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domingo, 25 de septiembre de 2022

1 2 3 4. Capítulo 7. Gas

 

Estaba en taichí, había llegado un poco más tarde y se había puesto al lado del calefactor. Había empezado a hacer taichí el profesor lo había puesto como uno de los hermanos mayores, frente a la clase. En un momento había empezado a salir olor a gas, los alumnos lo habían notado. Cuando fue a ver y oler el olor a gas no venia del calefactor sino del caño, que debía tener una pinchadura. Abrió una de las puertas completas a pedido del profesor, volvió a su lugar e hizo algo que había empezado a hacer ahora, intervenir en la realidad desde la imaginación, si hacía falta y le daban permiso. Canalizó y preguntó dónde estaba la pinchadura. Le dijeron en medio del caño. Después conectó con el tercer ojo y vio con el tercer ojo el lugar de la pinchadura. Después dibujo un par de Cho Ku Rei en el paladar con la lengua. Se los mandó y los puso como freno o protección. Preguntó que otro signo debía usar, le dijeron un Hon Sha Ze Sho Nen

lo dibujó con la lengua en el paladar, y lo mandó al caño del calefactor, y mandó la pinchadura al pasado, a un momento donde no hubiese nadie en el salón, exactamente a la noche anterior. El Hon Sha Ze Sho Nen era un signo de tiempo y espacio. Una vez ahí, en su presente arregló el caño poniéndole un chicle frenando la perdida, y después poniendo metal derretido y tapándola. Después de eso lo fijó proyectando, viendo el caño arreglado. Y después puso energía de creencia en su trabajo y creyó que eso había dado resultado. De a poco fue viendo en el resto de la clase como sus compañeros cerraban las puertas que se habían abierto para que se fuera el gas, y volvía a acercarse al lado del calefactor porque ya no salía gas. Se acercó el mismo al final de la clase y el gas ya no salía

¿Eso había pasado realmente o había sido una casualidad? ¿Y si había pasado, cómo había aprendido a intervenir de manera virtual en las acciones físicas? En una de las escuelas de reiki en las que se había formado le habían enseñado, que se podía soplar símbolos del reiki y ayudar en una acción física de momento, que no hacía falta imponer manos. Lo había hecho muchas veces, pero particularmente  dos veces. Una vez más en ese mismo salón de taichí, cuando se había empezado a desmayar y bajársele la presión a una compañera, él se había acercado le había mandado dos Cho Ku Rei que había dibujado y ella enseguida se había recuperado. Lo que marcaba la característica de la acción era la velocidad con que se recuperaban o se arreglaban las cosas, una velocidad anormal o sorprendente, o una velocidad de plano energético que intervenía en el físico. La segunda vez había sido unos días antes de la situación del calefactor estaba con un conocido que había venido a comer, venían de comprar tuco, en la esquina de la casa de él, con ellos viniendo se había caído una repartidora en su moto, la pierna le había quedado atrapada debajo de la moto. Él había ido corriendo, la ayudado a levantarse, y sentarse en la vereda. Ella se tomaba la pierna que había quedado atrapada, le dolía. El hizo un par de Cho Ku Rei en el paladar y se los envió al lugar. Ella lo notó enseguida porque lo miró de manera particular. La rodilla se le fue pasando rápido. Se levantó para seguir viaje pero antes dejó un agradecimiento a todos los que la habían ayudado mirándolo a él. El no conectó con su energía de telepatía sino con su emoción de agradecimiento. Ahí se dio cuenta que también se podían leer emociones. La emoción se leía en el cuerpo, con el cuerpo, desde el cuerpo. Porque la emoción impactaba en el cuerpo y se extendía desde ahí. Era nomas estar muy atento y dejar sentir lo que aparecía, escuchar con cuerpo al cuerpo del otro. Era in concepto vibraciones

Con eso se había dado cuenta que se podían leer emociones



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