En El arte de escuchar, en el capítulo
“Escuchar a los demás” dice Julia Cámeron “Cuando prestamos atención a los
gestos de nuestro interlocutor, además de a su discurso, discernimos la
realidad con acierto. No nos dejamos engañar por la charla superficial. Cuando
nos fijamos en las señales que envía todo su cuerpo, las sentimos en todo nuestro
cuerpo…Somos antenas”
Más adelante, en la página 90,
dice “Escuchar es una calle de doble sentido. Escuchamos atentamente y a su vez
invitamos a escuchar. Al cultivar el arte de escuchar, la conexión con los
demás se vuelve más profunda, menos superficial…”
En la misma página deja entrever
un concepto interesante: “…practicamos el arte de escuchar atendiendo”
Da una mirada sobre los
silencios del oyente “Un buen oyente deja espacio a propósito a la otra persona
para que hable…”
Tres páginas más adelante da
su mirada sobre el equilibrio que nos genera escuchar atentamente a los demás y
a nuestra intuición combinados “Escuchar atentamente a los demás y a nuestra
voz interior al mismo tiempo, nos da equilibrio. Con el tiempo se convierte en
algo automático. A través de la práctica del arte de escuchar aprendemos que
resulta más gratificante y agradable escuchar que no hacerlo. Cuando escuchamos
también lo hace nuestro interlocutor”
“Cuando interrumpimos a
nuestro interlocutor en una conversación, perdemos una valiosa oportunidad de
aprendizaje. Sin interrupciones, a lo mejor nuestro interlocutor proporciona información
novedosa y a menudo interesante…”
“…La atención provoca en un
primer momento, desconcierto a nuestro interlocutor, y después satisfacción.
Mientras hilvana un discurso el interlocutor descubre nuevas ideas y por lo
tanto el aprendizaje es mutuo”
Julia Cameron en este capítulo
propone un concepto que ella llama espejo creyente, son esas personas que
reflejan tu fortaleza y potencial, y que son los mejores escuchas y consejeros
a la hora de necesitar apoyo
Al final de la página 96 ella
de un concepto de los mejores periodistas, la de seguir una historia, o sea
escucharla, no imponérsele: “… los mejores periodistas seguían las historias en
vez de apropiarse de ellas. Dicho de otro modo, escuchaban… Cuando al
redactarlas permitían que la historia fluyera de manera natural en vez de
tratar de darle forma prematuramente, se hacía un periodismo más interesante y
honesto… Cuando escuchaba la historia se
revelaba, y al revelarse, me resultaba fácil ponerla por escrito”
En la página 106 da otras pistas
interesantes sobre una buena escucha “La gente está demasiado ocupada,
demasiado acelerada. Escuchar bien requiere concentración, estar muy presente
en el momento, no ir como un torbellino. Hay que procurar captar todas las
claves de lo que la persona está diciendo”
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