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sábado, 24 de diciembre de 2022

El astronauta y la luz. Ganesha y Shiva y su gato Alberto

                                                   


Se levantan, su perro Firulait ya no tiene registros de la infección en la cara. Apenas llega al comedor se encuentra con una sorpresa, una de las crías de Saphira, el gatito que hasta ayer le huía se encuentra descansado y mirándolo en la ventana. Va, lo acaricia, Sapirha controla todo con cierto nerviosismo. El pequeño se deja acariciar y se queda ahí, el sol, descansando. En él se realiza el hecho de valentía completa, de repente quedarse ante el ser al que le huía el día anterior, sin un solo registro de temor ¿Cómo se produce ese clic? ¿Cómo se produce ese cambio? Es una pregunta que se hace. Ve un triángulo, está Dios en eso. Su perro Firulait se va a descansar abajo, le pasa al lado sin hacerle nada. Todo tiene un nuevo orden de coordinación, se pone a pensar, es como una nueva capa de la realidad encima de otra capa, la del día anterior. Y ante ese pensamiento se pone a pensar ¿Qué tanto sabemos de los días? Y se repite de nuevo ¿Qué tanto sabemos realmente de los días ¿Serán capas de la realidad? Distintas capas de la realidad como capas de una cebolla que se van sucediendo a sí mismos y por las que nosotros jinetes del cielo, galopamos. Se sienta ante la computadora y corrige el texto que había hecho sobre Shiva y Ganesha:

“ Voy a comprar cosas para mi altar a la casa de un chico que vende cosas espirituales y por lo que puedo ver es masajista, tiene su gabinete ahí atrás. Adelante tiene su negocio donde tiene una delicia de cosas para altares, limpiar, armonizar, acompañar procesos espirituales. Está puesto como a pedido a dos cuadras de mi casa. Yo había pasado varias veces por ahí, lo había visto, había olido el aroma, pero nunca había entrado aunque siempre había tenido ganas. Pero si hay algo que tiene este universo es que espera y se mantiene constante ante un espíritu que ronda alrededor de la posibilidad de su crecimiento espiritual”

Le gusta esa frase, se la repite a sí mismo, habla de un universo que se mantiene constante ante un espíritu que ronda alrededor de la posibilidad de su crecimiento espiritual. Vuelve a pensar en eso, días anteriores había dicho que el universo se mantenía constante ante todos con su mecanismo de crecimiento espiritual. Ahora vuelve a pensar y se dice a si mismo que lo que denota la diferencia es que el espíritu que ronda ante su crecimiento energético es el que se mantiene constante o disperso ante la posibilidad de su crecimiento espiritual. La laguna siempre estpa, hay veces que pasás y la vez, hay veces que pasas y estás hablando por  teléfono y no hay laguna.  Sigue leyendo

 

“Nos han enseñado durante mucho tiempo una frase un poco cruel para nosotros y bastante poco lógica a ojos vista. El colectivo del éxito pasa una sola vez, si no te subís los perdés. O algo así. Eso lógicamente querría decir que poseemos personas que están abajo del universo, viviendo vaya uno a saber dónde, con un universo que solo pasa una vez en la vida cerca de las personas y les da la posibilidad de que suban. Las personas viven en el universo rondando alrededor de su crecimiento espiritual a la que van llegando alrededor de procesos, largos, ininterrumpidos, complejos, en espirales circulares. El colectivo del éxito no pasa una sola vez en la vida, las personas viven en el colectivo del éxito, porque el colectivo del éxito es el universo”

Le gusta esa construcción que lee, se la repite a sí mismo: “Las personas viven en el universo rondando alrededor de su crecimiento espiritual a la que van llegando alrededor de procesos, largos, ininterrumpidos, complejos, en espirales circulares”

Termina de leer el texto

 

 

“Finalmente ya no fui al negocio, pero el día que decidí ir al negocio, que decidí que iba a entrar ahí a comprar, el negocio vino a mi antes, nos encontramos en la mitad. Fui a un kiosco enfrente del negocio, al que solía ir, a comprar cosas, y el dueño del negocio el mismo día, minutos antes que pasara por su negocio yo, a llevar un colgante a la dueña del kiosco, una conocida. Le pregunte a ella, me recomendó unos sahumerios para pedirle. Entre al negocio a comprar ese día, y me lleve unas cuentas cosas. Yo ya tenía la costumbre en ese momento de comprar escuchando, lo primero que veían los ojos era algo que estaba canalizando que necesitaba comprar, así que en ese momento compré escuchando con los ojos dos o tres cosas, y me fui a casa

