Estaba en taichí, había
llegado un poco más tarde y se había puesto al lado del calefactor. Había
empezado a hacer taichí el profesor lo había puesto como uno de los hermanos
mayores, frente a la clase. En un momento había empezado a salir olor a gas,
los alumnos lo habían notado. Cuando fue a ver y oler el olor a gas no venia
del calefactor sino del caño, que debía tener una pinchadura. Abrió una de las
puertas completas a pedido del profesor, volvió a su lugar e hizo algo que había
empezado a hacer ahora, intervenir en la realidad desde la imaginación, si hacía
falta y le daban permiso. Canalizó y preguntó dónde estaba la pinchadura. Le
dijeron en medio del caño. Después conectó con el tercer ojo y vio con el
tercer ojo el lugar de la pinchadura. Después dibujo un par de Cho Ku Rei en el
paladar con la lengua. Se los mandó y los puso como freno o protección.
Preguntó que otro signo debía usar, le dijeron un Hon Sha Ze Sho Nen
lo dibujó con la lengua en el
paladar, y lo mandó al caño del calefactor, y mandó la pinchadura al pasado, a
un momento donde no hubiese nadie en el salón, exactamente a la noche anterior.
El Hon Sha Ze Sho Nen era un signo de tiempo y espacio. Una vez ahí, en su
presente arregló el caño poniéndole un chicle frenando la perdida, y después poniendo
metal derretido y tapándola. Después de eso lo fijó proyectando, viendo el caño
arreglado. Y después puso energía de creencia en su trabajo y creyó que eso había
dado resultado. De a poco fue viendo en el resto de la clase como sus
compañeros cerraban las puertas que se habían abierto para que se fuera el gas,
y volvía a acercarse al lado del calefactor porque ya no salía gas. Se acercó
el mismo al final de la clase y el gas ya no salía
¿Eso había pasado realmente o había
sido una casualidad? ¿Y si había pasado, cómo había aprendido a intervenir de
manera virtual en las acciones físicas? En una de las escuelas de reiki en las
que se había formado le habían enseñado, que se podía soplar símbolos del reiki
y ayudar en una acción física de momento, que no hacía falta imponer manos. Lo había
hecho muchas veces, pero particularmente dos veces. Una vez más en ese mismo salón de
taichí, cuando se había empezado a desmayar y bajársele la presión a una
compañera, él se había acercado le había mandado dos Cho Ku Rei que había
dibujado y ella enseguida se había recuperado. Lo que marcaba la característica
de la acción era la velocidad con que se recuperaban o se arreglaban las cosas,
una velocidad anormal o sorprendente, o una velocidad de plano energético que intervenía
en el físico. La segunda vez había sido unos días antes de la situación del
calefactor estaba con un conocido que había venido a comer, venían de comprar
tuco, en la esquina de la casa de él, con ellos viniendo se había caído una
repartidora en su moto, la pierna le había quedado atrapada debajo de la moto. Él
había ido corriendo, la ayudado a levantarse, y sentarse en la vereda. Ella se
tomaba la pierna que había quedado atrapada, le dolía. El hizo un par de Cho Ku
Rei en el paladar y se los envió al lugar. Ella lo notó enseguida porque lo
miró de manera particular. La rodilla se le fue pasando rápido. Se levantó para
seguir viaje pero antes dejó un agradecimiento a todos los que la habían
ayudado mirándolo a él. El no conectó con su energía de telepatía sino con su
emoción de agradecimiento. Ahí se dio cuenta que también se podían leer
emociones. La emoción se leía en el cuerpo, con el cuerpo, desde el cuerpo.
Porque la emoción impactaba en el cuerpo y se extendía desde ahí. Era nomas
estar muy atento y dejar sentir lo que aparecía, escuchar con cuerpo al cuerpo
del otro. Era in concepto vibraciones
Con eso se había dado cuenta
que se podían leer emociones
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