Funciones de terceros

viernes, 16 de diciembre de 2022

Viaje de una perspectiva. Águilas en el salón de taichí, y el ki de los arboles. Capítulo 12

 


Camina por la calle para ir a taichí, la pierna responde bien, la astilla que estuvo una semana en la pierna y le infectó el pie ya no molesta, y el conecta a ver si aún tiene funcionando el tercer ojo, dudando de haber perdido conexión. Su conexión con el tercer ojo son imágenes que parecen en la cabeza como si en la frente se hubiese abierto un hueco hacia otro lado. Si antes se pensaba como un pato, ahora ya se había empezado a pensar como una persona ante un edificio de ventanas, la ventana por la que mira, es el agujero de tiempo y espacio por el que se metió. Conecta caminando por la calle Remedios Escalada hacia taichí, escalada e Irigoyen y enseguida está en otro lugar, un lugar con ríos y mares, y unos seres a los que él denomina elfos, azules, pelos largos, orejas puntiagudas, que son amables y los conoce. Como la conexión es suave lo hace dibujando con la mano derecha, y después la mano izquierda el símbolo de tiempo y espacio de reiki, Hon Sha Ze Sho Nen. Las dos veces aparece en otro especie de mucha naturaleza, playa y mar, con ríos, o acequias de agua. Como la gente lo mira, lo hace dibujándose el símbolo con la lengua en el paladar. Dos veces más mientras camina por Remedios de escalada de San Martin conecta con otro tiempo y espacio dibujando Hon Sha Ze Sho Nen con la lengua en el paladar y soplándolo al aire adelante de él, todas las veces al lugar que va es parecido, rio, mar, playa, mucha naturaleza, como un planeta y una división agreste. Cuando vuelve a su casa recordando la experiencia escribe

“Siempre fue un espacio con ríos y mar al que me envió la conexión con el tercer ojo, que ahora se me ocurre más como un faro que otra cosa. Quizás los buscadores de El dorado, lo que habían visto había sido esto. Quizás los que decían en la edad media que en el mar había monstruos gigantes no habían hecho más que conectar con otro tiempo y espacio. Quizás los que decían que la Tierra era cuadrada y que si seguías te caías habían habitado una Tierra cuadrada, una Tierra inferior a la nuestra, una Tierra para una vibración más baja O quizás la Tierra antes tenía otra vibración y era cuadrada. Y al elevarse de la vibración se empezó a poner circular…”

Terminó de escribir eso y se puso a pensar las cosas atípicas que había vivido en la clase de taichí y chikung del día

 

El taichí de las aves

 

Además de ver su propia aurea en taichí, conectado a la concentración y los movimientos, esta vez también había visto el aura de un par de compañeros, luces hacia donde se concentraba, pequeñas luces en el aire. Además de sentir una gran energía que lo rodeaba todo, y conectar y poder observar con el tercer ojos con sus canales y conectar con cómo se desbloqueaban y notaba el ki correr  entre ellos, en un momento se había concentrado en el piso y había visto en la sombra de los movimientos de chi kun que estaban haciendo sus compañeros, todas alas, alas de águila que formaban las sombras de los brazos por el movimiento que era La grulla blanca extiende sus alas, había llegado agotado a taichí, sin comer al mediodía y al borde de sus fuerzas ¿De dónde había sacado fuerza? Había hecho algo que no había hecho nunca, se decía que éramos todo agua, y mucho vacíos, una mezcla de aire y vacío. Había ido hasta el almacén que había en la esquina, se había puesto delante de los melones, les había pedido a los melones para tomar un poco de su agua, de su ki, de su energía, le había dado permiso, y cuando la energía de los melones le había entrado había bostezado y se había sentido más energizado. Después volviendo a taichí por la calle de taichí, Belgrano, desde la esquina de Gandini, había conectado con los arboles de calle que había y les había pedido permiso para tomar un poco de su energía, dos le habían dicho que sí. Había conectado con esa energía, la visto entrar a él, lo había sentido y se había elevado un poco en su sitio, estaba más energizado. El segundo árbol no había dado permiso, pero los otros dos sí. Y así, energizado, pero aun cansado había entrado a practicar taichí, pensando en dos cosas, el pie aún estaba con él, aunque doliendo un poco, ya podía apoyar, y aun tenía que redactar en Diario de una perspectiva dos cosas. La tirada de cartas a Argentina en el mundial, y los textos oscuros, era una espina que se tenía que sacar del pie

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