Se levantan, su perro Firulait
ya no tiene registros de la infección en la cara. Apenas llega al comedor se
encuentra con una sorpresa, una de las crías de Saphira, el gatito que hasta
ayer le huía se encuentra descansado y mirándolo en la ventana. Va, lo
acaricia, Sapirha controla todo con cierto nerviosismo. El pequeño se deja
acariciar y se queda ahí, el sol, descansando. En él se realiza el hecho de
valentía completa, de repente quedarse ante el ser al que le huía el día
anterior, sin un solo registro de temor ¿Cómo se produce ese clic? ¿Cómo se
produce ese cambio? Es una pregunta que se hace. Ve un triángulo, está Dios en
eso. Su perro Firulait se va a descansar abajo, le pasa al lado sin hacerle
nada. Todo tiene un nuevo orden de coordinación, se pone a pensar, es como una
nueva capa de la realidad encima de otra capa, la del día anterior. Y ante ese
pensamiento se pone a pensar ¿Qué tanto sabemos de los días? Y se repite de
nuevo ¿Qué tanto sabemos realmente de los días ¿Serán capas de la realidad? Distintas
capas de la realidad como capas de una cebolla que se van sucediendo a sí mismos
y por las que nosotros jinetes del cielo, galopamos. Se sienta ante la
computadora y corrige el texto que había hecho sobre Shiva y Ganesha:
“ Voy a comprar cosas para mi
altar a la casa de un chico que vende cosas espirituales y por lo que puedo ver
es masajista, tiene su gabinete ahí atrás. Adelante tiene su negocio donde
tiene una delicia de cosas para altares, limpiar, armonizar, acompañar procesos
espirituales. Está puesto como a pedido a dos cuadras de mi casa. Yo había
pasado varias veces por ahí, lo había visto, había olido el aroma, pero nunca
había entrado aunque siempre había tenido ganas. Pero si hay algo que tiene
este universo es que espera y se mantiene constante ante un espíritu que ronda
alrededor de la posibilidad de su crecimiento espiritual”
Le gusta esa frase, se la
repite a sí mismo, habla de un universo que se mantiene constante ante un
espíritu que ronda alrededor de la posibilidad de su crecimiento espiritual.
Vuelve a pensar en eso, días anteriores había dicho que el universo se mantenía
constante ante todos con su mecanismo de crecimiento espiritual. Ahora vuelve a
pensar y se dice a si mismo que lo que denota la diferencia es que el espíritu
que ronda ante su crecimiento energético es el que se mantiene constante o
disperso ante la posibilidad de su crecimiento espiritual. La laguna siempre
estpa, hay veces que pasás y la vez, hay veces que pasas y estás hablando
por teléfono y no hay laguna. Sigue leyendo
“Nos han enseñado durante
mucho tiempo una frase un poco cruel para nosotros y bastante poco lógica a
ojos vista. El colectivo del éxito pasa una sola vez, si no te subís los
perdés. O algo así. Eso lógicamente querría decir que poseemos personas que
están abajo del universo, viviendo vaya uno a saber dónde, con un universo que
solo pasa una vez en la vida cerca de las personas y les da la posibilidad de
que suban. Las personas viven en el universo rondando alrededor de su
crecimiento espiritual a la que van llegando alrededor de procesos, largos,
ininterrumpidos, complejos, en espirales circulares. El colectivo del éxito no
pasa una sola vez en la vida, las personas viven en el colectivo del éxito,
porque el colectivo del éxito es el universo”
Le gusta esa construcción que
lee, se la repite a sí mismo: “Las personas viven en el universo rondando
alrededor de su crecimiento espiritual a la que van llegando alrededor de
procesos, largos, ininterrumpidos, complejos, en espirales circulares”
Termina de leer el texto
“Finalmente ya no fui al
negocio, pero el día que decidí ir al negocio, que decidí que iba a entrar ahí
a comprar, el negocio vino a mi antes, nos encontramos en la mitad. Fui a un
kiosco enfrente del negocio, al que solía ir, a comprar cosas, y el dueño del
negocio el mismo día, minutos antes que pasara por su negocio yo, a llevar un
colgante a la dueña del kiosco, una conocida. Le pregunte a ella, me recomendó
unos sahumerios para pedirle. Entre al negocio a comprar ese día, y me lleve
