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jueves, 5 de enero de 2023

El niño que inventaba mundos. Capítulo 6. El ekeko intergaláctico. Restos de una memoria lejana

 

Son las seis de la mañana, principios o mediados de junin de 2020 me llega un mensaje de una amiga, que me dice una sola frase: No lo tenés tan controlado como crees. Y atrás de eso me manda un video de 45 minutos. Lo dejo, sigo durmiendo, me levanto unas horas después, a las nueve de la mañana, hago todo la rutima matinal, me hago unos mates, y lo primero que hago es mirar el video

Recupero esos vestigios de memoria, esos pedazos de mi mientras en mi casa me hago baños de vapor y respiración con elementos que me dejo a mano la tara verde, una deidad budista maravillosa que me ayuda y con la que estoy vinculado, tengo una taper verde del color de la tara verde, donde pongo el agua y la sal y un repasador verde, del color de la tara verde que me lo pongo en la cabeza, respiro con la nariz agua con sal, que es como hacer nebulizaciones de sal y agua, Atrás tengo una campera blanca y verde de un verde que es del color de la tara verde. Entre los pedazos de la memoria me acuerdo que vi el video completo, era de una maestra de meditación que contaba como en un encuentro con gente elevada se le habia colado un parásito pero era un nuevo tipo de parasito, porque para este momento en que las dimenciunes habían cambiado o se habían juntado, ese era un parasito interestelar, mucho mas fuerte y mucho mas difícil de fijar. Me acordé del mensaje “No lo tenes tan controlado como crees” Concluí que tenia un parasito interestelar encima mio. Vi los 45 minutos. Y me quedó claro solo una información, eran algo nuevo, y eran difícil de fijar, tomaban distintas formas y se escapaban. Enseguida mi memoria que ahora esta trabajando con el, pasado volvió a trabajar con el pasado, y el pasado no tan reciente. Atando pedazos de un pasado más anterior y un pasado más reciente, uno con cada hilo neuronal, y trayéndolos a ese presente, que ahora es mi pasado reciente, recordé dos cosas
Enseguida mi memoria que ahora está trabajando con el pasado volvió a trabajar con el pasado, y el pasado no tan reciente. Atando pedazos de un pasado más anterior y un pasado más reciente, uno con cada hilo neuronal, y trayéndolos a ese presente, que ahora es mi pasado reciente, recordé dos cosas. Una información irrelevante se me queda en taichi, la idea de tener cuidado con los calefactores, tenerlos en piloto, apagarlos. De todo lo que se habia hablado de los calefectores en la clase de taichí, concluí como información que los calefactores eran peligrosos para algo. Y antes de eso otra imagen, que fue un dia que me desperté a las 6 de la mañana miré el calefactor apagado que estaba en la pieza y vi una tela de araña que estaba sobre él, y una araña que estaba en la tela, la miré, me miró y se escondió. Ahí hubo algo sobrenatural, me puedo dar cuenta de eso. Con todos esos vestigios de información que son imágenes, me levanté esa mañana y até cabos o fui llevado por la canzalizacion, o ambas

 

