
y no decir nada. Se sentían tan bien esas dos cosas. Mirar y sonreír
Un voz en off, no se sabe de dónde,
porque el mundo de los Baulenes era mágico, empezó a poner en alta voz los
pensamientos de Baulén. Lo que Baulén pensaban ahora lo escuchaban todos en el
mundo Bauleno, y también lo escuchaban en el mundo de arriba, que por mucho
tiempo se habían preguntado qué era eso
-Se siente tan bien callar y sonreír,
y no hacer nada más que eso. Es tan lindo el silencio, entran tantas cosas. Y
tan bonito sonreír, deja tantas sensaciones. Porque si yo hubiese respondido,
no hubiese podido entrar el silencio. Pero ahora es como mágico, las palabras
de él me entran a mí, pero el silencio y la sonrisa le entran a él
El Casilleri le preguntó
-¿Qué es eso Baulén que estamos
escuchando? Es su voz pero saliendo en todos lados ¿Qué está haciendo Baulén?
Lo necesitamos para hacer el trabajo que le dimos, hay que ordenar el
casillero. Por el desorden de ese casillero todos los casilleros de esa escuela
se desordenaron y los casilleros se todas las escuelas de la ciudad y se están
desordenando los casilleros del país
Baulén se limitó a sonreír amablemente
en silencio y seguir su camino. En todos lados se escuchó el pensamiento de
Baulén decir
-¿Y esto otro que es? Sonreír,
observar y caminar. Qué lindo se siente caminar, caminar y respirar, sonreír y
observar. Y no intervenir, pero entender, Comprender sin intervenir. Qué lindo
que se siente. Caminar, respirar, mirar, sonreír
Todos los que escucharon el
pensamiento de Baulén se sintieron quizás un poco más crecidos. Al final el
Casilleri optó por callarse y mirarlo alejarse.
Adelante se le cruzó el Bolsillín
que le había dado el trabajo con el bolsillo
-Ese bolsillo Baulén, ese
bolsillo Baulén. El bolsillo del pintor. Aprovechó usted Baulén a salir a mirar
el mundo por el bolsillo del pintor. Conoció los paisajes hermosos que el
pinta. Y de paso, se lo limpió
Baulén le sonrió y siguió
caminando en silencio, sonriendo, cantando para sus adentros y pensando
-Tari turun, turararin. Que
lindos pensamientos en silencio. Tarin turun, tararin tururun. Sonreír,
entender, aceptar, soltar y continuar. Qué lindo mundo que tenemos los Baulenes
que podemos salir a cualquier lugar del mundo y cualquier momento desde
cualquier tapa. Hay que disfrutar nuestro mundo. Y agradecer, agradecer y
disfrutar. Que belleza esas tapas, esos bolsillos, esos baúles, esos roperos
para salir en cualquier momento y cualquier lugar. Un regalo para aceptar
Todos escucharon el pensamiento de Baulén, inclusive
el Bolsillín
-Pero pero
Baulén siguió caminando y el
bolsillín quedó atrás, siguió caminando y pensando
-Y si disfrutamos un pequeño
momento, quizás si lo tomamos con conciencia de disfrutar. Si agarramos un
pequeño momento y en vez de lucharle lo acariciamos como un pequeño animal que
se deja acariciar que nos acompaña y que está con nosotros. Quizás si
disfrutamos no es trabajo
Buelén siguió caminando, sonriendo,
y observando. De repente el Bolsillín se sintió observado por Baulén sin que
Baulén lo mirara, notó que la observación de Baulén estaba en todos lados
-¿Qué es esto? Baulén me observa
pero ya se fue… La observación de Baulén está en todos lados… Pero es una
observación amable… Está bien
En otros lados del mismo lugar
también entendieron que la observación de Baulén estaba en todos lados. En
varios lugares del mundo de los Baulenes sintieron la suave y calma observación
de Baulén, que los observó y los calmó
Baulén siguió caminando entre el
mundo de los Baulenes, entre las escaleras, sonriendo, en silencio. Cuando miró
para atrás eran varios los que había dejado su trabajo y lo seguían, caminando,
sonriendo, en silencio
Capítulo dieciocho
A mitad de su camino se cruzó
Baulén, reunidos, sentados, a su jefe, el psicólogo y el monje bauleno
Baulén lo miró en silencio y en silencio y sonriendo, siguió caminando
A la voz de Baulen se le sumó que
ahora se sentían las sensaciones de él. Todos sintieron una sensación de
tranquilidad, de bienestar y de paz. El monje le sonrió y Baulén también sintió
la sensación del monje. La voz de Baulén, como una voz que iba relatando todo
en el mundo. Baulén relató lo que le iba pasando
-Esto es nuevo y es interesante,
puedo sentir la sensación de calma de él, y él puede sentir la mía. Y también puede sentirla mi antiguo jefe
El antiguo jefe también sintió la
sensación de calma de Baulén, y sonrió, en silencio. Y también sintió todo lo
que había aprendido Baulén sobre el trabajo y también lo sintieron todos. Baulén
siguió caminando, relatándolo con su voz en off
-Siento que mi jefe puede sentir
lo que he aprendido del trabajo. Hay que estar en calma y disfrutar del
trabajo. Si se disfruta no es trabajo. Y concentrarse en lo que se está
haciendo Y disfrutarlo más. Hay que
jugar mientras se trabaja. Y hacer lo contrario de lo que hemos hecho. No
llevar el trabajo al juego, sino traer el juego al trabajo. Y observar, y
callar y entender, y disfrutar. Todos lo que se entienda no es trabajo
Los saludó a los tres con la
cabeza. Baulén, en silencio, y siguió caminando en silencio
Cuando miró para atrás todo un
mundo de gente lo estaba siguiendo
Capitulo diecinueve
Cuando Baulén llegó a su escalera
original, en este proceso de irse yendo en silencio, los Baulenes ya no
trabajaban, lo seguían en silencio, algunos ya jugaban. Se acercó muy despacio
a uno de los relojes de trabajo. Tiró la manija para abajo, y en el visor
aparecieron tres ananás. Se había transformado en un juego. Y ese juego estaba
abierto, era gratuito y se jugaba por jugar
En ese momento pasó un bolsillín
seguido por un pedacito de noche, y se
le acercó. El pedacito de noche del bolsillín y de día de Baulen, formaron
cuando se mezclaron, en el espacio común, una especie de atardecer. Se le
acercó y le dijo
-¿Puede decirme en mi reloj que
hora es?
