(Dedicado a mi sobrino Agustín, por su gran
imaginación, y a todos los niños que nos asombra día a día con sus ocurrencias)
No era raro ver a Felipe corriendo por el patio pero
ese día no hizo más que correr. Pero
no corría sólo, a alguien seguía. Sus movimientos, sus
ademanes lo indicaban. Era una
cebra!!! Siiiii una cebra muuuy rayada ...tan rayada
como sus movimientos que iban de
acá para allá.
Se había despertado sonriendo y preguntando a su
madre:
- Mami … ¿Los animales de la selva pueden llegar a
este lugar?
- No- dijo ella sin demasiada importancia a su
pregunta, atándole los cordones de sus
zapatillas.
Se desilusionó ante la respuesta pero salió corriendo
por el pasillo hacia el comedor, abrió
la puerta del patio y corrió alocadamente como si
alguien lo siguiera. Su mamá se quedó
mirándolo pero las tareas hogareñas del día demandaban
mucho tiempo, Así que se
apresuró hacia la cocina.
- Felipe – gritó la cebra- mirá que bonita esa
mariposa
- Siii … ¡re colorida !
- Vamos a jugar con ella …
- Si, juguemos pero con cuidado, está sola y es muy
pequeña. En la selva son más
grandes y hay muchas.
- Seguila, vuela re re rápido.
- ¡ Lo que den mis patas !
- ¡Y las mias !
- ¿Vos tenés patas?
- Nooo – rió a carcajadas- mis piernas
El sol abrazó a la mariposa y los amigos se quedaron
un rato mirando el cielo tratando de
encontrarla. Como no pudieron, regresaron muy
cansados.
Su madre, joven y dinámica se repartía entre Felipe y
sus dos hermanitas menores.
Trataba de acompañarlos en todo lo que podía pero como
le llevaba mucho tiempo, le
daba a Felipe más libertad en cuanto a sus juegos y
actividades diarias. Su mamá era esas
personas de dar permisos para que los niños aprendan a
jugar solos, pero andaba todo el
día detrás de dos pequeñas inquietas que eran las
hermanitas de Felipe. Él las quería
mucho pero le molestaba que tocaran sus libros y aún
más si los maltrataban.
Felipe era un niño que miraba muchos libros de
animales salvajes a pesar de su edad. Aún
no leía bien, recién en primer grado, intentaba
reconocer sílabas. De chico le habían
regalado muchos “ de animales”, de cuentos y
enciclopedias pero permanentemente iba a
la biblioteca de la escuela a curiosear y le pedía a
su tía que lo llevara a la del barrio.
Había en su mini biblioteca de dormitorio gran
cantidad de libros, unos regalados y otros
buscados en la biblioteca de su tía : “ Los animales
en la selva”, “La selva Loca”, “ Animales
de la selva, “ Sonidos de la selva”,” De paseo por la
selva y muchos más.
- Mamaaaaá vení, mirá … qué lindas son las cebras!!!
- Lo se hijo …
- Pero veniií son re re lindas!
- Si, ya voy Feli – dijo su madre sonriendo. Pero si
todos los días mirás ese libro !
- Siii mamá pero hoy están más lindas, no se mirá ésta
…tiene algo, las rayas son re re
lindas!!
La madre miró el libro y no vio más que lo que veía
todos los días pero no quiso
desilusionarlo.
Los meses pasaron y Felipe seguía corriendo por el
patio como si jugara con alguien y los
libros de cebras ya eran una colección.
Cuando iba a la escuela o al algún cumpleaños de
amigos la cebra se quedaba en su
habitación, donde había “ olor a Felipe” Era inquieta
y caprichosa, a veces solía hacerlo
enojar ya que no podía dominar su carácter en estas
ocasiones. Cuando se enojaba se
echaba entre un lugarcito entre el placard y la pared,
y ahí se quedaba esperando que
Felipe la llamara. A veces no lo hacía y se
desesperaba por hacerse notar. Se movía tanto
que las rayas parecían salirse de ella.
Llegado el mes de diciembre Felipe mirando un libro le
dijo a su madre:
- Mamá quiero que papá Noel me traiga una cebra de
regalo, una cebra como estas …
re re re llenas de rayas -
- Felipe !! Papá Noel no puede traerte una cebra …
- Entonces que no venga!
- No seas caprichoso … pensá en otra cosa.
El niño corrió al patio como todas las mañanas, pero
esta vez se sentó en el borde de la
galería y llamó a su amiga la cebra, que sentada a su
lado lo miraba ansiosamente.
- Estoy re seguro que …
Su mamá abrió la ventana muy disimuladamente y escuchó
- No te preocupes amiga, Papá Noel re entiende lo que
los padres no. Yo sé que me
traerá una cebra, ella será tu hermana.
- Qué bueno tener una hermana … aunque …
- ¿Aunque ?
- ¿Me vas a querer como a ella?
- ¿Estás celosa?
- No … quiero a esa hermana. La quiero pero no creo
que llegue.
- ¿ Por qué ? – preguntó con los ojos bien abiertos
- Porque no es fácil conseguirla, viven muy lejos y
Papá Noel no trae cebras vivas,
sólo de juguete.
- Tenés razón amiga … no va a ser nada fácil para
mamá.
La mamá cerró la ventana y se dejó caer en el sillón
de lienzo exclamando:
- Creo que estoy en problemas.
- Vio la cara sonriente de su mamá nada asombrada sino
como si fuera real
- Feli … ¿puedo jugar con ustedes?
- Siiiii Maaa, estaría re bueno, vení …
- ¿Quién es ella?
- Mi amiga la cebra …
- Encantada sos preciosa.
La alegría brilló como el sol y Felipe pensó:
- Tal vez ya no haga falta otra cebra.
La llegada de las Fiestas Navideñas, despiertan
diversas sensaciones, que van en degradé de colores y sentimientos, desde la
alegría
hasta la tristeza, pasan muchas imágenes en nuestra
mente, como una película ya vista o imaginada. Todos tenemos algo muy pero muy
adentro que como Mario, no sabemos por qué …
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