Ver a los jugadores irse en helicóptero
un día antes de lo que fue decenas de años atrás irse en helicóptero al
presidente De la Rua fue todo un ícono bien argentino. De la Rua se fue un 21
de diciembre, los jugadores un 20 de diciembre, ambos por la misma razón, el pueblo
argentino, ambos con el mismo objetivo, escapar de él, ambos por distintos medios,
De la Rua escapaba del enojo, los jugadores de la alegría. Las comparaciones no
quedan ahí, las acompaña el poder adquisitivo muy bajo de los argentinos, lo
fue en ese diciembre gris de De la Rua, lo es en este diciembre celeste y
blanco de los jugadores de la selección. Si se quiere esforzar el análisis se
puede seguir, pero hasta ahí llegan las coincidencias gruesas. Algún
psicoanalista dirá que los argentinos necesitaban festejar, hacer catarsis.
Pero la pregunta sigue siendo la misma ¿Por qué 6 millones de personas en las
calles? ¿Por qué esa marea de gente que quiso saludar a la selección? Los que estuvimos
en argentina durante el mundial vivimos esa ola de energía en carne propio. Yo
estuve en mi casa de Junín, en la provincia de Buenos Aires, por cábala no miré
los últimos seis partidos, los escuché ¿Pero de qué modo? Lo escuché en los
gritos de las personas en sus casas, en lo que me llegaba. Es difícil escuchar
un partido por el sonido ambiente. Un bocinazo lejano puede ser un gol de
alguien, una falta o un penal. Algunos gritos desperdigados como perdigones,
alejados, una buena jugada a favor o una mala jugada en contra. Muchos gritos
juntos, un gol de Argentina. Generalmente se sucede varios gritos juntos, algún bocinazo y algún
grito más claro de alguien que sale a gritar a la calle. Lo más incómodo en
esta manera de escuchar el partido es el silencio, porque eso significa que no
hay nada porque gritar, o sea, que los goles, las jugadas las hace el equipo
rival. Con ese método escuché los gritos de festejo en el partido, varios
gritos viniendo de mi oeste, muchos de mujeres. El primer gol. Enseguida varios
gritos, bocinazos, y ladridos, viniendo también del oeste, gol. Los ladridos
son algo a parte, los ladridos me habían avisado del segundo gol contra Holanda
en la semifinal. No escuché los gritos solo los ladridos que activaron los
gritos. Si los gritos en la final me avisaron el triunfo argentino, los vacíos
de gritos los goles de Francia. Dos veces puse para mirar el diario deportivo,
las dos veces había empatado Francia. Salí a la calle en el descanso previo al
alargue y ahí vi el paisaje que me había anticipado la multitud de días después.
Nadia en la calle, un silencio oscuro que se cortaba con una puteada. Yo era
poco más que un marciano, paseando a mi perro en el descanso previo al alargue.
En eso escuché un grito lejano de alguien que había salido a su patio a
insultar al aire y los días. Un hombre de una de las casas vecinas abrió la ventana
y se derrumbó en ella, y un chiquito una cuadra más allá, con cara desencajada abrió
la puerta de calle y salió a la calle. Le pregunté como había salido el
partido, pensando por lo que veía, que ya había perdido, me dijo que habían ido
al alargue.
Cuál era la diferencia con
otros mundiales, esas tres personas son habían visto el partido, lo había ligado,
esa era la carga que llevaban. El del insulto en el patio seguro podía haber
sido el arquero, el que se derrumbó en la ventana el técnico, y el chiquito
desencajado alguno de los delanteros. Eso solo, esas tres postales de angustias
en mi barrio en personas que me crucé, imagínense cada casa de cada argentino,
de los 47 millones de personas que somos.
Volví a mi casa, y de nuevo,
con el sonido ambiente escuché la victoria de los penales, gritos ahora en
todas las direcciones me trajeron el primer penal atajado, gritos en todas
direcciones el segundo penal de Francia desviado, Y de nuevo bocinazos lejanos
el mundial ganado. Después los gritos subieron hasta que se volvieron 6
millones de voces en las calles agradeciendo a los argentinos que había traído
la copa a casa. Que la mayor marcha de la historia de este país haya sido un
gesto de agradecimiento masivo es una de las mejores gestas del mundial para Argentina
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