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domingo, 25 de diciembre de 2022

La angustia del plátano, el triángulo de Firulait y Parvati. El astronauta y la luz

 

Siempre tiene dudas, a pesar que le viven mostrando cosas. No es que pierde la conexión, es que la conexión muta, va cambiando, y él con ella. Pasea a su perro Firulait por la calle, lo siguen las dos perras del barrio amigas de su perro, Olivia y La negra. Llegan hasta un lugar que es un garaje de una casa abandonada con un gran plátano, que levantó la vereda y la rompió. Firulait se pone a olfatear, el bosteza. Cada vez que bosteza es porque conecta con una mala conexión del mundo, una angustia, un drama, una vibración cerrada. Pero no hay gente en la calle, lo único que hay delante de si es el Plátano. Lo mira y le pregunta ¿Es tuyo este stress? Enseguida los ojos buscan las veredas levantadas por las raíces. Es el árbol diciéndole que sí, que era de él, que era porque sus raíces habían roto la vereda, y que tenía miedo que lo voltearan. Enseguida los ojos buscan los arboles de la casa de enfrente bien cuidados y con los cantaros trabajados y la vereda plana. Le están mostrando el árbol que quiere ser como ellos. Lo toca y le dice: Quedate tranquilo, no te va a pasar nada, yo te cuido, respondo por vos. Acababa de hablar con un árbol ¿Está loco? ¿O está conectado? Volviendo pasa por una clínica, pide permiso para hacerlo, se lo da y lo hace. Enseguida se da cuenta que fue 24 y las personas que están en la clínica, muchas de ellos la pasaron sin su familia, y están angustiadas por eso. Entonces dice pasando: Tomo cada dolor, cada angustia, cada tristeza que no viole la ley del dharma y karma personal de cada uno. Enseguida empieza a bostezar mucho, conecta con ellos y le llega una voz de adentro: estoy solo, otra más, me siento sola. Después le llega un concepto: Soledad. Pasa la clínica por unos metros y descarga toda esa angustia que tomó en su cuerpo y su aura para abajo, a la tierra, a transmutarla. Hace una cuadra más, a la vuelta de su casa su perro se frena a sacar tierra en el cantero de una planta, un plátano también. Lo hace para un lado, después para el otro, y después para el otro. Tres escarbadas, le mira hacer las tres y cuando se va su perro lo mira, es un triángulo perfecto que hizo su perro con las escarbadas. Sí, es claro, Dios está con ellos como con todos. Llega a su casa y lee el último de los textos sobre sus maestras elevadas. Se llama Parvati  

