¿Y cómo está el que fuiste a buscar? Le había
preguntado al aire el fantasma de la abuela, una voz que solo escuchaba el, razón
por la que lo iban a internar, la voz le decía pasado mañana. No importa abuela
le decía, él, no se puede ir desde la luz al filo y desde el filo a la luz. La
luz es luz y ningún filo tiene luz. Sin cuchillos desde ahora ahora ¿Qué cómo
son los otros? Le había dicho a su perro negro al que en su triste locura de
una mente sin paz, le veía salir lucecitas de las patas, verdes y celestes,
grises, como si el perro fuera un pintor. En esa locura alucinada que eran sus últimos
días en el mundo había escrito, esta bitácora de astronauta, y como siempre,
como si fuese un obsesivo había escrito
“La tierra era inmensa
entonces”
Y después había escrito un
fragmento de un poema que había en el libro
“Y pueden soñar que allí en algunas
de las estrellas que arden como girasoles…”
Y se había frenado, había sonreído,
le daba gracia la palabra girasoles, le había parecido escuchar que alguien había
hecho mucho lio por unos girasoles, aun mas, le habían contado mal, unos
girasoles que llovían ¿A quién se le podía ocurrir que pudiesen llover los
girasoles? Se había dicho el loco, clon su mente de loco, pensando en los otros
locos. Es que acaso esto es concilio de locos, loca ella, loco yo, loco vos,
locos todos, locos los girasoles, y loco el loco del girasol, que era él.
Alguien parece que se había adueñado de los girasoles y se había hecho dueño de
todos los girasoles del mundo. Locos, ellos, loco yo, loco vos, se había dicho ¿Cómo
alguien se pudiera adueñar de los girasoles? Era como adueñarse del sol, de la
luna, de las mujeres, de su sexo, de los hijos, de las sonrisas, de ajeno, pero
más que nada de las verdades. Y se había preguntado, el, el pobre loco
destrozado en la cabeza por la luna ante la que hacia taichí y los soles del
cielo que son muchos, pero se esconden de los desertores ¿Es que puede alguien adueñarse
de las verdades? ¿Pero que soy yo? Nada más que un pobre loco sin dientes en un
mundo que muerde ¿O acaso alguien podía adueñarse de la autoría de las cosas?
¿De los libros? ¿De las palabras? ¿De los pensamientos? ¿De los girasoles? ¿Y
de los soles? Y pobre de aquel, había dicho ese pobre astronauta solo y loco en
su bitácora de viaje, pobre de aquella que le crea a los locos de los girasoles
que son dueños de los girasoles, de todos los girasoles y de los temas, y del
sexo, y de la furia, y de los amores, y de los días del final de la tierra
donde ellos dicen que la tierra va a partirse en pedazo y van a quedar solo los pretendientes de pie
antes los balcones urgentes de las amadas esperando por los amores ¿Es que
acaso pueden adueñarse de los apocalipsis? Y había gritado este toro enamorado
de la luna, al que se le caían las palabras de los agujeros de al alma,
mientras otros deseaban sus palabras, sus mares, sus mujeres, sus amores, sus sonrisas,
sus caricias, pero no exponían lo suyo en el trance. No lo suyo estaba bajo
llaves de cancerberos, querían sus experiencias de soles pero no querían que él
quisiera las de ellos, tan complejo y tan simple es el camino del querer, que no
es el camino de Dios claro. Él, pies descalzos que camina el camino de Dios, no
querían compartir con él sus males, no en sus males no estaban, ellos huían,
otros no, pero ellos si estaba solo de ellos en sus males, tal es el lenguaje
de la avaricia, la codicia y el egoísmo más bajo, había gritado a la luna el
pobre loco que ya había empezado a asustar a los vecinos y pronto iban a venir
a buscarlo los platos voladores decía. Y cada vez que lo llamaba un hermano le
preguntaba lo mismo de siempre “¿Tomaste la pastillita? Y él le decía lo mismo
de siempre ¿Es que acaso puede alguien adueñarse de los girasoles? Y más aun
¿Puede alguien adueñarse de lo giros de los girasoles? O es que acaso, balbuceaba
palabras que no entendían no hay editoriales que se apropian de historias
ajenas, libros y ventas ¿Cómo vamos a hacer para elevar este mundo de ladrones?
