Desde la
ventana, donde estaban mirando, le dijo
al profesor
-Esto es de lo más encantador, mire allá-le señaló un
vivero que había enfrente de la casa del biólogo-¿Ve todas esas plantas y
flores que están?
Pues pronto de irán
-Si-dijo el profesor-se me hace agua la boca
Pero que idea loca
Desde el vivero
se me metían en la nariz al profesor Vos todo tipo de aromas tentadores
-Esta noche no van a estar, se van a ir caminando
O trotando, siempre charlando, ahora están descansando
-¿Cómo se van a ir caminando?
Que nos estas contando
Las plantas no caminan
Se aglutinan y se miman
-Estas si, estas pueden caminar, correr, nadar, saltar
Y de golpe ya no estar
Manejan todos
los medios de locomoción posible
Y es posible que manejen todo lo imposible
-exageró Melina
-¿Usted la vio
alumna Melina?-dijo el profesor
Con seriedad de indagador
-No, pero las escuché irse, bueno más bien arrastrarse
Y escaparse
se arrastran a
la noche más que nada
y después no queda nada
-No, lo sé- dudó Von-
No lo creo si no lo veo
Terminó de decir esto Melina y se vio a un hombre
salir por la puerta del vivero, agarrar una de las plantas, la más pesada, y
arrastrarla hasta adentro. Las siete abejas observaron calladas. Después salió
y lo hizo con otra, y después con otra
-Melina, lo que sucede en realidad es que eso es un
vivero, y ese es el jardinero, y le vende plantas, y a la noche, cuando cierra
el vivero, las mete adentro para que no se la roben-la regañó el jefe
explorador- Lo que escuchás a la noche
es a ese señor arrastrando las plantas adentro del vivero.
-No obstante-dijo el profesor volando hacia el otro
lado
Y poniéndosele pegado
encarando para
una zona
un espacio, y esto lo dijo despacio
que siempre había tenido un bosquecito en esa región
-Hay algo que me da preocupación
-Si Von Firch-le preguntó el jefe explorador
¿Qué es eso tan preocupador?
-No obstante, allá siempre hubo un bosque-Señaló
al campo que se encontraba más allá,
-Y ya no está
-Sí-dijo Mirador-me acuerdo
Que buen recuerdo
-Pues no está
¿Qué pasará?
-Es cierto-apuntó el jefe explorador, girando también
hasta observar el espacio vacío
Y le dio como un chucho de frio
-Quizás no sea tan descabellada la teoría de nuestra
querida Melina,
de que las plantas caminan
Melina pareció recobrar el espíritu, voló hasta donde
estaba Von Firch
-Es cierto, siempre hubo ahí plantas, enormes, y ahora
no están. Se han mudado, me pareció escucharlas, quizás se han ido corriendo, o
caminando, todas juntas, un tronco al lado del otro, con esos enormes pies de
raíces, haciendo ruidos de tablas y pisos de maderas que se pisan. Pam pam pam,
trac trac trac, tac tac tac. Yo escuché por la noche ruido de motores muy grandes,
de cosas que se chocaban. Ahí estaa- descubrió para sí- a las plantas le
salieron motores y se fueron andando. Ahora cada planta tiene un motor y anda
por el mundo. Imposible, ya no vamos a poder alcanzarlas, se acabó la comida
para las abejas
Todas las abejas se miraron el campo vacío, donde
antes había un bosque, tratando de asimilar la teoría de Melina, de que a las
plantas les habían salido motores, y se habían ido impulsadas por sus motores a
recorrer el mundo, hasta que de nuevo una red bolsa cayó sobre ellas y las tapó
completas
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