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sábado, 3 de diciembre de 2022

El astronauta y la luz. Meditación, la niña en su alma. Capítulo 33

 

 

 Ahora mismo hay lucecitas en toda la computadora, son del color celestes brillosas y larguitas. El día anterior volvió a yoga y meditación. Ahí en el salón, apenas se sentó vio luces en el aire, justo abajo del retrato de Yogananda. También le vio luces a su maestro, pequeñas, al costado y a su compañera de yoga, maestra de otra ciudad, al costado de ella. La clase de yoga transcurrió muy bien, vino el momento de la charla previa a la meditación, y después la meditación. En la meditación con otros compañeros que habían llegado, la charla, y después la meditación. En la charla de nuevo había visto luces, pero todo pasó en la meditación. De nuevo el maestro había guiado la meditación con un mantrado. Y cuando empezó el mantrado el sintió el cuerpo como transportado, conectado, sintonizado, un pequeño chucho de frio en el resto del cuerpo, como como uno se sintoniza. Y apenas empezó el maestro el mantrado el escuchó la voz de una mujer que arriba de él o paralelo a él hacia un mantrado muy bello también. Lo escuchó en tres mantrados y después se apagó, No podía ser nada ni nadie, primero solo el maestro estaba mantrando, y después no había ruidos que mantraran así, Esa vos parecía provenir de otro lado. Después ya siguiendo el mantrado del maestro se le empezó a venir la cara de la compañera de yoga de otra ciudad, a los ojos, al tercer ojo. Ya en yoga apenas había empezado había conectado con el tercer ojo suyo, y la imagen de su compañera se le había presentado como superpuesta a él. En ese mantrado estaba la cara de su compañera, estaba él. Como si él fuera un puente de tiempo y espacio y estuviese viajando por la vibración sonora de mantrado del maestro estuvo con ella misma en varios lados a la vez. Primero estuvieron en una sala de parto con una beba morocha con mucho pelo, recién nacida, que parecía ser la hija de él y la compañera de yoga. Después vi la misma nena, un poco salvaje corriendo en la calle descalza, jugando con otros niños, a los cinco o seis años. Después se vio el peleando con una espada en una guerra antigua, con la compañera de yoga a su lado, se vio herido de flecha en el costado derecho, el mismo que le había dolido mucho cuatro o cinco días antes, el mismo lugar donde días antes se le había hecho una pelota. Después se vio herido con una flecha en el ojo izquierdo, una flecha atravesando el ojo. Se vio quedando en una montaña, con su ejército siguiendo y su compañera quedándose con él, esperando a los rivales. No vio más nada de eso pero después canalizo que ella se había quedado y habían ganado, porque habían aparecido a pelear los arcángeles, sobre todo Metatrón, al que enseguida le sintió la vibración poderosa y fantástica. Y después se vio con su compañera de yoga envejeciendo, en una colina, en viñedos en esa misma vida. Y ya después, volvió a ver muchas veces la beba, y después fue volviendo al salón de yoga, y se fue quedando quieto y conectado con el mantrado y la respiración, y la luz en el ojo, en medio de la frente. Su cuerpo desaparecido, solo quedó la respiración, el mantrado y la luz en el ojo, y la meditación terminando. Volvió al salón. Y agradeció, gracias por la meditación, y la visión

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