Sincronías y señales
Me despierto en el hotel de mi familia, mi tia susa me habia dado la
habitación 28, la ultima habitación, la que esta más allá de todo, y la única que
ya no se usa. Yo cumplo años el 28, ese numero, el 2 y el 8, hace rato que
vienen dando vueltas. A la hora que voy, a la noche, me recibe un muchacho que
trabaja de sereno, pero a la tarde me reserva la pieza mi tía. Durante toda la
cena mis ojos se habían depositado en los papeles de cocina Susex, como posible
solución de algo. Y también en la yerba Playadito, tranquilito. El que me
atiende, me guarda y me cuida es un sereno. Yo no había podido serenarme en toda
la semana, pero si había ido hasta los que estaban serenos. El hotel esta
enfrente de la primera casa en la que recuerdo haber vivido de niño. El dueño de
esa casa, amigo de la infancia de mi papá, me había mandado una solicitud de
amistad al faceb hacia unos días. El nombre de él es José, como el José de
Jesús. En la habitación en la que dormí, justo da la habitación en la que
dormía de chico.
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