“Pero mi hermana mayor me dejo
picando otro pequeño dato, mi hermano menor se llama Pablo y yo ese día venía
hablando con él por mi situación, pero ella de todos modos me dijo dos veces.
Ahora hablá con tu hermano Pablo y listo, descansa después. Estoy formado en
detectar la más mínima irregularidad en el discurso, la más mínima pista en la construcción
de sentido, dos veces algo repetido, es una pista, alguna breve vibración rara
en la comunicación es otra pista. Vengo de algunos problemas grandes de
pequeño, eso me hizo que quedara para toda la vida alerta. Mi estado de alerta
en mi mente tiene 24 horas por 7 días, los últimos 40 años, O sea, llevo 80 mil
horas alerta continuadas sin parar jamás. Y ahí me di cuenta, me hablaba de
otro Pablo, que había desencarnado hacia unos días en una de mis pasadas por
los psiquiátricos abriendo el aura para tomar el mal de los otros, un
porcentaje para aliviarlos y lo había tomado. Conecto con Pablo, no lo tengo yo,
lo tiene Firulait, mi perro, que es mi fractal, uno de ellos, en las patas, más
que nada en la pata izquierda, también está en la correa de él. Salgo con Firulait
a la calle, camino hasta la clínica que está a la vuelta. Pido instrucción y me
dice que le apoye la palma de la mano en la panza, y le de un pequeño palmazo,
en la palma tengo un Hon Sha Ze Sho y hago un Choku Rei. Al lado tengo un Dai
ko Nyo tibetano. Antes de llegar a la clínica abro el campo astral, conecto y
hablo con Pablo, y le digo, andá con
Dios que te llama en ese puente de tiempo y espacio. Llego a la puerta de la clínica,
le doy un pequeño golpecito en la panza a mi perro Firulait, conecto y veo una
parte del fractal que es Pablo subir, golpeo la correa y veo la otra parte del
fractal que es Pablo subir, me golpeo la muñeca izquierda y veo la otra parte
del fractal que es Pablo, subir también. Antes lo había convencido, le había dicho
la verdad, allá arriba iba a tener las milanesas que quisiera, y las mujeres y
las motos, y las carreras, lo que sé que le interesa porque lo conozco bien”
Termina de escribir eso y se
acuerda de lo que paso después de eso. Después de pasar por lo de su hermano
informal, porque no era pariente del hombre desencarnado, por primera vez en días
se sintió abierto a la luz, al agua, llovía y él se puso a pisar charcos de
agua mientras caminaba con su pero Firulait, que también era amante del agua.
Todo mojado en medio del final del domingo el y Firulait caminaban por la
alcantarilla en los charcos que se formaban. Ya de vuelta en la casa pregunto
si tenía algo más en el aura, le dijeron que si, conecto que tenía un chico que
había sido compañero de hockey de él y había muerto de un paro joven hacía dos
años. El aura de él, la energía, la vibración era muy distinta, era un alma
perdida por una muerte brutal producto de un
trabajo de daño de una bruja oscura, que era para otro y lo tomó él en
su bondad. Estaba contra el calefactor agachado, escondido, percibió su susto,
supo que había pasado mucho tiempo ahí esa energía violentada y escondida. Después
al escribirlo canalizó que había pasado 3 años, ahí, en ese lugar sin moverse
ni salir en un tiempo sin tiempo, aunque murió joven era un niño. Lo tomo de la
mano y le abrió el portal en el cuadro y lo mando a la luz. Y por fin elevo.
Noto con curiosidad que podía sentir exactamente la vibración del aura de la
persona desencarnada, o sea que percibía su presente traducido en emoción, o
sea que en el otro lugar también había emoción, temor, dolor, angustia y
soledad. Pero, y después mientras escribió todo eso se lo dijeron, había cuadrillas
de luz que buscaban todo el tiempo a almas perdidas, extraviadas, extrañadas o
deseosas de volver a los desconocido. Era como una escuela nocturna de las
almas que no llegaban para mandarlas arriba con un programa más corto y más accesible,
y casi todas llegaban, le decían ahora mientras escribía, algunas llegaban,
algunas tardaban, algunas tenían que tardar. Allá arriba le había dicho era un embudo,
eran trompas de Falopio, y todos eran óvulos en nacimiento, algunos tardaban más,
pero las cuadrillas de la luz no fallaban. Era un maestre de sentir, de vivir.
Preguntó canalizando ya que estaba todo abierto a que le informaran ¿Y qué era
lo mejor que podrían hacer? Lo mismo que abajo, comprender y aceptar ¿Y qué era
lo mejor para hacer? Mirar de lejos la luz e ir hacia ella, lo mejor que podían
hacer acá y en todos lados, y en todas las dimensiones y en todos los momentos
era dar, ser generoso, ayudar a los demás. Después de esa información se quedó contento,
quería una información útil, de clave que le sirviera a los demás para ayudarse
a transitar y había conseguido algo que no había pensado. Se lo habían dicho
dos veces con los errores de tipeo del
teclado y sus dedos, más de dos veces, tres (dos “de” se habían puesto solos en
mayúscula, y un “dee” ese había puesto solo, le estaba diciendo que de) había que
dar, había que ayudar, esa también era la clave en la dimensión posterior, y lo
era después de la muerte. No pensar en uno sino en los demás. Eso era nuevo. Pero
antes de eso, ese mismo día volvió a salir a la calle y se encontró con esta información.
“Ando por la calle, final de
domingo, agotado, puedo ver los desencarnados que no elevaron, veo dos en una pizzería
vecina, con mucho amor los ayudo a elevar. Veo otro a una cuadra, con mucho
amor lo ayudo a elevar. Vuelvo a mi casa, estoy agotado. Cierro el aura y
empiezo a manejar mi relación con los desencarnados y su elevación. Vuelve a
sonar en mi cabeza el tema Encuentro con el diablo de David Lebón, y me dicen
que ya no voy a tener encuentro con el diablo, se despareció cuando ayudé e
elevar a los desencarnados, familiares y otros. Y la voz que me habla al oído,
que es Dios me propone ella que pongamos un tema juntos, que lo escuchemos juntos
con amor, es de Parte de la religión, se llama Buscando un símbolo de paz
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