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domingo, 27 de noviembre de 2022

Una serie de sucesos fantásticos que se metieron en el partido de Argentina México 2

 


Argentina acaba de ganarle a México dos a cero, había canalizado un triunfo 2 a 1 pero el uno medio como que había querido imponérselo yo a la selección, había canalizado también un gol fundamental de Messi a los 20 minutos, lo había esperado a los 20 minutos del primer tiempo, había sucedido a los 20 minutos del segundo tiempo. Yo no había podido ir a verlo con mis amigos porque a esa hora la panza se había hinchado tanto que no podía estar de pie. Para la altura de la noche la cosa no había hecho sino empeorar mucho

Camino por la calle, Italia hacia 25 de mayo, busco llegar a 25 de mayo y volver a mi casa por Sarmiento, es madrugada, la panza está hinchada como la de un sapo por explotar, no puedo caminar, me agacho en el piso un par de veces, en cuclillas como centroforbar antiguo, no llego hasta 25 de mayo, no doblo por Sarmiento, el dolor vence mi voluntad. La panza está hinchada y dura, y tengo una bola muy dura en el lado derecho. Llego hasta la mitad de cuadra entre Irigoyen y Pellegrini, vuelvo. Las dos maravillosas perras del barrio, amigas de mi perro Firulait, Olivia y La negra, me acompañan. Olivia camina con una alegría improbable en ese momento, desentona con mi dolor, pero respeto su alegría, hay una enseñanza ahí. La negra es distinta, la negra es como un soldado, me acompaña al paso llevando el exacto mismo paso que yo, me hace como de pareja de caminata del lado mío, a la izquierda. A pesar de lo que se dice de mí en la ciudad, el problema no es ni nunca fue mi voluntad, tengo una voluntad bestial, tanto como para haber escrito este año solo el trabajo de varios escritores juntos, 7 o 8 me dicen la canzalicion, o 10 o 20, pero el dolor vende mi voluntad. Voy cambiando las metas en el camino, ahora la meta es llegar hasta la mitad de la vereda que hago entre Irigoyen y Pellegrini. Algo me suelta un poco la panza, me alivio un poco, levanto mis expectativas, llego a Pellegrini, doblo por ahí, tomo sarmiento, vuelvo por Sarmiento, me vuelvo a parar antes de llegar de pasar el cruce entre Sarmiento e Irigoyen, la panza esta dura como una roca y el dolor del costado, con una hinchazón me hacen dudar de una apendicitis. Ya me lo había dicho un amigo médico, soy de tener muy alto el umbral del dolor, esto es, soy de aguantar sin intervenir esperando que se pasen los dolores más fuertes, pero este me hace dudar. Dudo de una apendicitis, después de una peritonitis, entonces aprovecho que canalizo y pregunto. Pregunto como una de las maneras que tengo de preguntar, mirando luces. Los ojos me dicen que no tengo eso, me dicen que es un ataque de colon irritable, de los más altos con una hinchazón casi increíble de la panza. Conozco la enfermedad, cuando el colon irritable es muy fuerte, que se hincha mucho el colon, se hincha el colon abajo del intestino delgado, eso hace hinchar al intestino delgado, y desde ahí abajo corre el sistema de órganos entrelazados, y eso hace que se corran los riñones por la hinchazón del sistema de abajo que se hincha en cadena, por eso duele la panza baja, la media, la alta y la espalda abajo. Conozco el dolor, somos viejos amigos. Amo ese dolor, ese dolor de stress repetido en mi evitó que mi cuerpo tantas veces somatizara el sistema de nervios descompuesto con algo más grave, pero es noche no estoy contento con el dolor. Aunque ahora hay algo más claro, la canalización me dice claro al oído: Confía, tenés una inflamación en la panza bestial y nada más. Llego a casa, hay dos chicos charlando en la puerta de su casa casi en la esquina, ver conocidos en el marco de padecimientos relaja. Son increíble los mecanismos de la mente y el lenguaje de dolor y la soledad, hay que investigar más eso. Me acuesto en la entrada de mi cada boca arriba, la cosa empieza apenas a aflojar un poco pero sigue imposible. Antes había hecho un análisis, ya llegando a mi casa, que feos son los dolores para los que padecen dolores, y que poco podemos ponernos en su lugar y ayudarlos desde el entendimiento. Me acuesto boca arriba y me quedo ahí un rato, esta cómodo, el dolor afloja un poco. Finalmente pregunto claro y me responde claro, la voz que me habla en silencio al oído esa noche es Jesús, a través del Arcángel Gabriel ¿Qué tengo pregunto? Una hinchazón bestial de la panza ¿Cómo se me va esto? Acostate boca arriba en la cama y quédate tranquilo, se y te va a ir yendo solo, mañana no lo tenés más. Toda la noche me había estado sonando en la cabeza un tema musical sobre la tranquilidad. Entiendo ahí, en medio de un dolor que no puedo controlar y que vence mi umbral del dolor, que es un alto, y mi voluntad que es mucha cual es la enseñanza en ese momento para mí. Entiendo en ese momento después de haber perdido con lo mejor de mi ejercicito, mis bastiones más grandes, la resistencia el dolor, la voluntad y la decisión de ir a todo o nada, vencidos mis tres barcos, caídas las puertas de lo mejor de que dispongo, que me están enseñando algo. Así que pregunto ¿Me están enseñando algo? Si me dicen. Si me pongo nervioso esto va a apretar más y me va a reventar la panza, si me tranquilizo esto va a aflojar, pregunto. Sí, me dicen. Me tengo que quedar tranquilo en el dolor y la incomodidad pregunto. Sí, me dicen. Ahora había una enseñanza para mí, cuando las enseñanzas son para mí no hay concesiones aprendo o aprendo y la escuela se desarrolla en mi cuerpo. Me quedo tranquilo boca arriba como me dicen y el cede por primera vez. En mi la fuerza de la tranquilidad es más grande que la fuerza de la voluntad, de la resistencia y la decisión juntas. La voz que me habla es Jesús. Cada uno de nosotros es, como dice el título de la última obra de teatro un amigo dramaturgo: Marcelo Raúl Maggiolo, un bastión de cristal

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