Siempre tiene dudas, a pesar
que le viven mostrando cosas. No es que pierde la conexión, es que la conexión muta,
va cambiando, y él con ella. Pasea a su perro Firulait por la calle, lo siguen
las dos perras del barrio amigas de su perro, Olivia y La negra. Llegan hasta
un lugar que es un garaje de una casa abandonada con un gran plátano, que
levantó la vereda y la rompió. Firulait se pone a olfatear, el bosteza. Cada
vez que bosteza es porque conecta con una mala conexión del mundo, una
angustia, un drama, una vibración cerrada. Pero no hay gente en la calle, lo único
que hay delante de si es el Plátano. Lo mira y le pregunta ¿Es tuyo este
stress? Enseguida los ojos buscan las veredas levantadas por las raíces. Es el árbol
diciéndole que sí, que era de él, que era porque sus raíces habían roto la
vereda, y que tenía miedo que lo voltearan. Enseguida los ojos buscan los
arboles de la casa de enfrente bien cuidados y con los cantaros trabajados y la
vereda plana. Le están mostrando el árbol que quiere ser como ellos. Lo toca y
le dice: Quedate tranquilo, no te va a pasar nada, yo te cuido, respondo por
vos. Acababa de hablar con un árbol ¿Está loco? ¿O está conectado? Volviendo
pasa por una clínica, pide permiso para hacerlo, se lo da y lo hace. Enseguida
se da cuenta que fue 24 y las personas que están en la clínica, muchas de ellos
la pasaron sin su familia, y están angustiadas por eso. Entonces dice pasando:
Tomo cada dolor, cada angustia, cada tristeza que no viole la ley del dharma y
karma personal de cada uno. Enseguida empieza a bostezar mucho, conecta con
ellos y le llega una voz de adentro: estoy solo, otra más, me siento sola. Después
le llega un concepto: Soledad. Pasa la clínica por unos metros y descarga toda
esa angustia que tomó en su cuerpo y su aura para abajo, a la tierra, a
transmutarla. Hace una cuadra más, a la vuelta de su casa su perro se frena a sacar
tierra en el cantero de una planta, un plátano también. Lo hace para un lado, después
para el otro, y después para el otro. Tres escarbadas, le mira hacer las tres y
cuando se va su perro lo mira, es un triángulo perfecto que hizo su perro con
las escarbadas. Sí, es claro, Dios está con ellos como con todos. Llega a su
casa y lee el último de los textos sobre sus maestras elevadas. Se llama Parvati
“Publico los textos de Shiva y
Ganesha, uno dos, tres y cuatro. Los estoy compilando, busco una imagen de
ambos para ilustrar la nota y entre todas las imágenes que saltan mis ojos se
depositan solo en la imagen de Shiva, Ganesha con Parvati, la compañera de
Shiva, la mama de Ganesha, que solo conocía de oídas. La foto me llama entre
todas las fotos, sé que esa es la imagen que quiero. Trato de buscar la
atención a las otras imágenes, pero esa imagen es tan fuerte, tan solicitante
que ni me deja mirar las otras. A veces lo que es, lo que debe ser, tiene un
peso energético tan potente, que neutraliza todo lo otro, es como un embudo.
Hay veces que el universo dice con tanta fuerza que algo tiene que ser, que es
una gran batalla caer en los vicios que nos impiden escucharlo. Y aunque los
vicios son fuertes, porque tienen la voz de lo tóxico, la luz es mucho más
fuerte, porque la luz es otra vibración. Guardo esa imagen, y la uso para
ilustrar la nota en mi blog. Me queda resonando el nombre Parvati, no se nada de
ella, solo que es la mama de Ganesha, pero me gusta la sonoridad de su nombre.
