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sábado, 19 de agosto de 2023

La Chavela, supersticiosa y refranera, y sus amigas (de cacha Arruiz)

 


Chavela Ingals se ha destacado por ser supersticiosa y el punto de exageración  nunca está al alcance de la mano, no, es una enferma creyendo en aparecidos, y ustedes saben como es esto, “hazte fama,  échate a dormir”, cuando se habla de la supersticiosa, el mundo sabe que la figura en cuestión es Chavela. “A palabras necias, oídos sordos”, contesta rápidamente. Todo porque la Ingals a una amiga que le anunció su boda  le pidió por favor que no sea un martes, “martes, no te cases ni te embarques” sabedora que la pareja haría un crucero, y que tuviera mucho cuidado, que lo vigile al futuro marido, ya que éste supo tener otra guarida y “dónde hubo fuego cenizas quedan”, le agregó. –No seas así con el pobre Dardo, ése, es un tema superado, no le diré una palabra- le ha contestado frenéticamente la prometida, pero Chavela no sabe quedarse callada, a lo que agregó, “el que calla otorga”. Se comentó que la historia que recordó Chavela sobre Dardo tiene mucho de verdad, “pero del dicho al hecho hay mucho trecho. En rueda de de té, el té las amigas, Chavela contó detalles de ésta conversación, e hizo mención sobre el consejo a su amiga respecto a lo que ella llama andanzas del Dardo, antenti pebeta, que “el ojo del amo engorda al ganado” la rueda de participantes movió la cabeza de arriba hacia abaja varias veces, porque “a buen entendedor, pocas palabras”. La conversación varió, pero Chavela y la que estaba a su lado siguieron chusmeando al Dardo, que le vamos a hacer dijo esta última, pobre piba, menos mal que “no hay mal que dure cien años”, “ni cuerpo que lo resista” sumó Chavela, la supersticiosa. Es buen chico, dijo levantando la voz una sentada en la otra punta, más o menos, la paró la de la izquierda, son todos iguales acá “el que no corre, vuela”. No sé para qué sé casa, preguntó Chavela. Porque el Dardo tiene una fortuna, fue el comentario de la mesa, ¡qué cosa che! No se dan cuenta “que el que mucho abarca poco aprieta”. Y no saben ustedes, comentó Chavela parándose, se me quejó por un regalo que hice para el casamiento, que ya lo tiene, me refregó, hija de su madre, no sabe que “a caballo regalado no se le miran los dientes. Igual que la madre, “de tal palo tal astilla·. No le des más pelota, que no te busque nunca más, mejor que se haya enojado, “no hay mal que por bien no venga”, le aconsejaron las residentes del té. Es que nací para perdonar, o soy como mi papá, que es rencoroso, “en casa de herrero, cuchillo de palo”, ¿y eso que tiene que ver?, fue la pregunta generalizada, no sé, contestó Chavela, lo dijeron en la novela y me gustó. Estás como tu amiga vociferó el coro, “dime con quién andas y te diré quién eres”. Denle nomás, viejas chusmas, acuérdense, que “el que ríe último ríe mejor”. Chavela juntó las tazas de té, ofreciéndoles alguna otra cosa, la de la otra punta le pidió un café alegando que el té estaba frío y amargo, desagradecida, gritó Chavela, no, si es de gusto, “cría cuervos y te sacarán los ojos”. ¿Qué decis?, saltó la de la punta, ¿somos mejores amigas o no?, mamita siempre decía, cuando encontraba a un desagradecido, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. ¿Vieron ustedes?, cree el ladrón que todos son de su condición”. ¿Y eso que tiene que ver?, saltó el grupo. No sé, pero lo escuché en la novela, dijo Chavela llevándose los pocillos.

 


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