En ese momento, quizás el peor para ellos, de una
expedición que fue de mal en peor todo el tiempo, vieron aparecer a Melina, la
pequeña abeja buscada, del otro lado del vidrio. Apareció desde una ventana y
fue volando hacia ellos. Era Melina, su pelo de todos colores, su peinado punk
hacia arriba, voló hasta la pecera y se puso frente a ellos, con el vidrio de
por medio. El que se elevó para ponerse al lado fue Von Firch, lo había
conseguido, la había encontrado.
Melina se elevó por encima de las paredes de vidrio, se
puso en el medio de la pecera y descendió hasta el piso, justo en el medio,
pegado a Von Firch, que la había seguido. En el camino Von Firch pensó que se
iba a chocar con el aire que se hacía más espeso en el techo, pero no, siguió
de largo. La pecera tenía paredes, pero no tenía techo. Bajó lentamente hasta
el piso. Las abejas quedaron una frente a la otra
Dijo Von Firch
-Que suerte Melina que te encontramos
-El mosquito dijo aramos
Que clase de buscadores son
los encontré yo
-Somos buscadores que se dejan encontrar
Esos dan que hablar
-Pero yo no los buscaba
-Y sin embargo nos encontrabas,
la mejor manera de encontrar algo es no buscarlo
automáticamente uno empieza a encontrarlo
-¿Y para que buscan los buscadores
Señores?
-Los buscadores buscan en verdad
para que los
termine encontrando la casualidad
-Que difícil que es lo que dice Von ¿Entonces busca la
casualidad?
Qué barbaridad
-La casualidad encuentra. Todo aquel que busca no
encuentra,
encuentra el que no busca sino desencuentra
-Pero entonces no deberían encontrar nuestros exploradores
que buscan flores
Los que salen en misiones
-Los exploradores de las abejas, querida abeja Melina,
no buscan
flores, el que busca patina
Melina lo miró extrañada pero aun ilusionada
-Es muy confuso profesor Von, parece extraviado en la
palabra
Por eso tal vez
no me encontraba, acá no hay mucha abra cadabra
-Las flores buscan con un aroma que atrae y guía a las
abejas.
Ellas no pueden andar pero si su olor, la hace muy
añejas
-El olor, claro, es lo que me atrae a mí a las flores
Y los colores
-Los colores no Melina, solo los olores de las flores
-¿Y porque las abejas ahora se pierden exploradoras?
Tantas por ahí, y sin cantimplora
-Eso es más complejo querida Melina
El que busca patina
-Claro, porque si los exploradores no buscan sino que
son encontrados
conviene quedarse parado
¿Cómo puede
perderse alguien que no está buscando?
Solo encontrando
- Las abejas ahora se pierden porque si bien
encuentran cosas que están lejos, ya no pueden volver a avisarle al panal,
porque como hay menos flores, y comemos menos, estamos más débiles y podemos
volar menos. Se pierden por cansancio, y se pierden de no encontrar nada- Dijo
le profeso Von Firchs
-O las plantas, los bosques enteros se van caminando,
por la noche
A veces caminando, veces en coche
Aseguró Melina mirando por la ventana
Hacia la nada
- Eso no es posible
es del todo imposible
-Si profesor- se le acercó Melina hasta decirle bien
bajo, a él solo prácticamente
Que era el más inteligente
-Lo veo todas las noches. Si quiere lo llevo hasta
donde pasa
a veces se van a coche, se ve desde esta misma casa
-¿Lo ves todas los anocheceres?
Que raros aconteceres
¿Nos podés llevar hasta ese lugar?
Hay que controlar
-Si- Dijo Melina, se elevó, pasó por arriba de la
pecera, y se dirigió hacia la ventana
Las otras abejas la siguieron con un poco más de
prudencia, pasaron con mucha lentitud por arriba del espacio que en la pecera
debería tener un techo, con miedo de chocarse con el aire de nuevo, y una
vez que superaron la pecera, siguieron a
Melina. Melina se frenó y estacionó en el marco de la ventana. Todas pararon al
lado de ellas, mirando hacia afuera.
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