“Publico los textos de Shiva y Ganesha, uno dos, tres y cuatro. Los estoy compilando, busco una imagen de ambos para ilustrar la nota y entre todas las imágenes que saltan mis ojos se depositan solo en la imagen de Shiva, Ganesha con Parvati, la compañera de Shiva, la mama de Ganesha, que solo conocía de oídas. La foto me llama entre todas las fotos, sé que esa es la imagen que quiero. Trato de buscar la atención a las otras imágenes, pero esa imagen es tan fuerte, tan solicitante que ni me deja mirar las otras. A veces lo que es, lo que debe ser, tiene un peso energético tan potente, que neutraliza todo lo otro, es como un embudo. Hay veces que el universo dice con tanta fuerza que algo tiene que ser, que es una gran batalla caer en los vicios que nos impiden escucharlo. Y aunque los vicios son fuertes, porque tienen la voz de lo tóxico, la luz es mucho más fuerte, porque la luz es otra vibración. Guardo esa imagen, y la uso para ilustrar la nota en mi blog. Me queda resonando el nombre Parvati, no se nada de ella, solo que es la mama de Ganesha, pero me gusta la sonoridad de su nombre. Me voy a yoga a lo de mi maestro, y la olvido. Cuando estoy en yoga, apenas entro al buffet que hay en el lugar me empieza a sonar en la cabeza, sola, Parvati. Paso al salón de yoga y en toda la clase me queda sonando el nombre Parvati, que viene solo. Ya me ha pasado eso en yoga, me vienen nombres de energías con las que conecto o canalizo. La repetición del nombre no es como cualquier otra repetición, no es un recuerdo, no es un tic fonético, es otra cosa. El nombre se repite solo en la mente como una palabra canalizada. No soy yo el que lo repite, no es mi mente, no es mi inconsciente, es el nombre que se repite a si mismo. Termina la clase, estoy en la relajación, mi maestro hace durante la relajación unas respiraciones especiales, yo en esas respiraciones siento un chucho de frio en el cuerpo y se me pone la piel como de gallina, al típico estilo de cuando esta cambiando de vibración personal o sintonizando con otra vibración. Es la tercera o cuarta vez que me pasa en el espacio en los últimos meses. Ahora mismo mientras escribo me pasa lo mismo, siento esa sensación de chucho de frio, en la espalda, las piernas, los hombros, el cuello, es como una sintonización. Si me conecto mucho con la sensación, eso aumenta y es como si una briza se levantara y me pasara por las piernas, los tobillos, las pantorrillas, la espalda. Es una sensación grandiosa, primero es relajante, y después da la sensación no solo de cambiar mi vibración sino la del ambiente que me rodea, porque ese vientito que parece levantarse viene del ambiente que me rodea, pero empieza en mi cuerpo que modifica su vibración con el recuerdo, o con la conexión con el recuerdo, el ambiente que me rodea modifica su vibración, y la mía, y la mía vuelve a modificar la del ambiente que me rodea. Y eso empieza antes, en el mantrado o la respiración de mi maestro y la energía del espacio en coordinación con la energía de los compañeros con lo que hacemos yoga, y la energía de Shiva y Parvati que están presentes ahí. Es un movimiento ascendente de retroalimentación es espiral. Sigo con la relajación del espacio. Antes de seguir escribiendo sobre la relajación miro la pared y me muestra la palabra “fe” Es algo que tengo bastante. Para muchos lo que más tengo. Para algunos la base de mis experiencias. Después de las respiraciones mi maestro mantra un mantra hermoso que canta muy bien, y que siempre que lo hace a mí me hace conectar con otras vibraciones y me proyecta a otros espacios. Con los ojos cerrados conecto con lo que ve mi tercer ojo. Está Parvati, enorme, colorida, observadora, llena de paz, me  mira. Entro como a un reino, hay como un castillo, y esta Parvati ahí, está Ganesha. Hay más cosas y pasan más cosas, todas de luz, pero ahora que escribo la experiencia solo me puedo acordar que está Parvati. El viento fresco que se levanta con mi vibración, que escribiendo recuerda la experiencia de la relajación de hoy ma acaricia como una briza en pie izquierdo. Aun tengo la vibración vibrándome en la espalda. Termino de contar esto y comento que me gusta haber conectado con Parvati. Siempre me gusta conectar, conocer a una alta vibración nueva, maestros elevados que nos ayudan y nos acompañan. Es como ir a una casa nueva y conocer a una persona  nueva. Mientras escribió esto, analizo, quizás me equivoco, que hablo de Shiva y Ganesha y la briza la siento en la espalda, los hombros, debajo de los brazos, y los pies, como si es ese lugar sintiera la sensación de nuevos brazos, y pies mas anchos, como los de Ganesha y Shiva. Escribo esto y en la pared veo las palabras “Verdad absoluta” y “Realidad” Para cerrar el texto analizo sin saber pero me doy permiso. Es posible que nosotros conectemos con la vieja vibración de lo que fuimos en otra vida, en la que quizás fuimos seres como Shiva o Ganesha, de muchos brazos. Y esa memoria aun existente en el recuerdo o en nosotros mismos, o se haga presente en el presente de ahora y del pasado porque el tiempo no es el tiempo. O estamos viviendo en un tiempo sin tiempo, o en un tiempo donde todo el tiempo es el tiempo. O sea que estamos ahora, pero ahora mismo estamos en el momento en que teníamos muchos brazos. A través del puente que es la mente, el cuerpo, lo simbólico, la relajación, y el permiso de la dirección y la acción correcta en el momento justo, esto es, ser, estar y escuchar. Escuchar en el cuerpo que habla, quien habla, de donde y de cuando. Como me vienen diciendo mis maestros de yoga y de taichí, como ultima cosa propongo que escuchemos el cuerpo. Dejo de escribir”

 

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