unas cuentas cosas. Yo ya tenía la costumbre en ese momento de comprar
escuchando, lo primero que veían los ojos era algo que estaba canalizando que
necesitaba comprar, así que en ese momento compré escuchando con los ojos dos o
tres cosas, y me fui a casa
A los días, en medio de
trabajos de macumbas en contra y limpieza en mi casa, de las macumbas y otras
cosas, volví al lugar a comprar. Yo ya sabía que necesitaba una Ganesha, porque
había sintonizado a la Ganesha un par de veces, y sabía que el elefante era mi
animal de poder junto con el calquín, pero apenas entre al negocio vi un Shiva
plateado hermoso que me convoco. Le pregunté al chico si era Ganesha, me dijo
que era Shiva, el papa de Ganesha. Le pregunté si el hinduismo había empezado
con él, me dijo que sí. Lo compré, Me dijo que lo llevara con mucho cuidado
porque era artesanal y se podía romper. Lo llevé a mi casa con cuidado. No
estuvo mucho tiempo en mi casa, a los días mudé, quizás ayudado por el Shiva,
que desde que lo puse en la casa nunca dejó de tener una presencia poderosa, y
lo llevé a mi otra casa. Recuerdo que fue casi la primera cosa que mudé. Cuando
lo saqué, pasó lo vaticinado, se le lesionó una de sus alas, en el omoplato
izquierdo. A los días cuando fui a comprar más cosas a los del chico, me
preguntó por el Shiva y le dije que se había lesionado un ala. Me miro con
cierta desazón y le explique, lo que pasa es que yo haciendo trabajo de
limpieza energética y rescatando a mi gatita de la casa de abajo, tuve que
bajar y trepar y en la trepada me lesioné el hombro izquierdo, en el marco de
esa limpieza, y desde ese día este hombro no se recupera, el Shiva tiene la
lesión en el mismo lado, creo que me avisa de mi lesión. Me miró y me dijo, te
aviso que tenés que seguir trabajando tu lesión, es hermoso eso. Te dijo que te
tenés que ocupar de eso. Me preguntó por la lesión, le conté, y como era
kinesiólogo o masajista o algo de eso, además de bastante mágico, me trató ahí
nomás el hombro, encontró la fisura de adelante y de atrás, y con unos movimientos
al hombro me la curó. Ya está me dijo. Yo me había ido a llevar tres lechuzas
para acompañar al Shiva en su altar. Una que se tapa la boca, otra los oídos, y
otra los ojos. Pero eso día yo hable, escuche y vi, con los ojos, la boca, los
oídos”
Termina de corregir el texto,
el pequeño cachorro sigue ahí en la ventana, valiente ante su presencia. La valentía
de ese cachorro hizo algo simple para él, le extendió el universo, ahora tiene
varias capas más, que él puede recorrer porque no tiene miedo y puede ir más
lejos que sus hermanos, que aún se esconden en el cuartito de debajo de la
batea. Pero él, Alberto, acaba de ponerle ese nombre, hace algo más, le
extiende el universo a sus hermanos. Su valentía abre capas y corre los límites
de un universo que no tiene límites en ningún lado, salvo los propios, unas
capas más allá. Alberto descansa en la ventana con toda la tranquilidad del
mundo, ante el supuesto predador que se lo iva a comer y ante el que el día
anterior temblaba y huía ¿Cómo se dio ese milagro? Por un detalle. El día
anterior ante el escape por una de sus pasadas, quedó atrapado debajo de la
batea y no puedo correr, las patas de la batea le hicieron de muro. Él se dio
cuenta que estaba a su merced, y él lo tranquilizó con palabras suaves y no le
hizo nada. Ahí se dio cuenta que no le iba a hacer nada. Fue una casualidad, un
clic, un juego del destino, y ahí se le abrió el mundo. Ahora lo mira escribir frente
a la ventana, disfruta del sol, y se deja tocar todas las veces que él quiera.
Piensa esto y lo escribe:
“El universo se amplía a sí mismo y se reduce
a sí mismo, porque es algo dinámico que depende de nosotros en nosotros, porque
nosotros somos todo el universo completo en nosotros mismos. Esto lo sabe ese
gato vanguardista de la camada de gatitos de mi gata Sapirha, Alberto, que mientras
escribo esto disfruta del sol de la ventana y su altura. Bienvenido al sol
Alberto del universo”
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