Me voy a yoga a lo de mi maestro, y la olvido. Cuando estoy en yoga, apenas
entro al buffet que hay en el lugar me empieza a sonar en la cabeza, sola,
Parvati. Paso al salón de yoga y en toda la clase me queda sonando el nombre
Parvati, que viene solo. Ya me ha pasado eso en yoga, me vienen nombres de
energías con las que conecto o canalizo. La repetición del nombre no es como
cualquier otra repetición, no es un recuerdo, no es un tic fonético, es otra
cosa. El nombre se repite solo en la mente como una palabra canalizada. No soy
yo el que lo repite, no es mi mente, no es mi inconsciente, es el nombre que se
repite a si mismo. Termina la clase, estoy en la relajación, mi maestro hace
durante la relajación unas respiraciones especiales, yo en esas respiraciones
siento un chucho de frio en el cuerpo y se me pone la piel como de gallina, al
típico estilo de cuando esta cambiando de vibración personal o sintonizando con
otra vibración. Es la tercera o cuarta vez que me pasa en el espacio en los
últimos meses. Ahora mismo mientras escribo me pasa lo mismo, siento esa
sensación de chucho de frio, en la espalda, las piernas, los hombros, el
cuello, es como una sintonización. Si me conecto mucho con la sensación, eso
aumenta y es como si una briza se levantara y me pasara por las piernas, los
tobillos, las pantorrillas, la espalda. Es una sensación grandiosa, primero es
relajante, y después da la sensación no solo de cambiar mi vibración sino la
del ambiente que me rodea, porque ese vientito que parece levantarse viene del
ambiente que me rodea, pero empieza en mi cuerpo que modifica su vibración con
el recuerdo, o con la conexión con el recuerdo, el ambiente que me rodea
modifica su vibración, y la mía, y la mía vuelve a modificar la del ambiente
que me rodea. Y eso empieza antes, en el mantrado o la respiración de mi
maestro y la energía del espacio en coordinación con la energía de los
compañeros con lo que hacemos yoga, y la energía de Shiva y Parvati que están
presentes ahí. Es un movimiento ascendente de retroalimentación es espiral.
Sigo con la relajación del espacio. Antes de seguir escribiendo sobre la
relajación miro la pared y me muestra la palabra “fe” Es algo que tengo
bastante. Para muchos lo que más tengo. Para algunos la base de mis
experiencias. Después de las respiraciones mi maestro mantra un mantra hermoso
que canta muy bien, y que siempre que lo hace a mí me hace conectar con otras
vibraciones y me proyecta a otros espacios. Con los ojos cerrados conecto con
lo que ve mi tercer ojo. Está Parvati, enorme, colorida, observadora, llena de
paz, me mira. Entro como a un reino, hay
como un castillo, y esta Parvati ahí, está Ganesha. Hay más cosas y pasan más
cosas, todas de luz, pero ahora que escribo la experiencia solo me puedo
acordar que está Parvati. El viento fresco que se levanta con mi vibración, que
escribiendo recuerda la experiencia de la relajación de hoy ma acaricia como
una briza en pie izquierdo. Aun tengo la vibración vibrándome en la espalda.
Termino de contar esto y comento que me gusta haber conectado con Parvati.
Siempre me gusta conectar, conocer a una alta vibración nueva, maestros
elevados que nos ayudan y nos acompañan. Es como ir a una casa nueva y conocer a
una persona nueva. Mientras escribió
esto, analizo, quizás me equivoco, que hablo de Shiva y Ganesha y la briza la
siento en la espalda, los hombros, debajo de los brazos, y los pies, como si es
ese lugar sintiera la sensación de nuevos brazos, y pies mas anchos, como los
de Ganesha y Shiva. Escribo esto y en la pared veo las palabras “Verdad
absoluta” y “Realidad” Para cerrar el texto analizo sin saber pero me doy
permiso. Es posible que nosotros conectemos con la vieja vibración de lo que
fuimos en otra vida, en la que quizás fuimos seres como Shiva o Ganesha, de
muchos brazos. Y esa memoria aun existente en el recuerdo o en nosotros mismos,
o se haga presente en el presente de ahora y del pasado porque el tiempo no es
el tiempo. O estamos viviendo en un tiempo sin tiempo, o en un tiempo donde
todo el tiempo es el tiempo. O sea que estamos ahora, pero ahora mismo estamos
en el momento en que teníamos muchos brazos. A través del puente que es la
mente, el cuerpo, lo simbólico, la relajación, y el permiso de la dirección y
la acción correcta en el momento justo, esto es, ser, estar y escuchar.
Escuchar en el cuerpo que habla, quien habla, de donde y de cuando. Como me
vienen diciendo mis maestros de yoga y de taichí, como ultima cosa propongo que
escuchemos el cuerpo. Dejo de escribir”
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