Recibo el mensaje de mi amiga “Lo tenés menos conrtrolado de lo que creés” miro el calefactor y una araña me mira y se esconde en él. Me imagino que me habla de eso, pero me duele el cansancio y duermo tres horas más. Ese mensaje acaba de llegar a mí cansancio. Merlo Ponty dice que el cuerpo tiene su propia voluntad. Me despierto a las 9, me duele el hombro, con el resto de mi voluntad miro el video donde hablan de un ekeko, un parasito energético. Mi maravillosa mente selectiva o la maravillosa canalización que tengo, o la mente sintetica y práctica del virginiano que me habita, selecciona de 40 minutos de palabras solo los dos datos que le van a servir más tarde, los quita de entre la niebla. Primero tengo un parasito intergalaxtivo e interdimencional en mi casa, que se llama ekeko o ameba. Segundo se llama ameba porque se esconde, adquiere distintas formas y es muy difícil de agarrar. Guardados en mi mente mas fresca que mi cuerpo tengos los datos que me sirven, lo que tengo que hacer materializar para matarlo, lo tengo que meter en algo solido para eliminar su existencia. No se que tengo ese dato, pero lo tengo, lo voy a saber cuando lo use. Habia comprado de todo sin saber que hanbia comprado los días anteriores, cosas que ahora me iban a servir para reducir al ekeko. Lo habia hecho con una técnica nueva de compra que habia empezado a aplicar, de comprar en los lugares lo primero que veía, o lo primero que me decían que comprara. También recabo otra información, tenia que hacer antes de la una, todo trabajo tenía que hacerse antes de la una. Son casi las diez, y empiezo. Mi cuerpo ya no es mío, mi mente ya no es mía, otras energías la manejan, tiene la flexibilidad, dirección y rapidez de otro cuerpo. Tiene un disfrute en el hacer pasos, en acumular acciones tras acciones. Dos energías vienen a mi ayuda, el paso a paso del virginiano, una energía que me conforma, y el pushe, el empujador, una energía que también tengo, que desarrolle en teatro. Mi push y mi virginiano están felices. Sin más empiezo a trabajar. Las palabras y las imágenes le van dando lógica a las direcciones y confirman la acción. Por Julia Cámeron aprendí que las imágenes son como un montón de palabras del pasado. Veo el detergente Ala, están los angeles ahi, lo agarro, habia comprado limones agarro un Minerva, agarro sal, agarro vinagre. Una vela, fuego. Mi explorador esta feliz con su kit de acción. Las palabras en la cabeza me llevan. Voy, le tiro sal al calefactor apagado de la pieza, le tiro vinagre, le tiro detergente Ala rosa,  le tiro agua. Mi brazo va haciendo solo, es otro brazo, lo maneja otro cuerpo, es más suave y más armonico, se mueve como flotando, como bailando en el aire, como haciendo un ritual. Ayuda a eso que soy un entranado de taichí y qi gong hace ya dos años y puedo manejar un poco la suavidad y la fluidez. Tiro todo eso, como si no fuera yo. Voy hasta la cocina, mis ojos se depositan en un vino que tiene el nombre Dulce coecha. Un vino blanco. Tomo un cuchillo, y con el canto, la parte de atrás del cuchillo, empiezo a golpearlo de manera rítmica caminando por la casa hasta el calefactor, esos golpes hacen que salga un agudo que emite una vibración muy alta, y rítmica, a mí me elevan, y al ekeko lo confunden y lo detienen. Cada golpe lo materializa más me van diciendo. Ante mi tengo que materializar un inmenso parasito intergaláctico que me está matando, para matarlo. Mi brazo al hacer ritmo hace una floritura, algo bello y pausado, no soy yo. Termino de hacer eso y todas esas vibraciones agudas que mandé al aire quedan flotando, la casa se ha llenado de pequeñas vibraciones agudas. Ahora puedo asegurar que las vibraciones agudas de sonido, ya sea por esa técnica o por otra, son fundamentale para atontar y fijar esos tipos de parasitos. Sigo haciendo, no freno, el que me guía se maneja con la frialdad de un asesino y la determinación de un científico, no hay un solo movimiento o una sola acción que haga que no sea atinada. Le tiro unas plantas, unas hojas y flores secas que habia comprado. Me pongo ante el calefactor y hago una forma de qi gong, la primera, que genera una vibración más intensa y más violenta. Es una invitación a la guerra, lo provoco, sé que con eso, ya fijado por la vibración del vino, va a salir. Prendo un sahumerio de palo santo, y con el palo santo al medio de mi pecho, como un saludo de taichí, o las manos juntas al medio del pecho en postura reso, mantro el Sa Hei Ki, segundo símbolo del yoga, teniendo en mi pecho también a mi alma gemela. Lo hago bien agudo, bien fino, bien largo, me conecto con la vibtración de ella y con la vibración del mantrado y del reiki elevo el tono, lo hago un par