Muchas vidas, muchos maestros
Corre algún día de algún mes alrededor de 15 o 20 años atrás, difícil
saber con precisión el registro de este recuerdo. Acabo de terminar de hacer y
publicar cerca de 15 números de una revista de humor político, muy áspera con
todos, llamada Plagio. Escribo de una manera diferente a la de ahora, con
furia, con ironía, con arrogancia, con mucha velocidad, escribo corriendo.
Estoy escribiendo unos textos de humor y análisis políticos que mando por mail.
Entre todos se lo mando a un chico que ya no está entre nosotros, que es de
otro aspecto político, me responde con un mail, me dice que no le gusta leer lo
que escribo, me lo dice con mucho respeto. Si bien es crítico, las palabras
tienen esa energía y en escritura la energía llega primero que las palabras. No
me enojo, le pregunto porque no le gustaban mis palabras. Por suerte pregunto.
Me dice que porque en mis palabras más allá de lo que contenían había enojo, y
ese enojo le hacía mal. Le agradezco la devolución, lo quito de las personas a
la que le envío los textos como él me pidió pero eso no termina ahí. Eso abre
una puerta, o una ventana. Mis palabras tienen energía y mi energía en mis
palabras están dañando. Por primera vez me entra en la cabeza que las palabras,
los libros tiene energía propia. No iba a pasar poco tiempo hasta que cambiara
completo la forma de escribir, y soltara completa la forma vieja. La forma
vieja me había dado mucho resultado, habían sido muchos años de formación en la
experiencia, pero el aprendizaje había entrado. Temo no volver a escribir de
una manera que a mi me gusta, temo disolverme como escritor. Pero el
aprendizaje es más rápido que la maña.
Desde ese momento cambio completa mi forma de escribir, no vuelvo a escribir
más con furia, con critica dirigida de manera personal, con enojo. Suelto la
forma anterior de escribir, y de a poco voy construyendo una nueva hasta llegar
a la que tengo hoy. Lo hago destruyendo la vieja (para destruir hay que
construir) y sobre lo que quedaba de ella, construyendo una nueva (Para que construir
hay que destruir) En ese momento además de decidir cambiar completa mi forma de escribir, recibir el
universo más ampliado entrego como escritor el hecho de que tengo por delante 4
o 5 años de escritura trunca a los objetivos formales para dominar una nueva
forma, contraria a la que traía. Pero además, ese dia, esa critica, ese chico,
que ya no está entre nosotros, me abrió una puerta que desde ese día quedo
abierta. Los textos tienen energía. Hoy completé el aprendizaje de esa puerta
abierta.
Una tarde de hace unos 10 años más o menos, a los objetivos formales del
texto no me acuerdo del mes, no me acuerdo del día, quizás puedo acordarme de la
estación, otoño, viviendo de Rio Negro me compro libro Tao Te Ching, de Lao
Tse, la Biblia del taoísmo. Paso por un momento difícil viviendo solo en mi
casa en Rio Negro, con bastantes limitaciones, con poco trabajo y con poco
ingreso. Abro ese libro y cuando lo empiezo a leer me relaja, más allá de las
palabras, que entiendo poco ¿Por qué? Ahí me doy cuenta, el libro ese había
pasado por la puerta que unos cuantos años antes habia abierto ese chico,
percibo la energía del texto que me relaja. Cuando abro ese libro entro en otro
espacio, un espacio compartido entre mi y la energía de Lao Tse, que había
escrito el texto 5 mil años antes
Las cosas son particulares y las particularidades tienen vida propia. Si
ese chico no hubiese abierto esa puerta no hubiese pasado la experiencia, o
hubiese pasado sin que yo lo notara, que a los términos formales de mi
conciencia ahora es casi lo mismo. Esa puerta que abrió no se hubiese podido
abrir si mis maestros de yoga y
meditación, teatro, escritura, tae kwondo, no hubiesen construido en mi mente,
golpe a golpe, aprendizaje a aprendizaje, como un cincel, el edificio de la
biblioteca para contener el tomo de ese nuevo conocimiento. Cada aprendizaje
contribuye a todos los aprendizajes y todos juntos, alguna vez generan un
quiebre, la nueva noción que entra y amplía el mundo. Ahora hace dos años ya
que practico con asiduidad taichí y chi kung con mi otro maestro y aprendo
muchas cosas de él. El taichí y el chi kung son las referencias físicas de las
enseñanzas del tao te King. Esa puerta escondía más de un valle. Hace unos
meses que volví a yoga con mi maestro de yoga, pero en de regreso llevo
también el chi kung. Mi profesor de yoga es brillante pero mi yoga es discreto
por condición corporal, pero todo eso mezclado me van abriendo caminos de crecimiento
No hay comentarios.:
Publicar un comentario