Salió a la calle a comprar cosas, más que nada
alpargatas, la conexión se había vuelto distinta, cambiaba, cada vez más,
pensaba en eso preocupado. En ese momento dijo lo que decía siempre que estaba confundido
y perdido: Recibo informes. Después de
eso sus ojos se depositaron en una cartel que decía Darwin ¡Soy una especie de
evolución? Preguntò. Si, le dijeron, una voz en silencio en el oído. Después,
como siempre, recibió informes de bebes, de cochecitos, almas gemelas, luces y
amores. El universo le hablaba de amor. Estaba bastante conectado con la
totalidad, y se preguntaba si estar conectado con cierta totalidad, lo arrojaba
a los brazos del amor a los que tenía que llegar esquivando el dolor. Antes de
salir vio en el plato de comida de su gata Sapirha. Esa gata mágica, un Hon Sha
Ze Sho entre lo raspado, la mugre, lo viejo, los desteñido. El símbolo era perfecto.
Ahí había un mensaje y no una alucinación. Entonces él puso el tema, por primera
vez él puso el tema y no el tema lo puso a él. Puso de Seru Giran, cantado por
David Lebon, Encuentro con el diablo. El tema empezó a sonar y el empezó a
escribir
“Nunca pensé encontrar con el diablo, tan vivo y sano
como vos y yo, tenía la riza que le dan los años y la confianza que le da el
temor. Apenes lleguè y le dije vos no sos Dios, que me hablas, quien sos, y me
dijo el diablo, saquè a Firulait, cerrè con llave y le dije: Ahora sì, vos y
yo, mano a manos, el que pierde se muere ¿Dónde lo querès? ¿En tu dimensión o
la mía? ¿O en todas a la vez? Me parè en el pasillo que tiene mi cocina entre
la mesa y la mesada, donde corre un rio que todo lo lava, y donde cada vez que
piso o pong algo denso bostezo y se le va lo denso. Él se materializò adelante mío,
no lo veía con los ojos de la vista sino con el ojo de la frente, el triple de mí.
Le dije, sos muy grande, te voy a reducir, lo reduje hasta la rodilla, ahora
era muy chico, no había honor en eso. Lo agrandé hasta mi tamaño ¿Por qué logré
reducirlo? Estábamos en mi dimensión, en mi casa u los dos parados en mi rio mágico.
Le deje un cuchillo a mano, tenía mi tridente mágico, abrí mano y se lo quité,
lo insté a agarrar el cuchillo y antes que pudiera hacerlo lo atravesé al medio
con el tridente, después abrí al costado a la izquierda un puente de tiempo y
espacio y se lo entregué a Dios. Antes de eso, me concentré más y ya no
estábamos en mi cocina, estábamos en una costa peleando en al agua a la vera de
un rio, soy de agua, él es de fuego. En ese lugar le gané pero en mi cocina, o
sea, peleamos en muchas dimensiones, pero todas mías. Él estuvo de visitante.
Cuando terminò supe que adentro mío había peleado alguien Mas: Uriel. No pude
usar el tridente porque se lo quité, cuando se lo quité sentí energía, poder en
la mano, algo que me vibraba alto y que se hacia uno conmigo, también supe que
era el tridente del rey de los mares, Poseidón, que también era mío, porque yo
soy el hijo. Llegó a intentar tomar el cuchillo pero lo atravesé al medio del
pecho con el tridente, un pecho del que salió humo, tenía patas de cabra, capa
roja, y un furia en los ojos. Me quiso hipnotizar con los ojos, pero en mis
ojos habita el arcángel Gabriel y ese e día estaba conmigo Uriel. Terminé,
limpié, tiré. Pero hubo algo más, a la espalda estaba el grabador colorado de mi
madre que estuvo prendido desde que mi mamá se fue, dos años sin parar, o sea
que también lo detuvo de atrás una energía, que quizás era de mi madre o de la
virgen María. Así terminé con el primero, peleamos en la costa de la bahía de
Sam Borombom, donde nosotros estamos enterrados en una especie de laboratorio
de prueba y zona de castigo a 3300 metros del nivel del mar
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