de veces, dos más, alguna más. Estoy en transe, después me callo, le doy lugar al silencio, habia estado haciendo y haciendo lleno con el pusher y ahora le doy lugar al vacio, del vacio y lleno del taoísmo. Información que me baja que todo esto necesita vacío y lleno, y habitado el lleno después que se deje estar el vacío, se va a haber el movimiento. Me quedo en silencio mirando el calefactor, y todo el hablande, todo el trabajo, todas las avanzadas, dan resultado, tambaleando, aterrada, como escapando, pero herida, tocada, por todo lo que había tirado, pero por el sonido también, como si ya no pudiese resistir más, o como si creyera que ya no puede resistir más, visiblemente sentido, sale al final el enorme Ekeko galáctico que me estaba devorando de su guarida intergacaltica, el calefactor. Sale de debajo de él, trepa por la tela de araña, ahora afectada por todo el trabajo, y empieza a trepar por la pared para escapar. El primer paso importante ya está realizado, no se puede escapar por lo invisible, no se puede mezclar con ningún aparato, no se puede volver hacía la galaxia, no se puede meter en mí. Esta en esa araña que lo materializa y representa y a la que usa para venir a este mundo. El ekejo está fijado y visibilizado. El segundo paso también está logrado, no tiene velocidad, no tiene guarida, está herido, aturdido, escapando a lugar travieso. Todo lo otro no es más que una suma de casualidades del destino, o la luz trabajando. Me paro delante de él, me da lástima y pido si puedo no matarlo. Me dice una voz: Tenés que matarlo Alejandro, la identifico, es una madre elevada, una energía muy elevada que me cuida. Recurro al amor por los sistemas de virgo y la obediencia que sume de las artes marciales toda la vida. Quemalo, con el palo santo, me dicen. Levanto el palo santo, y le doy bien al medio, como araña se revuelve, se parte al medio, junta las patas. Como ekeko grita en el multiverso, y empieza a echar humo, ve en si mismo un agujero. Como araña cae al piso aun viva, le dejo ese segundo de libertad, pero no puede escapar, se enreda y se atora en el detergente, el agua, el vinagre que hizo un charco en el piso. Un tema musical de una música que estaba usando yo cuando trabajaba dice. “Es un paso grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente” Entiendo que me están diciendo que lo tengo que pisar. Lo piso con la punta de la zapatilla, como araña queda reducida a muy poco, como ekeko se parte y desaparece en el aire en una luz oscura, clara, azul, blanca, con circulitos transparentes que se van desintegrando, hasta que muere. Una ulitma vibración pequeña se escucha hasta que se apaga. El ekeko no esta más, solo queda el cuerpo de la araña muerto en mi pieza. Yo analizo todo lo usado, fuego, agua, aire, con la caída al piso y tierra con el pisotón (me habían hecho pisar cascotes de tierra en la calle) El ekeko murió, ya no me puede comer, me liberé de los brazos de la muerte con él. Pero me hacen seguir trabajando, hago un trabajo parecido en el calefactor del comedor para terminar con otro ekeko pequeño que hay ahí, pero a ese no logro matarlo sino hasta tres semanas después. Prendo una vela, la pongo en el calefactor del ekeko asesinado. Desocupo la pieza, me muevo a la de al lado. Un error creo o no sé. Compro un rastrillo verde, y lo pongo como cárcel delante del cuerpo de la araña. Y termina mi trabajo, Me avisan que ya terminé, pero ese final se termina de materializar hoy cuando escribiendo eso leo una frase que tengo materializa en la pared, que dice “Trabajito conseguido” En ese momento, de a poco, voy volviendo a Alejandro, me van soltando y voy recuperando la dirección de mis acciones. Cuando trabajo así me pongo en un observador que observa, deja hacer, fluye, pero puede frenar el movimiento en cualquier momento. Es como una doble conciencia trabajando a la vez.  Dejo el recuerdo. Aun estoy descompuesto, con el antebrazo derecho lastimado, el hombro derecho lastimado, la rodilla izquierda lastimada, agotado, comiendo poco, y bostezando mucho. Mi cuerpo agradece todo, a mi mente, a la información de mi amiga y la dirección de la acción de quien haya sido. Terminé con el ekeko. La vibración fue fundamental me dicen, la vibración fija al ekeko en un lugar, y esto es algo que hay que rescatar, me dicen. Lo escribo en este universo, lo materializo en la maquina y en el mundo astral, se que alguien lo esta leyendo. La información que tenia que haber pasado antes, cuando maté a ese ekeko ya punto de llevarmela conmigo al destino, la fijo ahora, la suelto, y la largo, la comparto, y la elevo. Mi trabajo en ese sentido está terminado

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