A los días, en medio de trabajos de macumbas en contra y limpieza en mi casa, de las macumbas y otras cosas, volví al lugar a comprar. Yo ya sabía que necesitaba una Ganesha, porque había sintonizado a la Ganesha un par de veces, y sabía que el elefante era mi animal de poder junto con el calquín, pero apenas entre al negocio vi un Shiva plateado hermoso que me convoco. Le pregunté al chico si era Ganesha, me dijo que era Shiva, el papa de Ganesha. Le pregunté si el hinduismo había empezado con él, me dijo que sí. Lo compré, Me dijo que lo llevara con mucho cuidado porque era artesanal y se podía romper. Lo llevé a mi casa con cuidado. No estuvo mucho tiempo en mi casa, a los días mudé, quizás ayudado por el Shiva, que desde que lo puse en la casa nunca dejó de tener una presencia poderosa, y lo llevé a mi otra casa. Recuerdo que fue casi la primera cosa que mudé. Cuando lo saqué, pasó lo vaticinado, se le lesionó una de sus alas, en el omoplato izquierdo. A los días cuando fui a comprar más cosas a los del chico, me preguntó por el Shiva y le dije que se había lesionado un ala. Me miro con cierta desazón y le explique, lo que pasa es que yo haciendo trabajo de limpieza energética y rescatando a mi gatita de la casa de abajo, tuve que bajar y trepar y en la trepada me lesioné el hombro izquierdo, en el marco de esa limpieza, y desde ese día este hombro no se recupera, el Shiva tiene la lesión en el mismo lado, creo que me avisa de mi lesión. Me miró y me dijo, te aviso que tenés que seguir trabajando tu lesión, es hermoso eso. Te dijo que te tenés que ocupar de eso. Me preguntó por la lesión, le conté, y como era kinesiólogo o masajista o algo de eso, además de bastante mágico, me trató ahí nomás el hombro, encontró la fisura de adelante y de atrás, y con unos movimientos al hombro me la curó. Ya está me dijo. Yo me había ido a llevar tres lechuzas para acompañar al Shiva en su altar. Una que se tapa la boca, otra los oídos, y otra los ojos. Pero eso día yo hable, escuche y vi, con los ojos, la boca, los oídos”

 

Termina de corregir el texto, el pequeño cachorro sigue ahí en la ventana, valiente ante su presencia. La valentía de ese cachorro hizo algo simple para él, le extendió el universo, ahora tiene varias capas más, que él puede recorrer porque no tiene miedo y puede ir más lejos que sus hermanos, que aún se esconden en el cuartito de debajo de la batea. Pero él, Alberto, acaba de ponerle ese nombre, hace algo más, le extiende el universo a sus hermanos. Su valentía abre capas y corre los límites de un universo que no tiene límites en ningún lado, salvo los propios, unas capas más allá. Alberto descansa en la ventana con toda la tranquilidad del mundo, ante el supuesto predador que se lo iva a comer y ante el que el día anterior temblaba y huía ¿Cómo se dio ese milagro? Por un detalle. El día anterior ante el escape por una de sus pasadas, quedó atrapado debajo de la batea y no puedo correr, las patas de la batea le hicieron de muro. Él se dio cuenta que estaba a su merced, y él lo tranquilizó con palabras suaves y no le hizo nada. Ahí se dio cuenta que no le iba a hacer nada. Fue una casualidad, un clic, un juego del destino, y ahí se le abrió el mundo. Ahora lo mira escribir frente a la ventana, disfruta del sol, y se deja tocar todas las veces que él quiera. Piensa esto y lo escribe:

 “El universo se amplía a sí mismo y se reduce a sí mismo, porque es algo dinámico que depende de nosotros en nosotros, porque nosotros somos todo el universo completo en nosotros mismos. Esto lo sabe ese gato vanguardista de la camada de gatitos de mi gata Sapirha, Alberto, que mientras escribo esto disfruta del sol de la ventana y su altura. Bienvenido al sol Alberto del universo”

 

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