-Las diez de la noche
-¿Y en el suyo?
-Las dos de la tarde
-¿Cuál está mal?
-Ninguno
El bolsillín se fue y desde tres
escaleras más adelante le gritó un valijin, justo en su escalera de cuero,
subiendo a la tapa de la valija. Estaba en un amanecer lluvioso, pegado a otro
valijin que estaba en un soleado mediodía
-¿Dígame usted qué momento del día
es?
-Para usted es un amanecer con
lluvia, para su compañero parece ser un mediodía con el sol en lo alto. Y para
mí es un mediodía nublado. Y para los espacios en común distintos momentos del
día en uno, con distintos climas, claro
Más allá vio alejarse un Frasquín
en una medianoche ventosa de hacía unos años y un Casiller con atardecer
neblinoso. Cuando pasaron cerca, el viento de la medianoche ventosa, disipó un
poco la bruma del atardecer neblinoso
Con un arco iris encima llegó
Valena, a su escalera, al lado de Baulén
-Ya subo un rato, cuatro de la
tarde, con un hermoso arco iris afuera lo quiero ver
Baulén la saludó con la cabeza y
se puso a pensar y sus pensamientos se escucharon en todos lados
-Y ahora estamos en distintos
momentos del día distintos de nosotros. Y aunque parezca raro está más cerca de
la realidad que estar todos en el mismo momento del día. Porque en el mundo de
las personas, ahora, arriba, en el mismo momento hay un montón de personas con
distintos momentos del día y distintos climas. Y si bien puede haber una
persona en Estambul que esté en una calurosa tres de la tarde en el desierto. A
la vez hay un señor londinense en un atardecer lluvioso. Y a la vez hay un
señor brasilero nadando en una mediamañana templada. Y eso en el mismo momento.
Así es el mundo.
Y cuando estaba por subir Valena el
techo de los Baulenes se empezó a mover todo, y las tapas se cambiaron de
lugar, la tapa de Valena se volvió una vieja tapa de valija. La de Baulen se
volvió una tapa de ropero. Y así en ese momento los techos de los Baulenes se
empezaron correr como piezas de un sistema antiguo y cambiar las tapas de la
escalera. Y los Baulenes empezaron a tener distintas tapas para subir a
distintos lugares del mundo en distintos momentos, y conocer las experiencias
de todos
Capítulo veinte
En el mundo de arriba, en una habitación
con tres chicos, abrieron su valija encontraron arena del desierto, un
cascarudo del desierto y una pisada de camello. Y se sorprendieron
Cuando Raúl abrió su valija en su
oficina de Argentina en su oficina encontró globos de carnaval, un balero portugués
y un pequeño titi brasilero que le agarró el dedo. Y se alivió
Cuando abrió su bolso Martina en
Colombia, en el calor de Cartagena, se volcó un poco de agua y cuando miró
bien, tenía agua del Océano Pacifico con tres peces. Y si bien, se puso a
pensar cómo podría haber llegado eso hasta ahí. Se alegró
Cuando abrió su portafolio Alan,
en una oficina de Chicago, para explicarle al directorio un proyecto, salió un
ruido de carnaval de Brasil, con murgas, y papel picado para arriba. La cerró,
la abrió de nuevo y encontró en el medio, dos maracas. Miró al directorio, miró
las maracas. Las agarró y se fue siguiendo el ritmo de una música que venía de
algún lado
El cofre del señor Benuti que lo
abrió en Italia, tenía todos pastelitos de una pastelería de Bombay, en vez de
sus herramientas de trabajo. Y en vez de
enojarse le parecieron deliciosos
Así empezó lo que para los
hombres era la semana anual de las valijas. Una semana que en sus valijas,
portafolios, roperos, baúles, frascos aparecía cualquier cosa de cualquier
lugar del mundo, todo vinculado con el juego y la alegría. Ellos sabían así que
debajo de las cosas había cosas mágicas y ordenadas y lógicas e increíbles y
también disciplinadas que ayudaban a las cosas, o respondían a las cosas, o
eran también las cosas
Baulén se quedó en silencio
mirando en su escalera para adelante. Habían recuperado la magia del mundo de
los Baulenes, y del mundo de los exteriores
Alejandro Miguel
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