Grandiosos ladrones perdedores que le aullaban a la luna sus penas y robaban
todo lo que podían en el camino. En ejército en desbandada gritaba con furia y
alguien le golpeaba la puerta para que se calmara al pobre loco y tonto, el
triste astronauta de la luna perdida en su mente y el camino final de sus
errores. Entonces se calmaba y escribía, del libro
“Creerlo o no. Allí. En algunas
de las estrellas que arden como girasoles. Creerlo o no, allí. Algo. Alguien
levanta la vista a un cielo distinto. Y te está mirando. A vos exactamente”
Y después de transcribía esto
el loco triste y alucinado se sintió un poco mejor, se sintió bien mirado, no
con la mirada salvaje que miraban acá sedientos de sangre de lo anejo con ojos
que morían como dientes y pestañas que abrían y cerraban como colmillos en
busca de bolsillos y soles, y después de calmarse transcribió, de un poco más
adelante “Agujeros de gusano” Y la voz loca, blanca y alucinada que le hablaba
al oído, al pobre loco que escuchaba muchas voces e investigaban sus diarios a
ver si algunas de esas eran demonios y estaban todos en peligro le había dicho “Agujeros
de tiempo” son agujeros de tiempo, le había dicho la voz, no les gusta que les digan
agujeros de gusano, son de tiempo y espacio. Si no los mencionan bien nunca van
a aceptar que viajen por ellos. Y después le aclaraba la extraña voz que lo
escuchaba, extraña porque las voces no pueden escuchar, son habladoras,
respiradoras, gemidoras, gritadoras, traidoras algunas pero nunca escuchadoras,
le había dicho No se les ocurra adueñarse los agujeros de tiempo como los
girasoles, porque ahí sí que estamos tapados hasta arriba de desperdicios
Y después el loco del tiempo y
espacio, de los agujeros de gusano había escrito. Según el libro hay una
especie “que había construido los túneles galácticos también extinguida. .. “numero
Pi ¿Estará allí la firma Dios?” y la voz que le hablaba, que él decía que era
de su Gabriel le había dicho “No, Dios es anterior. No empezó ahí la cosa”
Y después había escrito que el
contacto con las energías elevadas, llámese extraterrestres era imposible
porque “… Una química y millones de años de evolución nos separaban…” El
alucinado pensaba que él había recibo el dato que ahora ya era posible el dato
porque de tanto evolucionar habían llegado a estar tan cerca que los unos
bajando un poco, y los otros, nosotros subiendo otro poco, íbamos a llegar a
encontrarnos en algún sitio medio y el momento era hoy. El futuro es hoy, había
gritado el loco alucinado que escribía palabras en la pared y nadie lo quería invitar
a la casa porque tenían miedo que les escribiera palabras en la pared. Y que pasaba
si esas palabras después los interpelaban, que pasaba si les hablaban, que
pasaba si les enseñaban, que pasaba si un día cualquiera a una tristeza
particular cualquiera, esas palabras le subían la luz y los elevaban. No
palabras en la pared no, las palabras en la pared eran peligrosas, las paredes
hablaban. Paredes calladas necesitan los otros pensaba el loco de las palabras
en la pared Y después había escrito un poco más adelante “En cuanto al
principio de continuidad- La naturaleza no da saltos- fue sostenido por Aristóteles…”
Y la voz le había dicho, ahora sí, la naturaleza da saltos, porque los animales
de un tiempo a esta parte habían tenido un salto evolutivo y tenían una mente
racional desarrollándose como los hombres. Los animales no son los que eran, había
salido a gritar por la ventana a la calle. Estense atentos, los animales no son
los que eran. Y después había dicho de nuevo: Pero son bueno, son buenos,
buenos buenos buenos, como una rodaja de pan, como un sol. Y después había dicho
el pobre loco del sol: la vida no vino en meteoros vino en naves al que no lo sabe
no le cabe
Y ahí fue cuando ya vino
alguien a darle la pastillita y ponerlo a dormir, y ahí fue cuando él dijo. Al
Diego también le daban pastillitas, me gusta el Diego, demen, demen todas las
pastillitas del diego, que vamos a ganar mundiales, mundiales con los mares
vamos a ganar, mundiales y mares y triste girasoles girando en mi habitación y
mi corazón ocupando lugares que solo me caben a m i porque lo diseño el creador
con precisión de relojero, a los otros les caben otras cosas y si habitan las
ajenas generan un lio bárbaro que después tenemos que arreglar nosotros, los dueños
de las coas que estaban hechas para las particulares y cuesta mucho arreglar el
desastre de la tristeza de los otros, que le creen a los ángeles tristes, que
no son ángeles sino tristes perros que le ladra a la luna que le da la espalda
y los ignora. Y después había dicho el pobre loco, la luna es un planeta y
plato volador, y tiene vida, del otro lado, del lado oscuro, que es el
luminoso, y después ya se había dormido. Pobre triste loco de la luna el astronauta
de salón que alucinaba una salvación para todos. Era hasta generoso con su alucinación
y agradable con su desgracia, quería compartirla con todos
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